𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒆𝒆𝒏. i won′t say i′m in love.

・ . ° · 𝖇𝖗𝖆𝖓𝖌𝖜𝖞 . . !
👁️ · .° chapter 𝙨𝙚𝙫𝙚𝙣𝙩𝙚𝙚𝙣.. ✦ ❝ i won′t say i′m in love ❞
𝔣𝔦𝔳𝔢 𝔥𝔞𝔯𝔤𝔯𝔢𝔢𝔳𝔢𝔰 𝔣𝔞𝔫𝔣𝔦𝔠𝔱𝔦𝔬𝔫 ❜ 🌪 © 𝗐𝗋𝗂𝗍𝗍𝖾𝗇 𝖻𝗒 𝗆𝖾𝗅 . .

BRANGWY'S POV.

𝐌𝐈 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐄𝐑𝐀 𝐔𝐍 𝐂𝐀𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐄𝐒𝐓𝐄 𝐌𝐎𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎. La noche anterior iba a ser inolvidable en todos los aspectos, incluso en los que no me agradaban para nada.

No llevaba mucho tiempo conociéndolo, sin embargo, sabía que no era igual al resto. Cinco Hargreeves había logrado lo que nadie había podido en tan solo un lapso de tres días conviviendo juntos.

Pero si de algo estábamos seguros, era que el mundo se estaba yendo al caño en este preciso momento, por lo que el protocolo me valía mierda.

No estaba muy segura de lo que había hecho la noche anterior, aquella noche fue testigo de muchas emociones encontradas y de un acto del cual me sentía avergonzada. Ningún chico me había puesto tanto los nervios de punta solo con su mirada encima de mí, aunque, mi experiencia amorosa no era tan grande que digamos.

Me negaba rotundamente, no estaba enamorada.

Solo sufría internamente, y era la peor sensación de todas. ¿Por qué debía ser diferente esta vez?

La voz de mi subconsciente amaba llevarme la contraria, por lo qué comenzaba a enloquecerme.

« ¿En serio te quieres engañar? Mueres por volver a besarlo. »

Trataba de darme una definición a mi misma sobre lo que es el amor, el cual ocultaba bajo la oscuridad en mi pecho. No necesitaba reafirmarlo, no estaba enamorada.

« ¿Por qué tratas de ocultarlo? Mereces una oportunidad junto a él. »

No necesitaba aceptarlo para darme cuenta, no necesitaba admitirlo para correr directo hacia sus brazos en busca de amor eterno. Porque esto no lo era, no sentía amor.

« Quieras o no, estás encadenada al amor. »

Comenzaba a pensar que realmente no era la voz de mi subconsciente la que me hablaba, sino la de mi corazón, una que había cobrado vida nuevamente gracias a los sentimientos encontrados de aquella tormentosa noche.

El amor era una mierda.

No estaba enamorada, simplemente no iba a aceptarlo.

Pero muy, muy, en el fondo de mi estomago, sentía mariposas revolotear por doquier.

OMNISCIENT NARRATOR.

En medio de la ciudad, se observaba como la esfera rojiza que se expandía cada vez más, flotaba entre los edificios destruidos mientras los estallidos de vidrios retumbaban por toda la zona restante, donde se hallaba una única construcción en pie y completamente intacta: el Hotel Obsidian.

Número Cinco observaba todo el desastre a las afueras del hotel a través de ventanales, sus manos se recargaban en el barandal de segundo piso, dándole la espalda a sus hermanos, los cuales se encontraban reunidos en la pequeña sala.

—Diganme, ¿cómo es que seguimos aquí si todo el universo se va por el drenaje cósmico? —cuestionó Allison con ironía mientras recargaba un brazo en su mandíbula.

Los Hargreeves se encontraban sentados individualmente a excepción de Ben, Allison y Diego. Los demás se recostaban en los amarillentos muebles con cansancio.

—Somos los últimos restos. —Viktor se cruzó en brazos mientras respondía con su rostro agotado.

