𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓
Tory estaba procesando todo lo sucedido, cómo había llegado a ese punto. El chico que había estado odiando ahora le había ayudado. Ella no creía que nada fuera gratis en la vida, así que comenzó a desconfiar de él. Al notar que sus manos estaban sosteniendo su muñeca, reaccionó:
-No sé qué tramas, pero deja de actuar -dijo Tory, quitándose sus manos de encima.
Kwon dirigió su mirada hacia ella y respondió:
-De nada por ayudarte de ese tóxico. Si es tu ex, tienes malos gustos, ricitos -dijo, fingiendo molestia con una mano en el pecho.
-Eres insoportable. ¿Por qué tuviste que meterte? Lo tenía todo bajo control -dijo Tory, molesta, aún sosteniendo las bolsas.
-Claro, y te sostenía y no te dejaba ir -dijo Kwon, sarcástico.
-El que se metió fuiste tú. ¿Por qué no dejas de molestarme? Además, tú y yo no seremos novios -dijo Tory, a punto de empujarlo cuando Kwon notó las marcas en sus manos. Las agarró suavemente y preguntó:
-¿Quién te hizo esto?
-¿Qué te importa? Suéltame -dijo la rubia, intentando zafarse.
-No hasta que me digas quién fue. ¿Fue Kim? -preguntó Kwon, recalcando la pregunta.
-No fue ella. Si te digo, ¿me sueltas? Fui yo , ¿contento? -exclamó la ojiverde.-¿Por qué te preocupa tanto?
-Si seremos líderes, debes dar el ejemplo y no hacerte esto -dijo señalando sus manos-. No querrás que Kreese se entere y te quite el lugar, ¿o sí?
Al escuchar esto, Tory, aún con una bolsa en una mano, usó su otra mano para doblar la mano de Kwon y hacer presión.
-Tú no sabes y no viste nada, así que cierra la boca -advirtió Tory.
Kwon soltó una sonrisa divertida al ver que ella no se rendiría tan fácilmente, incluso con las manos sangrantes. Con su mano libre, hizo que Tory cambiara de lugar, empujándola contra la pared, sin escapatoria. Ambos se miraban fijamente, con rivalidad en sus miradas. Tory miraba los ojos oscuros de Kwon, mientras él se perdía en los ojos verdes de Tory.
Sus rostros dejaron el enojo, suavizando su mirada y desvaneciéndose hacia sus labios. Ambos se negaban a aceptar que había algo más que un odio mutuo. Sus labios se buscaban a punto de romper la tensión cuando alguien interrumpió el momento.
-¡Suelta a mi hermana! -dijo Brandon, amenazando con un palo de escoba, listo para salvar a su hermana.
Corriendo desde su habitación hasta la puerta, Tory reaccionó y apuntó, pero Kwon tardó en reaccionar, y recibió un golpe con la escoba por parte del niño.
-No lastimes a mi hermana, malvado -dijo Brandon, aún sosteniendo la escoba después del golpe.
Kwon solo miró al niño y luego a Tory, sobándose la cabeza.
-¿Quién eres? No te conozco. ¿Qué haces con mi hermana? -interrogó el niño.
-Brandon, ¿era necesario? -preguntó Tory, llamando la atención de su hermano.
-Siempre dijiste que estuviera alerta ante cualquier peligro -respondió el niño.
-Ay, Brandon, él no es nuestro enemigo. Es mi compañero -dijo Tory.
-Entonces, ¿no va a hacerte daño? -preguntó el niño.
-¿Hacerle daño a tu hermana? ¿Acaso no viste la fuerza que tiene? -dijo el chico señalando a la chica.
Tory solo rodó los ojos y le dio un codazo en el estómago en respuesta.
-¿Lo ves? Es agresiva -recalcó el pelinegro.
-Oye, es tarde. Mejor vete, shu shu -dijo Tory, echando al joven.
-¿No se puede quedar a dormir? -preguntó curioso Brandon.
-No veo por qué no. Además, mi casa está lejos de aquí. No te molesta, ¿verdad, mi amor? -dijo el pelinegro a Tory.
-¿Son novios, Tory? ¿Qué pasó con Robby? -preguntó el niño.
-Muchas preguntas por hoy. Mejor vamos. Haré la cena -dijo Tory, evadiendo preguntas.
-¿Tú cocinar? ¿No nos matarás, o sí? -dijo burlón el asiático.
-No necesito contigo. Un golpe es más que suficiente.
-Por cierto, soy Kwon -dijo estrechando la mano.
-Brandon Nichols -respondió el niño con el mismo gesto.
Tory se adentró en la cocina para sacar las cosas para cocinar cuando Kwon se acercó y le preguntó:
-¿Por qué? -preguntó Kwon de manera seria.
-No sé. Mi hermano tiene la costumbre de adoptar mascotas. Eres la primera -dijo divertida.
-Hablo de tus manos -recalcó el chico por la charla anterior.
Tory paró de hacer las cosas, ignorándolo, y su mirada se volvió dura.
-Mira, no me caes bien, pero si seremos líderes, quisiera saber por qué insistes -dijo el chico.
