Capítulo 18

En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y la ||Guía de Comportamiento|| de @Mimmulus. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen utilizada en la nueva portada pertenece totalmente a Miyukiko y tengo su autorización para usarla, pueden seguir su cuenta de Instagram como @Miyukays. Este capítulo esta dedicado a ella y su arte, hice nuevos separadores, crédito a ella por las imágenes. Denle loff a sus publicaciones o no habrá más Yullen en el mundo (okno xd).

Aclaraciones

Las palabras resaltadas son la voz de mando.

Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.

Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.

Capítulo sin editar.

Sexto Arco
Segundas Oportunidades

Capítulo 18

El dolor viene
acompañado de temor.

Para Mana Walker, ver a su hijo marcado y feliz era un sueño hecho realidad después de todo lo que su pobre hijo había tenido que vivir en su joven existencia, pero ¿para Neah? Un aprovechado acababa de llevarse a su bebé de su cálido hogar por segunda vez... No, definitivamente no estaba contento.

— ¿Al menos tuvieron la decencia de utilizar un preservativo? —gruñó el alfa entre dientes, pensando levantarse del sofá bajo la mirada entre atónita y furibunda que acababa de adoptar Mana ante su reacción, tan contraria a la que este había mostrado ante la noticia de su hijo y su nuevo "nuero". Allen tembló en el asiento donde se encontraba.

— ¡Neah! ¿Cómo puedes ser así en un momento como este? —Mana abrazó a Allen, el cual estaba al borde de las lágrimas y algo entristecido, ver a su padre de esa forma le provocó un profundo sentimiento de rechazo. —Cuida tu lenguaje, no querrás dormir en ese sofá por una semana.

Allen contuvo una pequeña sonrisa momentánea; su padre se encogió en el mueble y metió las narices en unos documentos del trabajo que venía leyendo desde antes que llegaran los más jóvenes a la casa, mientras tragaba grueso y refunfuñaba infantilmente, no quería que su omega se enojara con él y lo echara de su cama, ni lo que lo privara de su calor y su dulce aroma. Mana sabía controlar a su alfa.

—Papá, de verdad lo siento... —susurró, a la vez que abrazaba a su madre la cual acarició su cabello, mirando por sobre su hombro al fornido joven que se mantenía en silencio con sus brazos cruzados sobre su pecho, con el ceño fruncido y claramente molesto por ver a Allen en tal estado por algo que él había asumido como su responsabilidad.

—No te disculpes cielo, tu padre está siendo dramático, él muy bien sabía que esto podía pasar. Pero bueno, ¡basta de caras largas! Yu, querido, ¿gustas un poco de té? Hice de tu preferido.

El alfa asintió sin despegar la vista a su suegro y tan pronto ambos omegas desalojaron la estancia tomó asiento frente a este y esperó captar su atención, lo cual funcionó a la perfección. Neah levantó sus ojos platinos por sobre los documentos que antes simulaba leer y hablo con voz entre afilada y ponzoñosa.

—Te di permiso de cortejar a mi hijo, ¡no de tomarlo de buenas a primeras...! —puntualizó en voz lo más baja posible, terminando de dejar los papeles en la mesilla al lado de su asiento, donde una lámpara de mesa con luz tenue apenas alumbraba los mismos, lo suficiente para ver lo que decían cumpliendo así su función. —Oh pero que mierda importa esto ahora, por favor dime que tomaron precauciones, no creo que Allen este preparado para formar una familia y espero que entiendas eso.

—No va a ser necesario hacer un escándalo, no está en celo. —fue la escueta respuesta del azabache que seguía con el ceño fruncido. —De todas formas le daré unas píldoras, soy bastante consciente de "eso". Ah, una cosa más viejo, no hagas llorar a " mi omega" de nuevo, o tendrás que preocuparte de mucho más que no dormir en la misma cama con el tuyo.

