Capítulo 20; ¿Ángeles o Demonios?
Demonología Experimental de Invocación: Tomo I - Símbolos y Rituales
Las marcas de invocación son símbolos grabados en la piel de quien ha invocado a un demonio, permitiendo el control de entidades sobrenaturales. No son meros tatuajes; están imbuidas de poder demoníaco y requieren rituales complejos para ser inscritas correctamente. Cada marca es única y se alinea con el invocador, canalizando su energía para establecer un vínculo con la entidad invocada.
La inscripción de estas marcas requiere un equilibrio perfecto entre dedicación, precisión y poder al realizar la invocación. No todos los invocadores pueden soportar el proceso. Los humanos, en particular, suelen enloquecer rápidamente y son los más débiles frente a la presión mental y física que implica portarlas. Cabe destacar que tener marcas de invocación no garantiza la obediencia de los demonios invocados, quienes pueden volverse contra el invocador si este no tiene suficiente control o poder sobre ellos.
🍃
El agua me rodeaba, fría y oscura. Estaba en un mar agitado, con olas furiosas que rompían contra rocas negras bajo un cielo tormentoso. La luna apenas se dejaba ver entre las nubes densas y oscuras, iluminando la escena con una luz pálida.
Una figura emergió de las sombras entre las olas. Era Micke, pero no como lo recordaba. Su cuerpo estaba cubierto de marcas negras de invocación que parecían arder con una luz oscura. Las marcas se retorcían y cambiaban, como si tuvieran vida propia, mientras sus ojos vacíos me miraban con una intensidad que me helaba el alma.
Intenté gritar, pero el rugido del mar ahogaba mi voz. Micke extendió una mano hacia mí, y sentí una fuerza invisible que me arrastraba hacia las profundidades, como si fuera un magnetismo. El pánico me envolvió cuando la oscuridad se cerró sobre nosotros.
Me desperté de un sobresalto, con el corazón latiendo con fuerza. Las sensaciones del sueño aún persistía en mi mente y cuerpo, me tomó un momento calmarme. Cada vez se sentían más reales de lo que deberían. Y eso no debería ser posible solo eran sueños.
La tenue luz del amanecer se filtraba por la ventana, recordándome que era hora de levantarme. Me apresuré a salir de la cama antes de que el sol tiñera el cielo de tonos dorados. Thane ya debería estar esperándome para nuestro entrenamiento matutino. Habían pasado dos semanas desde que comenzamos estos entrenamientos secretos.
Con sigilo, me vestí y me acerqué a la ventana, consciente de que cualquier sonido podría delatarme a las habitaciones contiguas. Abrirla sin hacer ruido se había convertido en una rutina para mí. Seguí el camino que Thomas me había enseñado hace meses, deslizándome por el alféizar y descendiendo con cuidado por los ladrillos que sobresalían de la pared exterior del edificio. Mis movimientos eran rápidos y silenciosos, perfeccionados por la práctica.
Los vellos de mi nuca se erizaron, pero la sensación se desvaneció de inmediato. Tal como pasaba siempre. Me giré en todas direcciones, pero no había nadie.
El aire frío de la mañana me aclaró la mente mientras me dirigía al campo de entrenamiento que habíamos improvisado dentro uno de los antiguos gimnasios de Atabey. Un edificio viejo dentro que estaba a varios metros de los oficios principales, que albergaba un pequeño patio interiorRodeado de antiguos muros y columnas. El techo estaba muy dañado, filtrando humedad y la luz.
Después del incidente con los draugrs, decidimos evitar el bosque y entrenar en un lugar más seguro, pero igualmente aislado para que nadie se enterara, era nuestro pequeño secreto.
Cuando llegué, Thane ya estaba allí. Ónix, rondaba cerca, observándonos con sus ojos brillantes y atentos.
—Pensé que ya no vendrías, Isa.
Ese nombre me trajo recuerdos incómodos que prefería no revivir.
—Deja de llamarme así, principito —respondí, aún sacudida por el sueño. Bostecé un par de veces antes de recogerme el cabello en una coleta.
Los cristales sonaron al contacto, entregándome calma. Thane, sin perder tiempo, se preparó para iniciar el entrenamiento.
Comenzamos de inmediato con la intensa rutina física de siempre: correr unos minutos y hacer unos cuantos ejercicios para mantener el calor. Luego, practicábamos lucha cuerpo a cuerpo y finalmente entrenamiento mental. Thane no me daba tregua; su energía era inagotable y se había convertido en un reto constante. Me había enseñado a usar mi cuerpo como un arma, a mantener mi equilibrio y a anticipar los movimientos de mi oponente. Aunque aún era poco lo que sabía y me faltaba mucho para ser considerada algo más que un estorbo, sentía que podía defenderme un poco mejor que hace tres meses.
—Recuerda, mantén un equilibrio —dijo mientras me corregía la postura—. No importa cuán fuerte seas si no puedes mantener tu centro.
Durante poco más de una hora, nos movimos en un ritmo agotador. El sudor se enfriaba en mi frente, pero no me detuve. Cada golpe y cada esquiva me acercaban un poco más a mi objetivo. Si alguna vez me atacaban de nuevo, al menos sabría cómo defenderme. O eso era lo que me decía para consolarme.
