𝐓𝐖𝐎
"SALA DE LOS MENESTERES"
LUEGO DE PASAR POR LA SALA COMÚN, la rubia se encontraba dando rondas por el castillo con Regulus vigilando que todo estuviera en orden, tuvieron la suerte de que les tocara juntos.
—Esto de ser prefecto me gusta mucho —empezó a decir el Black mientras caminaban hacia la torre de Astronomía—. Puedo venir aquí sin problemas ahora.
—Antes venías sin importar que fuera de noche —le recordó la rubia.
—Touché.
El par de mejores amigos una vez llegó a su destino decidieron acercarse a la barandilla y ver las estrellas que Regulus y su familia tanto adoraban.
—Entiendo porque te gusta tanto este lugar —empezó a decir la rubia mientras colocaba su cabeza en el hombro de su mejor amigo—. Hay tanta paz.
—Cuando quedé en Slytherin ¿Recuerdas que me desaparecí por toda una tarde al día siguiente? —habló el Black, quien observó a su mejor amiga asentir—. Vine aquí porque me sentía triste.
—¿Triste?
—En el fondo quería ser como Sirius, estar con él —respondió el azabache con una sonrisa recordando ese momento—. Pero los dos sabemos que no tengo ni un pelo de Gryffindor.
—Debo admitir que tenías más posibilidades de entrar a Ravenclaw, pero eres valiente Reggie, lo eres bastante y a tú manera.
—Lo dices porque soy tu mejor amigo.
—No, lo digo porque es la verdad, eres valiente, no lo puedes ver pero yo si, he presenciado muchos momentos valientes de tu parte.
—Quien diría que si tienes corazón —le dijo a la rubia con intención de fastidiarla.
—Yo aquí motivándote y tú-
—Solo bromeaba mujer —interrumpió a la Malfoy mientras levantaba sus manos en señal de rendición.
Se mantuvieron en silencio por un buen rato, hasta que la rubia recordó porque estaba tan tensa al inicio de la vigilancia.
—No deseo casarme con él —murmuró mientras recordaba a Aster Greengrass.
—Me alegra saber que estamos de acuerdo en eso.
—Con él no siento seguridad Reggie, tampoco siento que mi amor por él sea muy fuerte, no como debería serlo, no siento esa conexión especial.
Llevaba siendo novia de Aster desde a mitades de quinto año, y las cosas no estaban saliendo como Georgiana creía. Esas pequeñas mariposas que sintió al principio no se intensificaron como creyó.
No había nada. Solo un cariño para nada romántico hacia el Greengrass.
—Entonces no te cases con él, termínalo —espetó el Black como si fuera la cosa más obvia.
—Sabes que los señores Greengrass deben estar insistiendo con un compromiso, y sin un mejor pretendiente debo aceptar la propuesta.
Se quedaron en silencio, ninguno de los dos tenía idea de que decir, o así fue hasta que Regulus habló.
—Existe otra opción, pero ya la has rechazado —murmuró el Black.
No le molestaba casarse con Georgiana, de hecho le parecía buena idea, después de todo ella era su mejor amiga, la persona que mejor le conocía.
—Reggie, no creo que debas sacrificar tu felicidad por mi bienestar.
—No me sacrifico, es mejor casarme con mi mejor amiga que con una sangre pura que no conozco —replicó él—. Y eso te libra a ti de tener que casarte con Aster u otro idiota.
La rubia sonrió divertida ante lo dicho por su mejor amigo, en definitiva no merecía a Regulus.
—Eres el mejor amigo de la historia —dijo con una gran sonrisa—. Y sin duda alguna mi padre preferirá casarme contigo que con cualquier otro.
—El acuerdo inicial era que te casarías con Sirius, pero ahora que no está no creo que a mi madre le moleste si yo me caso contigo.... pero
—Es un buen plan, acepto —concordó el azabache mientras le extendía la mano a su mejor amiga, quien estrechó su mano contra la del Black.
Estuvieron un rato más observando las estrellas, hasta que recordaron terminar la vigilancia e inevitablemente tuvieron que irse.
[...]
No le sorprendía a Georgiana el haber sido cancelada por Aster de su cita, el Greengrass había alegado de que tenía que entrenar por la temporada de quidditch la cual estaba bastante cerca.
El Black se la pasó todo el desayuno despotricando en contra del novio de su mejor amiga, y ella simplemente lo dejaba ser. Sin embargo los insultos de Regulus se vieron interrumpidos por unos gritos de cierta Gryffindor pelirroja.
—¡No, Potter, te lo he dicho mil veces! —chillaba Lily Evans completamente furiosa mientras observaba con el ceño fruncido a James Potter—. ¡Jamás aceptaré una cita con alguien como tú!
Todos vieron como James dijo algo en voz baja, con la mirada suplicante, y eso pareció enfurecer más a la Evans, quien le gritó un montón de cosas hirientes al Potter.
Esos arrebatos y exclamaciones de Lily Evans hacia James Potter eran bastante comunes, después de todo el castaño siempre se la pasaba pidiéndole a la chica citas, citas a las cuales ella se negaba rotundamente.
Georgiana sin interesarle en lo más mínimo los chillidos comía con tranquilidad mientras observaba a todos sus compañeros ver a los dos Gryffindor.
Una vez Lily salió furiosa del Gran Comedor con Marlene McKinnon siguiéndola, todos dejaron de prestarles atención.
—Potter debería rendirse —dijo Regulus mientras comía un poco de su tarta de mora—. Lleva pidiéndole una cita a Evans desde siempre.
—Y ella siempre lo rechaza —agregó Georgiana sin mucho interés mientras comía.