Neah pudo haber explotado en cólera de no ser porque Mana ya volvía de la cocina, con las tazas de té en una charola de metal y poco más atrás le seguía Allen con un plato grande de galletas de mantequilla, las preferidas de su padre, con el claro objetivo de alegrarlo. El alfa se tragó su molestia con un puchero y olvido todo enojo al oler las galletas, además consideró en ese momento que, si Kanda Yu se había atrevido a amenazarlo por haber regañado a su propio hijo, tal vez sí era el indicado para cuidar de él... Aunque ya luego se vengaría por su atrevimiento ya que no podía pasar por alto como Kanda sonreía cínicamente, como burlándose de que no pudo responderle.

Fuera de todo este drama, Allen tenía la cabeza realmente en las nubes, u otro lado; el punto es que había dejado de pensar en la situación por algo que su madre había mencionado en la cocina, —con el olor a mantequilla revoloteando por su nariz— quizá inconscientemente por la alegría que lo invadía, porque como toda madre, la felicidad de sus hijos es motivo de orgullo.

Pronto tendré alguien más a quien mimar~ —murmuró mientras tarareaba, realmente se lo decía a sí mismo sin pensar realmente en que Allen le fuera a escuchar.

El albino comenzó a cuestionarse entonces...

“¿Un bebé? Pero no si... —titubeó ¿quiero un bebé con Kanda...? Pero, ¿él querrá uno?”

La cabeza se le hizo un lío de dudas, preguntas, anhelos y ni una sola respuesta. Kanda notó rápidamente que Allen estaba algo des balanceado de la realidad, además de que comenzó a sentirse incómodo, con una sensación de vacío impidiendole disfrutar del té y una fuerte necesidad de abrazar al omega. Algo no andaba muy bien.

—Es hora de irnos. —Sentenció levantándose del asiento, mirando a los ojos a su omega que sin rechistar se levantó también.

— ¿Tan temprano? Bueno, pero no olviden venir de visita seguido. ¿No quieres llevarte algo de ropa limpia, hijo?

Varios minutos después, con una maleta pequeña y un par de lágrimas compartidas entre ambos omegas, el nipón pronto abordó su auto luego de colocar la maleta en el porta equipaje y abrir la puerta del copiloto para Allen, quien avergonzado le dio las gracias con la cara roja debido a los cuidados que tenía tan de repente el nipón con él; le abrió la puerta, espero a que se subiera y le colocó el cinturón de seguridad con total cuidado antes de cerrar la puerta y subir por el otro lado. Ni siquiera él mismo le había puesto atención a sus acciones, tan impropias de su siempre reacia actitud.

Aunque los padres del joven inglés si lo notaron, después de todo tenían años de experiencia.

—Neah ¿tú crees que...?

—Ni siquiera se te ocurra mencionar una locura así, Yu dijo que no hay posibilidades, además me aseguró que lo cuidará.

En ese momento, Mana no sabía exactamente a lo que se refería su esposo, puesto que él había entendido que el alfa al fin había aceptado a la pareja del albino, no que este se refería a darle anticonceptivos.

Hacía frío y el albino se encontraba temblando en lo que parecía un bosque al pie de una montaña. Observó en varias direcciones intentando reconocer el lugar pero era en vano; no sabía dónde estaba o como había llegado a ese lugar.

— ¿Hola? ¿hay alguien aquí?

Silencio absoluto. Una ráfaga de viento mezclada con copos de nieve fue su única respuesta. Caminó por lo que le parecieron horas, hasta encontrar una carretera empinada que al parecer rodeaba esa montaña y que se le hizo algo más familiar.

Este lugar es... Lavi...

Aquella ráfaga de antes se volvió a repetir, esta vez comenzó a tomar forma de un remolino, dentro de este comenzó a formarse una borrosa figura humanoide, que poco a poco tomó sentido y color.

Hola, Allen.

Pero ¿cómo es que...?

No hay tiempo Allen, el reloj de arena ya comenzó a correr, espero que esta vez él pueda lograr lo que yo no hice.

