Capítulo 19
En esta historia se hacen algunas referencias a la Guía Omegaverse de *Letras del fanworld* y a mi libro Kappa: La Sexta Jerarquía. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen utilizada en la nueva portada pertenece a su respectivo dueñ@, créditos a este.
Aclaraciones
Las palabras resaltadas son la voz de mando.
Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.
Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.
Capítulo sin editar.
P.D.:
Feliz cumpleaños a Kanda<3
Sexto Arco
Segundas Oportunidades
Capítulo 18
Sorpresa, sorpresa.
Los nervios le recorrieron la columna vertebral hasta calarle en las neuronas, estaba inseguro de enfrentar a Tyki en su estado. La mano de su alfa palpó su hombro, regalándole al omega una sonrisa confiada, diciendo de modo silencioso que todo saldría bien, lo había sido con su padre y era quien más le preocupaba. Abordaron el avión y tomaron sus respectivos asientos mientras se tomaban de las manos, siendo así como su pareja le transmitía una paz incalculable y confianza para aquella sorpresa que estaba por revelar a sus demás seres queridos.
El omega acarició su apenas abultado vientre con una sonrisa, su aroma se notaba relajante y los demás pasajeros cercanos tuvieron sueño casi de inmediato, demasiado despreocupados por quitarse el cinturón ahora que el avión llevaba su vuelo en línea recta a Inglaterra.
Wisely pronto cayó en los brazos de morfeo, dejando ver despreocupadamente la fina marca que reposaba en su cuello mientras Road le tendía una manta y lo dejaba acurrucarse. Ahora era un poco más alta que el joven de piel morena y se veía menos infantil que la ultima vez que visitó a su querido amigo Allen.
¿Qué cara pondría cuando viera que al fin había concretado una relación con su primo menor?
Sonrió. La verdad es que moría de ganas por presumirle que esperaban ya a su primer cachorro. Pero aún más por ver la cara de Tyki-pon.
Aunque, muy en el fondo, esperaba que la noticia no afectara a Allen, despertando recuerdos dolorosos para él. En verdad no deseaba eso. Y sabía que era lo que más preocupaba a Wisely.
— ¿Cómo lo tomarás, Allen-kun? Solo espero que podamos compartir contigo un poco de nuestra felicidad.
Sentía los párpados pesados. No quería despertar aún. La cama estaba tibia y el ambiente tenía una agradable temperatura baja, pero un delicioso olor a tocineta y huevos revueltos lo hicieron sentarse en la cama, desprovisto de toda pesadez. Se notaba radiante. Enérgico. Como si se hubiera quitado dos o tres pesos de encima, nadie pensaría al verlo que acababa de pasar cinco días de extenuante celo.
Él mismo no sabía de donde provenía tan buen humor.
Quizá era el hambre que lo movía a salir de la cama y llegar a gatas a la cocina, donde observó en silencio y sonriente como Kanda se movía ágilmente de la estufa al mesón y viceversa, acomodando todo en dos platos de porcelana azul marino. Quería ver cuanto tardaría en notar su presencia, pero el alfa sabía muy bien que él se encontraba ahí; lo sintió de forma instintiva tan pronto salió de la cama.
— Creí que no te podrías levantar. —acotó, aún sin voltear a ver a su omega que hacía un puchero en respuesta.
— ¿Qué estás insinuando? No soy un debilucho.
— Quizá no, pero normalmente estas tan agotado y adolorido que no puedes mantenerte en pie el primer día. —Allen lo miró con sorpresa, sabía que Yu era observador, pero no tan expresivo como lo estaba siendo recientemente. El nipón continuó.— Parece que ya no podías con el hambre, y eso que te alimenté mientras estabas en el celo. Tu estómago no tiene fin.