—Es perseverante, debo admitirlo, pero ya han pasado tantos años ya —continuó diciendo el azabache—. Me sorprende que mi hermano no lo haya disuadido de desistir.
—Sirius debe haber insistido muchas veces ya —murmuró la rubia limpiándose la boca con una servilleta—. No sé si es estúpido o perseverante que Potter se someta a tales humillaciones.
—Bueno, pueden ser ambas.
Pero, aunque Georgiana creía que James Potter era alguien realmente estúpido por estar insistiéndole a alguien que lo ha rechazado cientos de veces, se sentía mal por el Gryffindor, quien lucía realmente cabizbajo.
—Debo continuar con la investigación —anunció ella mientras se levantaba de la mesa—. ¿Me acompañas o seguirás con tu desayuno?
—Te acompaño, solo déjame tomar un poco más de esto —el Black tomó otra rebanada de la tarta de mora y no tardó en seguir a su mejor amiga.
Camino a las mazmorras, Georgiana comentaba en voz baja todas las ideas que se le habían ocurrido, y Regulus opinaba respecto a cada una de ellas.
En la Sala Común el dúo se separó para ir a sus correspondientes habitaciones, al no ser tantos los alumnos que pertenecían a la casa de Slytherin la Malfoy solo debía compartir habitación con una chica llamada Alecto Carrow, a quién no le prestaba demasiada atención, y era mutuo.
Por suerte su compañera no estaba así que no fue problema sacar su caldero con todos los ingredientes necesarios para la investigación, salió y esperó en las escaleras a su mejor amigo.
—No encontraba la investigación —empezó a decir Regulus unos minutos después—. Mezclé mis pergaminos de Defensa Contra las Artes Oscuras y estos —enseñó cuatro pergaminos.
—No te preocupes Reggie, es mejor que nos vayamos.
Fue así como los dos emprendieron rumbo a la Sala de los Menesteres, y cuando llegaron una puerta se materializó, el dúo se miró brevemente antes de asentir y abrir la puerta, encontrándose con la sala completamente vacía a excepción de una larga mesa que utilizarían en el transcurso.
—Muy bien, fecha de hoy 7 de septiembre, domingo número siete de la investigación —empezó a decir la rubia mientras su mejor amigo extendía uno de los pergaminos que traía, este era nuevo por lo que Regulus escribió en el inicio de este.
—Los ingredientes siguen siendo los mismos, solo que he desechado uno por otro más eficiente —empezó a decir la rubia—. Hoy intentaremos probar si el ingrediente se acopla con los demás y logramos el efecto esperado o si será todo lo contrario ¿Te parece bien?
—Me parece buena idea —afirmó Regulus mientras se quitaba la túnica y la doblaba, dejándola al lado de sus pergaminos.
Georgiana hizo lo mismo, y entonces empezaron a mezclar los ingredientes con mucho cuidado pues un error y terminarían explotando todo.
El dúo trabajaba con mucha delicadeza, de vez en cuando murmurando cosas entre sí. Entonces cuando el momento esperado llegó, el caldero dejó de burbujear.
—Ok.. esto no es buena señal —murmuró Georgiana mientras tomaba a Regulus del brazo y se alejaban del caldero, el dúo tomó sus cosas y sin pensarlo la rubia hizo un hechizo no verbal que los protegió de la explosión.
—Creo que estamos colocándole mucho de algo —empezó a decir la rubia con el ceño fruncido mientras extendía los pergaminos, Regulus se dedicó a limpiar el lugar y restaurar el caldero.
Empezó a leer los pergaminos, preguntándose que era lo que estaban haciendo mal, pero no pudo encontrar una respuesta adecuada, así que simplemente soltó un bufido frustrada.
—Tranquila Giana... estamos cerca de conseguirlo, puedo sentirlo.
—¿Tu... enserio lo crees?
—Por supuesto, todo en la poción estaba yendo bien hasta que agregaste los últimos ingredientes.
—También pudo haber sido la manera en la que mezclamos las cosas —murmuró ella mientras escribía en el pergamino.
Durante las vacaciones el dúo de slytherin's habían empezado una investigación la cual poco a poco estaba dando frutos. Ambos sabían que aún faltaba mucho para que su poción estuviera lista, pero realmente esperaban conseguirlo.
Todos los domingos se reunían para continuar con su investigación, y solo se detenían cuando estaban próximos a exámenes. La investigación era ciertamente financiada por Abraxas Malfoy, quien le enviaba todas las semanas la lista de ingredientes que su pequeña le pedía.
—Muy bien, tendremos que comenzar de nuevo —espetó ella mientras se acercaba al caldero.
Lo intentaron un par de veces más, pero cuando los ingredientes se acabaron no tuvieron de otra más que detenerse.
—Algo aquí no está funcionando —empezó a decir ella soltando un suspiro frustrada—. ¿Qué opinas tú?
—Deberíamos volver a leer sobre los ingredientes, algo se nos escapó —murmuró el azabache mientras enrollaba los pergaminos, habían terminado por hoy.
—Tienes razón —murmuró ella—. Le escribiré a mi padre mañana, espero que junto con los ingredientes envíe unos cuantos libros.
—Yo le escribiré a Kreacher, tal vez en la biblioteca de la familia encuentre algo.
Salieron de la Sala de los Menesteres con el cuidado de que nadie los observara, y por suerte así fue.
—No te desanimes Giana, muchas pociones pueden tardar décadas en concluirse, y en poco tiempo tu y yo ya llevamos un avance —intentó animar el azabache.
—Tienes razón, vamos por buen camino.
Realmente quería creer eso, no quería desanimarse y dejar de lado la investigación.
Se lo debía a ella.
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