6. CREATURES, FIGHTS AND FLIRT
6. CRIATURAS, PELEAS Y COQUETEO
⊱ ━━━━━ { 🍃🌼🍃 } ━━━━━ ⊰
⊱ ━━━━━ { 🍃🌼🍃 } ━━━━━ ⊰
Si algo había aprendido en la Escuela de Magia Uagadou era la transformación, una de sus materias favoritas después de Magizoología y Herbología, por lo que Mel siempre es capaz de lograr cambiar el aspecto de su cabello, el cual decidió dejar esta vez de un tono castaño casi rojizo y logró hacer unas ondas casi perfecta. Una vez estando lista, salió de la Torre de Ravenclaw con sus libros en en sus manos, en realidad, nunca fue muy fan de las mochilas ni bolsos, por los que los sostiene con pelos de unicornio.
En su camino al Gran Comedor, fueron varias personas que miraron curiosos a la chica.
Pero no le presto mucha atención y, de hecho, al llegar al Gran Comedor y tomar asiento en la mesa de Ravenclaw, se alegró bastante cuando Flitwick le entregó su horario de clases, ya que su primera clase del día sería Cuidado de Criaturas Mágicas, dos horas con el profesor Hagrid.
—¿Puedo ver tu horario? —preguntó Gustav mientras desayunaban en el Gran Comedor.
—Claro —la chica le tendió el pergamino con su horario de clases y se llevó una cucharada de avena a su boca.
—Entonces, magizoologista, ¿no es así? —curioseo al dejarle de nuevo su horario.
—Así es —asintió sonriendo—. ¿Qué me dices de ti? ¿Ya tienes una carrera en mente?
—Planeo entrar al Departamento de Cooperación Mágica Internacional, para ser más precisos en la Oficina de la Ley Mágica Internacional —aclaró mostrando una sonrisa radiante.
—Woo, tú en serio sabes lo que quieres —murmuró Mel un poco sorprendida.
—¿Qué tu no? —dijo alzando una ceja.
—Bueno... me gustan todas las criaturas y las bestias... aunque, estoy especializada en bestias por el ministerio mágico de Brasil —Gustav que iba a darle una mordida a su sándwich no lo hizo debido a la sorpresa que le tomó eso—. Pero en realidad, me gustaría especializarme en todas las criaturas... o quizá, simplemente hacer lo mismo que mis padres...
—¿Buscar la cura para los hombres lobos? —preguntó rápidamente.
—Ajá, es muy complejo, me gustan los retos y el trabajo duro —admitió sonriendo.
—¿Qué haces en Ravenclaw? —preguntó burlón, pero de una manera amigable.
—No lo sé —admitió con una mueca.
—Bueno, si de algo te sirve, solo lo más inteligentes van a Ravenclaw —le animó con una sonrisa—. Y quizá es por eso que estás aquí —llevó una mano al costado de su mejilla y se inclinó para susurrar—... en la mejor casa de todo Hogwarts.
Mel soltó una risita y asintió alzando los hombros—. Sí, quizá es eso —comentó con una sonrisa.
Vio llegar a Samuel junto con Demetria y Evie, los tres charlando animadamente tomaron asiento junto con Gustav y Mel.
—Buen día Mel, ¿qué tal dormiste? —preguntó con una sonrisa Samuel.
Evie fulmino con la mirada al chico mientras que con su cuchillo partía un panqueque.
—Mal, las camas son incomodas y las sábanas pican —admitió con una mueca.
—¿En serio? Deberías hablarlo con Flitwick —propuso Evie con voz amable.
—No. Es un problema mío, en realidad —comentó alzando los hombros—. No estoy acostumbrada mucho a las camas.
—¿Nunca duermes en la cama? —preguntó confundido Samuel, y quizá algo burlón.
—No —respondió alzando los hombros.
—¿Por qué? —indagó.
—Me incomodan —respondió sincera.
—Entonces, nunca, nunca, dices que nunca —hablo nuevamente Samuel—, duermes en cama —Mel alzó una ceja, miro a Samuel achinando un poco sus ojos.
—De vez en cuando, pero prefiero evitarlas —respondió sincera.
—Y... ¿a tu pareja no le incomoda eso? —preguntó burlón.
