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Chapter 10:-
Lisa reaccionó al beso con torpeza; hace mucho tiempo que no la besaban. Sin embargo la pericia de Jungkook era contagiosa y solamente cuando notó la profundidad de la caricia fue que reaccionó. Se separó con lentitud, con una delicadeza que no era suya, y lo miró fijamente. El hombre ante sus ojos tenía una mirada que ella jamás había visto, una mirada enamorada y pasional, sin esperar a que ella dijese nada Jungkook la atrajo a su pecho en un abrazo cariñoso y firme. Manoban no sabía que estaba pasando con certeza, sólo podía escuchar los latidos del corazón del azabache siendo rápidos, y sinceros.
Cuando se desenlazaron la muchacha al fin pudo hablar.
-J-Jungkook.-dijo torpemente.
-Me encantas.-le interrumpió él con una sonrisa, ella sintió arder sus mejillas.
-¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? .-preguntó sin sentido la más baja conteniendo mal su sonrisa.
-¿Acaso importa? .-preguntó Park y la cargó, la pelinegra se sintió como una niña.
-Estás loco.-bufó ella entre carcajadas. El de cabellos negros se río, y susurró a su oído palabras dulces: "mi pequeña muñeca, mi pequeña amante".
La pequeña pareja empezaba a degustar las mieles del enamoramiento.
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Mientras tanto, del otro lado del mundo, Rosé volvía de su paseo por la playa junto a Jimin rodeando su brazo.
-No puedo creerlo.-decía Park entrando a la casa con la fémina.
-¿Qué no puedes creer? .-cuestionó la rubia extrañada.
-Que caminara por dos horas tomado de la mano contigo.-se burló el aludido y Rosé rodó los ojos.
-Si sigues así de flojo va a salirte una barriga de papá cervecero.-bromeó la menor y le dio una leve palmada en su abdomen.
-Y, ¿gordito no me vas a querer? .- exclamó Jimin con tono acusador.
-Claro que te voy a querer, no hagas preguntas metrosexuales.-replicó pesadamente la chica. El mayor soltó una estruendosa carcajada.
-Mi masculinidad te la puedo demostrar cuando quieras, donde quieras y en la posición que quieras.-le susurró seductoramente el de cabellos negros a su hermosa novia. Rosé se dejó atrapar en sus brazos, mientras su cuello recibía un provocador mordisco y beso.
De pronto un estruendo se escuchó en las escaleras, sorprendidos, ambos empresarios miraron arriba del lugar y se dieron cuenta de la presencia de Jeongyeon quien había dejado caer un jarrón al suelo. Jimin frunció el ceño al ver sus ojos llenos de amargura, entretanto Chaeyoung no se percató del intercambio de miradas, y en vez de eso se fijo en el desastre en el suelo. La rubia se apartó de su novio y subió a paso rápido las escaleras, luego miró a Yoo con cuidado.
-¿Estás bien? .-le preguntó a la castaña, a lo cual esta misma desvió la mirada.
-Sí, creo que no me fije, lamento haberlos asustado.-dijo atropelladamente y se fue corriendo dejándola anonadada.
-Sinceramente creo que me detesta.-pronuncio la menor mientras ambos Park recogían el desastre de cristales en el suelo. El pelinegro no le dirigió la palabra y la angustia de la muchacha se incremento.
Ante ese ambiente tan tenso Rosé decidió desistir, a la vez que su novio pensó en poner fin a eso firmemente. Durante la tárdela madre de Jimin, hizo sus propios planes y organizó una pequeña parrillada para animar a su hijo y a su novia.
Sorprendidos ambos jóvenes, quienes sólo se enteraron una vez estuvieron los invitados en la puerta, no tuvieron más remedió que sonreír y responder amablemente las múltiples presentaciones que hacía la señora Park.
Entre tanta gente Rosé se sentía incómoda e intimidada, no porque no fuese madura, sino porque no era el mejor momento para algo así. No había habido un día desde que llego a esa casa en el que no sintiera que algo extraño pasaba con Jimin y su prima, y este pensamiento la hacía sentir demasiado incómoda como para relajarse.
Personalmente Jimin se sentía terrible, debía hablar con Jeongyeon y sabía perfectamente que estaba evitando demasiado a la rubia, lo que en conjunto simplemente aumentaba su mal genio.
