Capítulo 16
En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y la ||Guía de Comportamiento|| de Mimmulus. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen utilizada en la nueva portada pertenece totalmente a Miyukiko y tengo su autorización para usarla, pueden seguir su cuenta de DevianArt en el enlace: https://miyukiko.deviantart.com/, sus dibujos son preciosos.
Aclaraciones
Las palabras resaltadas son la voz de mando.
Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.
Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.
Aviso: Integración de nuevo personaje.
Editado por maaeaca.
Capítulo 16
-Fragmentos
Anteriormente...
―Le decía a tu amigo Yu, lo especial que soy para ti... ―Tyki lanzó el anzuelo con carnada, y Allen era el pez que esperaba capturar. Yu gruñía bajo con poco disimulo.
―Yu no es precisamente mi amigo ―aclaró Allen con algo de sorpresa propia por sus palabras―, so-sobre eso, bueno, quería presentártelo por otra cosa...
―Debe ser porque soy tu persona especial ¿no? ―se mordió la lengua esperando una respuesta, Tyki se sentía incómodo por el rumbo que Allen les daba a las cosas.
―No entiendo, ¿A qué te refieres con especial? Digo, no sé, te quiero mucho, pero creo que especial no es la palabra exacta que usaría contigo Tyki...
― ¿Ah no, y cuál sería? ―Tyki sonrío mientras Yu apretaba la mandíbula sin poder captar la atención de Allen.
―Pues es que eres como mi hermano y creo que... era apropiado presentarte al chico que me... m-me g-gusta...
Luego de eso, Yu escuchaba en sus oídos el fuerte latir de su corazón, contrario a Tyki.
Él solo escuchaba el sonido de cristales romperse en miles pedazos pequeños y sin reparo alguno.
No.
No eran cristales.
Era lo que quedaba de su corazón.
El amor es duro, es real y cuando duele es algo parecido a morir, primero sientes mucho y después nada más que vacío.
El amor que Tyki había sentido todo este tiempo no se podía comparar a un capricho, una obsesión o un pasatiempo, era mucho más que eso, era parecido a la admiración del tesoro más valioso del mundo.
Había amado a Allen mucho antes de saber lo que era el amor, y si hubiera sabido y sospechado como acabaría todo aun así no habría cambiado un solo detalle, porque él no sería nada de no ser por Allen.
Era apenas un cachorro maleable e iluso cuando conoció su mayor perdición y salvación. Ese pequeño cachorro inocente de mejillas rosadas y regordetas, de cabello blanco como el de los abuelitos, de ojos amatistas y brillantes que no hallaba comparación alguna en ninguna constelación del firmamento.
Cuando se sentía solo, ahí estaba el bebé Allen riéndose de que las mariposas vuelan y llorando por la misma razón. Cuando estaba aburrido, le recordaba lo aburrido que debía ser no poder caminar aún. Cuando era demasiado para un día, caía rendido a su lado en la cama de sus tíos. Allen era para él, como la sangre es importante para que el cuerpo funcione.
Era vital.
Pero ahora se sentía vacío, más que antes, se sentía muerto.
Su pequeño Allen había crecido tanto, y él no había avanzado nada, todo él giraba en torno al amor que le tiene al albino, pero eso ya no iba a volver a funcionar para mover los hilos del títere que era su máscara.
Había herido a tantos, unos más que a otros; Lenalee fue una de sus mayores víctimas, la mayor de todas era él mismo, una víctima de su orgullo y codicia.
Pero a pesar de sentirse un mal nacido por sus acciones y su desgracia, no podía odiar al causante de todo ya que equivalía a odiarse a sí mismo, jamás podría odiar a Allen porque él no era el culpable de su decisión ni de su destino.
Destino.
Allen no era parte de su destino.
―Necesito hablar con mi primo a solas, ¿Podemos salir un momento Allen? ―sin esperar una respuesta se puso de pie, acomodó su saco y se dispuso a ir hacía la entrada del local para salir.
―Y-ya voy... ―Allen miró unos segundos a Yu, que no había despegado su vista de él luego de su declaración, y recibió un asentimiento silencioso, el alfa había notado la falta de malicia en aquella petición repentina.