Gustav y Evie miraron a Samuel con molestia, Demi soltó una risita burlona y Mel apretó su quijada.
—En realidad no, nos encantaba estar desnudos bajo la luz de la luna llena —respondió egocéntrica causando que Samuel frunciera el ceño y Evie soltara una risita divertida al escuchar la forma en la que le había respondido.
—Solo ignoralo, está muy necesitado de atención —musitó Gustav al ver como se ponía hablar con Demi.
Mel sintió su pierna temblar, deseo con todas sus ganas ser un basilisco para matar con su mirada a Samuel. Pero en cambio, tomo sus libros de la cola de unicornio y se paró del Gran Comedor.
—Oh no, eres de esas personas que están en contra del uso de mochilas debido a la explotación de la piel de dragones —dramatizo Samuel.
Pero Mel le ignoró, sabía que era más inteligente ignorar sus problemas, aparte la violencia no es la solución a nada.
Ese era su lema y tenía que repetírselo muy seguido, pero el sentimiento de ardor en su pecho no parecía desaparecer, junto con las ganas de llorar.
Había conocido a muchas personas, unas más desagradables que otras, pero nunca se había topado con alguien como Samuel.
Salió hacia el patio de la torre del reloj, donde tomó asiento en la fuente, acarició el agua con sus dedos y soltó un suspirando mirando los pocos árboles que adornaban el lugar. Comprobó la hora mirando su reloj y al ver que aún tenía media hora más para que iniciara su primera clase del día, tomó la libreta que su tío abuelo le había regalado el día anterior. Del bolsillo de su túnica sacó un carboncillo que estaba envuelto en una tela y comenzó a dibujar lo que veía.
Desde las estatuas, hasta los muros, agrego unas nubes en el cielo y una sonrisa se formó en su rostro al ver un par de lechuzas volando por los aires.
La media hora se pasó volando, en cuanto el timbre sonó, guardó su libreta junto con las demás y dejó su carboncillo en el bolsillo de su túnica para salir rumbo a los terrenos del castillo.
Pero era tan confuso que terminaba en algún patio, hasta que, por fin, un fantasma le pudo indicar como llegar rumbo a los jardines del castillo.
—¡Ah! ¡Señorita Scamander! —ella tomó un poco de aire cuando llegó a la cabaña de Hagrid, hay siete chicos y chicas ya esperando.
—Una disculpa, me perdí —admitió algo apenada.
—No se preocupe, no se preocupe. Bien, ahora que estamos todos completos... —Mel observo a los tres Hufflepuff, tres Gryffindor y un Slytherin que se encontraban ahí reunidos alrededor de Hagrid.
Estaba aliviada de ver que no era la única que tenía un amor por las criaturas.
—Ahora vengan de este lado, por favor —pidió el profesor.
—Hola —ella se giró para ver a un chico de cabello castaño, tiene el uniforme de Hufflepuff y una adorable sonrisa—. Soy Alan Gresham —se presentó.
—Un placer, Mel Scamander —el chico sonrió, sabía quién era pero aun así no le importo que ella se presentará nuevamente.
—Ayer el director mencionó que estudiaste en Uagadou, ¿cómo es? —preguntó con emoción.
—Es maravilloso —admitió con una sonrisa—. Está en la montaña de la luna y se puede ver... ¡Oh Diricawls! —exclamó emocionada al ver tres aves de plumaje esponjoso y cuerpo rechoncho.
Hagrid asintió con una gran sonrisa—. ¡Así es Scamander! ¡Diricawls! Estos tres en especial son muy amigables —aseguró acariciando la cabeza de la criatura.
—Nunca había visto uno tan de cerca —comentó un Hufflepuff con una sonrisa.
—¡Eso es un Dodo! —señaló una chica de Gryffindor con emoción.
—Dodo es como los muggles los conocen —explicó Mel a la Gryffindor—. Diricawl es en realidad su nombre real —acarició el pico de la criatura que se vio disfrutar de aquel mimo.
—Entonces no están extintos —murmuró con el ceño fruncido.
—¡Por supuesto que no! —dijo con algo de miedo Hagrid, como si fuese una terrible pesadilla.