La discusión comenzó. Pero contrario a sus usuales desacuerdos, esta vez era distinto. Kanda lo hacía enojar para ver sus infantiles muecas y luego se le escapaban cortas sonrisas que le borraban todo enojo al omega. De pronto ambos reían y jugueteaban, Yu apagó la estufa y lo persiguió un poco sin correr realmente, hasta atraparlo y besar su cuello varias veces sobre la marca, haciéndole cosquillas. El desayuno casi se les enfría.
Llegado el mediodía, Allen escuchó su móvil sonar en alguna parte del departamento, a saber dónde. Pensó en buscarlo pero ni idea donde empezar. Yu se apiadó del albino cuando empezó a buscar en el refrigerador, muy distraído viendo su contenido más que enfocado en encontrar el aparato que volvía a sonar por tercera vez. El azabache lo encontró en el cuarto y contestó.
— ¿Quién llama? —el número carecía de un nombre, no figuraba en sus contactos y al nipón le picaron la curiosidad mezclada con algo de celos.
—«¿Allen-kun? Soy Wisely, ¿no es este el número de Allen Walker?» —el alfa se acercó a Allen, lanzando el celular hacia sus manos mientras se iba chasqueando la lengua a recoger la vajilla usada. Incapaz de preguntar quién era el dichoso Wisely. Era como admitir que sentía celos.
— ¿Hola...? ¿¡Wisely?! En verdad eres tú, ¿cómo has estado?... ¿¡En serio!? ¿Cuándo llegan?... Sí. Sí, deja anoto el nombre del aeropuerto... ¿Seguro? No tengo problemas en ir a recibirlos... Bueno, entonces nos encontramos en casa de mis padres. ¿Dónde se quedaran?... ¡Eso es maravilloso, los veré ahí mañana!
La llamada se había alargado más que un usual saludo, creando una absurda y molesta duda en la cabeza de Kanda, la cual se guardó para sí mismo por mero orgullo. Allen sonreía con las mejillas enrojecidas mientras parloteaba alegremente por el aparato. Eso lo hizo buscar distracción lavando la losa, algo que usualmente hacía el omega porque quería ayudar en algo ya que Yu no lo dejaba cocinar. Tampoco sabía. Definitivamente había llegado tarde a la repartición de ese talento.
El viaje se sintió eterno para el omega, quien acariciando su pancita de forma tierna, no dejaba de pensar en los manjares que deseaba probar tan pronto bajara del avión. Road sonrió contagiada de su alegría, pero pensaba seriamente como cortarle las alas a sus sueños, ahora debía cuidar su dieta y por lo tanto no podía complacerlo demasiado.
Luego de largas horas de vuelo y un viaje en taxi, al fin llegaban a la casona de sus tíos. Nea los recibió en la puerta, ayudando a cargar adentro sus maletas. En la cocina, con el delicioso aroma de una tarta recién hecha, Mana los saludaba efusivamente y se acercaba a abrazar a su sobrino, acariciando su vientre luego de pedirle permiso.
— Oh Wisely, te ves tan encantador, el embarazo sin duda te luce. ¿Tienen sed? Hay limonada en la nevera o podemos hacer té. Si tienes hambre me dices, sé muy bien lo que es alimentar dos estómagos. —ambos omegas rieron bajito, adentrándose por completo a la cocina dejando a los alfas algo excluidos en la entrada.
— Bueno, supongo que así es cuando se juntan los omegas. —Road se encogió de hombros y Nea la guió a la habitación que utilizarían, mientras se dedicaba a darle consejos a la joven alfa sobre cómo lidiar con algunas situaciones del embarazo.
Algo que le agradeció infinitamente.
Mientras tanto, Allen se colocaba una ropa cómoda pero algo abrigada para salir. Le pidió a Kanda para ir a casa de sus padres, luego de explicarle que quién llamaba era su primo, el menor de ellos, y que este había venido a pasar una temporada con sus padres.