—No te hablaba a ti. —.

Viktor rodó los ojos— Oigan, ¿alguien ha visto a Klaus? —preguntó Luther con preocupación mientras abrazaba a Sloane.

—¿O a papá? —la castaña lo miró con extrañeza. Brangwy soltó un pequeño suspiro, cerrando sus ojos avellana, a su lado se encontraba Lila de cabeza en el sillón observando Viktor, el cual estaba sentado frente a ellas.

Diego habló despreocupado— ya vendrán. —.

Ben frunció su ceño con fastidio, dirigiéndose al moreno.

—¿En serio? ¿Los retrasó el tráfico? —su tono de voz lleno de sarcasmo comenzaba a irritar a Diego— Oigan, por favor, sobrevivimos porque somos especiales, ¿cierto? Los únicos que pueden salvar al universo.

Allison levantó su dedo índice en protesta— Ah, dime. —el asiático asintió— ¿acaso no lo intentamos y fracasamos? —cuestionó con ironía.

—Sí, porque su plan era estúpido. Yo tengo uno mejor. —la voz de Diego invadió el lugar nuevamente— Vamos al gran colisionador de jarrones. Ustedes hacen esas cosas de ciencia... —chasqueó su lengua simulando un bate con sus manos— enviamos al Kugelblitz al espacio. No la vieron venir, ¿eh?

Lila se acomodó en el sofá amarillo que compartía con Brangwy, depositando su atención sobre Diego, el cual le dio una mirada de superioridad al asiatico frente a él.

—Está en Suiza.

Ben rió incrédulo— es hadrón, ¡no jarrón. Tarado!

—Oye, al menos lo intenta, calamarcito apestoso. —dijo Lila a la defensiva, mostrándose indignada—. ¿Tú qué has hecho para ayudar?

—De hecho, acabó con la mitad de su familia. —.

Diego lo señaló con gracia, provocando que un bufido saliera del asiático.

—Oh, ¿quieres hablar de problemas en la familia? —hizo un ademán enojado con sus brazos, acercándose al moreno— ¡Debería arrancarte esa ridícula cara en tu cuello!

Todos observaban sin emoción la escena, sintiendo lo agobiante invadirlos.

—¡Debería tomar un pastel y aplastarlo en tu estúpido rostro!

Ben comenzó a maldecir en coreano, desconcertando a Diego, el cual solo insultaba en español. Todos los presentes en la sala se encontraban frunciendo el ceño, a excepción de Cinco, quién interrumpió la absurda discusión.

El pelinegro se dio la vuelta, ganándose las miradas de todos— ¡Hey! ¿terminaron? El universo está desapareciendo. Así que pueden seguir imaginando situaciones para medirse la hombría si los hace sentir mejor. —dijo lleno de seriedad— Pero la crudo realidad es que es demasiado tarde.

Ambos adultos resoplaron a la par, desviando sus ojos.

—Cinco, vamos. —trató de aliviar el ambiente un Luther esperanzado, tomando la mano de su amada.

—Se terminó, Luther. Fracasamos. —soltó en seco.

Viktor bajó sus pies de la mesa que se hallaba al centro, suspirando profundamente— Vamos, debe existir otro modo.

—Tú familia tiene razón, Cinco. —la voz tranquila de la rubia llenó el espacio, provocando que todos la observaran— debemos resolverlo.

Cinco tomó una pausa, haciendo contacto visual por unos instantes, era la primera vez que conversaban desde aquello— Bien, observemos el panorama aquí. —Luther bufó al notar que a la chica si le había hecho caso, pero no a sus otros dos hermanos— la mayoría de nosotros los últimos veintiocho días intentando detener la destrucción del mundo. ¿Y qué logramos exactamente?

El musculoso rubio dudó mirando a Sloane con una sonrisa— bueno, puede que hayamos hecho amigos, ¿no les parece? —todos se miraron entre sí.