—Pero la Confederación Internacional de Magos considero apropiado hacerles creer que lo están —agregó Mel mirando al Diricawl con ternura—. Temen que sigan matándolos —susurró con una mueca.
—Bueno, hicieron bien —murmuró la chica.
—¿Alguien sabe que posee y cómo se distingue el Diricawl? —preguntó Hagrid entrando en más confianza al ver la clase tan pequeña y participativa que tiene. Mel rápidamente alzó su mano—. Si, Scamander —indicó dándole la palabra.
—Los Diricawls poseen la capacidad de desaparecer en un estallido de plumas y volver a aparecer en otro lugar cuando es amenazado, cabe mencionar que son incapaces de volar y son originarios de la Isla de Mauricio. Lo que distingue al Diricawl es su pico largo y tiene una punta en forma de garfio —dijo señalándolo—, esta forma que tienen les ayuda a escarbar en la tierra para poder cazar comida, le gustan los gusarajos —comentó con una sonrisa—, aparte de sus patas amarillas y robusta le permiten caminar en los terrenos montañosos y rugosos.
—¡Muy buena respuesta Scamander! ¡Diez puntos para Ravenclaw! —los ojos de Mel brillaron de emoción.
El resto de la lección fue increíble, compartió un Diricawl junto con Alan y Ben Hale, el chico de Hufflepuff que había comentado que nunca antes había visto un Diricawl tan cerca, y quien aparte, es mejor amigo de Alan, ambos chicos tan agradables con Mel.
—No me imagino lo que debe ser tu vida —dijo Ben una vez la clase terminó, los tres comenzaron a caminar por los jardines del castillo, ya que tenían un periodo libre y después compartirían juntos la clase de Herbología y a Mel aprecia la buena compañía.
—Es una aventura diferente todos los días —comentó alzando los hombros con una sonrisa.
—Me parece una fantasía —aseguró Alan—. En cuanto termine Hogwarts, me iré al santuario de dragones...
—Nos iremos —aclaró Ben compartiendo una mirada con Alan.
Mel notó el ligero sonrojo en las mejillas de Alan, pero la chica no dijo nada al respecto y tuvo que morder su labio para no soltar un "aw".
—¡Me parece increíble! Adoro visitar el Santuario de Dragones, es uno de mis lugares favoritos en el mundo —aclaró con una sonrisa.
—Fuimos ahí por primera vez a los doce años —comentó Alan.
—Nuestras familias se conocen de toda la vida y siempre viajamos juntos —prosiguió Ben—. Yo en cuanto vi a un dragón supe que eso quería hacer, cuidarlos y protegerlos —puso una radiante sonrisa, Mel casi da un brinco.
—¡Eso es maravilloso! Los dragones son criaturas que no todos tienen el placer de comprender. Son complejas y majestuosas, algo tercas en realidad, pero es que saben el riesgo que corren —comentó soltando un suspiro.
—¿Has compartido mucho tiempo con los dragones?
Mel tuvo que reprimir una risita—. Demasiado —aseguró con una sonrisa—. Aparte, mi madre es dragonologista. Bueno, ya no lo ejerce, por que se casó con mi padre y se fueron a viajar por el mundo...
—¡En busca de la cura de los hombres lobos! —concluyó Ben dando un brinco—. Sí, lo sé, leí un artículo que hizo Rita Skeeter.
—¿Ah sí? ¿Quiénes es ella? —preguntó curiosa, Ben y Alan compartieron miradas con una mueca.
—¿Quieres saber la verdad? —le preguntó Alan con una ceja alzada—. Skeeter es solo una bruja chismosa que inventa cosas para poder vivir y obtener la fama. Leí también el artículo que hizo de tu familia, lo único que me pareció interesante fue como mencionaba que te criaban en las selvas y bosques del mundo...
—Alan tiene razón, lo demás fue un asco —comentó Ben.
—Ahora deseo leer ese artículo —murmuró Mel.
—No quieres hacerlo, en serio... es irrelevante.
—¿Hace cuánto dicen que lo escribió? —curioseo.
—Hum, quizá... ¿cuatro años? —dijo con una mano en su barbilla Alan.