— ¿Reloj de arena? Lavi no estoy entendiendo, ¿y dónde está mi bebé? Lavi, quiero verlo, por favor, no me dejes despertar sin poder verlo una vez más... Llevo mucho tiempo esperando que volvieras.

Las lágrimas se derramaban como un río por sus mejillas enrojecidas por la temperatura baja y el torbellino de sentimientos. Un agudo dolor martillaba su cuello justo en el lugar de la marca.

Lo siento, Allen, pero su tiempo conmigo culminó, no pude quedarme más tiempo con nuestro retoño. Es hora de que me dejes ir también. Mi tiempo aquí ya se acabó.

— ¡Espera! —gritó, mientras se sentaba de golpe en la cama completamente sudando, Kanda apareció por la puerta de la habitación velozmente segundos después, con un rostro notablemente preocupado y desconcertado.

«Fue un sueño... Creo

— ¿Qué pasó? —Kanda lo abrazó, rodeándolo con sus brazos lo más que se pudo, hasta cubrir al otro, quien se había sentado en sus piernas buscando refugio.

—No, nada... Solo tuve ese sueño otra vez.

Desde que estaban viviendo juntos habían transcurrido alrededor de tres meses. Allen continuaba trabajando en la cafetería de Tiedoll y Kanda iba a diario a trabajar con Miranda y Noise Marie, luego de salir del trabajo pasaba por Allen y regresaban a casa donde Timcampy los recibía moviendo el rabo muy alegre y siguiéndolos por toda la casa. Todo estaba al parecer muy tranquilo fuera de ese sueño que se presentaba cuando menos una a dos veces cada semana, siempre ocurría cuando Kanda no estaba con él, ya que se levantaba muy temprano a meditar y ejecitarse, era una rutina que había adquirido y no se le iba, lo cual era el motivo del atlético cuerpo bien formado del nipón.

Kanda ya había notado ese detalle, porque cuando Allen madrugaba o al menos se iba a verlo meditar —aunque se dormía en el sillón tan pronto se sentaba— esa “pesadilla” no se manifestaba.

Aunque había otra cosa que lo estaba preocupando más.

—Allen te llevaré al médico hoy, te saqué una cita y olvide decirte.

— ¿A-al médico? Pero me siento bien... —el albino se puso nervioso y de inmediato se negó, estaba muy reacio a volver a hospitales o parecidos por su cuenta.

—Irás, yo te llevaré personalmente, pedí el día libre para asegurarme de que asistas. Te estás comportando extraño últimamente.

Me preocupas” quiso decir, pero su orgullo no se lo permitió.

Muchas razones tenía Kanda para estar al pendiente del albino, aunque no fuera consciente de todas ellas. Desde hacia varios días estuvo auto analizándose, su instinto le ganaba con cada mínima cosa que tuviera que ver con el albino, se veía a sí mismo incapaz de no complacerle algún capricho, y cuando peleaban por algo, acabo múltiples veces siendo el primero en buscar una reconciliación; se sentía fuera de sí. Y de alguna forma, sospechaba que todo tenía que ver con su lazo.

—No está del todo equivocado, señor Kanda —el beta se removió las gafas de pasta gruesa y las colocó en su bata de médico, regresando la mirada de nuevo a la pareja. —La condición del joven Walker continúa siendo la de un omega recesivo, aunque ya se había estado estabilizando la última vez que vino a su chequeo, pienso que la causa es más bien mental esta vez. Joven Walker, ¿se ha sentido estresado o preocupado por algo en particular? Puede ser algo en lo que ha estado pensando insistentemente, por ejemplo.

—De hecho he estado experimentado el mismo sueño diariamente... —Allen se llevó una mano a la barbilla mientras cerraba sus ojos frunciendo el ceño, pensando otra vez en lo que podía recordar del sueño; se le veía muy concentrado.

—Bueno, no soy especialista en psicología pero estoy casi seguro de que debe haber algo que provouqe que sueñr siempre lo mismo. Algo que tla vez usted quiera realizar u obtener.