—¡Incorrecto! ¿Saben qué logramos? —un silencio sepulcral se posicionó en la sala— Nada, empeoramos las cosas una y otra vez. —dijo el pelinegro estresado.

—Amén a eso.

Cinco suspiró frustrado— Cuando fui a La Comisión, tuve una conversación con mi yo centenario. Mis últimas palabras fueron: "No salves al mundo."

—¿‟No salves al mundo"? —repitió Viktor confundido.

—"No salves al mundo."

Diego tomó la palabra, su voz resonó por todo el lugar— es lo más estúpido que he oído.

—¿Lo es? Porque lo que sea que hagamos no funciona. —dijo Luther—. Todo lo que hacemos es salvar el mundo por un día, nos felicitamos y todo sale mal otra vez.

—Quizás seamos el problema. —escupió Viktor cabizbajo.

Allison fingió un rostro de sorpresa ante sus palabras— Oh, sí. Nosotros.

La peliblanca a un lado de Brangwy trataba de analizar las palabras dichas por Número Cinco.

—¿O sea que tu plan, es que no hay plan?

El pelinegro asintió— ¡Exacto! Objeción de conciencia. ¿Por qué no? Ya lo intentamos todo. —Brangwy lo escuchaba atenta—. Quizás sea lo que el universo necesita. Digo que aceptemos el apocalipsis. Veamos qué hay del otro lado.

Sloane cuestionó nerviosa—¿Y si no hay... nada?

—Entonces, fue un placer haberlos conocido. —por último, su mirada hizo contacto con la de Brangwy, quién la desvió rápidamente, bufando. Número Cinco tragó saliva ante eso—. Lo que sea que tengan pendiente, les recomiendo que lo hagan en este momento.

Sin más, tomó asiento cabizbajo. Todos lucían pensativos ante las repentinas palabras del adolescente, a excepción de Luther y Sloane, quienes se miraron con una sonrisa.

—De hecho, ahora que lo dices tan bruscamente...Nosotros, eh.. qué nervios. —comenzó el rubio emocionado mientras se ponía de pie junto a la castaña— Nosotros tenemos un pequeño anuncio que hacer.

Sloane observó felizmente a su hermana para luego dirigir su mirada hacia los demás Hargreeves.

—¡Vamos a casarnos! —dijeron llenos de emoción al unísono.

Todos los miraron con incredulidad. Resoplando y maldiciendo en sus adentros.

—Que me parta un rayo. —murmuró Brangwy siendo la primera en digerir tal noticia. Llevó ambas manos tapándose el rostro. Adoraba a su hermana, solo que muchas cosas pasaban por su mente como para analizar sus palabras ante el terrible momento que todos enfrentan.

Ben tomó de su petaca— me quiero morir. —.

—Qué idiotas... —susurró Cinco levantando sus cejas.

—¿Ahora?

Luther y Sloane aún sonreían— sí bueno, sabemos que no es el momento justo. Pero, obviamente era ahora o nunca. ¿Verdad, Cinco? —lo señaló alegre.

—Por favor, no me metan en esto. —susurró desganado.

Sloane titubeó brevemente— el tiempo que nos quede lo queremos pasar con ustedes. —intercambió miradas con Brangwy—. Así que nos haría muy felices si nos acompañan en el salón de banquetes esta tarde para celebrar nuestro amor. Y unión oficial de lo que quede de nuestras grandiosas familias.

—Vistan formales, pero creativos. —dijo Luther sonriendo entre dientes.

Sloane se había dado la tarea de obsequiarles pequeños frascos de vidrio a los Hargreeves, quienes los observaban a detalle.

Lila sonrió con sorpresa— Guau... ¿Los hiciste tú sola? —inquirió observando el frasco asombrada.

—Luther también ayudó. Nos pasamos toda la noche. —dijo alegremente la castaña, sacando un frasco de la canasta que traía en manos para dárselo a Cinco.

Los Hargreeves observaron con confusión hacia Reginald Hargreeves, el cual se adentraba a la sala seguido del rizado Klaus.

