00. love

¿QUÉ MEJOR MODO DE INICIAR ESTA HISTORIA QUE con el final de una dinastía? Finales de 192 d.c., Roma. La muerte del Augusto Cómodo marcó el final de la dinastía Antonina y el comienzo de una nueva era para el pueblo. Su amante, Marcia, junto al liberto Narciso supuestamente terminaron con la vida de aquel simple mortal en un movimiento de la conspiración orquestada por Quinto Emilio Leto.

Es irónico como la historia omite, o bien, inventa u olvida cuáles fueron las circunstancias -o las personas -que los impulsaron a esos actos que consideraban tan varvaricos.

¿Qué fue eso que les dio el suficiente valor -o miedo- como para actuar en contra de aquel que podría matarlos con solo tronar sus dedos? ¿En verdad fue la confianza que tenían en Quinto Emilio suficiente?¿O fue acaso otra cosa, hipnótica, atrayente, prohibida y embriagante la que nubló -¿o aclaró?- su juicio?

Aquel hombre de buena musculatura y bellas facciones no podría conciliar el sueño, no después de cometer aquella atrocidad. ¿Se habría rebajado al mismo nivel que aquel demente? No. Los actos de Cómodo no tenían un fin o un porque, eran meros caprichos.

-¿Narciso? -Oh aquella voz ...

Con cautela Rosanna camino hacía el luchador, que estaba apoyado en una solitaria esquina de la Domus Augustea y se tapaba la cara con vergüenza y desesperación. La joven se arrodilló frente a el y tomó sus grandes manos -a comparación de las propias- entre las suyas, dejando al descubierto sus húmedas mejillas y ojos llorosos e hinchados.

-Lo mate -susurró el hombre con la voz quebrada.

Cualquier persona abría sentido como su corazón se entristecia y ablandaba ante la imagen de uno de los conciderados más fuertes guerreros de Roma llorar tan abiertamente, como si fuera un niño pequeño en busca del cálido consuelo de su madre, quien lo abrazaria y acariciaria su melena dorada mientras le decía que todo estaría bien.

Pero Rosanna no era una persona ordinaria.

Para empezar, ese nisiquiera era su nombre real.

Melaina se había infiltrado en el palacio junto a otros esclavos -ciudadanos de las afueras de Roma que fueron hechos pasar por originarios del norte- y se hunda ganado el corazón de liberto Narciso, además de llamar la atención de varios soldados pretorianos, y el mismísimo Augusto.

La chica lo miro directo a sus orbes oceánicos, con esa dulzura y amor que Narciso luchó por defender. Cuando el atleta escuchó los rumores que corrían entre el palacio no pudo evitar sentirse temeroso y colérico, pues se decía que el Augusto se había vuelto más reacio con su amante, que se había aburrido de ella y planeaba cambiarla por una esclava que recientemente llamó su atención. Una joven de negros cabellos, labios carnosos, piel lechosa y ojos oscuros. Cómodo cambiaría a Marcia por Rosanna. Su Rosanna. La dueña de sus más profundos sueños, esa bruja que lo había hechizado tan eficazmente. Aquella chica de la que nadie sabía nada y en la que todos confiaban ciegamente.

Al diablo los estatutos sociales y políticos. Si el Augusto quería algo, lo tenía.

Con delicadeza acuno el rostro del joven entre sus suaves manos, mientras este la miraba totalmente hipnotizado. No hubo palabras de por medio, pues ambos sabían como terminaría.

Rosanna se acercó con delicadeza a su rostro mientras el murmuraba con la voz rota - Cuando me encuentren me matarán.

- No temas mi amor - le dijo ella intentando calmarlo - Puedo terminar tu martirio más rápido de lo que ellos lo harán. Justo aquí, justo ahora.

El rubio miró a la chica con tristeza y asombro. Rosanna le proponía una muerte rápida y segura en sus brazos, sin tener que encarar a los guardias del palacio. Entre sus otras opciones estan entregarse y morir ya fuera decapitado o miserable y abandonado en una celda. O escapar y vivir la vida como un fugitivo. Y no arrastraría a su amada a sufrir por ninguna de ellas.

- Ayudame.

Tras esa última súplica la azabache lo miro con tristeza, para después unir sus bocas en el que sería el beso final del gladiador.

El sonrió bajo su gélido rose con sus labios.

Fresas.

Los labios de Rosanna siempre sabían a fresas.

El océano de sus ojos lentamente se fue apagando a medida que pasaban los que serían los segundos más eternos en lo que iba de la larga vida de Melaina. Ella lo acostó lentamente en su regazo mientras se recargaba en la pared. Una vieja canción se entonó en sus labios, siendo arrastrada por el viento y llevada a los más recónditos y solitarios lugares, acompañando al espíritu de Narciso en su último viaje. Ese fue el beso de la muerte, aquel considerado como la llave de la liberación y las cadenas del encierro. La azabache se permitió soltar unas lágrimas por el que fue uno de sus más devotos amantes en vida, y que seguramente también lo sería en su otra vida.

En otra parte de la ciudad los sabuesos negros de sangre y fuego caminaron alrededor de su ama mientras ella sonreía para sus adentros al escuchar la triste melodía que su hermana entonaba por la muerte del liberio.

- Esta hecho hermanito.

La muerte y desgracia que llegó al imperio cuando Cómodo se convirtió en el Augusto desató la ira de los dioses más benevolentes, quienes mandaron a los cuatro jinetes a ponerle fin a la vida del hombre. Nada nuevo. Llegar y cumplir el favor era simple cuando se trataba de personas, grupos o lugares comunes o desconocidos, algo que podía erradicarse rápidamente y sin levantar sospechas. Lastima que esa vez no fue el caso.

El manchar sus manos en los trabajos sucios era habitual en sus vidas - si es que se le podía llamar asi -, casi como una rutina que variaba ligeramente según el objetivo. De lugar en lugar, y de cuda en vida la eternidad de los cuatro hermanos parecía tan lenta y a la vez tan tortuosa. El sufrimiento y la codicia parecerían ni tener fin en ese mundo que los dioses se empeñaban en proteger simplemente por su narcisismo.

Que curioso termino.

Algo irónico en estas circunstancias.

La serpiente carmesí se movía entre las sombras más recónditas hasta llegar a su destino en lo alto del palacio, dispuesta a admirar el desastre que las acciones de unos pocos habían provocado, como el caer de un gran y nefasto dominó.

Vania sonrió satisfecha al momento de admirar una última vez el cielo estrellado y brillante que la ciudad le ofrecía. Karan y Eirene ya debían estar en el punto de encuentro, listos para desaparecer de la ciudad, dejando así solo un rastro de algo que pudo ser pero nunca pasó realmente.









































































































































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Esta algo corto la verda, pero wueno.

Cambie un poco (bastante) el contexto.

Para los que vengan de la otra historia, no se preocupen que esto aún esta Kurt Wagner × oc.

Espero que les guste, votar y comentar si fue así.

Y si no, también.

Bye

━━ Stella

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