Al Park no le gustaba lo que tenía que hacer, pero no había vuelta atrás, él había iniciado todo, por lo cual él debía terminar con ello. Por lo cual en un momento, no necesariamente el apropiado, jaló a Jeongyeon atrás de la cancha de baloncesto y para su mala suerte Rosé se dio cuenta de ello. Inquieta como estaba, la joven rubia los siguió en silencio, asegurándose de no ser vista o escuchada.
El Park soltó a su prima en medio de la oscuridad del solitario lugar y esta lo miró extrañada.
-¿Y bien? .-preguntó la chica de ojos oscuros con el rostro gélido.-¿vas a decirme que te perdone por pasarme a tu novia por la cara? ¿o me dirás que te gusto y me vas a besar esperando que te perdone?
-No.-contestó el mayor sorprendiéndola.-Jeongyeon, lo siento.-continuó, y la chica lo miró patidifusa.-soy un idiota.
-¿Eso es nuevo? .-cuestionó la castaña.
-Jeongyeon, amo a Rosé.-dijo sin rodeos, sabiendo que la hería. Su prima comenzó a llorar inevitablemente.-estoy enamorado de ella.
-Lo temía.-dejó salir entre sollozos la de ojos marrones, su respiración se entrecortaba.
Jimin la envolvió en sus brazos. Él había sido su primer beso, su primera vez, él había vuelto cada año a recordarle lo bueno que era tener sexo en las noches.
Para ella su primo siempre había sido amable y dulce, pero sobre todo, él nunca había sido suyo.
-Soy una tonta.-repetía una y otra vez la muchacha de cabellos castaños.
-No eres una tonta, Jeongyeon-ah.-replicaba Jimin abrazándola fuertemente.
Mientras tanto, Rosé les acababa de dar alcance y miraba la escena con curiosidad, tratando de no hacer conclusiones apresuradas.
-Sí, si lo soy, debí saber que nunca me amaste, debí aceptar que sólo era tu juguete y avanzar, tener otros novios, pero no, siempre fui la estúpida que soñó con que en algún momento me amaras de verdad.-chillaba molesta mientras golpeaba el pecho de su primo, pretendiendo que sí lo lastimaba con sus puñetazos.
La rubia quedó estupefacta, sin embargo, ella no haría una escena de drama barato, tenía suficiente de ellos los sábados por la tarde, Chaeyoung se quedaría escuchando hasta el final.
Jimin besó los cabellos de su menor tratando de tranquilizarla.
-Sí te quería, y te quiero Jeongyeon.-dijo sin ninguna muestra de descaro.-es sólo que, ya no es en la misma forma, ella... ella es especial.
-Y yo no lo soy.-exclamó la castaña mirándolo a los ojos, él suspiró.
-Sabes a lo que me refiero.-musito intentando buscar su mirar nuevamente.
-¿Por qué tenías que jugar conmigo? .-le preguntó, a lo que él pelinegro se quedó callado.
-Lo siento.-fue lo único que supo decirle.
-¿Por qué? .-insistió la joven con ojos cristalinos.
-Porque era más fácil.-respondió bajando la mirada.
Rosé escuchó incrédula y muchos pensamientos se amontonaron en su cabeza, trató de aminorar el palpitar de su corazón para que sus sentimientos no le hiciesen perder la conciencia. Ninguno de los primos Park dijo una palabra más que fuera lo suficientemente audible para ella y en pocos minutos los vio levantarse, en ese momento supo que era momento de irse.
Las últimas palabras que Jimin había susurrado a los oídos de su prima habían sido simples disculpas que no arreglaban el hueco en el fondo de su corazón, ni enmendaban absolutamente nada en ese momento, pero aun así la muchacha sabía que en algún momento de su vida recordar que él se hubiera disculpado la haría sentir mejor. No podía perdonarlo, ni si quiera podía mirarlo, pero era lo suficiente madura y se había descargado tanto como para que el alivió, venidero después del llanto, le diera una pista de ello.
Con los ojos hinchados Jeongyeon se separó de su primo sin dirigirle la palabra, y se dirigió a su cuarto.
El mayor la miró alejarse, sentía un peso menos pesado sobre sus hombros, aunque siempre tendría uno presente en su, recientemente estrenada, conciencia.
Dentro de la casa Jeongyeon se encontró con Chaeyoung en la cocina, intercambiaron una mirada extraña y sin hablar caminaron en dirección de sus respectivas habitaciones.