—¿Papá?

—¡Klaus!

Viktor exhaló relajadamente al observarlos con vida— qué alivio.

Brangwy, por su parte, frunció su ceño agobiada al divisar a su padre. Sentía odio hacia él, sabía sus verdaderas intenciones, no les importaba, no les importaba si ella y sus hermanos murieran dentro de Oblivion. El solo los había entrenado con el propósito de enviarlos a una posible masacre.

—Acerquense, niños. ¡En seguida! —ordenó Hargreeves.

Diego resopló con desconfianza, dirigiéndose hacia su hermano, notando como su colorida chaqueta estaba arruinada y con un poco de sangre—. ¿Dónde mierda estabas?

Klaus sonrió divertido.

—Oh, Reg y yo tuvimos una especie de ¿viaje familiar? en el fin del mundo. Padre e hijo, ya saben. —rió moviendo sus manos entre los aires.

Ben los observó incrédulo— ¿ustedes dos se llevan bien ahora?

—Sí, reímos, lloramos, jugamos en medio del tránsito... y, en resumen, —dobló sus brazos simulando mostrar sus bíceps mientras gruñía—, soy inmortal ahora. —.

Los Hargreeves lo miraron con leve confusión.

—Espera. ¿Qué? —el ceño de Luther se frunció.

—Klaus. ¿Otra vez con sales de baño?

Reginald intervino observándolos—. Me parece que la pregunta más pertinente es: ¿por qué están jugando con frascos?

—Son invitaciones. —dijo Sloane señalando uno de los envases de vidrio.

—Nadie está jugando. —se defendió el gran ojiazul.

La castaña le extendió uno de los frascos de su canasta a su padre con una sonrisa— Luther y yo nos vamos a casar.

Reginald dejó ver su rostro lleno de decepción.

—El espacio y el tiempo está colapsando, ¿y ustedes planean una boda?

—Sí, y la cosa es que... el espacio es reducido y hay una cantidad fija de mesas. Así que...—Luther se puso de pie, quitándole el frasco a su padre.

—¿Para esto los he criado? ¿Para tocar la lira mientras Roma arde?

Klaus se acercó rápidamente a su padre— Ya hablamos de esto. Respira. —susurró solamente audible para él.

—Papá, ¿tomaste tu medicación? —inquirió Sloane desconcertada por el comportamiento de Reginald.

—De hecho, no lo hice. Y puedo confirmar que jamás me sentí mejor en mi vida. ¿Pensaron que podrían drogarme y frenarme, tomar control de mis asuntos y dilapidar mi fortuna? Bueno, Klaus vino y me ayudó a liberarme de ese despreciable veneno. —lo señaló brevemente—. Y ahora, que mi mente no está tan nublada, puedo ver su viles maquinaciones con una vigorizante claridad.

Sloane se dirigió nerviosa a Klaus— ¿le quitaste sus píldoras? ¿Qué estabas pensando? —.

—Claramente es lo único aquí que piensa. Todos ustedes podrían aprender un par de cosas de este sorprendente joven.

Diego comenzó a reír sin parar, cruzándose en brazos.

—Ahora sí llegó el fin del mundo.

Reginald observó a sus hijos seriamente—. Para el resto de ustedes, su entrenamiento retomará cuanto antes. Se nos acaba el tiempo y hay una misión por cumplir.

—Empecemos. estoy listo. —dijo con seguridad el asiático.

Tras un breve momento de silencio, Número Cinco tomó la palabra antes que la rubia comenzara a reprender a su hermano.

Su amargo y sarcástico tono de voz llenó la sala— déjame adivinar. ¿Proyecto Oblivion? —.

Reginald Hargreeves lo observó sin poder creer lo que salía de los labios del adolescente.

—¿Tú cómo sabes sobre eso?

El pelinegro observó por unos pocos segundos a Brangwy para luego dirigir sus ojos verdes hacia su padre—. Nos enteramos de todo por Pogo.