Allen salió apresurado detrás de él, Tyki lo esperaba en la acera encendiendo un cigarrillo y llevándolo a sus labios con presunta parsimonia ―aunque estaba devastado―. Cuando estuvo a su lado lo condujo hasta el parque del frente, era de día y algunos niños jugaban alrededor, había una fuente cerca que estaba fuera de servicio y lucía desolado todo su alrededor. Caminó hasta esta y se sentó en el borde, Allen repitió su acción.
― ¿Sucede algo? ―inclinó su cabeza al preguntar. Se veía tan adorable al hacer eso.
― ¿Recuerdas cuando llegamos aquí y que te dije lo que sentía por ti? En aquel entonces no me diste una respuesta y tampoco quería una negativa inmediata, pero hoy has contestado a esa pregunta sin que yo te lo preguntara...
―Volviste a fumar, te he dicho muchas veces que eso te puede matar ―desvió el tema, la verdad no había vuelto a pensar en el asunto, ni quería hacerlo, él no alcanzaba a entender la magnitud de los sentimientos de su primo.
O se negaba a entenderlo.
―De algo tenemos que morir algún día, déjame escoger como acabaré al menos ―dio una larga calada al cigarro, tomando fuerzas de donde ya no tenía―. No me cambies el tema, chico. Sabes, te puse mi corazón en bandeja de plata, esperando que eso fuera suficiente, pero, tal vez es el destino el que tomó aquella bandeja, porque no logré que mis sentimientos te llegaran....
Cayó una lágrima.
―No quiero lastimarte ni seguir hiriéndome, entiendo tus sentimientos mejor que tú mismo, por eso sé que jamás podrás corresponderme. Y quiero que sepas que, aun así, pase lo que pase con nosotros en un futuro ―otra calada―, yo seguiré llevando este sentimiento aquí en el pecho...
Dos lágrimas más.
―Solo deseo pedirte una cosa, algo sencillo y solo por esta vez.
―Tyki... ―había empezado a llorar también, en serio que él amaba a su primo como a un hermano y verlo así de devastado y tan destrozado le partía el corazón―. Lo que quieras... no me gusta verte así.
― ¿Podrías darme un beso de despedida?
Aquello lo había tomado por sorpresa, aunque no una tan grande como la impresión de ver a Tyki llorar. Asintió, tembloroso y lleno de nervios, era lo único que podía hacer por él.
Porque Allen amaba a Yu.
Y sabía que Yu a él.
Cerró los ojos y se dejó hacer, los labios de Tyki sobre los suyos eran algo ásperos y tenían ese sabor a tabaco gracias al cigarro, era un poco desagradable pero solo por el sabor. El beso en sí era cálido, pero húmedo por las lágrimas que bajaban de las mejillas del mayor; tenía un ritmo lento, como detallando cada sabor de la boca de Allen, grabándolo en su memoria a fuego, porque sería el último y el único que obtendría con su permiso.
Era un beso cargado de amor y dolor.
Cuando notó que al albino le faltaba aire se separó despacio, pero antes de alejarse dejó un pequeño, minúsculo beso en la cima de sus suaves labios, apenas un roce, que simbolizaba el final de la despedida.
―Gracias, Allen, sé feliz.
Y luego se marchó, en silencio, perdiéndose de su vista como una sombra en la oscuridad. Allen lloró de forma amarga, odiaba que su felicidad estuviera construyéndose sobre la agonía de alguien más, pero así era el amor, a veces feliz, a veces injusto.
Sabía que no podía echarse a morir, Allen lo reprendería si lo viera ahora mismo, desaliñado, con crecimiento en la barba, el cabello desordenado, lleno de ojeras y con su ropa, que siempre luce prolija y bien arreglada, sucia y usada de al menos tres días; sin bañarse o comer adecuadamente, sin salir de su habitación de hotel. Le habían llamado a la habitación desde la recepción para cerciorarse de que todo estaba bien.
Ya lo daban por muerto.
Aunque técnicamente, eso parecía ahora.