En su cuarto, Rosé, se quedó quieta mirando por la ventana. Sabía que Jimin no había sido bueno con las mujeres antes, sin embargo el verlo con sus propios ojos era demasiado chocante, casi como mirarse así misma caer por Jaehyun. No quería estar con alguien así, no quería amar a alguien así. Y aunque su corazón le decía que ya era tarde para eso, su razón suplicaba por una vía de escape.
Cuando pasó un cuarto de hora, su novio apareció en su cuarto. Lucía más sereno que cuando pisaron por primera vez la casa de la señora Park, y Rosé sabía el por qué.
-Hola.-saludó sentándose en la cama, pero ella no contestó a lo que el pelinegro sintió inmediatamente que algo andaba mal.
-¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? .-le preguntó increíblemente preocupado.
-No.-respondió de forma tajante, pues el dolor en su corazón no era producto de la insuficiencia cardíaca.
Jimin frunció el ceño y miró por la ventana.
-Lamento haberte ignorado durante la tarde.-contestó tratando de adivinar por qué debía disculparse está vez.
-No importa.-dijo con sinceridad y eso le preocupó aún más al mayor.
-¿Qué te pasa? .-cuestionó colocando una mano en el hombro de la rubia, está lo miró fijamente a los ojos e hizo la pregunta que quería hacer.
-¿Qué sucede o mejor dicho, que sucedió entre tú y Jeongyeon?, quiero escucharlo de tu propia boca.
Jimin quedó gélido ante esa pregunta. Luego miró hacia la puerta y temió que Jeongyeon le hubiese dicho algo, sin embargo, esa duda se disipó de su cabeza inmediatamente, eso no era posible. Caminó tres pasos lejos de la chica y se detuvo sin voltear a verla.
-Si te lo dijera me odiarías.-comenzó a decir.
-Si no me lo dijeras también lo haría.-replicó la menor y de algún modo eso sonó gracioso. Aunque Jimin sabía que no había nada agraciado en el asunto.
-Yo venía aquí cada año, tuviese novia o no, y me acostaba con Jeongyeon, ella es una muy buena mujer, ¿sabías? Y yo la escoria más grande de la humanidad... pero, ya no soy el que era antes. Alguien me ha hecho cambiar lo suficiente como para saber que eso está mal, y esa persona eres tú.-concluyo dándole la cara.
-Le hacías el amor a tu propia prima, ¿sabes lo descabellado que suena eso? .-el chico cerro los ojos ante sus palabras.-¿siquiera pensabas en las consecuencias?, ella se enamoro de ti y tú solo seguías jugando con sus sentimientos.-le decía dolida.-eres un ... .-trato de insultarlo, pero no estaba en posición de hacer una escena ya que no estaba en sus tierras ni mucho menos en su propio hogar.
-Rosé, yo sé que me equivoqué, pero mi corazón solo te pertenece a ti.
-Necesito pensar.-pronuncio conteniendo el nudo en su garganta para luego mirarlo a los ojos.
-Entiendo.-contestó metiendo sus manos en los bolsillos de la campera.
-Mañana regresaré a Seúl.-dijo la menor antes de que él saliera del cuarto. Este frenó en seco.
-¿Y tu salud? .-preguntó aún en shock, y la chica simplemente se encogió de hombros.
-Ya es demasiado tarde para que estuviese inconsciente con tanto dolor, ¿no crees?.-dijo seca y cortante.
-Si necesitas ayuda para ir al aeropuerto y esas cosas, le diré a mi madre que te acompañe al aeropuerto.-repuso Park, a lo que la muchacha movió la cabeza de forma negativa.
-Ya prepare todo.-comentó señalando la laptop. Le había tomado un minuto comprar el boleto de avión y tres hablar con su familia por Skype.
-¿Es enserio entonces? .-preguntó el azabache dolido por sus ansias de huir.
-Por supuesto, quiero pensar lejos de ti.-dijo haciendo énfasis en la palabra lejos, y Jimin sintió molestia.
-Ser un idiota no es una plaga contagiosa.-replicó el mayor con un humor amargo y cortante.
-No está comprobado, especialmente en tu caso crónico.-respondió la muchacha sin ningún sentimiento asomado en la voz. Jimin suspiró y salió de la habitación sintiéndose deprimido y desesperanzado.
Mientras que Rosé se dejó caer en su cama, sin poder dormir, lloró y gritó contra su almohada, su fino orgullo podría permitirle mostrarse de esa manera ante el Park, sin embargo, todos sus sentimientos tenían que ser desahogados, y la pobre almohada, como en todos los casos, pagaba los platos rotos.