— ¿Algo que quiero... Tener? —sus mejillas se coloraron, bajo las manos al nivel de sus rodillas, comenzando a jugar con sus pulgares para, vagamente, disimular.

Kanda chasqueó la lengua, podía percibir en el aroma del albino un notable nerviosismo y ansiedad, ahora tenía más curiosidad por saber qué es lo que necesitaba Allen.

El doctor solo pudo enviarle  vitaminas y unos relajantes para dormir, además darle algunas recomendaciones para mejorar su condición. Ya en la siguiente semana lo volvería a checar.

Allen suspiró desganado cuando entraron nuevamente al auto, sentía que todo apuntaba en su contra y que, además, estaba molestando a Yu con sus cosas todo el tiempo. La pregubta que más rondaba su cabeza aún giraba en torno a la conversación con su madre.

Moyashi, rindete ya y dime ¿qué pasa contigo? Acaso... ¿No confías en mí?

Su tono de voz le hizo removerse en el asiento. No era un tono que indicara que estuviera molesto o exasperado, ni siquiera preocupado. Sonaba más bien triste, y eso lo hizo sentirse arrepentido por no hablar con él apropiadamente desde un inicio.

—B-bueno, verás, yo... Um, me he estado preguntando si tú... —tragó con dificultad, estaba siendo aún más difícil de lo que pensó. — ¿A ti te gustan los niños?

No era lo que quería preguntar, pero fue lo único que pudo decir bajo los nervios.

— ¿Hah? ¿Por qué preguntas eso? —Kanda prefirió obviar que había entendido la indirecta de Allen. —«Así que eso es lo que le preocupa...» — pensó.

— ¿P-por qué, dices? —dio un pequeño brinco en su sitio, esa pregunta lo había acorralado, aunque no se sintiera hostilidad en la voz del nipón, su sonrisa confiada le era intimidante justo ahora, sentía que lo estaba leyendo como a un libro abierto otra vez.

—Tsk... Baka Moyashi, sabes que no me llevo bien con los críos en general. Babean, se comen los mocos y lloran por una simple mirada... —Allen torció los ojos, «cualquiera se asustaría de tu mirada, BaKanda» fue lo que pensó decir, pero Yu continuó hablando. —Pero, amaría lo que sea que venga de ti.

Un largo silencio abundó el resto del camino a casa, no uno incómodo sino más bien relajante. El albino sintió un profundo alivio que no podía auto explicarse, un leve cosquilleo en su estómago y las feromonas de su alfa lo ayudaron a calmarse lo suficiente para quedarse dormido en el asiento del auto, el cual Tu inclinó hacia atrás luego de aparcar un momento, solo para que estuviera cómodo. Al llegar lo llevó cargando al interior, una ligera sonrisa poco común se mantenía instaurada en su rostro mientras observaba al omega dormitar, para cuando cruzaron la puerta Allen ya iba despierto, pero estaba demasiado cómodo como para querer bajar de sus brazos.

—Pareces un gato mimado, solo te falta ronronear para mi. —Yu quiso bromear con él, esperando verlo rojo cual tomate en estación, pero las cosas no salieron exactamente como lo esperaba.

En lugar de eso, el albino le miró con lujuria mientras su dulce aroma se esparcía por la habitación, mordió su labio inferior provocativamente y se aferró más a las prendas del mayor, con sus mejillas rosadas y algo agitado. El aroma chocó contra su nariz tomándolo por sorpresa.

—Allen tú... ¿Estás en celo?

La puesta de sol era hermosa y mantenía cautiva la mirada del jovencito, pero a pesar de ello nunca soltó la mano del alfa, Tyki tampoco se sentía incomodo como para soltarlo, al contrario, se sentía completo mientras tenía a su destinado a su lado. Aún con el corazón roto y la voluntad destruida, Eeez era un respiro de aire fresco para un naufrago ahogándose, cuando le oía reír no podía evitar sonreír también, cuando pedía algo se lo conseguía a como diera lugar, así el chico le dijera que no era necesario.