—Ah, debió ser cuando nos encontrábamos en la Selva de Congo —murmuró Mel con una mueca, mientras veía como las nubes se movían con calma—. Si les soy sincera, no suelo enterarme de las cosas que suceden en el mundo civilizado —admitió con algo de pena—. No es como si no me importará es solo que... bien, las criaturas tienen más relevancia —comentó soltando una risita.
—No te juzgamos, nos parece increíble tu forma de pensar —aseguró Alan.
—Esperábamos que quedaras en Hufflepuff —comentó con una mueca Ben.
—También yo —admitió Mel con una mueca—. Pero el sombrero dijo que era momento de seguir un camino diferente al de mi familia, no entiendo a qué se refirió en realidad.
—El sombrero es muy sabio, por algo toma las mejores elecciones —dijo Alan llevando las manos a los bolsillos de su pantalón.
—Miren, tres raros —Mel alzó una ceja cuando vio a un chico de Slytherin, alto, y relativamente musculoso. Tiene dientes grandes, ojos grises y un cabello grueso y negro.
—¿Se te perdió algo Flint? —preguntó Ben con calma, Mel noto como el rostro de Alan tomaba un color rojo.
Como si estuviese a punto de escupir fuego en el rostro de Flint.
Los otros cuatro chicos que acompañaban a Flint comenzaron a burlarse y a Mel le recordó al sonido que hacían los gorilas en la selva.
—Yo no sé cómo en Hogwarts aceptan a tantos raros...
—No lo sé, tu dime Flint, ¿qué se siente estar estudiando ya desde hace seis años? —replico Mel haciendo que Ben sonriera a la chica.
—Nadie te hablo, asquerosa mestiza —murmuró con odio.
Mel comenzó a reír mientras que Alan se remangaba la túnica para darle un puñetazo.
—¡Merlín! No puedo creer que esta sociedad vaya en retroceso —murmuró rodando los ojos.
—¿Por qué no te vas hablar con los animales? —preguntó uno de los Slytherin.
—Estoy hablando con cinco en estos momentos —Ben soltó una carcajada, pero a Flint no le agrado para nada ese insulto—. En realidad, me retracto, los animales no pueden ser comparados con cinco descerebrados como ustedes...
Flint sacó su varita y apuntó rápidamente al frente de Mel, quien se cruzó de brazos.
—Baja tu varita —dijo una voz, la cual Flint creyó que provenía de Alan o Ben.
—Cállate estúpido —gruñó Flint aun apuntando a Mel.
Pero Mel soltó una risita nerviosa al ver como Remus Lupin soltaba un suspiro pesado y se cruzaba sus brazos mirando con molestia al joven.
—Vaya señor Flint, me temo que ese insulto le ha ganado un castigo.
Los ojos del chico se hicieron aún más grandes y su mirada tomó un color pálido al ver que no habían sido los Hufflepuff los que habían hablado.
—Profesor yo no quise...
—Sí, tampoco quise darle un castigo —admitió—. Veinte puntos menos para su casa y lo espero a la hora del almuerzo en mi oficina —Flint miro con molestia a Remus, frunciendo el ceño vio a Mel, quien le despidió ondeando su mano—. ¿Entendió señor Flint?
—Sí, profesor —gruño el chico dándose la vuelta junto con su pandilla.
—¿Les hizo algo? —preguntó el profesor a los tres jóvenes frente a él.
Pero su mirada se posó en Mel.
—Quimera que gruñe, no muerde —comentó Mel con una sonrisa, pero pronto borró su sonrisa—. No, ignoren eso, no puedo comparar a Flint con una Quimera, son tan lindas —murmuró soltando una sonrisa inocente.
Ben y Alan no reprimieron las risas y Remus sonrió en dirección a la joven.
—En fin, no, no hizo nada, gracias a usted, señor... digo, profesor Lupin —se corrigió rápidamente y evitó la mirada que le daba el profesor.
—Sí, un héroe —Ben y Alan compartieron miradas cómplices.
Se podía sentir una ligera tensión entre el profesor Lupin y Mel.
Remus soltó una risilla burlona—. Supongo que eso hacen los profesores, ¿no? —dijo a los jóvenes, los Hufflepuff asintieron con su cabeza, pero Mel solo dedico a ver los lindos ojos chocolate de Remus.