Kanda de inmediato pensó en Tyki y apretó los puños sin que Allen lo notara. Razón de más para ir con él. Allen ya estaba totalmente recuperado, además de que lucía tan saludable que hasta daba envidia. Aún no mencionaba ni palabra de sus supresores. Kanda comenzaba a pensar si debía sacar él el tema, Allen aún parecía el mismo olvidadizo de siempre. Tomó la decisión de hablarlo con él en la noche.
Abordaron el automóvil de Kanda media hora después. Allen se aseguró el cinturón mientras Yu arrancaba el motor y encendía el aire acondicionado. Condujo hasta salir del estacionamiento de su edificio y se adentro a la selva de cemento que eran las calles inglesas.
Allen comenzó a sentir extraño el aroma del aire acondicionado. Le parecía que olía a nuevo, sí, pero le incomodaba. La mezcla de ese aroma a auto nuevo y el movimiento de este le hicieron sentir mareado, revuelto. Se tapó la boca reprimiendo una arcada.
— ¿Allen? Oye —Kanda pudo sentir su angustia a través del lazo. Orilló el vehículo y fue apresurado a la puerta del copiloto. Abrió y se agachó frente a él mientras parecía calmarse.
— Ugh... Estoy bien, creo que desayune demasiado.
— Si quieres nos devolvemos. —Allen negó con la mano y se echó para atrás en el asiento, quedando casi acostado por completo.
Yu encendió el auto otra vez, bajó las ventanas y condujo más despacio, dejando que el aire fresco calmara la pesadez que sentía el albino. Su viaje fue quince minutos más largo de lo que originalmente debió ser.
Allen llegó dormido, su cara estaba relajada y Yu no pudo evitar pensar que parecía un ángel. Incapaz de despertarlo -aunque lo intentó- se resigno a cargarlo hasta la casa de sus suegros. Nea se preocupó grandemente al verlos llegar de esa forma, pero un chasquido de Kanda y alguno que otro improperio le acompañó a la aclaración de que solo dormía.
Claro que Allen despertó un poco después. El aroma del almuerzo de mamá lo llevó a rastras a la cocina, restregando uno de sus ojos y trayendo recuerdos de su infancia al viejo omega.
— Solías aparecer en la cocina medio dormido cada mañana, solo por el olor del desayuno. Que recuerdos.
— ¡Mamá! —el joven se abalanzó a sus brazos, restregando su melena albina en el pecho de Mana, cual niño pequeño.
— Wisely está arriba, en la habitación de invitados. Anda, te está esperando, dijo que tenía una sorpresa para darte.
— Sí, ya voy. —espetó sonriente.
Camino a las escaleras saludó a Road, a quien casi no reconoce. Hizo un mohín la notar que ahora era más grande que él. Alfa tenía que ser. Miró a Kanda en modo de súplica, una silenciosa forma de pedirle que no se peleara con su padre y la chica.
Un simple tsk y su mano agitándose a modo de correrlo, fue su forma de darle la tranquilidad de que nada pasaría. Subió negando con la cabeza mientras sonreía. No podía pedirle peras al olmo pero sí madera.
Tocó la puerta suavemente. Un adelante y giró el pomo despacio. Su primo estaba de espaldas a la puerta, mirando a través de la ventana, al parecer muy ensimismado con la vista del jardín trasero.
— ¿Me extrañaste, primo?
— Por supuesto que sí, ¿cómo están todos en casa?
— Ya sabes, de aquí para allá. Fue difícil que el conde me dejara ir así como así, pero tuvo que resignarse, después de todo ya no depende de él.
— Cierto. —rió— Mamá dijo que tenías una sorpresa para mi, ahora tengo mucha curiosidad de saber qué es. ¿Me trajiste algo de Japón?
— Ja ja, no sé si te guste la sorpresa, pero no es algo que se coma. —el omega de piel morena se giró lentamente, sus manos acariciaban su pequeño vientre y Allen captó de inmediato la situación.
Estaba embarazado. Wisely esperaba cachorros.
Y él no; pensó su lado omega. Pero no hizo mención alguna.