Finalmente, llegó el momento de pasar al entrenamiento de mi elemento. Nos sentamos en el suelo del gimnasio, respirando profundamente mientras el aire frío de la mañana me refrescaba.
—Ahora, concéntrate en el aire a tu alrededor —dijo Thane con una voz más suave y comprensiva—. Siente cómo fluye, cómo se mueve a través de ti.
Cerré los ojos y seguí sus instrucciones. Poco a poco, empecé a sentir el magnetismo que caracterizaba a mi elemento, primero como una ligera brisa y luego como un flujo constante de energía. Thane me guiaba, su voz era un ancla que me ayudaba a mantenerme enfocada.
—Siento el cambio, Isa. Bien, ahora intenta moverlo, no como un ataque, sino como una extensión de ti misma.
El nombre Isa me hizo perder un poco la concentración. Si él supiera cuánto me molestaba. Con esfuerzo y concentración, logré retomar y crear una ráfaga de viento que se arremolinó a nuestro alrededor. No era un ataque real, pero resultó ser impresionante, tanto como para considerarlo un avance. Sin embargo, no fue lo suficientemente fuerte ni controlado como para mantenerse y ser efectivo. El aire parecía rebelarse contra mí, como si no fuera lo suficientemente fuerte para controlarlo.
—No te preocupes —dijo Thane con delicadeza—. Todo es cuestión de dedicación.
Cada intento me dejaba exhausta, como si cada vez que usara mi elemento, una parte de mí se agotara. La sensación de magnetismo que me atraía al suelo no me abandonaba; cada segundo se volvía más pesada, como si la gravedad intentara arrastrarme hacia abajo, haciendo que el simple acto de controlar mi elemento se sintiera como una batalla perdida.
Nos tomamos un breve descanso, estábamos cerca uno del otro, disfrutando de una rara comodidad mientras mirábamos el cielo completamente iluminado. Las clases pronto comenzarían. Era momento de regresar, aunque ninguno de los dos se movió. Me sentía a gusto y cálida luego del entrenamiento.
—¿Todo está bien? —rompió el silencio.
Asentí, aunque la imagen de mis sueños y Micke con las marcas negras vino a mi mente.
—Sí, todo está bien —hice una pausa, debatiéndome si debería contarle o no—. ¿Tú crees en los sueños? —finalmente había ganado la necesidad de una opinión.
Él me miró con intriga, antes de responder.
—No lo sé, los sueños pueden ser reflejos de nuestro subconsciente. Entonces no sé si creer en ellos, aunque claro esta que en este mundo muchas cosas pueden ser interesantes de debatir. ¿Por qué la pregunta?
Le conté a Thane, en parte, sobre el sueño que había tenido: el mar agitado, la figura de Micke cubierta de marcas negras que parecían ser de invocación, aunque no estaba segura porque jamás había visto una en la vida real. La constante sensación de ser arrastrada hacia la oscuridad. Y de como los sueños se repetían de vez en cuando.
Thane me escuchó atentamente, sin interrumpir, con una expresión que no dejaba entrever lo que pensaba.
—¿Qué papel juega un humano en tus sueños? ¿Fue alguien importante antes de venir aquí?—preguntó con una mezcla de curiosidad —. Quiero decir, ¿qué crees que podría significar para ti?
Me encogí de hombros, tratando de encontrar una respuesta.
—No realmente y no estoy segura. Tal vez solo sea mi mente, creí haberlo visto en el bosque esa noche. Sé lo comenté a Caleb, pero él no vio a nadie y no le pregunte nada a Acker así que no estoy segura.
Thane frunció el ceño ligeramente, reflexionando.
—Eso no suena muy cuerdo de tu parte. ¿Un humano en el bosque? ¿Y dices que era de tu escuela humana? ¿Cómo llegó aquí? Crees que no lo habrían visto los guardianes. Y bueno, imaginemos que si fue así, él estaría muerto hace mucho rato. No tiene mucho sentido lo que viste. Además, las marcas serían como invocaciones; ningún humano aguanta una de ellas, menos miles.
Esta vez tuve que darle la razón.
—No vi que las tuviera en el bosque, fue solo en el sueño. Esta figura siempre tuvo el rostro tapado, pero esta vez, solo esta vez, fue él.
Thane se levantó y me tendió una mano para ayudarme a poner en pie.
—No digo que no pueda ser importante, pero para mí no tiene mucho sentido. Solo tú puedes entender de lo que se trata. —Thane miró la hora, dándose cuenta de lo tarde que era—. Deberíamos volver antes de que descubran que estás entrenando, o peor aún, te vean conmigo.
Ambos nos movimos hacia nuestras habitaciones, ni uno de los dos dijo nada más, era algo extraño, pero se sentía cómodo. Una sensación de culpabilidad se mezcló con mi cansancio. Caleb seguía sin saber de estos entrenamientos secretos. Me preguntaba qué iba a pasar cuando se lo contara.
A medida que el internado se despertaba a una nueva jornada, me preguntaba cuánto tiempo más podría mantener oculta esta parte de mi vida.
La clase de combate estaba en pleno apogeo cuando entré al gimnasio por la tarde. Thomas, junto a otros segadores, eran los encargados de dictar el curso. Tenía su habitual expresión seria mientras dirigía la sesión. Aunque traté de ignorarlo, no pude evitar sentir su mirada sobre mí mientras me dirigía a mi puesto. Cambié un poco el trayecto para ir a saludar a Caleb, como si no hubiésemos estado juntos hace solo media hora.