—Tyki, mañana es mi cumpleaños número dieciocho, ¿sabes qué deseo como regalo? —Sus brillantes ojos platinos se posaron en los miel dorado del alfa y este, como hipnotizado por sus encantos, se arrodillo para quedar más bajo que el menor.

—Pide lo que quieras, te lo conseguiré, mi pequeño sol.

— ¿Sea lo que sea? ¿Sin excepciones ni peros? Así no te guste la idea, ¿me darás lo que yo quiera?

—Siempre y cuando no sea algo que te haga daño, sí, lo que sea Eeez.

— ¡Sí! ¡No te preocupes, es algo que me hará muy feliz! —el omega se veía emocionado, era la primera vez que Tyki lo miraba actuar así, era tan impropio de él... O simplemente era porque tenían escasos ocho meses de conocerse y aún tenía mucho que aprender de él.

Pero sin duda este nuevo lado le gustaba.

— ¿Y bien? ¿Qué es eso que te pone tan contento? Ya pídemelo.

— ¡Quiero ser tu omega! Y dijiste sin peros, ¡así que es una promesa! ¡Ya seré adulto, así que estará bien!

Su quijada parecía haberse dislocado, con una posición caída por el asombro, ¿en qué lío se acababa de envolver? Pero más importante, ¿en realidad era negativo cumplirle algo más que un capricho, cuando el joven se veía tan risueño y emocionado, y él se sentía tan ansioso y contento por ello? Su racionicio y su instinto iban en direcciones opuestas, pero el instinto se estaba aliando a su corazón para ganarle a conciencia.

Y lo estaban logrando.

—No prometo nada, primero debo hablar de ello con tus padres, quieto hacer las cosas bien, Eeez.

El omega estuvo de acuerdo, tiró suavemente de la mano del mayor para que se levantara y le dio otra sonrisa antes de volver a colocarse el cubreboca, ahora era mucho más alto que cuando recién se conocieron, aunque seguía siendo de baja estatura, el punto era que Tyki era demasiado alto para cualquiera que lo viera. Tomados de la mano, ambos caminaron nuevamente mientras el cielo, pintado de tonalidades rosa y naranja, se iba volviendo más oscuro para dar paso a la bóveda de estrellas, era el momento de llevar a Eeez a casa.

La cafetería se mantenía medio vacía a esa hora, la joven peliverde suspiró mientras apoyaba su rostro en su brazo sobre el mostrador, los dulces estaban listos para la noche y la música de fondo, en lugar de serle relajante se le hacía molesta; estaba muy aburrida por la ausencia del albino. Allen no se había presentado esa semana por su celo, y aunque ya debería haber acabado, parecía ser que su hermano había secuestrado a su mejor amigo.

O viceversa.

Pero a pesar de aquello no estaba preocupada, más bien sentía alivio, Allen sonó muy feliz cuando llamó para avisar que no asistiría al trabajo esa semana. La campanilla de la entrada resonó, captando su atención por lo que la joven, con una gran sonrisa recibió a la persona que atravesaba la puerta, aunque luego su rostro parecía mostrar hastío, su recién llegado cliente no era otro que Bak.

—Hola, hola~ ¿cómo está la chica más preciosa de la cuadra?

—Si no va a comprar nada tendré que pedirle que se retire y me deje trabajar, señor. —Lenalee uso un tono cordial para rechazar al muchacho a la brevedad posible, seguía molesta con él, pero más que nada, quería evitar su insistencia para coquetearle, ellos ya habían terminado hace mucho, pero el rubio insistía en que se merecían otra oportunidad.

—Pues ¿qué tal esto? Consumiré lo que sea que tú me vendas si aceptas sentarte conmigo un rato y escuchar lo que tengo que decir.