Se apresuró a darle un abrazo al joven que empezaba a oler a nerviosismo, Allen entendió el por qué se sentía así. Sabía que era por él y empezó a sentirse culpable por ello. Que a su primo le preocupara su reacción más que ninguna otra cuando debería estar muy alegre por ello; siendo que él mismo lo había acompañado cuando no quería estar cerca de nadie y lo ayudaba a relajarse con su suave aroma a cachorro, cuando aún lo era.
Se sintió como un hipócrita al tener pensamientos tan egoístas. Era momento de estar contento. Él ya había decidido superar esa etapa.
— Estoy muy feliz por ti, Wisely. Por ambos. Gracias por compartir esto conmigo, de verdad lo aprecio mucho.
Allen le secó las lágrimas, el moreno estaba sensible y lloraba con facilidad. Sus propios ojos se aguaron ante la escena pero no se permitió llorar, no ayudaría a calmar las emociones revueltas en la habitación.
Más tarde bajarían juntos a cenar. Allen recién recordó que Road y Wisely no conocían a su alfa y se apresuró, avergonzado, a presentar al molesto nipón. Road ya se le había pegado como chicle, admirando desde temprano sus facciones orientales y queriendo tocar su cabezo sin éxito.
Tampoco quería perder la mano.
Por insistencia del visitante y por supuesto, de Mana, la pareja se quedó a dormir. Ocuparían la habitación del albino. Que suerte que su cama era amplia y podrían caber sin problemas.
— Como se les ocurra hacer algo... Estaré vigilándolos, par de calenturientos. —Nea cerró la puerta al salir, Allen ya le gritaba avergonzado mientras le lanzaba un par de almohadas que chocaron contra la puerta y Yu se sentaba cruzado de brazos en el sofá bajo ventana, ignorando el ajetreo.
— Jo, papá piensa que no tenemos control. —comentó haciendo un puchero. Kanda lo miró de reojo y palpó el espacio a su lado, invitándolo a sentarse con él.
Subió un pie al mueble para dejarlo acomodarse y el albino uso su pecho para recostarse a mirar por la ventana, demasiado cómodo como para querer moverse en un buen rato.
— Moyashi, ¿estás bien? Parecías algo pensativo en la mesa.
— Mnh, estoy bien, es solo que... Recordé algo. Yu, olvide tomar la píldora.
— Ah, eso. Te la di mientras estabas inconsciente. No te preocupes por eso.
En sus gestos parecía decepcionado, pero no hizo comentario alguno.
— Ya veo. Gracias...
— ¿No querías tomarla?
— Yo... No importa, solo me preocupé porque no quería molestar.
— Allen... —Yu lo hizo voltear, sus ojos cristalinos delataban que tenía ganas de llorar, el nudo en su garganta se sentía asfixiante— No debía dártela ¿cierto? Lo pensé. Creí que sería egoísta no dártela, que debías estar consciente para decidir no beberla.
El silencio prosperó. Allen restregó su cabeza en su pecho una vez más, reteniendo un sollozo. La verdad sentía celos de su primo, se veía tan feliz, tan dichoso. Él quería eso. Lo necesitaba. Kanda sonrió levemente al verlo lamentarse tanto y volvió a hablar.
— Pero ciertamente soy muy egoísta. Aunque eso no asegura nada.
Los ojos color plata se abrieron como platos, mirándolo de frente. Su corazón se aceleró. Bombeaba con fuerza y hacia la sangre recorrer su cuerpo a velocidad, pintando sus mejillas y labios de un fuerte carmín. Sus ojitos brillaron ante la posibilidad.
— No te emociones demasiado, tonto brote de habas, recuerda que tu doctor dijo que no habían muchas posibilidades de que pase a la primera, tu celo sigue siendo irregular.