Para todos, él era mi novio, y yo ni siquiera sabía cómo las cosas habían llegado hasta ese punto. Había aceptado ir al baile con él y tal vez intentado besarlo, aunque eso no salió muy bien. Pero no recordaba que Caleb me hubiera preguntado nada al respecto. Aunque en este momento me servía, nuestra cercanía era una fachada que mantenía para evitar a Thomas. Sabía que no era justo para Caleb, pero no sabía cómo salir de la situación en la que me había metido.
Apenas me vio, Caleb me saludó con una sonrisa cálida que no logró disipar mi incomodidad mientras me envolvía en sus brazos. Sentía tensión entre nosotros cada vez que estábamos juntos. Sin embargo, sabía que él se preocupaba por mí y me entendía. Era detallista y cariñoso, el chico que todas las madres querrían para sus hijas. Me preguntaba si mamá lo hubiese aprobado.
No me pude quedar mucho rato a su lado escondiéndome de la mirada de Thomas, ya que fui llamada y tuve que volver rápidamente al grupo con el que me habían emparejado.
Thomas, como siempre, era meticuloso en sus correcciones durante la clase. A mitad de un ejercicio, se acercó a mí para ajustar mi postura. Sentí su cercanía y el leve roce de sus manos mientras intentaba corregirme, lo único que pude hacer fue apartarme rápidamente, evitando cualquier contacto físico prolongado. Solo me hacía recordar lo que había visto esa noche en el bosque, me provocaba náuseas.
Busqué refugio en la atención de Caleb, quien me rodeó con ternura mientras me hablaba e incluía con su grupo. Después de ese momento, Thomas no hizo ningún intento más por hablarme o acercarse. Había entendido el mensaje claramente.
Después de la clase, sentí un alivio momentáneo para mi cuerpo, que había estado adolorido desde la mañana. El entrenamiento físico dos veces en un día era verdaderamente duro; esto no se trataba simplemente de correr, sino de batallas donde nos golpeábamos de verdad. Teníamos que dar lo mejor de nosotros para sobrevivir, eso era lo que estas clases trataba.
Después de cambiarnos en los vestuarios, Arlenn, Vaugh y yo nos quedamos un momento más, sentadas y charlando sin hacer nada en particular, disfrutando de un breve momento de descanso y relajo. Vaugh se movía incómoda mientras enviaba mensajes y atenta a cómo salían todas las demás chicas de los camarines. Cuando finalmente se fueron, nos miró con ojos brillantes y una sonrisa amplia que intentaba contener.
—Chicas... — comenzó Vaugh, captando nuestra atención de inmediato —tengo noticias y creo que son muy buenas.
Ambas nos acercamos instintivamente, expectantes de sus palabras.
—Mi padre ha decidido enviar a Isabella lejos—, anunció Vaugh en un tono bajo, como si fuera un secreto que solo nosotras pudiéramos compartir. —Ha sido algo así como despedida o removida de su cargo, lo que no nos interesa, pero, sé ira. —ella dio aplausos de felicidad.
A pesar de que sus palabras fueron casi un susurro, para mí resonaron en todo el vestuario, cargadas de emociones encontradas. Sentí un remolino de alivio y conformismo por la partida de Isabella, quería que eso pasara, que ella se fuera lejos. Pero no entendí por qué también se mezclaba con una extraña culpa que no lograba comprender del todo. Miré a mis amigas, buscando sus reacciones, mientras procesaba la noticia.
—¿Por qué no estás feliz o saltando en una pata? Pareciera que no te interesara. —Me acuso Vaugh.
Arlenn, leyendo la situación, optó por no intervenir, dando espacio para que las emociones se asentaran entre nosotras.
—No es eso, es solo que... — Me callé, ¿solo que?, no tenía nada que agregar a eso —¿Cuándo se irá? ¿Y a dónde la enviarán? —pregunté, aunque mi interés era menor de lo que cualquiera hubiera esperado. ¿Acaso no debería estar saltando de felicidad?
—Hoy mismo, ya debe haberse marchado. Si no es mi guardiana, no puede estar en Atabey —respondió Vaugh en voz baja—. Y no lo sé, imagino que la enviarán a otro puesto o simplemente prescindirán de sus servicios. No he preguntado más detalles y no creo que eso importe.
El peso de la situación se hizo evidente mientras digería la información. Hace unas semanas atrás, creía que la partida de Isabella representaría un cambio significativo entre Thomas y yo, pero ahora también desataba una serie de preguntas sin respuesta sobre si sería culpada por ello. Además, en que podía favorecerme eso a mí, si los sentimientos de él no iban a cambiar solo por estar lejos.
—¿Qué creen que pasará ahora con Thomas? —pregunté, sintiendo la necesidad de saber qué ocurriría con él y conmigo. No nos hablábamos, y no había forma de volver atrás; ya había escuchado y visto demasiado.
Arlenn miró a Vaugh, esperando una respuesta.
—No lo sé... —vaciló Vaugh—. Pero supongo que tendrá más libertad ahora que Isabella no estará vigilándolo todo el tiempo.
—Eso no cambia nada. —No me di cuenta de que lo había dicho hasta que Arlenn me dio unos golpecitos en la espalda.