Se levantó de las sabanas ya sucias por haber estado fumando todo ese tiempo, bebiendo y a veces comiendo sobre la cama, decidió que era hora de levantarse y avanzar, no era justo para nadie que se dejara morir en pleno hotel; se halló a si mismo sorprendido por su repentina empatía hacia los trabajadores del hotel que tendrían que lidiar con las consecuencias de su depresión.
Tomó una larga ducha, se afeitó y cepilló sus dientes y cabello, notó lo pálido que lucía por la falta de movilidad de al menos una semana, ya no sabía ni qué día era, que hora o cuánto tiempo había pasado de ese fatídico día en su vida.
Se calzó con cualquier cosa que halló en su closet, una ropa que debía ponerse a juego con otra para que luciera como él suele vestir, se la puso con otra que lo hacía ver como alguien tan común, común como se sentía ahora.
Y salió.
La recepcionista del hotel lo vio con sorpresa, no lo había reconocido a primera vista, pero omitió comentarios cuando Tyki se aproximó a pedir que limpiaran su habitación y que le dieran propina a quien lo hiciera, que lo cargarán a su cuenta; el cuarto era un desastre.
Camino por la Oxford Street, una de las calles más concurridas de Londres y llena de turistas a esa hora, podía ser cerca de mediodía. La gente iba y venía sonriente y en grupos, algunos en parejas o solos pero muy contentos o muy apresurados; sintió envidia de todos ellos.
Ya no quería seguir sintiendo dolor.
Comenzó a mirar el cielo en su andar lento y distraído, hasta que lo que era obvio que iba a pasar por andar distraído, pasó. Sintió como algo, o más bien alguien, chocaba contra su pecho y rebotaba derechito al suelo. Era un crio, un muchacho joven.
―Discúlpame, no te vi ―la voz de Tyki sonaba rasposa y desgastada, como cuando gritas por horas y luego te duele la garganta. Le extendió la mano al chico, era menudo, de cabello rubio oscuro pero sin llegar a ser castaño, tez clara y unos enormes ojos grises, el resto del rostro lo llevaba cubierto con una mascarilla blanca.
Tan pronto su pequeña mano estuvo entre la suya, su pulso se aceleró.
―Fue mi culpa, venía distraído viendo las hormigas ―se levantó rápido, soltando su mano de forma delicada y sin verse grosero, y su disculpa era tan formal y educada que casi sonaba como un anciano.
― ¿L-las hormigas? ―respondió algo choqueado, aquella electricidad lo había sacado de sus pensamientos deprimentes.
―Sí, las hormigas ―respondió con un tono un poco más alegre, claro que con la cara cubierta era difícil saber si sonreía o no―. Por cierto, ¿Usted también lo ha sentido?
―Sentir ¿qué? ―se sintió estúpido preguntando aquello, pero había pensado que eso había sido obra de su imaginación.
―La electricidad, cuando me tocó la mano... ―tal vez no se notaría a simple vista, pero en el rostro de aquel jovencito un leve sonrojo surcaba sus mejillas bajo la mascarilla.
Lo que si se notaba para Tyki era el dulce aroma a fresas que desprendía desde que empezó a hablarle.
―Disculpa lo que haré niño, pero debo sacarte de aquí.
No esperó una objeción, pero tampoco la obtuvo, cargó al chiquillo en brazos y corrió a la farmacia o clínica más cercana, esto no podía estarle pasando a él.
No ahora.
Las cosas para Allen tampoco estaban mucho mejor, estaba trabajando como de costumbre, pero sus gestos alegres no estaban presentes, el remordimiento de algo de lo cual no era culpable le provocaba insomnio y lo mantenía preocupado por su primo, no había sabido nada de él en días, sus tíos tampoco tenían noticias suyas y ni siquiera Wisely había logrado contactarlo, él no se atrevía a ir en persona a buscarlo, al menos no él solo.
― ¿Otra vez pensando en el estirado ese? ―la voz venía desde sus espaldas, la reconoció al instante y estaba de sobra girarse a confirmar su identidad.
―Tyki no es un estirado Kanda, tal vez solo es lo que parece, pero solo es una cubierta... Algo así como tú y tu mal humor, es una...