Y estaba en lo cierto. El simple hecho de haber estado juntos, aún en el celo del menor, no aseguraba nada. La tasa de fertilidad de Allen estaba ligada a su ciclo irregular. Bien podía haber tenido un celo simulacro por la emoción y que no hubiera ni un óvulo que fecundar. Su emoción disminuyó y se calmó, pero aún tenía esperanza, solo debía ser paciente.
Después de todo, Kanda acababa de aceptar en voz alta que quería tener cachorros, aunque lo dijera indirectamente.
Para ser el nipón, eso ya era un buen avance.
Su celular tenía múltiples llamadas pérdidas de un número que no reconocía. En los últimos dos días no había parado de sonar y eso lo ponía de malas, por lo que optó por silenciarlo para poder pensar mejor. No sabía con qué cara se enfrentaría a los padres de Eeez.
Hola, soy el novio de su hijo y quisiera su permiso para cortejarlo. Por cierto, soy hijo de un conde y quizá me lleve a su hijo y no lo vuelvan a ver.
Eso sonaba horrible.
Lo había ensayado un millón de veces y todas las formas sonaban pésimo. Mientras seguía dubitativo por la reunión del fin de semana. Su celular volvió a sonar y esta vez contestó, de mala gana.
— ¿Quién es? Por favor sea breve. —se jaló las largas hebras onduladas hacia atrás con fastidio, mientras se llevaba un cigarrillo a los labios y lo encendía, caminando al balcón de su apartamento de hotel.
Pronto tendría que conseguir uno alquilado.
— «¡Oni-san*! Jo, he estado llamándote desde ayer y no contestas, ¿dónde estás metido?» —esa voz era inconfundible. Tyki casi deja caer el cigarro de sus labios amoratados por el tabaco.
— ¿Wisely? No tenía grabado este número y por eso no contesté... Espera, ese número tiene el código de aquí, ¿estás en Inglaterra?
— «¡Sí! ¿No es eso genial? Me estoy quedando con los tíos, mi tío Mana no permitió que durmamos en cualquier lado sin saber dónde estabas. Te estamos esperando, no llegues muy tarde...» —y colgó.
Tyki no alcanzó a excusarse ni mucho menos a negarse.
Como si pudiera negarle algo a Wisely.
Suspiró resignado, pensado que hacer, pero el sonido del insistente aparato lo termino de exasperar.
— ¿Qué? Ya me quedó claro lo que quieres Wisely, iré cuando-
— «¿Wisely? ¿Quién es Wisely y por qué suenas tan enojado? ¿Ocurrió algo?» —la joven voz sonaba preocupada al otro lado de la línea. Y algo molesta. Tyki trago con dificultad porque la saliva se le hacia empezado a acumular cuando reconoció la voz de Eeez, además le había hablado con ese tono que solía esconder del mundo.
Con su verdadero yo.
Un sudor frío le recorrió la nuca cuando el menor sin esperar una respuesta clara, le informó que lo estaba esperando en el vestíbulo del hotel, necesitaban hablar y ahora con más razón; eso había dicho el joven rubio.
Bajó lo más rápido posible, intento no verse nervioso cuando llegó con el omega que leía una revista en silencio, con su típico cubre boca de un blanco impoluto; falló totalmente.
— No estoy molesto. De hecho me preocupé, aunque admito sentir celos de que te vayas a encontrar con otra persona a mis espaldas —dijo con un tono inocente pero a su vez mofándose de la cara compungida del alfa.
— No es lo que piensas, o sea sí, pero no, ¡aargh! Estás disfrutando esto ¿cierto?
— Muchísimo. —lo tomó del brazo y ambos comenzaron a caminar, Eeez se descubrió la cara antes de volverle a hablar— Si quieres contarme qué sucede, soy todo oídos.
— Mi hermano menor vino de Japón y me pidió visitarlo.
— Oh, que bien.
— Sí, pero ese no es el problema. Él se está quedando en la casa de mis tíos.