—No lo sabemos aún, solo hay que esperar que los días pasen y todo se irá mostrando de a poco. Son cosas que pasan, los guardianes van y vienen, siempre son movidos de sus puestos según lo que cada familia crea conveniente, ¿cierto Vaugh? —añadió Arlenn, buscando tranquilizarme.
Una parte de mí se sintió aliviada, pero otra parte se preguntaba qué significaría eso para mí y para la complicada relación que tenía con él. Ya no quería a Thomas en mi vida, mucho menos de esa manera.
—Pensé que era una noticia que te haría saltar de alegría... —me acusó.
—Yo también...
La conversación se desvaneció en un silencio incómodo, cada una de nosotras sumida en sus pensamientos. Finalmente, Arlenn hablo.
—Bueno, es mejor que pensemos en algo más. ¿Qué les parece una noche de películas en mi habitación? —anunció Arlenn, intentando captar mi atención una vez más.
Vaugh y yo intercambiamos miradas. No estaba segura de estar emocionada por ver "Mulán" por décima vez, pero suponía que era mejor que quedarme sola en mi cuarto, al menos así dejaría de pensar por un momento.
—Sí, pero que no sea "Mulán" otra vez —respondió Vaugh, con una queja evidente.
—Estoy de acuerdo —añadí, coincidiendo con ambas.
Nos preparamos para salir del vestuario, listas para enfrentar lo que la noche nos deparaba.
Después de nuestra conversación en el vestuario, salí del gimnasio y me dirigí hacia los jardines. El sol se había ocultado, y la brisa nocturna traía consigo una sensación de calma. A pesar de ello, las emociones seguían en turbulencia dentro de mí. Sentía una urgente necesidad de hablar con Caleb, y no sabía si la noticia sobre Thomas tenía algo que ver. Simplemente, ya no podía más con esto.
La sensación de ser observada se hizo presente. Me apresuré a llegar donde estaba Caleb buscando refugio en su presencia para disipar cualquier incomodidad. Esperando que lo sea que me estuviera mirando, si es que era real, perdieran interés al verme con él.
Estar con Caleb era muy fácil; nuestras conversaciones eran sencillas, a menudo acompañadas solo por el suave roce de su mano en la mía. A veces, sin embargo, sentía que él hacía un esfuerzo consciente por encajar conmigo, o al menos eso parecía. Quizás todo en mí me estaba diciendo lo que tenía que hacer y yo lo estaba pasando por alto.
Esta noche no fue diferente en cuanto a esa facilidad que él tenía para llenar los vacíos. Nos movíamos en silencio por los jardines, disfrutando de la serenidad del entorno. Él notó mi inquietud y, con delicadeza, me condujo hacia un banco bajo un gran árbol, proporcionándonos un poco de privacidad lejos de los demás alumnos que aún deambulaban por el lugar.
—¿En qué estás pensando? —preguntó, con su habitual tono suave.
Sonreí levemente, tratando de ordenar mis pensamientos. No era como que fuera a decir lo de Thomas
—Nada en particular —mentí—. Solo en el momento.
Nos sentamos en el banco, y él comenzó a hablarme sobre su día, la clase de combate y algunas anécdotas que no lograron arrancarme una sonrisa. Mientras lo escuchaba, mi mente seguía divagando, analizando nuestra relación y lo injusto que era para él estar en esta situación.
Al oír todo lo que decía, me di cuenta de algo importante. Caleb era increíblemente amable, atento y cariñoso, pero simplemente no sentía esa chispa con él. No era justo para ninguno de los dos seguir así. Busqué el valor para iniciar la conversación, pero antes de que pudiera decir algo, me interrumpió.
—Debo decirte algo, Isi.
Por un momento pensé que él también quería terminar nuestra "relación". Que ambos queríamos lo mismo y que iba a ser más fácil de lo que esperaba.
—¿Qué cosa? —pregunté, intentando sonar calmada.
No me asustaba la idea de dejar las cosas tal cual estaban antes de la fiesta. Caleb frunció el ceño, como si dudara en contarme.
—Escuché algo y no sé si debería decirlo.
Eso no era lo que esperaba oír, pero decidí dejarlo hablar.
—¿Qué escuchaste?
Caleb suspiró, su mirada fija en el suelo antes de volver a mirarme.
—Que solo estás conmigo por conveniencia, que realmente no te importo. Y que no era lo suficientemente bueno como para lograr que te olvidaras de alguien. No alcancé a escuchar bien el nombre, porque justo se callaron —dijo Caleb, su voz llena de molestia—. También te trataban mal a ti, decían cosas absurdas que no te podría repetir, se reían de ti, Isi. Yo creo que ellas no son realmente tus amigas.
Tomé aire, tratando de ordenar mis pensamientos. Tenía muy en cuenta la palabra "amigas", pero Athena y Siobhan no lo eran, así que no debía preocuparme por nada. Y aunque no me gustara que hablaran de mí, no podía hacer nada para evitarlo. Simplemente no nos llevábamos.
Sentí irritación, pero traté de mantener la calma.
—¿Qué más dijeron? —pregunté, intentando no sonar demasiado molesta.
—Se reían de tu pelo, de cómo no te adaptas a la gente. Decían que eras una especie de bicho raro. Y que estar conmigo solo era una manera de no estar sola.