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A la mañana siguiente la rubia se levantó muy temprano en la madrugada y se preparó para irse, miró a su alrededor y sintió pena de que su lugar soñado se manchara con esa pesadilla. Tomó su maleta, revisó sus papeles y bajó las escaleras. En la sala principal se encontró con la madre de Jimin arropada en un chal de lana color blanco.
-Señora Park.-exclamó sorprendida al verla en pie a esas horas. La mujer le regaló una tierna sonrisa.
-Buenas madrugadas, señorita.-le respondió Sora a la muchacha quien se ruborizó sin explicación aparente.
-¿Jimin-ssi le dijo que ... ? .-cuestionó la menor después de unos segundos de silencio.
-¿Qué te marchas? Sí, si me lo dijo.-confirmó la aludida.
-¿Le dijo por qué? .-preguntó tentativamente la chica.
-No, dijo que tenías un asunto importante que resolver con tu familia, pero conozco sus mentiras, jamás ha sido muy bueno mintiendo.-respondió la señora de oscuros cabellos con una expresión agotada en su rostro. Rosé no le respondió, se sentía incómoda al tener que hablar con ella en esas circunstancias.
-Yo sé que mi hijo no es perfecto.-comenzó a decir la mujer.-Sin embargo..., quiero que sepas que él jamás me había traído a una "novia" aquí desde que terminó la preparatoria.
Rosé la miró sorprendida por sus palabras y la mayor se encogió de hombros. Luego sin más ni más le abrió la puerta de la casa, pues enfrente había un servicio de transporte que la llevaría hasta el aeropuerto en Los Ángeles.
La muchacha caminó a la salida y antes de irse frenó en seco para darle un último vistazo a la señora de la casa. Intercambiaron indescifrables miradas, y de pronto ambas se abrazaron. Luego la muchacha subió al auto y se marchó.
Cuando Sora volvió a entrar en la casa se encontró con Jimin sentado junto a la ventana, miraba el camino por donde se había ido el anterior auto.
-¿Por qué no te despediste? .-le preguntó la mujer siguiendo con la idea de lo que él le había dicho, mas su hijo no contestó.
-¿No piensas ir a buscarla? .-cuestionó la señora después de un momento de silencio.
-No.-fue lo único que él le contestó. Luego salió de la casa en dirección a la playa, necesitaba despejarse.
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Mientras a ellos se les acababa el mundo y el dolor desgarraba sus jóvenes corazones, Lisa y Jungkook conocían el manjar del amor que se habían estado negando.
Rosé había decidido no llamar a sus amigos, en verdad necesitaba pensar a solas y sabía perfectamente que su madre no la interrogaría.
Las horas de vuelo pasaron lentas y monótonas para la joven rubia, era terrible como el estar deprimido podía hacer ver el majestuoso océano como un charco gris.
Llegó a Corea en la noche del día siguiente, pues la diferencia de horarios era muy grande. Cuando desembarco del avión y paso por el aeropuerto, en este hacía más frio que lo normal y sintió deseos de llorar de nuevo. Odiaba ese clima.
Caminó entre los helados charcos de la eterna lluvia de Seúl y tomó un taxi del aeropuerto para llegar a casa de sus parientes. Cuando llegó sacó la llave que siempre llevaba en su bolso, ella sabía que ellos jamás cambiaban la cerradura, abrió la puerta y dejó las maletas en el sofá. Ni si quiera se molestó en ver si habia alguien cerca o si habían salido de compras, en vez de eso se dirigió al cuarto que siempre ocupaba cuando visitaba esa casa. Su madre era dulce en no permitir que nadie más lo ocupara en su ausencia.
Se dejó caer en la cama y quedó plácidamente dormida.
Soñó que estaba en medio de un huracán, alterada y bajo la protección de un hombre de cabellos negros. De pronto el ambiente se calmó y el hombre que la hacía sentir segura lo miró con expresión serena, sin embargo su corazón le decía que nada estaba tan bien como él creía, que apenas era el ojo del huracán. Rosé sintió miedo y quiso advertirle, pero estaba muda. Aterrada vio como aquel hombre de cabellos negros y cálidos abrazos era arrastrado por el último coletazo del torbellino.
Despertó de repente, bañada en un sudor helado. Se sentó en la cama agotada, como si no hubiese dormido. Miró por la ventana y se dio cuenta que seguía lloviendo.
🍃🌺🍃
Momo 🍑💕
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