Un timbre se escuchó por el castillo y los jardines, Alan y Ben se miraron.
—Oh, santos Knarls vamos a llegar tarde a los invernaderos —dijo Ben jaloneando de la túnica a Alan.
—No sé preocupen, coméntenle a la profesora Sprout que estuvieron conmigo para que no sean reprimidos por su tardanza —les dijo el profesor.
—¡Increíble idea, profesor! —exclamó Alan.
—¡Gracias!
Ben y Alan tomaron de las manos de Mel para hacerla correr, ella se giró un poco para ver como Remus sonreía mientras se cruzaba de brazos viendo cómo se dirigían en rumbo a los invernaderos.
—Odio correr —se quejó Ben apoyándose sobre sus rodillas para tomar aire.
—Adoro correr —comentó Mel entrando de un brinco al invernadero siete.
—¡Sentimos la tardanza! —dijo rápidamente Alan entrando al aula.
—¿Ahora que excusa tienen el día de hoy? —curioseo la profesora Sprout mirando a Ben y Alan.
—Ayudamos al profesor Lupin —dijo rápidamente Ben—. Bueno, él nos ayudó a nosotros...
—Larga historia, profesora —el resto de los estudiantes tuvo que reprimir risas al verlos tan cansados y con un peculiar olor a tierra.
—Podran explicarme al terminar la clase, ahora busquen sus asientos, en la lección de hoy vamos a repasar la tentácula venenosa...
—¡Genial! Amo la tentácula venenosa —dijo con una sonrisa Mel a Ben y Alan, quienes tuvieron que reprimir unas risas.
🍃🌼🍃
La última clase de ese día fue encantamientos y por fortuna, la compartió también con Ben y Alan, que al hacer una comparación con sus horarios compartieron emoción al ver que compartirían todas las asignaturas, salvo por Ben quien no tomaba la materia de Astronomía.
—Podemos estudiar juntos —propuso Alan.
—Eso suena magnífico —aseguró Mel—. Pero suelo estudiar entre la naturaleza, estar encerrada en un lugar con libros me causa... paranoia —murmuró—. No es que no me gusten los libros —aclaró rápidamente—. Es el hecho de solo ver muros, necesito naturaleza para poder vivir —comentó con una sonrisa.
—Dios mío mujer, ¿dónde estuviste toda mi vida? —preguntó Ben.
Alan frunció el ceño mirando a Ben, Mel comenzó a reír por el dramatismo utilizado en el Hufflepuff.
—Uhm, en todo el mundo —murmuró viendo a Alan, quien alzó su cuello e indignado miro a otro lado—. Bueno, si no le molesta, voy a ir a recorrer el castillo...
—Oh, adelante —dijo Ben sonriendo y picandole una costilla a Alan, llamando su atención.
La joven se paró de un brinco y se abrazó de sus libros para comenzar a caminar mirando por los pasillos del castillo. Subió las escaleras y al llegar al primer piso comenzó a husmear en las aulas hasta aburrirse y dirigirse al segundo piso, donde en vez de entrar a aula tuvo una agradable conversación con unos caballeros en los retratos y subió al tercer piso.
Sus pisadas no se escuchaban pese a que tiene botas y es gracias a que se mueve con sigilo, mirando a todos lados para ver que no la encontraran en su pequeña aventura. Comenzó a pasar por las aulas en las cuales podía entrar (ya que la mayoría se encontraban cerradas) y en cuanto vio una puerta entre abierta se acercó rápidamente.
Abrió la puerta que dejó ver una amplia aula con poca luz. Había varios escritorios y mesas, así como grandes ventanales; un candelabro de hierro colgaba del techo, así como el esqueleto de un dragón. Mel soltó un silbido y pasó como si se tratase de la entrada a la casa de sus abuelos, alzando su cuello para poder ver el enorme esqueleto de dragón. En un extremo del aula se encontraba un proyector y al final unas escaleras que daban a lo que Mel supuso que sería un despacho.
Quería estar de cerca del esqueleto del dragón, había visto hace muchos años el esqueleto de Ironbelly Ucraniano, uno de los dragones más grande y peligroso que puede existir.