El beta se plantó frente al mostrador donde la china se encontraba dejándola sin tregua, sumado a que Tiedoll metió sus narices en el asunto muy convenientemente para Bak, ya comenzaba a sentir algo de lastima por él, era un buen chico después de todo y se estaba esforzando mucho por Lena. Al final logró su cometido, ahora ambos, con una taza de chocolate caliente para cada uno y un par de pasteles de fresa y vainilla, se miraban sin remedio entre el vaporcillo brotando de sus tazas.

—Bien, soy todo oídos.

—Lena, mira sé que quizá no fui lo suficientemente atento o-...

—No fue por eso —le interrumpió— en verdad no hiciste nada malo. Rompí contigo porque quise ir tras alguien, así que no tengo nada que perdonarte. No te merezco, Bak. Por eso no podemos regresar.

Un amargo silencio se pronunció, el sonido de la música de la cafetería y el olor a pan caliente era lo que quedaba hasta que el beta volvió a hablar.

—Quizá no sea un alfa fuerte y adinerado para protegerte, no soy guapo y me sale urticaria cada vez que me sonríes dulcemente, y definitivamente mereces más que yo, pero no me importa lo que pasó antes o lo que hayas hecho, solo importa que te amo, ¿será que ya no queda nada de tu amor para mi, Lenalee?

—Bak... —con sorpresa cubrió sus labios boquiabiertos con los ojos aguados, reteniendo las lágrimas que querían salir, se hallaba enternecida e incrédula por aquellas dulces palabras amorosas.

«En verdad no te merezco, Bak» —pensó.

—Por favor Lena, si aún sientes algo por mi, lo que sea, olvida lo pasado y danos otra oportunidad, no tienes que responder ahora, puedo espe- ¡...!

Un abrazo le corto las palabras. Lenalee se levantó tan rápido que ni siquiera pudo pensar en recibirla entre sus brazos cuando ya lo tenía rodeado del cuello, una sonrisa alegre le pinto el rostro, y la urticaria pinto el resto de su cuerpo bajo la ropa.

Desde la cocina, Tiedoll había filmado el momento oportunamente para mostrarle todo a Anita, luego Jerry lo arrastraba adentro para que vigilara los hornos mientras él decoraba los pasteles; todo estaba volviendo a la normalidad.

Incluso el destino de cierto albino.

Las ventanas estaban empañadas, las cortinas estaban a medio abrir pero aun asi no era posible mirar hacia dentro del departamento en penumbras. La tenue luz de una lámpara de mesa alumbraba la sudada piel del albino que parecía perlada, mientras las grandes manos del nipón la recorrían. Su respiración era agitada, fuerte y sonora, acompañada de suspiros y gemidos ahogados bajo su propia mano.

—No te contengas, dejame oírte, Allen.

Su cara se encontraba roja y su dulce aroma avainillado, rociado por notas de lavanda, se arremolinaba por toda la estancia, su excitación era notable y le sacaba sonrisas eróticas a Kanda, o al menos a Allen le ponían. ¿Cómo no estar en tan deplorable estado con semejante alfa entre las piernas lamiendo cada centímetro de piel a su paso? Eso era el infierno o el paraíso mismo, pero para Allen era una tortura tenerlo jugando con su entrada tan tranquilamente.

—P-por favor... Y-Yu, entra ya... Vamos, ¡p-por favor!

— ¿Eso son súplicas? —dijo con sorna, mientras le daba otra mamada a la erección del menor— ¿Nunca te he dicho lo lascivo que puedes ser en momentos como este?

— ¡Maldición, que entres y-ya!

Con la voz entrecortada exigió, contundente, su alfa rió por haberlo sacado de sus cabales y se apresuró a ponerse entre sus piernas, Allen le hacía un puchero mientras lo rodeaba con sus brazos, los juegos ya habían culminado y lo confirmó cuando el firme mástil de carne lo atravesó bruscamente, sin llegar a herirlo gracias al lubricante natural que producía todo omega en celo. El vaivén le hizo gemir descolocado, Kanda se detuvo a preguntar si le dolía.

—Yu, s-si te detienes otra vez, dormirás en casa de Tiedoll.

