𝒕𝒘𝒆𝒍𝒗𝒆. my dark paradise.

・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
👁️ · .° chapter 𝙩𝙬𝙚𝙡𝙫𝙚.. ✦ ❝ my dark paradise  ❞
𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .

𝐋𝐀 𝐋𝐔𝐍𝐀 𝐒𝐄 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐀 𝐄𝐒𝐂𝐎𝐍𝐃𝐈𝐃𝐎 𝐉𝐔𝐍𝐓𝐎 𝐀 𝐒𝐔𝐒 𝐅𝐑𝐈𝐀𝐒 𝐓𝐈𝐍𝐈𝐄𝐁𝐋𝐀𝐒, y ya habían pasado unas cuantas horas desde que los radiantes rayos del sol se infiltraran por el horizonte.

Para Brangwy, el tiempo era completamente valioso, por lo que no tardó mucho en cepillarse su rubia cabellera delicadamente, atandola en dos coletas bajas a los lados de su cabeza. La sombra oscura que adornaban sobre sus párpados hacían lucir su brillante mirada color avellana, y sus labios levemente sonrosados se apreciaban a la luz del día.

Apagó la vela encendida de llama baja sobre su buró de madera con sus dedos velozmente, sin embargo, cuando estaba por abandonar su pieza, una visita para nada agradable se posó bajo el umbral de su puerta.

Brangwy negó con la cabeza junto a una sonrisa fingida— no.. ni lo sueñes. —.

A las afueras de la habitación se podían oír los gritos provenientes de la rubia y algunos golpes al suelo, probablemente de objetos tambaleándose. Pero lo que nunca se hubiese imaginado era que una lúcida amistad acabara en una dramática discusión.

Christopher solamente trataba de esquivar los objetos lanzados por la rubia en dirección hacia él, timbrándose de distintos colores, cosa que provocó un interminable dolor de cabeza para la rubia.

Ella lucía irritada. Cientos de cosas pasaban por su mente, y trataba de liberarlo todo en aquella pelea con su hermano. Se sentía traicionada tras enterarse de la alianza entre el asiático y el brillante cubo.

Brangwy odiaba a Ben. Y eso era algo que Christopher sabía a la perfección.

Aquel cubo buscaba el perdón de su hermana, sin embargo, habría sido en vano, ella se aferraba a un pensamiento que había crecido junto a ella desde que era una niña. Christopher parloteó una última vez, lo que provocó que Brangwy dejará de tirar objetos invaluables al suelo al sentir sus ojos arder.

—No.. lárgate, y déjame sola. —desvió su vista hacia otro lado de la habitación. Christopher parlaba pero esta no le prestaba atención, finalmente el cubo se fue mientras se timbraba de un color azulejo, reflejando su tristeza.

Al asegurarse que Christopher estaba alejado de su mediana pieza, salió sin más. Sus pisadas resonaban por todo el pasadizo, dirigiéndose hacia grandes escaleras de madera, sin embargo, y para su mala suerte, Ben y Fei se hallaban bajando los mismos escalones, con la diferencia de que ambos estaban por llegar al vestíbulo.

—Entregaron los cuerpos, como queríamos. ¿Para qué queremos al viejo? —inquirió Fei descendiendo las escaleras y acomodando sus gafas sobre el puente de su nariz.

—"Cuerpos". Jayme y Alphonso, nuestros hermanos. ¿O ya los olvidaste? —devolvió lo antes dicho un Ben fingiendo estar indignado.

Brangwy asintió irónica, tomándonos por sorpresa

—Sí.. se nota que sufres por la pérdida de los dos. —comentó la rubia con sarcasmo conforme descendía de igual manera las escaleras.

Ben soltó un bufido.

—También eran mis hermanos, obviamente les tengo respeto. —señaló el asiático luego de quedarse estático por unos segundos.

Brangwy rió— si tanto respeto dices tenerles, no te hubiera molestado cargar con el peso de sus cuerpos hasta la academia. —se acercó a su hermano, quedando a pocos centímetros de él— Pero no, decidiste huir como el cobarde que eres.

Una de las pequeñas cosas que Fei admiraba de Brangwy era la valentía con la que enfrentaba sus problemas, incluyendolo en estos a Ben.

— Perdimos a Jayme y Alphonso en una maldita y fracasada misión contra personas que no tuvieron nada que ver con la desaparición de Marcus. —volvió a atacar Brangwy, esta vez, Ben había levantado su puño para estrellarlo contra la mejilla de la rubia de no ser por esta se lo impidió apretando el agarre de su mano en la muñeca del chico.

