Capítulo 11
Primero que nada... ¡FELIZ NAVIDAD! (atrasada ;-D)
Y feliz cumpleaños a mi queridísima Andrea Macarena que cumplió en días pasados, gracias a ella la ediciones se llevan a cabo con tanta calidad.
En esta historia se hacen algunas referencias la ||Guía Omegaverse|| de *Letras del fanworld* y la ||Guía de Comportamiento|| de Mimmulus. Para mayor información pasar a leerlas. La imagen utilizada en la nueva portada pertenece totalmente a Miyukiko, pueden seguir su cuenta de DevianArt en el enlace: https://miyukiko.deviantart.com/, sus dibujos son preciosos.
Aclaraciones
Las palabras resaltadas son la voz de mando.
Las palabras resaltadas en cursiva son la voz de omega.
Las palabras en "cursiva con comillas" son pensamientos.
Editado por maaeaca.
Cuarto Arco: Resarcimiento
-El Verano donde te perdí.
Cuatro años atrás...
Las maletas en la puerta de la mansión esperaban a ser subidas a la limusina y cierto joven alfa de veintiún años se encontraba notablemente ansioso; después de todo, luego de poco más de nueve largos años volvería a ver de frente a su amado primo favorito, y siendo que ya era un alfa hecho y derecho en plena potestad de escoger una pareja, ¿Qué mejor postor que el omega que ha tenido su corazón por tantos años?
Las vacaciones familiares de ese verano serían el momento oportuno para llevar a cabo su plan; desde siempre había querido decirle al precioso albino sobre sus sentimientos, pero este era aún un niño inmaduro y no quería asustarlo con esos temas. Él, por otro lado, se había convertido en un alfa a toda regla a la edad de 11 años, y estaba muy seguro de querer al pequeño omega para sí. Decidió esperar, porque Allen lo valía y ahora había llegado el momento que tanto ansiaba.
Había escuchado de sus padres la noticia de que el albino había debutado al fin hacía poco tiempo, y eso fue suficiente para ilusionarlo, así que lo primero que hizo al tocar suelo inglés, fue ir en busca del chico a casa de sus tíos, acompañado de su hermano menor Wisely, el cual se le pegó como chicle y no tuvo más opción que llevárselo.
Tomaron un taxi hasta la dirección que recordaba Tyki y se desplazaron rápidamente hasta allí, al aparcar y pagar por el viaje al conductor, pudieron distinguir la vieja casona donde viven sus tíos paternos y se abrieron paso por aquella vieja cerca chirriante de la entrada; tocaron al menos unas tres veces hasta que al fin su tío Nea les atendió.
― ¡Pero si son mis sobrinos! ―exclamó alegre―. Tanto tiempo sin vernos chicos ¿Qué tal están?
―Hola tío Nea, es un placer verlo nuevamente, estamos muy bien, vinimos a Londres de vacaciones y decidimos pasar a saludar ―contestó Tyki con su siempre eterna sonrisa educada y aguantando las ganas de correr a su tío de la puerta y entrar a buscar a la persona por la que realmente estaba allí.
―Sería muy descortés de parte de tu padre no venir a saludar a su hermano menor luego de años sin vernos, aunque conociendo como es si se aparece por aquí no me lo quitaría de encima. ―Nea rio flojo, recordando lo empalagoso que el Conde era, y Tyki estuvo de acuerdo con lo dicho por su tío.
―El Conde es así, nada puede hacerse ¿Y cómo está el tío Mana y Allen? ―la ansiedad comenzó a burbujearle por todo el cuerpo, su alfa se agitó y esperó con impaciencia la respuesta, deseoso de poder ver, oler y apreciar a su amado Allen, anhelando poder cortejarle y que, si todo marchaba bien, en un futuro poder enlazarse y hacer lo que siempre quiso desde cachorro, que el omega sea suyo.
Lo que Tyki no se esperaba era la noticia que estaba por escuchar.
―Maná está muy bien, contento porque Allen se enlazó finalmente con Lavi, con quien son amigos desde pequeños y con cuya familia tenemos lazos muy estrechos, pero triste al mismo tiempo porque al tener el enlace tan reciente, no podemos verle al menos dentro de un par de semanas más, ya saben, por eso de los olores y la posesividad de los alfas. ―Tyki podía jurar que la sonrisa se le congeló en el rostro al oír lo dicho por su tío, sin poder creerlo y rogando porque aquello fuese mentira ¿Allen...enlazado? ¿Con Lavi...? ¿Otro alfa había marcado lo que era suyo y se había adelantado y quitado a Allen? Tenía que ser una maldita broma.
Wisely le miró preocupado, y su tío Nea le preguntó algo, pero estaba tan impactado por la noticia que no le escuchó, de hecho, lo único que oía en esos momentos era el latir desbocado de su corazón, sus ilusiones rotas y como su alfa rugía furioso, decepcionado y completamente herido.
Le habían arrebatado a Allen, al amor de su vida, y él nada podía hacer para remediarlo.