—Ese es un nombre que no había escuchado en mucho tiempo. —desvió su mirada.

—Él confirmó lo que siempre sospeché de ti. —continuó Cinco.

—¿Y qué es?

El ojiverde tomó una breve pausa— que eres un lunático sádico que planea poner en peligro nuestras vidas en otra misión sin sentido.

—¿Y le crees más a un contrariado chimpancé que a tu propio padre?

Cinco se teletransportó, quedando frente a él.

—Cada maldito día.

Un silencio devastador inundó el lugar, Reginald los observó con decepción.

Luther, quién se hallaba enrollando su musculoso brazo en la cintura de Sloane, se dirigió fríamente hacia su padre— nadie te quiere aquí, papá. Mejor vete.

—No hables por todos, grandote. —intervino un irritado Ben.

Brangwy se levantó rápido de su asiento junto a Lila, posicionándose junto a su cuñado—. Puedes irte con él.

Los dos hermanos se miraron con odio, lo que provocó que la castaña a un lado de Luther suspirara profundo ante el oscuro ambiente que comenzaba a formarse en torno a la situación con Reginald Hargreeves.

—Ya veo, así que hasta esto hemos llegado. Insurrección.

Klaus se acercó rápidamente a su padre, sosteniéndolo por los hombros.

—Espera, espera, papá. Esa no es la erección que queremos lograr, ¿sabes? Todos deberían calmarse. —Luther frunció el ceño ante las palabras del rizado—. Es obvio que sus chakras ahora están en una vibración diferente. Papá, mejor vayamos por una taza a la suite, anda.

Klaus lo tomó del brazo tratando de arrastrarlo con él.

—Luther, Sloane. Estoy más que emocionado, son hermosos, maravillosos. ¡Envíenme la lista de regalos! —gritó por último mientras salía del salón junto a Reginald.

El ambiente que habían dejado era oscuro, tormentoso. Todos salieron de la gran sala del Hotel Obsidian, a excepción de Viktor y Luther.

Sloane llamó a su hermana antes de salir— Hey, Brangwy... —le hizo una seña, indicando que la acompañase.

La rubia asintió pasando al lado de Cinco. La diferencia de alturas se hacía notoria en el momento, a pesar de que ella tuviera diecisiete años, era mucho más bajita que aquél misterioso ojiverde que estaba encarcelado en el cuerpo de un niño de trece años.

Sus miradas se conectaron una última vez antes de que ambos salieran del salón, terminando por encaminarse en direcciones diferentes.

Brangwy cosía delicadamente los pequeños detalles en el vestido sedoso y blanquecino de su hermana, la cual se miraba frente al espejo de su habitación, cuidando que su cabello castaño se encontrara perfectamente a su gusto.

—¡Mierda! —se quejó la rubia repentinamente, sintiendo la mirada preocupada de Sloane sobre ella.

—¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien? —se acercó a ella, quedando frente a frente, observando cómo la adolescente movía su dedo derecho con inquietud.

Brangwy dejó a la vista su dedo lleno de un pequeño porcentaje de sangre en él. Al parecer, había tenido un pequeño accidente con la aguja en su mano izquierda.

Sloane suspiró nerviosamente—. Cielos, ¡me atemorizaste! —se levantó de la cama para volver a posicionarse frente al espejo mientras sonreía—. Desde anoche te he notado algo despistada, ya sabes, más de lo usual.

—Sí, es que... Tengo muchas cosas en la mente. —la observó completamente nublada—.Te casarás en unas horas, el mundo probablemente se acabará en veinticuatro horas...

La castaña la observó divertida— y entre esas cosas... ¿No está Número Cinco?

—Sí... —la rubia suspiró desviando la mirada—. Espera, espera. ¿Qué?

La risa de Sloane invadió la habitación por completo, mientras que la rubia negada con un rostro de preocupación. No sabía lo que decía, no definitivamente.

