Parte 5
—Es como si me hubiera ausentado por mucho más tiempo —comentó Raya mientras se sentaba en el sofá de la sala de su departamento.
Ivonne le había acercado ropa después de que le habían dado de alta. Se sentía intranquila, como si necesitara volver de inmediato a sus actividades diarias. Estar mucho tiempo en cama le había dado una sobrecarga de energía y necesitaba moverse, pero su compañera de piso no lo iba a permitir.
—Entiendo que tuviste una experiencia cercana a la muerte y que sientas que fue una alarma para disfrutar más de la vida, pero debes avanzar de a poco.
Andraya hizo una mueca. Se sentía perfectamente bien, quitando las punzadas en los oídos que aparecían de vez en cuando. No le gustaba que la obligaran a permanecer sentada sin hacer nada.
—Estoy bien. No tienes que preocuparte.
—Recuerda el trato que hicimos. Nada de preocupaciones por cosas externas a este departamento hasta mañana. He convencido al policía que lleva tu caso para que venga mañana y no hoy.
—Gracias. Aprecio lo que haces por mí.
Esa tarde Ximena apareció en el departamento con provisiones para un enfermo de gravedad. Andraya se dejó abrazar por un largo tiempo. Sabía que ella la quería como si la hubiera llevado nueve meses en su vientre. Ximena era una mujer muy activa, de cabello marrón y ojos cafés. Podía pasar muy bien por la madre biológica de Andraya. Eran muy parecidas físicamente, pero muy diferentes en cuanto al carácter.
—Estoy feliz de que estés bien. Cuando Ivonne me dijo que te habías despertado dejé lo que estaba haciendo y vine. Es una lástima que te mudaras tan lejos.
—Estoy recuperada —le aseguró.
—Lo quería ver con mis propios ojos. No todos los días mi hija despierta de un coma prolongado.
—He aprendido a no andar sola por callejones. Me confiaba en las estadísticas porque estaban a mi favor. Ahora soy la primera persona apuñalada en la ciudad contando desde hace siete años. Es extraño.
Ximena asintió.
—Lo bueno es que ahora estás bien. Me aterraba la idea de que no despertaras.
Andraya la volvió a abrazar.
—No me perderás tan fácil.
—Me preocupaba que murieras sin conocer lo que es estar enamorada. No pierdo la esperanza de que encuentres a alguien bueno. Mi corazón sabe que deseo verte rodeada de preciosos niños.
Zack sonrió cuando sus padres descendieron del jet familiar en la pista privada de su mansión. Ellos tenían propiedades en casi todo el mundo y ninguna en Paraguay. Cuando visitaban el país se hospedaban en la mansión de Zack.
Ilov Bale saludó a su hijo con un gran abrazo. Habían pasado un par de años desde la última vez que lo había visto. Aunque el inmortal se comportaba normalmente distante con todos, se llevaba bien con sus padres. Incluso él iniciaba las largas conversaciones que tenían lugar cada vez que se reunían.
—Mejoraste la seguridad de este país —comentó Nithan muy orgulloso.
Se veía de unos treinta años y tenía la estructura ósea que caracterizaba a los Bale. La diferencia entre Zack, Adam y Nithan radicaba en que el primero llevaba siempre el cabello corto, el segundo lo llevaba un poco más largo y era unos centímetros más alto, y el último tenía las cejas más pobladas y abundante barba, como se utilizaba siglos atrás.
—Realicé un experimento con esta ciudad. Hasta el momento los resultados son satisfactorios.
—¿Te deshiciste de los narcotraficantes?
Zack asintió. No había sido nada fácil, pero fue necesario. Incluso había necesitado la ayuda de su hermano mayor para poner en marcha su plan. Se habían infiltrado en el mundo de las drogas para llegar a las mentes maestras detrás de todo.
Los humanos temían enfrentarse a los que tenían poder ilegalmente porque podían terminar muertos. Muchos años antes, Zack y Adam habían formado parte un programa que formaba a agentes secretos para el gobierno inglés. También se habían quedado una temporada en Rusia con unos parientes expertos en conspiraciones internacionales y en desmantelamiento del tráfico de personas.
Siempre que elegían un país en el cual pasarían una temporada, iban un tiempo antes encubiertos y trataban de mejorar la situación de los habitantes del mismo. No lo hacían por defender a los humanos, sino porque les gustaba la tranquilidad y no estaban dispuestos a revelar su secreto debido a inconvenientes relacionados a crímenes comunes.