En realidad, aún guarda el colmillo que le dio el dragonologista en su cofre de piel de dragón. Así que al ver que no había nadie, subió a una silla para brincar al escritorio y se paró de puntitas estirando su mano y sacando su lengua tratando de alcanzar a acariciar uno de los huesos.
Pero era imposible. Resoplo y se bajó para subir una silla a la mesa, acto seguido se subió a la mesa y después a la silla, la cual se escuchó crujir un poco, pero eso a Mel no le importo.
—Increíble, es un Gáles Verde Común —susurró con emoción.
—Creía que era un Hocicorto Sueco.
Mel dio un brinquito del susto y tuvo que brincar de la silla que se balanceo sobre la mesa. Sintió sus tobillos arder debido a que cayó al piso (afortunadamente de pie y no de boca) y alzó su cabeza llevando hacia atrás su cabello para ver como Remus Lupin bajaba rápidamente de las escaleras.
—¿Se encuentra bien? —preguntó acercándose a ella.
—Sí, sí... todo era planeado —aseguró mostrando una sonrisa nerviosa y quitando su cabello de su rostro.
Remus tuvo que reprimir una risa—. Claro, ¿también tenía planeado verme? —pregunto alzando una ceja.
Las mejillas de Mel tomaron un color carmesí y apretó sus labios.
—En realidad, no tenía ni idea de que esta era el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras —admitió inocentemente.
—¿Qué la trajo hasta aquí, entonces?
—Mi curiosidad —respondió alzando los hombros.
—¿No ha escuchado acaso que la curiosidad mato al gato? —Mel alzó una ceja confundida.
—Nunca —admitió—. ¿Qué? —Remus comenzó a reír, fue una risa baja pero agradable.
No le importaría a Mel escuchar esa risa todos los días.
—Solo una expresión muggle —comentó llevando una mano a su nuca.
—Oh, ¿es usted hijo de muggles? —preguntó curiosa.
—Por parte de mi madre —respondió asintiendo.
—Genial —susurró Mel—. Lamento interrumpir, profesor Lupin...
—No tiene nada de qué preocuparse, señorita Scamander —aseguró sonriendo—. Solo preparaba mi clase de mañana para los de tercer año.
—¿Y para los de séptimo? —preguntó Mel.
—¿Quiere un adelanto? —cuestiono Remus con una ceja alzada.
Mel mordió sus mejillas internamente—. No me molestaría —susurró.
—Hum, tentador, pero mejor esperare a que viva la experiencia completa —Mel soltó un jadeo y miro a Remus con una sonrisa ladeado.
—¿Y dejarme con las ganas? —mordió su labio desviando su mirada.
Su corazón latió rápidamente, sin siquiera notar que Remus estaba haciendo un gran esfuerzo para no tomarla de las mejillas y besarla. Pero no, Remus Lupin no haría eso porque el simplemente no podía besar a una mujer sin antes estar seguro de que ella también quería besarlo.
Aparte es su estudiante, por Merlín, Remus no haría tal cosa.
—Creo que será mejor ir al Gran Comedor para la cena —susurró Remus, su voz apenas fue audible, apaciguada.
—Oh, cierto, la cena —murmuró Mel viendo su reloj.
Ambos salieron del aula al mismo tiempo y compartieron una mirada nerviosa.
—Entonces, ¿es su primera vez enseñando?
—Formalmente sí —comentó con una pequeña sonrisa.
—¿Se encuentra emocionado? —preguntó Mel mirando de reojo a Remus, él asintió con su cabeza.
—Solo espero que me den una oportunidad para enseñarles todo lo que se —Mel sonrió mirando el pasillo por el cual caminaba.
—Yo creo que todos estarán dispuestos a aprender de usted —aseguró la chica.
—¿Ah sí? —Mel asintió con la cabeza—. ¿Y usted está dispuesta a mejorar en la materia? —preguntó mirando el perfil de la chica, viendo como en sus labios se formaba una línea curva hacia arriba.
—Sin duda alguna, profesor.
Nota de autora:
WEY QUE DESCARADOS, ME ENCANTAN.
uFFA, yo creo que pal capítulo 40 habrá b-e-s-o eh.
Ahre, que?
No olviden votar y comentar qué les parece.
Besos, Cici x
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top