Ben se dejó dominar por la ira, susurrando por lo bajo— te recuerdo que tú también eres culpable tanto como yo. Y de no ser por ti, Marcus estaría vivo. Créeme que no descansaré hasta probar que esa cosa del sótano es otra de tus manifestaciones. —.

La rubia se quedó en silencio aun observando con irritación.

—Por tu culpa, el mundo se está destruyendo, así que no sé qué mierda provocaste el día de la llegada de los Umbrella, pero se acabará. —concluyó Ben y una Brangwy evidentemente enojada soltó su agarre de su muñeca para atravesar el amplio recibidor y cerrar la puerta principal de un portazo.

Brangwy caminaba molesta, su ceño se encontraba fruncido y resoplaba de vez en cuando. Su pasos se marcaban por donde quiera que caminase, y fue ahí, cuando en el momento donde por fin se sentiría liberada, una onda mortífera y letal se expandió por toda la ciudad. Desapareciendo y acabando con varias personas, pavimentos, y edificaciones de distintos lugares.

Nuevamente, las visiones atacaron cruelmente la cabeza de Brangwy, recolectando pequeños fragmentos de aquél terrorífico día que la había marcado para siempre.

sintió su cuerpo desconectarse del mundo por unos instantes, y como de poca costumbre, al abrir los ojos la mitad de las personas que divagaban por las calles habían desaparecido.

Soltó un jadeo y puso una mano sobre su pecho. Pasó sus manos por su cara, corriendo un poco su sombra de ojos oscura. Sin más, siguió desconcertada su camino.


HOTEL OBSIDIAN.

Entre las dos puertas pivotantes de la entrada hacia aquél hotel se apreciaba una pequeña sombra, al salir se observaba a la rubia buscando con su rígida y resistente mirada a una persona en particular.

La música clásica que resonaba por todo el reconocido vestíbulo llegó hasta sus oídos. Suspiró acomodando uno de los pocos mechones de su cabellos sueltos nerviosamente. Quería lucir una persona cuerda a pesar de estar tan jodida por dentro.

Sus pasos resonaban brevemente conforme iba avanzando por el gran lugar. Finalmente logró acercarse lo suficiente al amplio bar del Hotel para observar a un chico que, para su sorpresa, reconoció al instante.

Brangwy ladeo su cabeza con su ceño fruncido ejerciendo una pequeña sonrisa.

—¿Klaus? —.

El rizado se dió la vuelta en asiento hacia donde provenía la voz, dejando a la vista su notoria mancha de sangre en medio de su camisa, cosa que llamó su atención de la rubia.

Su distraído rostro cambió por una mueca de sorpresa— ¡Brangwy! —.

La anterior mencionada caminó hacia donde se hallaba su reciente amigo, sentándose justo a un lado de él, quien se sirvió un vaso de Vodka para luego pasarlo en un segundo por garganta.

—¿Puedo saber a qué se debe tu visita, Broadway girl ? —cruzó sus brazos encima de la mesa, causándole una pequeña risa a una Brangwy cabizbaja al escuchar el apodo que Klaus le había puesto— ¿Acaso buscas a mi hermano? —preguntó con intención de bromear un poco.

La rubia rió nuevamente— De hecho, así es. —Klaus abrió sus ojos y parte de su boca con sorpresa.

—¡No puede ser! ¿A quién? —completamente interesado en el tema, el rizado posó una mano en su mandíbula y con la otra, servía otro trago para nuevamente pasarlo por su cavidad bucal— ¿Luther, Viktor.. Cinco..? Seguramente no a Diego, ya sabes, Lila se ve una chica celosa y..

Brangwy estaba perdida por completo en la conversación, desconociendo por completo lo que Klaus decía, hasta que su atención fue captada en su objetivo al observarlo entrar al bar junto a los demás mencionados recientemente.

—¿¡Lo dejaste ir!? —se escuchaban las palabras de Luther cada vez más claras.

La muerte de Harlan no detendrá al Kugelblitz. —se oía ahora la voz del de baja estatura, Viktor. Una vez todos estaban lo suficiente cerca del bar, Brangwy pudo escuchar mejor de lo que se encontraban, aparentemente, discutiendo— solo será una tragedia una tras otra.

Klaus y Brangwy cruzaron miradas, ella aún sin entender y el rizado simplemente alzó sus hombros en señal de que se despreocupara.

Eso fue lo último que hizo la rubia, sintiendo una oleada de nervios invadir cada parte de su alma al observar como el tan buscado Número Cinco rodaba los ojos ante las frases empleadas por su hermano, dándose la vuelta y agachando la cabeza, mientras se aferraba de una de las columnas blanquecinas cerca del bar. Se podía notar como su paciencia se colmaba, e intentaba calmarse resoplando fuertemente.