Si había mucha inseguridad podían secuestrar a alguno de los miembros de la familia ya que llamaban la atención al ser millonarios, y podrían descubrir que no era humanos al intentar matarlos. Si algún conductor imprudente chocaba a un inmortal, sería muy extraño que éste último saliera ileso sin revelar algo de la verdad.
—La fiesta de aniversario es este lunes, ¿cierto? —interrogó Ilov mientras ojeaba una revista de modas.
Se habían acomodado frente a la gran piscina de la mansión.
—Sí, madre. Ya contraté al equipo más eficiente para que se encargara de eso —comentó Zack despreocupado.
Ilov apartó su revista y le sonrió.
—Te traje un regalo de París. Podrías ponértelo ese día.
Tricia Dixon caminaba algo nerviosa rumbo a la cafetería del primer nivel del hotel. Ivonne le había avisado que Andraya ya estaba recuperada. Era una excelente noticia, sin mencionar el hecho que presentía que su amiga estaba por perder su trabajo. Andraya había trabajado duro para llegar donde estaba. Todos en el área administrativa lo sabían. Era una genio sin descubrir. Había nacido para dirigir hoteles de gran prestigio.
Tricia sonrió cuando vio que Derek ya había llegado. Amaba la puntualidad de su novio. Lo saludó con un afectuoso beso y por segundos perdió la noción del tiempo y del espacio. Le costaba trabajo aceptar que un hombre tan apuesto, como el que la tenía entre sus brazos, se hubiera fijado en ella. Sabía que era bonita, pero Derek parecía sacado de una revista de atletas destinado a salir con supermodelos.
Se acomodaron en la mesa del rincón para tener más privacidad.
—¿Te encuentras bien? —preguntó el hombre acariciándole las manos.
Tricia se permitió disfrutar un momento. Cerró los ojos y suspiró. Estaba muy tensa por lo que había descubierto.
—Como sabes, Zack se está encargando de la dirección del hotel —Derek asintió—. Esta mañana fui a dejarle unos papeles que me había pedido y me pareció ver que el currículum de Andraya sobresalía de una de las carpetas que estaba en el escritorio.
—¿Cuál es el problema?
—Creo que ha tomado la decisión de suspender su contrato —se alteró.
Derek intentó tranquilizar a su novia. Una hoja en un escritorio no significaba nada. Tenía que tener más pruebas para llegar a una conclusión como esa.
—No es todo —siguió la pelirroja entrecerrando los ojos—. Ya sé lo que piensas, pero bueno. Bajé hasta la sala de seguridad y le pedí ayuda al señor Lamas, que es un buen amigo de Andraya, y me aseguré de lo que vi. Zack ha estado mirando el contrato de mi amiga —terminó casi sin aire.
—Serías una excelente detective privada —bromeó Derek para disminuir la tensión.
—Andraya es mi amiga...
—Lo sé ¿Necesitas que te ayude con algo?
Después de hacer una mueca, Tricia intentó que su sonrisa pareciera lo más inocente posible.
—Quiero que hables con Zack. Convéncelo que espere más tiempo. Andraya salió hoy del hospital. No puede despedirla. No es su culpa que un hombre loco la haya apuñalado.
—Puedo intentarlo.
—Sabía que no te negarías a ayudarme —ambos se levantaron de sus sillas—. Eres el mejor, te amo —lo besó apasionadamente.
—¿Y? —preguntó el hombre cuando se separaron.
—Tal vez tenga que trabajar hasta tarde hoy —sonrió.
—Será un placer ayudarte a que termines.
Andraya rodaba una y otra vez en la cama. Estaba teniendo una horrible pesadilla. Estaba encerrada en una morgue y no podía salir. El lugar estaba lleno de cuerpos sin vida, prácticamente mutilados. Intentaba abrir la puerta, pero cada vez que llegaba a tocar la perilla, regresaba al fondo de la habitación y los cadáveres aumentaban.
—Despierta —la movió Ivonne—. Estabas teniendo una pesadilla.
Abrió los ojos en ese instante y suspiró aliviada.
—Gracias por despertarme. Ya no quería seguir allí. Era horrible.
Mientras se lavaba la cara, Ivonne le informó que un oficial de la policía la estaba esperando en la sala. Se duchó y vistió en tiempo récord.
—Buenos días, señorita Caro —le saludó el policía—. Soy el oficial Edigar Plamos.
Tendría entre veinticinco y treinta años. Su cabello era extrañamente blanco con raíces grises. Sus ojos eran muy claros, entre azul y gris. Su acento no era extraño, aunque por su aspecto sí parecía extranjero. Tenía el uniforme tradicional color caqui que utilizaban todas las fuerzas de seguridad.