— Los padres de él, ¿cierto? —el rubio se detuvo y se paró frente a él, con ambas manos lo tomo de las mejillas para que se inclinara a su altura. Tyki pensó que lo iba a esar-— escucha, no me molesta, hazlo si lo tienes que hacer, te apoyo. Pero si es mucho para ti y necesitas apoyo, no dudes en pedirme ayuda, no me importa conocer a la persona quese ganó tu corazón. Debe ser alguien muy bueno y noble.
"Y lo es" pensó, pero no se atrevió a afirmarlo el voz alta.
¿Cómo era que ese ángel había llegado a su vida si no lo merecía? Definitivamente comenzaría a creer en Dios si todo salía bien.
— Por favor, te lo suplico Eeez, ayudame.
— Estaré encantado. Pero antes debería cambiarme ¿no?
El joven portugués negó efusivamente. Para él Eeez estaba perfecto tal cual estaba, después de todo gozaba de algunas comodidades por haber nacido con cuchara de plata en la boca.
El momento de verse las caras había llegado.
Sabía que pasaría.
Que el momento llegaría.
Pero no se sentía listo.
No sabía como reaccionaria cuando tuviera a Allen frente a él.
Pasó la noche en vela. Dormir en otra casa, en otra cama, con infinidad de feromonas mezcladas y sobretodo las de su suegro fue abrumante para su olfato. O eso quería pensar y no que la comida le había caído mal.
Tenía un malestar horrible que no le dejaba conciliar el sueño, apenas había soportado por ver a Allen dormir tan plácidamente en su cama de la niñez.
Cuando Allen despertó lo miró algo aturdido, pero sabía que era su alfa, su aroma lo dejaba en claro; él solo percibía las feromonas de su alfa envolviéndolo recelosamente, como buscando que se sintiera como si estuvieran en su propio hogar.
Pero tan pronto aclaró su visión se preocupó; Yu tenía unas ojeras enormes.
— ¿Yu, estás bien? Tienes cara de no haber dormido nada...
— ... No me digas —ironizó con media sonrisa— mejor que no se te ocurra que nos quedemos otro día, nos devolvemos en un rato.
Quería salir de ahí. Lo necesitaba.
El desayuno fue bastante ameno para los Walker. Tener a su retoño en casa, a su sobrino y a las parejas de estos era algo nuevo. Era como en el pasado cuando tenían sus reuniones familiares junto al Conde.
Era algo muy familiar.
El timbre de entrada sonó a medio desayuno. Road se ofreció a abrir y desde el comedor se escuchó la algarabía.
Una voz conocida le reclamaba a la joven alfa por su efusividad, a su vez le hablaba de lo alta que estaba y que ya casi lo alcanzaba, aunque exageraba un poco.
Allen se tensó en su asiento y Yu le tomó la mano por debajo de la mesa, apoyándolo, recordándole que estaba ahí con él. Tyki ingresó siguiendo a Road y Wisely lo asaltó ni bien entró, quedando este perplejo al notar el abultado vientre en su hermano, casi en shock, con un tic insistente en uno de sus ojos.
Reaccionó por las voces de Mana y Nea, saludando a este mientras asimilaba que su lindo y precioso hermanito había sido tocado y ultrajado por esa enana compulsiva.
Solo que había sido voluntario, y ya no era tan bajita.
Todo quedó en silencio cuando los ojos miel dorado chocaron con los grises. Un silencio de tres segundos que pareció eterno para esos dos.
Alfa y omega desviaron la mirada cuando el alfa habló otra vez.
— No me esperaba esto cuando Wisely me llamó... Yo, oh —pareció recordar algo y, avergonzado, regreso sus pasos y volvió con algo entre sus brazos.
No. No algo, alguien.
— Les presento a Edmond Leonhard, o Eeez de cariño, él es mi... Mi novio.
Oh. Eso si era una sorpresa.
El albino dejo escapar el aire que no había notado que retenía en su pecho. Había creído que ese encuentro sería dramático y escandaloso, así que estaba aliviado.