-Porque el sensei dijo que tomara esa ira y buscara una meta en la cual desahogarme. Pero esa vez no pude soportar más. Mi madre murió, mi tía me busca por el seguro, y debo cuidar de mi hermano. El niño que ve sus dibujos. Tengo dobles trabajos o más, mi relación con Robby va peor, y ahora no sé qué hacer. Cómo seguir -dijo sollozando, ocultando sus ojos rojos.
-Sé que te he dicho muchas cosas que te han molestado. No digo que no me divierta hacerlo, pero te he visto pelear. Eres asombrosa -dijo Kwon-. Eres capaz de todo, te enfrentas a lo que debas para ser la mejor, incluso adaptarte a cualquier estilo. Aun así, no te rindes. Te admiro, risitos.
Los ojos de Tory se iluminaron por un momento.
- colocando un mechón de pelo de Tory detrás de su oreja mientras limpiaba sus lágrimas-dijo Kwon. En ese momento, Kwon se acercó a Tory y la abrazó. Ella dudó al principio, pero aceptó. Se sentía aliviada y pudo olvidarse de todo. Se sentía en paz. Estuvieron así un momento hasta que se separaron. Sus miradas se encontraron nuevamente, a punto de juntar sus labios, cuando el horno sonó, indicando que estaba listo.
Mientras ellos estaban en un momento familiar, Robby, aún frustrado con el corazón roto y el amor en las manos, regresó por las cosas que había dejado en la tienda, ojeando un paquete de cigarrillos, pensativo si debería volver a ese mundo vicioso al que estaba antes del karate.
No tenía muchas opciones. El tiempo pasaba y la gente estaba apurada. Pagó y se marchó sin rumbo, con la mente desviada y con ira interna. Tomó el autobús y se dirigió a su viejo hogar. El viaje era lento. Mientras transcurría, su teléfono vibraba, pero lo apagó e ignoró. Una vez llegó a su destino, buscó el lugar.
Como suponía, seguiría abierto. Era su parque, donde solía estar. Allí estuvo cuando Sam lo buscó y cuando pasaba sus días para escapar de sus problemas. Nadie a quien llamar, nadie con quien estar, de nuevo en la soledad.
Dejando a un lado las bolsas, tomó una caja, la abrió, sacó un cigarro, lo encendió con el encendedor que llevaba en el bolsillo y comenzó a fumar, volviendo a su recaída. Dicen que uno vuelve a donde era feliz.
En Miyagi-Do, Chozen, Daniel y Johnny estaban resolviendo sus diferencias cuando llegaron los chicos, preocupados por Robby. Nadie lo había visto. Estaban esperando en Miyagi-Do.
Johnny se fue con Miguel y Devon, Sam con Daniel y Anthony, y así se fueron todos en busca de Robby. Johnny conducía preocupado, no sabía nada de lo que podría pasar. Se sentía culpable por no haber prestado atención a Robby, por no hablar con él y preocuparse por Tory. Si no hubiera peleado, quizás él no se hubiera ido.
-Sensei, Robby no contesta. Intentaré comunicarme por mensaje.
-No va a servir. Ya le marqué -dijo Devon-. No contesta. Quizás...
-Si yo fuera Robby, habría ido a buscar a Tory -dijo Devon.
A punto de contestar, Devon recordó y agregó-: Creo que Robby pudo haber ido a buscar a Tory.
-Encontraremos a Robby. Llamaré a Carmen a ver si lo ha visto por ahí -dijo el rubio.
-Sensei, aquí es mi casa. Nos vemos -se despidió Devon de Miguel y Johnny mientras se dirigía a su casa.
Con los LaRusso:
-Nadie sabe nada de Robby, me tiene preocupada -dijo Sam.
-Debe estar en algún lado. Quizás está en la casa de Johnny, o tal vez pasó algo con su novia -dijo Anthony con sencillez.
Daniel y Sam voltearon a ver a Anthony.
-¿Tú sabes algo? -preguntó Daniel.
-Devon me dijo que lo vio preocupado cuando discutías con Johnny. Salió y estaba realmente preocupado. Ahora recuerdo, estaba a punto de contarnos algo sobre Tory -recordó Miguel-. Pero justo llegó Johnny y ahí empezó todo.
Daniel soltó un suspiro mientras manejaba el auto.
En la plaza, una mujer rubia pasaba cuando notó a alguien tambaleándose. Era Robby, que venía en mal estado, cargando las bolsas. Su madre lo vio y corrió tras él, abrazándolo.
-¿Robby, estás bien? -preguntó su madre, tomándolo por el rostro.
-La perdí, mamá -dijo Robby, abrazando a su madre y soltando todo.
-Robert -dijo su madre, abrazándolo-. La perdí, madre -dijo Robby, llorando en los brazos de su madre y rompiendo en llanto.
Este capítulo está dedicado a las personas que se sienten perdidas, lastimándose o atrapadas en un vicio. Quiero decirles que no están solos. Aunque parezca que el dolor es un escape, no deben estar ahí. Siempre pueden mejorar, no están solos. Pueden buscar ayuda, contar con un amigo, un familiar, o buscar ayuda profesional. Ustedes pueden sanar y estar mejor. Es un proceso, pero lo lograrán.🫶🏻✨️
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