—No es algo que me sorprenda, desde el inicio nunca me he llevado bien con Siobhan menos con Athena, solo me toleran por Arlenn. No me gusta que digan cosas de mí, pero tampoco es como que pueda hacer mucho para callar sus bocas.
Las ganas las tenía, pero realmente, su elemento contra el mío, tenía todas de perder.
—No hablo de esas chicas Isi, a quien escuché ayer diciendo todo eso, fue a Arlenn y Vaugh. —Insistió.
Eso me tomó por sorpresa. No había forma de que tuviera razón. Me levanté del asiento, alejándome de él. Sentía una mezcla de enojo y confusión.
—Creo que te has equivocado mucho al inventar algo como esto —le dije, cruzándome de brazos.
Había llegado rápido a la conclusión de que él mentía o simplemente había pensado que era Arlenn y Vaugh.
—No te miento, Isi. Cuando dijeron lo del chico, se referían a un tal Thobias, Thomen, Thom... no recuerdo el nombre.
Al oír los nombres, sentí una mezcla de duda que no alcancé a procesar. Pero solo me di media vuelta y tomé distancia de él.
No llegue muy lejos. Lo primero que oí fueron gritos no tan lejos de donde estábamos. Luego vi un grupo de sombras moverse entre el laberinto de arbustos. Mis sentidos se agudizaron, reconociendo la amenaza presente. Eran tres daimons que venían hacia nosotros.
Sin pensarlo dos veces, corrí de vuelta hacia Caleb, gritándole que se alejara.
—¡Caleb, corre!
Él se giró hacia mí, y en su rostro vi el reflejo de mi propia preocupación.
—¿Qué pasa, Iseria?
Sentí algo pisarme los talones, haciéndome caer. Rápidamente me giré viendo una masa negra que parecía un perro, pero quizás era más un alien. Su cabeza no tenía forma y sus ojos no estaban por ningún lado, con una cantidad afilada de dientes que parecían agujas.
El primer daimon se lanzó sobre mí, sus colmillos buscando mi carne. Rodé por el suelo, esquivando por poco su mordida. Sentí sus garras rasgando la tela de mi camiseta mientras me ponía de pie.
El segundo daimon intentó morderme el brazo, fallo para suerte mía, eso me dio la oportunidad de ponerme en pie. Escuché gritos, pero no presté atención a nada. Caleb se movía hacia mí, corriendo del tercero. Su cara estaba pálida mientras pisaba firmemente.
Mi corazón se aceleró, no solo por el peligro, sino también porque sabía que no estaba preparada para enfrentarme a estos seres. No se parecían en nada a Ónix, no tenían la misma aura.
—Dios, ¿qué son esas cosas?
No era la mejor pregunta para el momento, era más que obvio lo que eran. No me detuve a tener una charla con él, solo mantuve mi vista al frente. Una de las criaturas apareció frente a nosotros, no era igual al anterior, pero eran lo mismo. Caleb intentó evadirlo, pero este se lanzó sobre él. Me frené en seco y solo hice lo que podía ayudarlo: mandé una ráfaga de viento hacia el daimon, que me mostró los dientes en respuesta. Su cola serpenteaba en el aire y se enterró en el brazo de Caleb, quien gritó de dolor. Él Intentó hacer uso de su elemento, pero nada salió.
La segunda criatura cayó frente a nosotros y la tercera lo hizo rodeándonos, y aunque no tenían ojos, tenían claro quiénes eran sus presas.
Una de las criaturas se lanzó sobre mí, logrando derribarme. Sus colmillos rozaron mi piel, y apenas pude mantenerla alejada con mis brazos. Sentí su aliento caliente y fétido, y un grito ahogado escapó de mis labios.
—¡Ayúdame! —pidió Caleb, su voz temblando de desesperación.
Me pregunté donde estaba el segador que la abuela había contratado para mí. Se supone que debía protegerme, y eso era lo que necesitaba ahora.
Con un esfuerzo sobrehumano, logré empujar a la criatura para volver a ponerme de pie, pero otra vez uno de ellos me atacó, rasguñando mi pierna con sus garras. El dolor era intenso, pero la adrenalina me mantenía en movimiento. La lucha era desesperada, y cada segundo que pasaba sentía que estaba perdiendo terreno.
—Mi elemento no funciona bien, Caleb. Está diluido, no puedo —dije entre jadeos.
—Vamos, muéstrales algo. Si ellos lo ven, puede que te reconozcan como una de ellos.
—Usa la tuya.
Odie tener una conversación en medio de un ataque. Más de este tipo.
—Estoy nervioso, nada sale.
La criatura se lanzó una vez más sobre Caleb, pero no alcanzó a caer. Una bola de fuego impactó al daimon. La ayuda vino de alguno de alguien que se encontraban en los jardines.
El alivio fue fugaz. Los daimons no dudaban en atacar de nuevo, y aunque Caleb intentaba pelear no lo estaba haciendo muy bien.
Uno de los daimons saltó hacia mí nuevamente, su boca abierta mostrando filas de dientes afilados como agujas. Grité y levanté un brazo instintivamente para protegerme, sintiendo el impacto de sus colmillos contra mi antebrazo. El dolor era insoportable. Con la otra mano, traté de empujar al daimon, pero su peso era abrumador.