― ¿Qué ibas a decir? ¿Máscara? Yo no oculto cosas como los demás, tonto brote de frijol.
Desde hacía varios días Kanda llamaba a Allen por aquel mote en perfecto inglés, notó que el albino reaccionaba mejor a ese, aunque era una tontería. Lo que Yu en realidad buscaba con esto era provocar al albino por lo menos a una de sus tontas discusiones sin sentido, sacarlo de ese estado que casi parecía depresivo, aunque solo fuera genuina preocupación; y lo logró, pero al tomar uno de los biscochos de vasito que el albino decoraba.
― ¡Oye! ―hizo un adorable puchero, mirando como el azabache le daba un mordisco a la suave masa de chocolate amargo, el mismo se había empezado a vender desde que Allen lograra la receta que Tiedoll buscaba.
―No seas mezquino, no le luce a tu fachada de chico bueno e inocente ―siguió comiendo, por extraño que eso le pareciera a Jerry que en silencio veía desde cerca de uno de los hornos la escena, o a Lenalee, que sacaba fotografías con su celular para conservar aquella imagen de recuerdo.
―Esos son para la venta, ¡Tarde mucho preparando estos Bakanda! ―apretó sus pequeñas manos en puños, buscando lucir molesto, aunque a los ojos de Yu no intimidaba ni a una mosca.
―Si te concentraras en otra cosa, los habrías hecho bien a la primera ―Kanda se acabó el dichoso bizcocho en sus narices y Allen se ruborizó como tomate cuando lo vio lamerse un dedo que se había ensuciado con la decoración que antes llevaba encima el cupcake―. Eres un pervertido, ¿Qué pasa por esa cabecita tuya eh?
― ¿Q-qué cosas dices Kanda? Yo no-... ―sus palabras fueron cortadas cuando sus labios fueron palpados con el mismo dedo que segundos atrás era succionado por el alfa.
―Yu ―dijo mirando a Allen a los ojos, con rostro neutro pero confiado, era una expresión que Allen juraba nueva, o simplemente estaba demasiado abrumado para compararla a sus demás gestos.
― ¿C-cómo dices? ―pensó que estaba soñando, sí, seguro era eso.
―Que me llames por mi nombre, ya lo has hecho antes, no quiero que me sigas llamando por mi apellido ―sentenció al tiempo que repasaba la superficie de aquella boca, deseándola y conteniéndose de hacer más de dos cosas.
―Con... con una condición ―el albino tragó grueso, la cercanía que se iba acortando a segundos le ponía los nervios de punta y no sabía si aquello era bueno o no.
― ¿Cuál es esa? ―se acercó un poco más, encendiendo las alarmas en el omega cuando pudo captar su aroma a menta y cacao.
―T-tú también... tienes que... llamarme por mi nombre ―su rubor aumentó más si era posible, Lenalee considero darles más privacidad y Jerry ya se había salido de la cocina silenciosamente.
―Yo también tengo una condición entonces... ―sonrío con sorna y de lado muy cerca de su rostro, casi respirando sobre él.
Sentía que pronto le daría un paro.
O se desmayaría, que sería casi lo mismo.
Tyki caminaba casi en círculos por la clínica, sudaba agónicamente sin noticias del chiquillo aquel. Una enfermera beta se acercó a su lado con una sonrisa, atrapada por su aspecto fuerte y varonil con la intención de calmarlo y tal vez algo más. Mala idea, Tyki no tenía cabeza para lidiar con ninguna ofrecida en esos momentos.
―Va a estar bien, en unos minutos más podrá irse por su cuenta ―le había dicho la joven, morena y de cuerpo escultural, lleno de curvas.
―No me iré hasta que él esté listo, debo ayudarlo a volver con sus padres, los niños no deberían andar solos en esa condición en la calle ―sentencio con una mirada aterradora, espantando un poco a la joven, aunque también estaba algo sorprendida según Tyki pudo notar.
― ¿Niño? Oh, no es precisamente un niño, aunque yo creí lo mismo al verlo, tiene edad madura a pesar de su estatura.
¿Edad madura? ¿Qué tenía cara de tonto?
Y una mierda.
―He dicho que lo esperaré.