Y Kanda solo quería irse rápido a descansar en su propia casa.
Ni bien llegaron se largo a dormir por horas. Allen estaba sorprendido de lo cansado que estaba el nipón, así que se limitó a dejarlo dormir a rienda suelta y calentó algo de comer de lo que había en su nevera.
El domingo llegó sin aviso.
Y así pasó el tiempo.
Entre la rutina, el trabajo y las visitas a casa de sus suegros. Soportar verle la cara al alfa moreno y asimilar que estaba casi babeando por el chiquillo rubio del otro día —que de chiquillo solo tenía la apariencia— y sobretodo, oír a la insoportable pareja del primo de Allen parloteando día y noche sobre los antojos de Wisely y que ya pronto podrían sentir las pataditas y el movimiento de su cachorro.
¿Quién dice que él quería saber eso?
Más importante. Aún no tenía idea de cómo la chica tenía su número y le escribía por Whatsapp y redes sociales.
Tenía que soportar a toda la familia del albino. Eso incluía a Tyki, aunque aún le quisiera partir la cara. Yu quiso llorar por ver que el destino se burlaba de él de esa manera, pero al menos su omega estaba feliz.
Llegado junio le llegaron las vacaciones, un mes para estar en casa y descansar. Y en lo posible evitar ir con sus suegros. Casi prefería pasarla con su padrino.
Ugh.
No, mejor con ninguno.
Allen cruzó el umbral de la cocina mientras él servía el café. Traía una de sus camisas y se veía tentadoramente adorable.
Y sexy. Jodidamente sexy.
Desvío su atención a la vajilla, puso un plato frente a Allen que aún se pasaba las mangas largas por los ojos, espabilando de su sueño. Sirvió dos tazas de café con leche y azúcar y se sentó a desayunar.
— ¿Yu?
— ¿Hm?
— ¿Estás bien? —el omega lo veía fijamente, con la expresión de quién ha visto algo y no se lo cree.
— ¿Que tengo algo en la cara o qué? Estoy perfectamente bien.
— Mmm... Ok.
Allen no dijo más y comenzó a comer, aún observando a su alfa con extrañeza.
Kanda estaba tomando café.
Café con leche.
Y mucha azúcar
Su Kanda no tomaba el café si no era medio amargo y negro. De vez en cuando expreso, cargado.
Algo estaba pasando.
A medio plato dejó de comer, el alfa fruncio el ceño mirando el plato y tomando un sorbo de café se volvió a detener. Tuvo una sensación parecida a querer eruptar.
No. No eruptar.
Una arcada.
— Yu, estás raro, ¿te sientes bien? —Allen comenzó a preocuparse por su expresión contrariada, pero solo empeoró cuando lo vio correr al baño.— ¡¿Kanda?!
Allen lo siguió a pasos torpes, atolondrado. Lo encontró hincado en el váter devolviendo el desayuno. Asustado y sin saber cómo actuar, se dedicó a acariciar su espalda de arriba hacia abajo hasta que se detuvo al fin. Lo acompañó mientras lavaba sus dientes y lo llevó del brazo hasta la cama porque parecía aturdido, enfermo.
El alfa quedó pálido y eso le dio miedo. Miedo a que su alfa estuviera enfermo. Miedo a no saber qué hacer. Decidido tomó el celular y contactó a su médico, le explico la situación mientras el alfa parecía que el mundo le daba vueltas.
Tuvieron que tomar un taxi hasta la clínica, Kanda no estaba en condiciones de conducir y Allen no tenía licencia. Considero que era necesario tener una. Luego lo hablaría con su alfa.
El doctor lo examinó unos minutos después de llegar y lo encontró perfecto. No parecía estar enfermo, quizá algo estresado, pero nada que pudiera influir tan negativamente como para afectar su estómago, por lo que el beta de cabellos cafés decidió examinar a Allen.