En otra situación se habría reído mucho por aquella amenaza, pero el omega de Allen era quien guiaba sus palabras, aquello iba en serio.

El sonido de piel chocando no cruzaba las paredes, pero el fuerte aroma del alfa sí, advirtiendo desde el pasillo próximo a su departamento que no era buen momento para ir de visita. No se detuvieron por dos días seguidos, al tercero Allen cayó desmayado por el cansancio y Kanda aprovechó para comer como una bestia, naturalmente tuvo que despertar al albino para comer antes de dormir por casi un día entero pegado el uno al otro, aún les quedaba mucho del celo para continuar su apasionado encuentro.

La mañana del cuarto día Kanda dormía extrañamente pasadas las seis, algo que no iba con su rutina madrugadora, pero con el agotador celo de Allen aquello igual no era posible. Algo le producía cosquillas en su entrepierna, quizá necesitaba ir al baño de nuevo, así que abrió sus ojos pesadamente para ver una escena demasiado erótica de pensar tan temprano; Allen le estaba haciendo una felación.

El omega se había despertado poco después de que se asomase el sol, con un calambre incontrolable que le exigía atención. La fuente de calor a su lado fue víctima de su instinto, cuando el omega gateó bajo las sábanas y perpetuo su erección matutina, lamiendo desde la base hasta la rosácea punta. Un gemido gutural escapó directo de la garganta para regocijar al albino, cuando Yu se corrió llenando su boca más de lo que podía manejar, siendo que algo de semen escurrió por los bordes de sus labios mientras tragaba lo que podía con una sonrisa.

¿Ese era su dulce Allen?
No, era el pecado en carne.
Y vaya vista pecaminosa.

Su pene palpitó gustoso, erigiéndose orgulloso frente a los ojos plateados que ansiosos lo invitaban a invadirlo; Yu no pudo evitar halarlo hasta dejarlo sobre él.

— ¿Lo quieres? Tendrás que moverte por él.

Allen no emitía palabras entendibles, pero sus acciones hablaban por él. Con ayuda del alfa introdujo en su interior la bestia que su alfa traía entre las piernas y lo montó fervientemente hasta agotarse, subiendo y bajando entusiasta por el falo, con su rostro enrojecido y gimiendo como nunca, definitivamente esperaba recordar esa sensación para pobrarlo fuera del celo, montar a Yu era una experiencia nueva y satisfactoria. En algún momento Yu se sentó para ayudarlo a moverse, lo notaba cansado luego de correrse por segunda vez y no podía detenerse, algo lo incitaba a seguir hasta que ninguno pudiera continuar. Bajo fuertes espasmos el más joven se retorció entre sus brazos, producto de las profundas estocadas que Kanda le propinaba, tuvo que parar cuando Allen le encajó las uñas hasta rasgar su piel.

— ¿Q-qué es e-esto? —Allen habló con voz baja y temblorosa, babeando y lagrimeando por el placer mientras su cuerpo temblaba en los brazos de su amado.

—Pequeño lujurioso, acabas de tener tu primer orgasmo seco.

Su alfa se infló el pecho lleno de orgullo y su erección creció aún más mientras golpeaba una y otra vez ese punto que hacia chillar al omega, sus colmillos asomaron por su boca y no pudo evitar morderlo levemente sobre la marca, sin detener sus movimientos mientras lo complacía hasta saciarse y culminar dentro suyo; la base de su pene se infló y Allen se quejó doblemente adolorido, pero con una sonrisa satisfecha en su rostro al mismo tiempo que caía rendido en su pecho. Kanda se acostó con cuidado ya que cada movimiento lastimaba al albino al estar conectados por el nudo, acarició sus cabellos mientras este respiraba hondo, rendido. Sin duda este celo no lo iban a olvidar jamás.

Allen esa noche no tuvo malos sueños, al contrario, soñó con una amplia laguna de aguas cristalinas.