—Siéntese por favor —le indicó con un ademán.
—Vengo a tomar su declaración.
—Muy bien. Aunque tengo ciertos espacios en blanco, seré lo más clara posible. Necesito que atrapen al hombre que me atacó para que no le vuelva suceder a otra persona. Me quitó tres semanas de mi vida.
Edigar asintió y empezó a escribir la declaración.
Esa misma tarde, Tricia fue a visitar a Andraya. Fue como si un torbellino arrasara con el lugar. Al llegar, lo primero que hizo fue abrazarla con todas sus fuerzas. Ivonne salió porque tenía un compromiso y las dejó solas.
Andraya estaba feliz por las atenciones de las personas que le querían. Hasta Roberto y Marta le habían llamado para preguntarle de su estado.
—Me alegra que te hayas recuperado. Y ya que veo que estás bien, hay algo que debes saber —la pelirroja se puso seria.
—No me asustes...
—Es acerca de tu trabajo.
Andraya asintió. Temía que sucediera aquello y una parte de ella quería entender a Nithan Bale. Le había parecido una persona muy razonable las veces que había tenido videoconferencias con él. Al parecer se había equivocado.
—El señor Bale suspendió tu contrato.
—¿Cuándo?
—Ayer.
Andraya se quedó paralizada. Tenía que solucionar el problema al día siguiente. No podían suspender su contrato si ella ya estaba bien. Tenían que despedirla para que ya no formara parte de la dirección de la cadena principal de los hoteles Bale, porque ella no pensaba renunciar.
—Yo... no sé qué decir. Es obvio que no me iban a esperar por siempre.
Tricia ya había pensado en cómo tomaría Andraya la noticia. Lastimosamente, no había acertado en ninguna de las posibles reacciones y no tenía nada en mente.
—Le pedí a Derek que hablara con Zack. Creo que eso te dará un poco de tiempo.
—¿Zack? No entiendo qué está sucediendo.
—Zack Bale se ha estado encargando de la cadena principal durante tu ausencia. Hay rumores de que le compró todas las acciones a su padre... No estoy segura de que sea cierto. Aún así, él es el encargado ahora.
Andraya no supo por qué, pero el saber que no tendría que enfrentarse a Nithan Bale la había aliviado. Podría persuadir a cualquier persona, pero para eso debía poder verla directamente a los ojos, y no a través de una pantalla de televisión.
—Iré mañana temprano a verlo.
Tricia empezó a buscar algo en su bolso turquesa. Estaba segura de que Andraya podría hacer cambiar de opinión de Zack si se presentaba a la fiesta de aniversario. Cuando halló la invitación, se la entregó. Andraya entendió que todos iban a estar pendientes de la fiesta y no irían a trabajar por la mañana.
—No hay mucho que pensar. Tienes que convencer a Zack para que te deje volver —comentó la pelirroja.
—Lo haré. Y si mis argumentos no lo convencen, me aseguraré de utilizar el alcohol a mi favor —bromeó—. Te agradezco lo que haces por mí. Eres una buena amiga.
—Lo hago porque no mereces que te quiten el puesto. Nadie podría hacer lo que haces en el hotel. No te asustaste cuando te delegaron toda la responsabilidad, fuiste muy valiente. Eso es admirable.
Media hora después, Derek pasó por Tricia para llevarla a cenar.
Andraya decidió que debía prepararse para el día siguiente. Tenía que demostrar que estaba totalmente recuperada y para eso debía verse espectacular. Zack Bale no debía dudar un segundo que ella era la persona indicada para seguir dirigiendo el hotel.
Sonrió al recordar que tenía el vestido perfecto para la fiesta de aniversario. De inmediato se dirigió a su armario a buscarlo. Era un strapless de seda de color coral que tenía detalles con tonos más claros en el pecho y escote corazón. Lo había comprado en una tienda después de imaginarse con él en una cena importante del trabajo. Ahora lo utilizaría para permanecer en el hotel.
De repente, sintió un agudo dolor en ambos oídos y se mareó. Luego, el sonido incesante de lo que parecía ser una gotera empezó a taladrar sus oídos. Se tumbó en el piso y llevó sus manos a las zonas de dolor. No había forma de parar lo que sentía.
Cuando volvió a abrir los ojos estaba tumbada en el piso de su habitación. Escuchó que abrían la puerta principal y cómo alguien ingresaba. Estaba tan asustada que decidió disimular.
Ivonne dejó sus cosas en su habitación y encontró a Andraya buscando su celular.
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