Sentí que el otro daimon se acercaba por detrás, su respiración pesada y caliente en mi cuello. La desesperación me invadió, y con un último esfuerzo, canalicé una ráfaga de viento que apenas logró apartar a la criatura de encima de mí. Me levanté tambaleándome, la sangre goteando de mis heridas.
Ónix apareció y se lanzó sobre uno de ellos, rodaron emitiendo sonidos de gruñidos, o algo mucho más pesado que no conocía. Y aunque había aparecido tarde, lo agradecí.
Caleb seguía luchando con el tercer daimon, que lo había acorralado contra un arbusto espinoso. Sus intentos de usar su elemento eran inútiles; su miedo lo había bloqueado por completo.
—¡Caleb, muévete! —grité, viendo cómo el daimon levantaba una garra para atacar.
Sin embargo, no pude llegar a tiempo. La garra del daimon desgarró el pecho de Caleb, quien soltó un grito de terror y dolor antes de caer al suelo. Mi corazón se hundió al verlo en esa condición. La rabia y la desesperación me dieron una última ráfaga de energía. Canalicé todo lo que me quedaba en una explosión de viento, que lanzó a las criaturas hacia atrás, aunque solo fuera momentáneamente.
Nada más iba a salir de mí, mis piernas pesaban por algo más que el magnetismo. Había agotado las mis reservas de magia demoniaca. No había forma que se rellenara tan rápido.
Los daimons se recuperaron rápidamente y comenzaron a avanzar de nuevo. Parecía el fin, hasta que una luz brillante atravesó la oscuridad, fuego comenzó a llover sobre las criaturas.
Respiré hondo, intentando calmar mi corazón acelerado. Mientras miraba en todas las direcciones acercándome a él. De repente, mi visión comenzó a nublarse y sentí mis piernas débiles. Me tambaleé, tratando de mantenerme en pie, pero la pérdida de sangre me estaba pasando la cuenta.
—Isi, aguanta... —su voz sonaba lejana, como si estuviera hablando desde el fondo de un túnel.
Sentí que todo a mi alrededor se volvía borroso y el sonido se hacía más distante. Las luces de las llamas de los guardianes danzaban a mi alrededor, pero no podía enfocarme en ellas.
—¡Iseria! —escuché una voz familiar llamarme. Era Thomas. Sabía que estaba cerca, pero no podía verlo claramente.
—Tommy... —traté de decir, pero las palabras apenas salieron como un susurro.
Todo comenzó a oscurecerse. Mi cuerpo ya no respondía y me sentí caer al suelo. Lo último que vi antes de que la oscuridad me envolviera por completo fue el rostro preocupado de Thomas acercándose. La sensación de la sangre caliente deslizándose por mi piel se desvaneció junto con mi conciencia.
Dos días más tarde, me sentía mucho mejor, aunque mi brazo estaba envuelto en un cabestrillo mientras me recuperaba de las heridas. Mi pierna, afortunadamente, solo había recibido algunos rasguños que se curaron más rápido de lo esperado. Los daimons eran letales; habíamos tenido suerte, o al menos eso fue lo que el director dijo durante nuestra entrevista.
A todos les sorprendía que de entre todos los estudiantes, los daimons hubieran ido directamente hacia nosotros. Eso solo podía significar una cosa: alguien los había invocado y les había dado esa orden. El problema era averiguar quién. ¿Quién podría estar tan loco o desesperado como para hacer algo así? Más aún, cuando las marcas de invocación podían aparecer en cualquier parte del cuerpo. Si tenías la mala suerte de que aparecieran en un lugar visible, todos sabrían lo que habías hecho. O peor aún, las invocaciones podían volverse en contra del invocador, convirtiéndose en un riesgo mortal.
Yo sabía quien era el culpable, Micke, pero no dije nada. Si en algo Caleb y Thane tenían razón, es que no sonaba lógico para nada un humanos entre los magiers. Y dudaba que me creyeran, así que no dije nada.
La cafetería estaba llena de estudiantes, charlando y riendo mientras comían. Caleb estaba en otra mesa, rodeado de sus amigos, pero nuestros ojos se encontraron brevemente. Una mirada llena de algo que no pude descifrar.
Arlenn y Vaugh aún no llegaban así que decidí salir de la cafetería para buscarlas. Caminé por los pasillos vacíos, sumida en mis pensamientos, hasta que escuché voces provenientes de uno de los salones. Puse atención, pero mi oído no estaba tan agudizado en ese momento.
Me acerqué sigilosamente, escondiéndome detrás de una puerta entreabierta. Arlenn estaba con Thane, susurrando de manera conspirativa.
—No será fácil, Thane. No me va a creer si se lo digo así. —dijo Arlenn, preocupada.
—¿Por qué no lo haría?
—No es igual, ha pasado tiempo. Es difícil confiar en alguien luego de todo, más romper todo.
—Tenemos que encontrar la manera y debe ser rápido —aseguró Thane.
No sabía de lo que hablaba, pero por alguna razón pensé que podía tratarse de mí.
De repente, el ruido de pasos acercándose me hizo retroceder rápidamente. Vaugh apareció en el pasillo, haciendo mucho ruido.
—¡Hey, Iseria! ¿Qué haces aquí? Te estaba esperando en la entrada de la cafetería —preguntó, su voz resonando con mi nombre en todo el lugar.
Me giré rápidamente.