Se hallaba sentado al borde de la laguna, con ambos pies sumergidos en el agua. Los movía juguetonamente, viendo el movimiento en el agua que era producido en forma de ondas desde sus pies. Un pequeño pez de colores coralinos revoloteo por entre sus piernas haciéndolo reír por el cosquilleo que sus aletas le provocaban. Allen, ingenuo, metió sus dedos al agua, sabiendo que el pececillo se asustaría, pero contrario a sus pensamientos el animal de agua dulce nadó hasta rozar sus dedos, justo antes de escapar y nadar a distancia, sin salir de su campo de visión, hasta unirse con un pequeño cardumen que revoloteaba cerca de ahí. Allen sonrió en paz y volteó a mirar el cielo.

Kanda despertó temprano con un sentimiento cálido en el pecho y el calor de su omega bajo el brazo, lo miro detalladamente; Allen sonreía entre sueños y se abrazaba el vientre como si doliera, algo no coincidía en aquella imagen. Pero su alfa interior le dictó no hacer nada y permanecer a su lado, dándole calor y protección porque el joven parecía esta cómodo sumergido en sus costillas.

Kanda tuvo un mal presentimiento y decidió despertar al albino para darle su medicina, había estado guardando por si acaso, unas pastillas del día después.

—Allen, despierta. Tienes que beber la medicina, creo que tu celo ya se detuvo... ¿Allen? —no obtuvo respuesta, lo movió, intentó despertarlo de muchas formas pero Allen seguía profundamente dormido, eso lo asustó.

Kanda llamó al doctor que atendía a Allen, su voz, siempre calma y profunda, estaba extrañamente alterada y sus palabras se atropellaban mientras explicaba por teléfono la situación.

—«Solo está durmiendo, debe estar muy agotado por el celo, pero aún así debe tomar el medicamento de planificación sin falta, a menos que estén intentando concebir, claro. Intente dársela y ayudarlo a tragar con agua, si necesita más ayuda puede volver a llamar, estaré pendiente señor Kanda...» —con esas palabras logró calmar al alfa, que se limitó a sentarse al lado de Allen con un vaso de agua al tiempo y la medicina en la mesa de noche.

Miró con detenimiento la píldora, pequeña y de un color amarillento, antes de regresar la vista al pequeño y frágil cuerpo de su amado. Se veía tan feliz y tranquilo. Ahora se debatía internamente...

¿Debía darle la píldora? Quizá era mejor esperar a que despertara y saber su opinión. O quizá... Quizá debía decirle que se la había dado. Sí, eso haría. Un brillo pasó fugaz por sus ojos y su instinto de alfa tomó dominio sobre sus ideas y acciones bajo su momento de vulnerabilidad.

Ya vería como explicarle a Allen por sus acciones.

Esperaba no arrepentirse de esa decisión, pero sobretodo...

Que Allen no lo odiara por ello.

Saludos mis amados lectores, razón de mi existi-le tiran la chancla y la esquiva como puede— ... Okey, okey, ya que me tarde un siglo (literal) para actualizar, que hace unos días hubo una actualización fantasma (gomenasai mashitta, error de dedo, no estaba listo) y que llevaban mucho esperando por el lemmon¿? Pero aquí está, ¡ya llegó! Aunque acompañado de misterios, hubo muchas escenas fluff acompañando el escaso smut(?)

¿Qué habrá decido Kanda? ¿Allen le perdonará lo que haya hecho?

¿Tyki asentará cabeza al fin? (Si es que no va preso antes por salir con un menor¿?)

¿Bak sobrevivirá a la urticaria?

¿Tiedoll habrá dejado que se quemara el pan?

¿Dejaré de hace preguntas para que las leas como en propaganda televisiva? Nah, creo que eso no XD

Like si lo hiciste y ahora te estás riendo. Por cierto, ¿vieron los últimos capítulos del manga? Admito que grite internamente, siento que los bebos están más conectados que antes, eso, como sus comentarios y likes, me motivaron mucho para volver a escribir, les dije que no abandonaría el fic. Nos vemos el próximo milenio(?) ahre¿? —huida estratégica.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top