Ni siquiera le había puesto el estetoscopio encima cuando el moreno le rugió. El sonido gutural que soltó le provocó un escalofrío. Tuvo que pedirle permiso para tomarle una muestra de ADN al susodicho con la excusa de que solo era un chequeo para estar seguros que no le había contagiado algún virus a su omega.
Siendo así accedió, Allen fue ingenuo y creyó en la excusa sin darse cuenta que el doctor le había lanzado una indirecta y los dejó en el consultorio mientras llevaba las muestras a analizar.
Pasada una hora mientras recibía electrolitos por vena, el doctor volvió con ellos trayendo una tablilla en sus manos cargada de documentos. Los resultados de los análisis figuraban entre ellos.
— Señor Kanda, he traído los resultados. Me alegre informales que están perfectamente sanos, ambos. ¿El señor Allen no se ha sentido extraño recientemente? Algún tipo de cambio en los hábitos alimenticios o de comportamiento quizá.
— Bueno, yo me siento como siempre pero Yu, él está algo raro. Lo he visto comer conmigo cosas que solo a mi me gustan y, oh, no ha querido volver a comer sus platos preferidos.
— Es perfectamente normal, al parecer esta experimentando los síntomas en lugar suyo. Felicidades, está usted embarazado. Le recomiendo comenzar con un chequeo de inmediato y llevar sus controles mensuales.
El doctor siguió hablando, explicando un sinfín de cosas al respecto y al milagro que implicaba para Allen haber quedado en estado así sin más. Pero ya no le estaba escuchando. Ninguno le ponía atención.
Allen miraba con sus enormes ojos a Kanda, sin poder creerse lo que sus oídos habían escuchado. Y Kanda no pudo más que tenderle los brazos, recibiendo a su omega que se abalanzó hacía él. El hombre de bata decidió dejarlos solos, ya luego le agendaria la cita de su primer control al omega, en su lugar envió a la enfermera a quitarle la vía al nipón para darles de alta; necesitaban gozar de ese momento a solas.
Kanda no cabía en su pellejo. No lo diría abiertamente, pero se le notaba por lo atento que se portaba con Allen desde que salieron de la clínica, incluso desde antes.
Mientras regresaban a la comodidad de su hogar tomados de manos en el taxi, Allen comenzó a divagar en sus pensamientos.
¿A quién se parecía su cachorro?
¿A él o a Yu?
¿Sería niño o niña?
¿Alfa u omega?
Pero una pregunta que no quería hacerse le pasó por la cabeza.
¿Nacerá esta vez?
Tragó grueso y negó con la cabeza, alejando esos malos pensamientos. Tenía que pensar en positivo por su bebé. Debía hacerlo.
Porque esta vez no pasaría nada.
O eso quería creer.
(*) Recordad que Wisely se crió la mayor parte de su vida en Japón, por lo cual es común que use los honoríficos y alguna que otra palabra en japonés mientras habla.
Hola bellezas. Lo sé, desaparezco muy a menudo, pero heme aquí con un capítulo más de esta historia. Si les puedo prometer algo es que no abandonaré mi historia. Eso denlo por hecho, pero voy a paso de tortuga, tengo una vida fuera de wattpad como todos los demás que entregan su pasión a través de letras para ustedes.
Sobre el capítulo, decidí escribir un poco distinto y no darle tanto drama al asunto, antes que alguien tenga un infarto(?) xD. (A que se creyeron que al inicio hablaba de Allen 7u7r *winkwink*)
Y bueno, al fin nuestro Allen está encinta de nuestro pelinegro favorito (ya era hora, me tardé lo sé :'v) pero como la chispa de drama sigue ondeando al viento, quién sabe que males le deparará el destino al yullen¿? (Yo sí, oci oci, ah)
P.D. si me matan nadie sabrá el final del fic xD muajaja(?)
P.D. 2: si no vuelven a saber de mi quizá me morí (? Cof cof cofomematóalguiencof cof.
Los quiero mucho, gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top