La beta se retiró algo molesta y sintiéndose rechazada, su ego había sido cruelmente golpeado por un "niño". No pasaron ni cinco minutos cuando el chiquillo salió caminando como si nada de los consultorios en dirección al moreno.
―Oye, ¿estás bien? ―no quiso sonar preocupado, pero lo estaba, y sentía que era transparente frente aquellos ojos grises y su mirada dulce pero apacible.
―Muy bien gracias a usted ―contestó cortésmente, aun ocultaba medio rostro debajo de aquella mascarilla y Tyki no podía ver si estaba sonriendo o no.
―No me hables de usted niño, me haces sentir anciano, soy Tyki Mikk ―estiró su mano en su dirección, desviando la mirada como quien se avergüenza por nada.
―Me disculpo por eso entonces, pero agradecería que no me trate como a un niño, pronto seré independiente. Soy Eeez, mucho gusto ―el pequeño estrechó su mano con velocidad y la soltó igual de rápido, evitando alargar el contacto más de lo necesario.
― ¿Por qué te cubres el rostro con eso, Eeez? ―se alejó despacio para no asustarlo, aunque el chico parecía tener todo menos miedo.
― ¿Me creería si le digo que me da vergüenza mostrar mi rostro? ―sus gráciles manos viajaron a las amarras de la mascarilla, removiéndola y dejando a la vista una boca algo pequeña, de labios rosados y carnosos; a Tyki se le hizo agua la boca y pensó que se estaba volviendo un pervertido por la depresión.
Aunque él ya era lujurioso desde antes.
―Eres demasiado lindo para ocultarte detrás de esa máscara ―dijo casi en un susurro y el chiquillo sonrió en respuesta.
―Mi máscara me ayuda a cuidarme de los aduladores, su máscara en cambio parece muy pesada ¿Por qué la usa usted?
Tyki se sorprendió ante aquellas palabras, tan sabías y directas, viniendo de un chiquillo de tal vez unos quince años.
¿Acaso se había vuelto tan fácil de leer?
― ¿Cómo es que sabes tanto de mí? No me conoces Eeez ―puntualizó.
― ¿No se da cuenta? ―el rubio río con algo de gracia, entendía muy bien porque el alfa no se daba cuenta de algo que él había notado desde que sus manos se tocaron.
―No entiendo niño.
―Tengo diecisiete, deje de llamarme niño, ser bajo no me hace menor. ¿De verdad no siente lo mismo?
Tyki pensó, dubitativo, no entendía la forma tan sabía e inteligente con la que Eeez decía las cosas, muy diferente a lo que hacía él, que se complicaba a sí mismo y a todo lo que lo conformaba.
No había entendido aún que ese casi adulto con apariencia infantil, gran madurez y bellas facciones iba a ser alguien importante en su vida...
No había entendido aún que eran destinados...
Holis, holis mis que- **le avientan la chancla** ya, perdón, sé que no es sábado y que han pasado tiempo esperando, solo que estuve full ocupada en el trabajo (mis vacaciones acabaron >:v) y mi Editora está igual de atareada que yo, es horrible pero necesario para vivir.
Capítulo corto a mis expectativas, pero conciso, dedicado a Tyki de principio a fin, y es que mi precioso **inserte meme de My Precious** no podía solamente sufrir y ser el malo, creo que es la tercera vez que les digo que no lo odien, solo ha tomado malas decisiones. Claro que eso no significa que el drama con él acaba. Como compensación, les diré que probablemente... el Yullen se tomará el cap. siguiente... Probablemente... Soy mala, ji, ji, ji. Saludos a mi gente de Amino que se pasean por acá para leer este humilde fanfic.
Por cierto, quedé primer lugar en el concurso de Green Bubble Awards edición 2017 en la categoría +LGBT, estoy preparándome para realizar un one shot de regalo para alguien especial y de paso para celebrar, estaré publicando en un mes Dios mediante, el one shot (que puede que llegue a two shot si les gusta) pienso hacerlo del foro YOI con la pareja Otayuri, es mi favorita y eso con el Yullen ocupan mis OTPs primordiales para vivir.
Bueno eso es todo por hoy, no los distraigo más...
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