Todo sin siquiera notar la silueta que acompañaba a Klaus en el bar.

—Genial, Viktor. Te las arreglaste para destruirlo todo. —Luther respondió con ironía.— Otra vez. —finalizó. Yéndose de ahí.

La última frase empleada por el ojiazul retumbaba en su cabeza con extrañeza.

—Creí que eras más inteligente.— dijo el adolescente viéndolo. Viktor, notoriamente frustrado, abandonó el lugar.

Klaus se dió cuenta de cómo Brangwy observaba atentamente a su hermano— ¡Bueno! —soltó el rizado llamando la atención de Cinco. Este se dio la vuelta encontrándose con dicha persona. Esta vez, también se de la presencia de la extraña chica Sparrow del otro día. Frunció el ceño ante eso— ¡Salió genial! —siguió Klaus.

—¿Qué hace...? —dejó la oración sin finalizar. Se acercó al bar. Sentándose al otro extremo de la barra. Klaus les sirvió a los tres. Llenando de alcohol los pequeños vasos.

Brangwy apartó su mirada para tomar el fino vaso entre sus dedos— gracias. —dijeron ambos adolescentes al unísono.

—Entonces, ¿qué te sucede? —preguntó el de cabello largo a Cinco. —Tranquilo, es de confianza. —dijo refiriéndose a la chica.

—Sí.. no es difícil deducir que acabas de cruzar palabra con ella. —murmuró con desconfianza sin dejar de verla.

La rubia entrecerró sus ojos, haciendo contacto visual con el ojiverde. Su mirada verdosa con distintos toques azulejos y su pupila levemente dilatada era todo lo que necesitaba para quedar atrapada, y no precisamente en un infierno diseñado por ella misma.

—Oh, ¿ya los presenté? —los adolescentes frunciendo levemente el entrecejo.— Brangwy, Cinco. Cinco, Brangwy. —los señaló. El adolescente cortó el contacto visual profundo con la rubia.

—Klaus, vi a mi futuro yo morir. No estoy en condiciones de conocer gente. —Klaus soltó un jadeo con sorpresa.

—Qué locura. Me sucedió casi lo mismo —su mirada se dirigió a la de la rubia— pero no morí, ¿sabes?

Las distintas voces varoniles se mezclaban, formando mensajes inentendibles para la rubia.

—Me dijo que no salvara al mundo. ¿Qué habrá significado eso? —se cuestionó Cinco mirando hacia el centro del bar.

Klaus y Brangwy se miraron—¿No deberías saberlo? —hablaron la rubia y el ruloso al mismo tiempo.

—¿Tú no deberías saber sobre tu...? En fin. —los tres alzaron sus vasos para luego ingerir el líquido, a excepción de Cinco. —He dedicado mi vida a detener el apocalipsis. Más de uno, de hecho. —Brangwy lo escuchó atentamente. —Y él me dice.. ¿qué? No tiene sentido. Quiso decir que no me convirtiera en él, pero.. —tomó del pequeño vaso.

La rubia se acomodó en su asiento— ¿qué apocalipsis? —murmuró entre dientes.

Cinco dejó de fruncir su ceño para observarla nuevamente, suspirando— engañé al tiempo tantas veces, que pensé que podría engañar a la muerte. Pero resulta que muero con un solo brazo en un calvario burocrático que yo mismo diseñé. —Brangwy hizo una mueca.

—Oh, Alerta Spoiler. —Klaus agitó levemente las manos fingiendo indignación.

Cinco escabulló una mano dentro de su saco de vestir negro— además, con un tatuaje de cuarta. —dicho eso, el pelinegro, con una mueca de asco, sacó un pedazo de piel fría y muerta de su saco, se podía apreciar que sobre esta tenía un tatuaje no tan grande. Brangwy abrió los ojos sorprendida y Klaus levantaba sus cejas.

—¿Es tu piel? —preguntó la chica incrédula. Klaus empezó a tocar esta misma.

—Que me parta un rayo si termino con un tatuaje así. —La rubia lo miró sonriente, fascinada por lo que sus ojos veían— pero sigue siendo absurdo. ¿Cómo mi yo centenario me dice que no salve el mundo si un agujero negro está acabando con medio universo, incluyendo a lugares fuera de la línea, como La Comisión?

—Vaya, esa cosa sí que es poderosa, ¿no? —preguntó la chica desviando la mirada, mordiendo levemente su labio.— abarca casi todo el sótano de la academia.