—Nada, solo me estaba amarrando los cordones, me cuenta un poco —dije, tratando de sonar despreocupada. Mientras movía mi brazo amarrado. —Las estaba buscando ¿Dónde está Ari?
Vaugh no sospecho nada.
—Está con Thane, ve a saber donde. Vamos, es casi hora de comer —dijo, tirando de mi brazo bueno.
Durante la comida, intenté actuar con normalidad, pero mis pensamientos estaban lejos. Miré a Caleb, quien estaba sentado al otro lado de la cafetería, aparte todas las preguntas de mi cabeza, era mucho por estos días.
Arlenn llego junto a Thane, pero cada uno tomo su asiento habitual, no se dijeron ni una palabra. Sentí una punzada de desconfianza hacia ellos. Lo cual no tenía sentido, eran amigos desde pequeños podían estar hablando de cualquier cosa, de cualquier asunto que nada tenía que ver conmigo.
Intente calmarme diciendo que no significaba nada.
—¿Y qué tal las cosas con Caleb? No los he visto muy cercanos desde el lunes. Cualquiera pensaría que luchar juntos une a una pareja, pero no parece eso —dijo Vaugh, mirándome con curiosidad.
—No lo sé, todo se volvió complicado con él —murmuré, no muy segura de qué decir.
No me atrevía a aceptar que estaba cometiendo un error, que quizás había llevado las cosas demasiado lejos con él, especialmente cuando cualquier persona nos estaba escuchando.
Arlenn me miró un segundo, como si quisiera decir algo. Pero se calló. Vaugh me preguntó más cosas hasta que al final opinó:
—Creo que no hay peor cosa que estar con alguien cuando no le quieres realmente.
Sus palabras resonaron en mi mente, haciendo eco de mis propios pensamientos. La verdad era que no sabía si mis sentimientos por Caleb eran lo suficientemente fuertes como para justificar una relación o especie de relación con él. La duda seguía creciendo, alimentada por las sospechas y las palabras que había escuchado días atrás.
—¿Te has peleado con él? —insistió Vaugh, arqueando una ceja.
—No exactamente. Solo... hay cosas que no entiendo, me dijo algo que me dejo pensando —respondí, tratando de sonar convincente.
—Bueno, a veces es mejor dejar las cosas claras antes de que se compliquen más —sugirió Arlenn.
Creí haberla escuchado ser insistente. Pero Vaugh asintió, tomando un sorbo de su bebida.
—Tienes razón, es solo que a veces es difícil encontrar el momento adecuado para hablar.
—Isi, lo que decidas sabes que siempre puedes contar conmigo, ¿verdad? —dijo, mirándome a los ojos con sinceridad.
—Lo sé, Arlenn. Gracias —respondí, intentando sonreír.
Sentí tensión en el aire, pero sabía que solo era yo así que me esforcé por cambiar de tema, hablando de nuestras clases y de que prontamente iríamos a casa por navidad.
Salimos de la cafetería con dirección a los dormitorios:
—¿Qué les parece ver una película esta noche? Digo, ya que no pudimos verla el lunes porque a Isi, se le ocurrió pelearse con tres alíen. —bromeo Vaugh
—Eso no es divertido Vaugh —la regaño de inmediato Arlenn, mientras miraba mi brazo. —Pero si creo que sería bueno tener un momento de relajo, Isi realmente lo necesita.
—Iré a mi habitación a cambiarme, necesito ponerme algo más cómodo y luego las alcanzo —respondí.
Las chicas se adelantaron y yo entré al área común que daba a mi habitación. Me quité el uniforme y me metí en un pantalón de buzo. Quise ponerme uno de mis polerones, pero ninguno me parecía cómodo para pasar mi brazo malo. Finalmente, tomé el polerón que aún no le devolvía a Máximo; era más grande y me permitía moverme mejor. Me miré al espejo y algo se revolvió en mi interior, dudas. Las palabras de Caleb venían a mi mente una y otra vez: "Ellas decían cosas malas sobre ti".
Tomé una decisión que sabía que no tenía sentido alguno, y aunque me sentía estúpida, lo hice. Salí por la ventana de mi habitación, tratando de ser lo más silenciosa posible, y me dirigí hacia la habitación de Arlenn, que estaba en la otra ala del edificio de chicas.
El viento fresco de la noche me golpeaba el rostro mientras me movía con cautela por los tejados, resbaladizos por la llovizna de la noche. Llegué hasta la ventana de la habitación de Arlenn y me quedé allí, sintiéndome culpable por lo que estaba haciendo. Me detuve y agucé el oído, reconociendo las voces de Vaugh y Arlenn. Hablaron de cosas no importantes por unos diez minutos.
Hasta que Vaugh llamo mi atención;
—La has visto, está intentando acercarse a Thane.
Arlenn hizo sonidos de molestia.
—Thane es un tonto si deja que cualquiera se le acerque, más si es ella —respondió Arlenn con tono de molestia palpable en su voz.
—Tú tienes la culpa, la has seguido incluyendo en todo. No entiendo para qué lo haces. No tiene lógica, ni siquiera tiene tu elemento, se ve tan forzado y todos lo notan.
—Tengo un plan, para esa puta de aire. —La voz de Arlenn era llena de rabia contenida, sus palabras cortantes resonaron en el silencio de la habitación.
