𝐃 𝐈 𝐄 𝐂 𝐈 𝐍 𝐔 𝐄 𝐕 𝐄


Veintiocho de julio 2019
Lugar desconocido


Minho ha entrado ese día despertandolo con tranquilidad. Jeongin no quería despertar pues durmiendo no sentía ningún dolor corporal, pero el peli morado lo desató y pasó sus brazos por debajo del cuerpo del pelinegro para levantarlo.

— Vas a darte una ducha —dijo caminando con él en brazos. Salió de la habitación y con esas palabras logró esfumar cualquier rastro de somnolencia.

Jeongin estaba muy sorprendido y emocionado por poder bañarse, pero no dejó de observar a su alrededor. Quitando la vez que salió de la habitación y Changbin lo interceptó, era la primera ocasión que tenía de poder ver más de aquella casa.

Llegaron hasta un baño en el que Minho hizo que pusiera sus pies en el frío suelo. Había una bañera, un lavamanos con un espejo encima y un inodoro en el que había otras prendas de ropa y una toalla; todos estaban oxidados por el tiempo y la humedad habiendo pasado por ellos. Nada del otro mundo.

— Te esperaremos en la sala.

Sin más que decir, lo dejó solo cerrando la puerta y marchándose.

Jeongin no esperó ni un minuto más en meterse en la tina y dejar que el agua caiga sobre él llevándose toda la mugre. ¿Cuántos días llevaba sin tomar una ducha? ¿Sin lavarse los dientes o la cara? ¿Más de diez? No le importó que el agua estuviera helada (tampoco esperaba que saliera caliente, era casi un milagro que las tuberías de agua llegaran hasta ahí).

No había jabón, pero se conformaría con haberse quitado la mierda. Sus heridas ahora estaban limpias y podrían sanar mejor.

Se secó lentamente y con la palma de la mano quitó el vaho del espejo por la humedad que se había formado dentro. Entonces se vio reflejado en él y casi no se reconocía. Su piel había bajado unos cuatro tonos, tenía los ojos hundidos y ojerosos. Su cuello, pecho y clavículas tenían heridas de mordiscos por todas partes, incluso en su mandíbula tenía una mordida que le dificultaba mover la boca.

Se dió la vuelta no queriendo ver más ese cuerpo que parecía no ser el suyo y se vistió saliendo de ahí.

Vagó y curioseó un poco investigando la casa. Pudo ver a través de las ventanas que se encontraban en un bosque, aunque no podría definir en qué parte y si era el que estaba conectado a Bloodside.

Llegó hasta un comedor, había una mesa larga y unos cuadros antiguos adornando las paredes. En la cabeza de mesa se encontraba Minho, quien esbozó una media sonrisa al verlo llegar.

— Ven aquí, zorrito —indicó un asiento libre a su derecha y Jeongin arrastró los pies despacio entrando al lugar y visualizandolo todo. Minho le ofrecía un lugar a su lado, mientras que al otro tiene a Changbin.

Frente a él está Hyunjin y Jisung, con una silla vacía en medio.

Antes de sentarse, ve a unos metros como un pasillo largo y oscuro inicia ahí. No hay ventanas en ese pasillo y no llega la luz del sol, pero si enfoca la vista puede ver una sola puerta al final.

— ¿Qué hay en esa puerta? —señaló con el dedo y Minho miró en esa dirección.

— Nada, siéntate.

No pasa demasiado hasta que una sexta persona entra al lugar desde lo que parece ser una cocina. Se trata de Felix, quien empieza a repartir platos. El corazón de Jeongin da un vuelco al verlo, porque han sido unos días tormentosos pensando que algo le podrían haber hecho. Aunque tenía los brazos, el cuello y la cara llenos de hematomas y se podía ver una gran herida en sus clavículas. Caminaba despacio y sus brazos temblaban.

Primero le sirvió a Minho y después dejó un plato frente a Jeongin. Los caníbales frente a él lo miraban con odio, como si les hubiera quitado un privilegio.

Era un trozo de carne poco hecho cortado por la mitad. Chorreaba sangre todavía. No podía identificar qué tipo de carne era, pero eso no era vacuno, ni cerdo, ni pollo, que es lo que acostumbraba a comer en su casa.

Cuando todos estuvieron servidos, el pecoso se sentó entre Jisung y Hyunjin. Sin decir nada, todos comenzaron a comer.

— ¿Q-qué es?

— Comida, come —responde Minho de forma tajante.

Jeongin recuerda por qué está en ese lugar y las palabras de Minho hace unos días.

Si llega el día en el que no puedes soportar este dolor, te mataré y te comeré y usaré tus huesos para alimentar a los lobos y buitres —decía embistiendo con rabia—. Sé que no eres como los demás.

"Los demás"

— Te dije que comas —exigió al verlo no mover un músculo. Todos en la mesa se quedaron mirándole.

— ¿Qué es? —preguntó de nuevo con lágrimas en los ojos.

— Come.

— ¡No quiero! —exclamó rompiendo a llorar— ¿Es una persona? ¡Dime qué es!

— No me hagas hacerte comer a la fuerza —amenazó con el dedo.

Jeongin echó su silla hacia atrás, dispuesto a irse a su "habitación". Más Minho agarró su brazo y lo retuvo ahí mientras se retorcía. El peli morado agarró el trozo de carne y lo llevó a la boca del menor.

— ¡Qué no quiero! —por tantos movimientos, acabó sentado en el suelo contra la pared, intentando escapar de Minho.

— Abre la puta boca —le dijo el caníbal caminando hacia él.

Jeongin tapó sus labios con ambas manos negando con la cabeza a la vez que lloraba. ¿Todavía no aprendía que todo lo que hiciera sería inútil? Minho le acabaría abriendo la boca y le haría comerse esa carne cruda de un adolescente al que le arrebataron la vida en contra de su voluntad.

— Mastica —exigió cerrándole la boca. Algo de sangre cayendo por la comisura de sus labios.

Jeongin no fue consciente de cómo esa carne acabó en su boca. No tenía otra opción, Minho siempre llevaría a cabo su cometido. Mordió la carne y la propia textura le dió ganas de vomitar. Las arcadas se hicieron presentes pero Minho tapó la boca con la palma de su mano.

— Trágate eso.

Fue todo un calvario tragarse todo junto a la bilis en la campanilla y se echó a llorar hundiendo la cabeza en sus rodillas cuando Minho soltó su rostro.

— Se llamaba Ryujin —los sollozos de Yang se hacen más fuertes con esas simples palabras—. ¿Por qué lloras? Ella era débil y merecía ese final. Es más, debería estar agradecida con que acabe dentro de ti.







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