i. first training
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CAPÍTULO UNO
PRIMER ENTRENAMIENTO
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DRACO SENTÍA los nervios a través de todo su cuerpo. Miraba el jardín de su casa desde su habitación, era el día en que Leonardo le enseñaría a defenderse y a ser un mejor Mortifago. Aunque odiaba la idea, era lo que, le quedaba.
Escuho cómo alguien tocaba su puerta, supo de inmediato que era de su madre al ver cómo se abría levemente. Sin dejar de mirar su jardín escucho como la puerta se cerraba detrás de él.
—Cariño, —escuchó la suave voz de su madre.—Se que esto es difícil, pero se que saldremos de esta.—se puso detrás de él y lo abrazó por los hombros de manera maternal.
—No veo muchas esperanzas madre—el rubio negó con desilusión.
—Se que te asusta lo que pasara pero Leonardo estará contigo siempre. El es un buen chico.—le aseguro con firmeza.
—La mano derecha de quien tu sabes, ¿es un buen chico? —la miro sin creerlo.
—Lo conozco desde que era un niño, la gente cambia Draco, no siempre fue tan frío como lo vez, incluso cuando se volvió Mortifago era muy alegre.—habló con nostalgia y melancolía.
—¿Qué sucedió entonces?—cuestino con curiosidad.
—Después de lo que pasó con... —Narcissa se quedó callada sin decir más—Olvidalo son cosas sin importancia.
Pero Draco quería saber.
—Leo no tarda en llegar, bajemos pea que estés listo.—arrastró a su hijo con el fuera de la habitación. Al bajar se encontraron con Leonardo que efectivamente acababa de llegar.
Junto a Rabastan quien comia mirando a su alrededor.
—Narcissa—la saludo cortésmente.
—Leo—ella le sonrió pero el no lo hizo. Suspirando miró a Draco quien no se movía.
—Puedes dejarnos—el le ordenó y ella flaqueo con sus intenciones. —No haría nada para dañar a tu hijo.—le dio una mirada cansada y ella supo que no mentía.
Miró a Draco quien parecía estar completamente en desacuerdo con la propuesta de que su madre se fuera. Negó y ella solo suspiró dándole una mirada de disculpa.
—Animate chico, Leo es muy bueno. Te va a enseñar como sacarle la lengua a sus víctimas par-...
—Rabastan—el hombre le dio una mirada a su amigo quien se callo por completó.—Puedes ir a ver si Narcissa necesita ayuda en algo.
—¡Claro!—se puso en marcha feliz de ayudar a la mujer—¡Oh, Cissy!—lo escucharon gritar en busca de ella.
—Vamos—ordeno el pelinegro antes de caminar hacia el salón de entrenamientos. Draco lo siguió de cerca pero manteniendo su distancia.
Cuando atravesaron las puertas vio a las persoanas que estaban en la sala, quien al ver a Leonardo dejaron de hacer sus cosas y salieron del lugar rápido, no sin antes darle una mirada de pena a Draco.
—Bien.–el chico miró al hombre. —No voy a matarte. —dijo al ver su expresión de pánico.—Ahora solo quiero que me desarmes.
—¿Qué?—le dio una mirada confundida.
—Quiero... Que... Me... Desarmes... —hablo de manera pausada.
Draco hecho humo por los cielos, no era estúpido, y el hombre le hablaba como si el fuera uno o fuera un niño pequeño.
—Entendí eso. Pensé que me enseñarías alg-...
—¿Enseñarte maldiciones?—se burló, casi se rio en su cara—. No estas listo para eso. Primero quiero ver si eres capaz de desarmarme.
—Soy capaz de hacer eso.
—Entonces muéstrame niño—lo incitó y Draco lanzó el primer hechizo.
Sin embargo la varita de Leonardo seguía en su mano. Una vez más lanzó otro hechizo que el fue capaz de esquivar.
—¿Eso es todo de lo que eres capaz?—sé burló de él. Su sonrisa lo hizo enojar y volvió a lanzar una maldición. —Patético.
Un último hechizo y la varita de Leonardo salió por los aires. El hombre le dio una mirada y levantó una ceja.
Draco respiró pesadamente tratando de mejorar su respiración. Lo había logrado. No tenía idea de cómo pero lo había hecho.
—Al parecer no eres tan inútil como tu padre—comentó el hombre sin inmutarse en su tono de voz.
—Ni siquiera se que hice.—admitió.
—Yo si. Tus emociones te ayudaron. Concentraste tu enojo en tu hechizo y te dio el poder de desarmarme. Debes de aprender a controlar tus emociones en los momentos correctos.—explicó brevemente.
—¿Ahora me enseñaras algo más?
—No estas listo.—el volvió a negar.
—Dijiste que te desarmara—le recordó sus palabras.
—Se lo que dije niño.
—Deja de llamarme así.—advirtió comenzando a molestarse.
—¿O si no que? Niño—recalcó la última palabra con burla en su rostro.
Draco no supo de dónde sacó la valentía pero tomó el saco de Leonardo y lo estampó contra la pared. Se acercó a él de manera amenazante y respiró cerca de su cara.
—¡No me llames así!—ordenó molesto. Leonardo sólo le dio una mirada sin importarle su molestia.
—Eso es lo que eres.—respondió acercándose aún más a él.
Draco negó incrédulo y pareció darse cuenta de su cercanía. Tenía el royro de Leonardo a sólo unos centímetros de él. Podía ver sus facciones de cercas, pero lo que sin duda llamó la atención fueron sus ojos de color azul, que lo miraban como si fuera a ver todos sus secretos. Incluso los más oscuros.
Quiso dar un paso atrás pero había algo que lo evitaba. Sin darse cuenta miro sus labios y trago grueso regresando su mirada a sus ojos.
Rodando los ojos, Leonardo lo empujó.
—Tengo entendido de que Narcissa te enseñó modales. Mirar a alguien por mucho tiempo esta mal. Incluso puede ser considerado acoso niño—habló arreglando su saco.
Sin dar más explicaciones comenzó a caminar fuera del lugar. Draco al ver sus intenciones llamó su atención.
—¿A dónde vas?
—Las lecciones terminaron por hoy—fue su única respuesta simple antes de salir del lugar.
Sin saber que hacer Draco se recargo sobre la pared y suspiro pesadamente. ¿Que fue lo que pasó con Leonardo y por qué carajos le gustó su cercanía?
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