Número Cinco asintió— sí, es el.. fin de todo. Una paradoja creada por nosotros al llegar aquí. —hizo una pausa.— Y se encuentra bajo el mismo lugar donde aparecimos.

Brangwy escondió sus labios, estirando sus brazos en la mesa— bueno, eso no es del todo cierto... —soltó divertida. El adolescente la volteó a ver con el ceño fruncido nuevamente.

—¿A qué te refieres? —inquirió entre dientes.

Brangwy se incorporó, dirigiéndose a él esta vez un poco más seria— es difícil de explicar. ¿tu como sabes del Kugelblitz? —Cinco se exaltó un poco al oír aquella expresión por parte de la rubia.

—¿Dónde escuchaste eso? —completamente serio.

—Yo lo nombré de esa forma. Y hace cuatro años, para ser exactos. —respondió firme, de la misma manera en la que él la interrogaba.

Klaus, quién no escuchaba lo que conversaban. Abrió su boca para hablarle a su hermano. Interrumpiendo.

—Cinco.. Si no quieres acabar como él, ¿por qué no rompes el ciclo? —cuestionó su hermano señalando el tatuaje— Podrías mudarte al norte y criar alpacas. —Este le siguió la corriente, respondiéndole algo inquieto por lo que le había dicho la chica Sparrow segundo atrás.

—Sí, podría. —recalcó sin dejar de verla con extrañeza.— la línea de tiempo es maleable. Puedo romper el ciclo.. —.

Número Cinco desvió su mirada rápidamente al buscar descifrar la de la chica.

—Sí, solo mantén tus extremidades lejos de objetos puntiagudos y no te unas a Las Madres de la Agonía. —Brangwy divisó nuevamente el trozo de carne lleno de tinta en el centro de la mesa con curiosidad.

« ¿Que tenían que ver esos símbolos con el fin de los tiempos? » inquirió para sí misma.

—¿Qué? —la voz del pelinegro la sacó de sus pensamientos.

Klaus asintió otra vez—. Sí. Es el símbolo de su pandilla de motociclistas.

—¿Los conoces? —preguntó la rubia tratando de disimular los nervios que crecían conforme sentía la mirada del ojiverde en ella.

—Eran como mis farmacéuticos hace dos líneas de tiempo atrás. —respondió sonriente, tocando repetitivas veces la carne con su dedo índice.

Número Cinco se puso de pie guardando el pedazo de piel en su saco— escucha, extraña. Si tienes alguna otra información que brindar acerca del Kugelblitz es mejor que me lo digas ahora. —resopló observándola por completo, frunciendo sus labios sonrosados— es vital para mí, créeme.

« Oh Dios mío, haz que no me arrepienta por lo que estoy a punto de hacer. »

Brangwy se puso de pie, quedando frente a frente con Cinco, dándose cuenta de lo pequeña que era para tener diecisiete años— escucha, he venido hasta aquí porque si ambos queremos detener el apocalipsis debemos hacerlo juntos. ¿No es lo correcto? —.

Cinco levantó su mentón, mirando hacia otro lado—, al carajo con todo esto. Vendrás conmigo. —.

—En ese caso.. —la chica parecía pensarlo.— andando. —una sonrisa cómplice se pintó en su rostro, se quedó con la palabra en la boca al ver que se teletransportó, probablemente a las afueras de la gran edificación. Se puso de pie y se encaminó hasta la salida del hotel, algo apresurada.

Klaus la vió salir con un rostro relajado y notablemente orgulloso de que su "pequeño" hermano conviviera y tuviera la posibilidad de conocer a una nueva persona, sin saber que, probablemente, en su hermano despertarían nuevos sentimientos.. —Los ojos, Broadway girl, nunca mienten.. —susurró para sí mismo, tomando un último vaso de Vodka.

Cinco se mantuvo quieto por unos instantes,mirando a un punto en específico, completamente cabizbajo mascullaba cosas para sí mismo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el portazo que dio Brangwy al auto clásico y oscuro del Hotel.

—¿Qué...? —alzó su cabeza, mirándola detenidamente

Brangwy sonrió encendiendo el motor del auto— tomé las llaves prestadas de la recepción. Chet al parecer no estaba.. —murmuró suavemente fingiendo no tener idea de nada—, ahora súbete antes de que me arrepienta.

—Soy yo quién debería arrepentirme. —contradijo subiéndose al asiento del copiloto con una sonrisa sarcástica.

Y es que, en sus adentros, el no tan pequeño Número Cinco, si tenía interés en salvar el mundo junto a la caótica rubia que manejaba como si de su vida dependiera de ello.

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