El comentario de Arlenn me golpeó como un puñetazo en el estómago. Me quedé allí sin saber qué hacer, sintiendo una mezcla de incredulidad y dolor. Sus palabras se repetían una y otra vez en mi mente como un eco doloroso. El desprecio en la voz de Arlenn era inconfundible, y la implicación de Thane en sus palabras fue algo que no esperaba.
Sentí cómo mi mundo en Atabey se desmoronaba. Lo sabía desde el principio, gente como Arlenn no podía juntarse con alguien como yo. Le había confiado mi vida, mis dudas y mis escasos sueños, y ella había estado actuando a ser mi amiga y jugando conmigo, junto a Vaugh.
Me alejé de la ventana con el corazón hecho trizas, sintiendo una mezcla abrumadora de rabia y dolor. Las lágrimas amenazaban con brotar, pero me obligué a mantener la compostura. Regresé a mi habitación, cada paso resonaba con el peso de la traición y la vulnerabilidad. Me golpeó la realidad: en mi vida, las cosas nunca eran tan simples ni tan buenas. Debería haber sabido desde el principio que no debía bajar la guardia con las personas. Era mi culpa por haber creído que algo podría ser diferente.
Al llegar a la ventana que daba a mi habitación, me encontré con Thane. No debería haberme sorprendido, pero lo hizo. Desde el principio, fue solo un juego para burlarse de mí.
Y yo le había dado una oportunidad a cada uno de ellos.
—Esa es una de las razones por las que no te lo pedí de vuelta. Me gusta cómo te queda mi ropa. Puedes quedártelo. —Bromeó.
Tarde me di cuenta de que el polerón era suyo. La discusión con Caleb había sido culpa mía, él había notado algo que yo no. Que tonta era.
Ante mi silencio, Thane me miró con más atención.
—¿Te pasa algo?
—Te lo devolveré de inmediato. No quiero tener nada más que ver con ustedes.
Traté de sacarme el polerón, pero al pasarlo por mi cabeza perdí el equilibrio. Mis pies resbalaron en el suelo mojado, y sentí cómo el mundo se inclinaba peligrosamente. El tejado, resbaladizo por la llovizna, se convirtió en una mal lugar para estar de pie.
Deslicé rápidamente por el tejado inclinado, la humedad facilitando mi descenso. Con la mano derecha en un cabestrillo, no pude agarrarme bien a nada. Mi mano izquierda se aferró desesperadamente al borde del tejado cuando llegué al final, pero la fuerza de la caída hizo que mis dedos se deslizaran, apenas logrando sostenerme.
Colgaba del cuarto piso, mis piernas pateando el aire en un intento desesperado por encontrar algún tipo de apoyo. El pánico y la desesperación deberían haberme inundado, pero todo lo que sentía era una mezcla de rabia y traición. Miré hacia abajo, viendo la distancia hasta el suelo de piedra, y por un instante, me pregunté si caer realmente sería tan malo.
Thane extendió una mano para ayudar a levantarme, y me alzó como si no pesara nada, colocándome a salvo junto a él. Su toque fue firme pero sorprendentemente gentil. Por un breve instante, estuvimos tan cerca que pude sentir su aliento, su calor, y algo en su mirada lo hacía parecer genuinamente preocupado.
—Ey, ¿qué pasa? —preguntó suavemente, lleno de una ternura que no esperaba.
Lo miré detenidamente, observando un rostro distinto, otros ojos, otra vida. Pero era igual o peor que el cerdo de Erick. La cercanía me hacía sentir una falsa sensación, algo que sabía que no era real. Era una burla cruel, y la rabia me consumió.
Que más podía esperar, era el próximo heredero de la corte de fuego. Nunca debí olvidar eso.
Esa falsa sensación de preocupación era lo último que necesitaba. Con toda mi fuerza, lo empujé fuera del tejado, viendo cómo caía hacia el vacío. Sus ojos reflejaron sorpresa y confusión antes de desaparecer de mi vista. Desde veinte metros de altura, él no moriría, pero recordaría lo que era sentir mi abismo devolviéndole la mano.
El viento nocturno rugió a mi alrededor mientras permanecía allí, respirando agitadamente. Sentí una mezcla de liberación y temor por lo que acababa de hacer. Mis manos temblaban y las lágrimas comenzaron a desbordarse, mezclándose con la lluvia que caía sobre mi rostro.
Con el corazón latiendo desbocado, me alejé de la escena, sabiendo que había cruzado una línea irreversible. Sabía que las consecuencias de esta noche cambiarían todo.
¡Hola, hola! ¡Aquí estamos de nuevo con el penúltimo capítulo de "Chica de Aire"!
La recuperación de Iseria ha sido rápida, pero las heridas físicas no son las únicas que está lidiando.
¿Creen que alguien está manipulando los eventos desde las sombras?
¿Quién podría ser lo suficientemente loco o desesperado para invocar a esos seres letales?
¿Y cuáles serán las consecuencias de intento de asesinato a un príncipe?
¿Qué teorías tienen sobre el posible invocador?
¡Déjenme sus comentarios y teorías! ¡Me encanta leer sus especulaciones y reflexiones!
¡Nos vemos en las páginas finales de "Chica de Aire"! Prepárense para un desenlace lleno de sorpresas, emociones y momentos inolvidables.
¡Gracias por acompañar a Iseria en su viaje y por hacer que "Chica de Aire" cobre vida!
13-07-2024
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top