—¡Por Dios! ¡Siempre lo supe! —aplaudió contenta mientras que Brangwy rodaba los ojos ante sus palabras, maldiciendo internamente aquél momento—. Deberías decirle que sea tu acompañante a la boda. Vamos, tus ojos no brillaban así desde...

—Alphonso. —la rubia tensó su mandíbula mientras levantaba sus cejas—. La diferencia, Sloane, es que es muy diferente esta vez. —.

Ambas hermanas mantuvieron contacto visual por unos instantes.

Brangwy suspiró frustrada, dejando de coser los pequeños detalles en el vestido de novia de la mayor—. No entiendo qué me está sucediendo.

—Yo creo que sí. —Sloane tomó su mano delicadamente con una sonrisa pintada en su rostro—. Quieres ocultar tus sentimientos porque no quieres que te vuelvan a romper el corazón.

Los ojos avellana de la rubia se desviaron, sus párpados se entrecerraron ante la confusión. Lo que decía su hermana era la completa verdad.

Pero no quería admitirlo.

Sin embargo, cuando estaba por hacer una objeción. Ben se adentró a la habitación sin tocar la puerta, algo que la encabronó un poco. Era de esperarse cuando se trataba del asiático.

Sus pasos resonaban— bueno, es oficial. Mis oídos están destrozados, y ese idiota de los cuchillos no sabe cantar. —Brangwy se aguantó las intenciones de golpearlo, solo lo observaba mirarse al espejo.

—Diego. Sabes que se llama Diego. —dijo Sloane tomando su sedoso vestido para coser lo que restaba, liberando a su hermana de dicha tarea—. Quizá podrías intentar ser amable con él y los demás.

—¿Y por qué haría eso?

La mayor resopló— me encantaría ayudarte con tus problemas de ira, pero debo terminar el vestido. La boda es en una hora.

—Fei murió.

—Sí, lo sé. También los otros. —dijo observando a Brangwy, la cual respiraba buscando la calma ante la presencia de su molesto hermano.

El asiático frunció su ceño— ¿y eso es todo? ¿Van a darle la espalda a la Academia Sparrow? Escucharon a papá, debemos entrenar. Algo grande está por pasar.

—Desearía que hablaras de mi boda. —murmuró reflejando decepción en su rostro.

Ben agachó la mirada, sentándose frente a ella, ignorando a la rubia por completo— Sloane, escúchame...

—No, tú escúchame a mí. —dijo firmemente—. Lamento que no te invitaran a la despedida de soltero.

—Yo no... eso no me importa.

—Sí te importa. Te importa más ser invitado a la despedida de soltero que la muerte de los demás. Más que salvar al mundo, de hecho.

—Eso... —rió sarcástico— es una locura.

Sloane tomó sus manos.

—¿Lo es? Nosotros nunca estuvimos solos. Siempre fuimos los ocho. —observó a Brangwy con nostalgia—. Ahora solo quedas tú. Así que felicitaciones, Ben. Eres el Número Uno de uno.

Ben mantuvo su mirada perdida, dudando de las palabras que estaba por soltar.

—Soy un Sparrow, ustedes también lo son.

—No, ya no.

El asiático se puso de pie junto a ella, completamente rendido— ¿qué es lo que los hace a ellos tan especiales? —inquirió irritado.

La castaña se dio media vuelta, quedando frente a su hermano—. Son una verdadera familia. No existen para vender figuras de acción o bolsas.

—Éramos más que eso.

—¿Lo crees?

Ben agachó su mirada, pasando saliva.

—¿Por qué es tan importante para ti ser un Sparrow?

Finalmente el asiático se retiró de la habitación. Dejando a las hermanas solas nuevamente. Brangwy dejó exhalar el aire que había retenido mientras ponía una mano sobre su pecho.

Sloane se dirigió a ella con varias flores blancas en su mano.

Sonriente, le susurró—. Realmente aprecio que no buscaras pleito con Ben el día de mi boda, Brangwy.

—A veces debemos hacer sacrificios por las personas que queremos. —sonrió suavemente.

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