No reaccionó muy bien a la situación, salió furibundo del hogar de los Walker, dejando atrás a un Wisely que se excusó con su tío antes de salir al encuentro del alfa portugués. Por el fuerte aroma amenazante que destilaba, fue fácil ubicarlo a aproximadas tres cuadras sentado en medio de un parque infantil, no era difícil darse cuenta de que los niños habían huido despavoridos, y es que con ese genio que se traía el alfa, hasta su hermano dudó sobre acercarse.
―Oye, ¿estás bien Tyki-pon? ―preguntó el trece añero con un halo de duda en su voz, esperando no sacar lo peor de esto y que su hermano le mandase al diablo.
― ¿Tú qué crees? ―preguntó irónico mirando a la distancia una calle ubicada un nivel más abajo que el parque rodeado de arbustos, donde se distinguía una pastelería con nombre aparentemente francés.
―Cielos, enamorarse es feo, parece doloroso... ¿y por qué no te buscas otra persona? ¡Después de todo tengo al hermano más guapo del mundo! ―exclamó orgulloso el pequeño omega inmaduro, ya que aún no ha llegado la edad para su primer celo y creía que sacarse a una persona del corazón era tan sencillo que había que cambiarla por otra mejor, así como con todo.
Tyki, si hubiese estado bien emocionalmente, quizá le hubiese explicado a su hermanito cómo funcionaba eso del amor, y que no era tan sencillo como lo pintaba, pero estando como estaba, aceptaba su consejo como la verdad más absoluta.
―Tal vez tengas razón... ―dijo sin pensárselo, estaba destrozado, frustrado y por demás, molesto.
"Un clavo saca otro clavo ¿eh? Wisely, eres un genio..."
― ¿Pues qué tal esa chica de ahí? Es muy bonita ―dijo el rubio, señalando a la primera persona que su buen gusto notó justo al frente.
―Vaya, no está nada mal, tienes buen gusto ―destacó con una sonrisa macabra para gusto del menor, quien pensando que hacía lo correcto, prefirió alentar a su hermano a olvidarse del omega albino.
―Pues... ¿qué esperas? Yo puedo esperarte por aquí si quieres, y si veo que logras algo tomaré un taxi de regreso al hotel y listo.
Tyki aceptó la propuesta, posando nuevamente sus cuencas en la figura de la chica que su hermano había escogido para él, de rasgos asiáticos y piel clara, torneadas y largas piernas que eran dejadas a la vista gracias a la mini falda que portaba, con un aire infantil por su cabello verde mar recogido en un par de coletas y sus bellos ojos rasgados de color amatista. Por su escaso aroma y su comportamiento tan normal a pesar del aroma fuerte que antes emanaba, dedujo fácilmente que era una beta.
Era perfecta para aquello.
Avanzó a largas zancadas hasta llegar al lado de la chica, que distraída limpiaba una ventana de la pastelería que antes miraba con Wisely desde el parque.
―Unas manos tan delicadas no deberían ser usadas para limpiar unos vidrios ―soltó con elegancia y una sonrisa confiada mirando de frente a la chica que parecía sorprendida por su repentina aparición.
― ¿Disculpe? ¿Lo conozco de alguna parte joven?
―No lo creo preciosa, no olvidaría un rostro como el tuyo ni con un lavado de cerebro ―la joven río con disimulo y el alfa sonrió satisfecho, estaba funcionando su galantería...
―Si me disculpa, "caballero", estoy trabajando, así que me retiro.
...O tal vez no.
― ¿A qué hora es tu descanso? Te invito un café.
―Lo siento, pero... ―la chica fue interrumpida, Tyki era persistente cuando quería algo.
Aunque aquella persistencia no le funcionase en Allen.
―Si no deseas café puede ser otra cosa, lo que gustes para mi estará bien ―insistió, sin apartar sus ojos ni por un ápice de las amatistas de la chica.
―Iba a decir que no nos conocemos. ―atinó ella, rodeando al alfa para dirigirse a la entrada de la cafetería.
―Soy Joyd Mikk, un placer conocerte... Ahora es cuando tú te presentas preciosa ―susurró a la peli verde esperando sacarle el nombre y ella estalló en risas que trataba de esconder detrás de la palma de su mano.
―Eres muy persistente ¿te lo han dicho?
―A menudo. ¿Y bien? ¿Tengo que arrodillarme? Por qué no me importaría hacerlo... ―a punto de doblar la rodilla, la chica lo detuvo avergonzada, sus mejillas se encendieron y al fin habló.
― ¡Espera! No hagas eso, me llamó Lenalee Lee, mucho gusto.
―Hermoso nombre para una preciosa chica.
Wisely pronto se marchó en otro taxi de regreso con su familia, era obvio que lo que quedaban de sus vacaciones no podría jugar con su hermano.
Mientras Lenalee caminaba por un estrecho valle de espinas a ciegas, Tyki luchaba con convencerse a sí mismo de esa era la mejor forma de sacarse a Allen de la cabeza, pero cometía un terrible error que tardaría en pagar... No fue difícil para un alfa tan atractivo y sugestivo, llevarse a la cama a la joven e inexperta Lenalee. Lo hacían con la frecuencia que el portugués deseara, y ella, enamorada tontamente por sus dulces palabras y sus miradas coquetas, lo complacía en todo lo que le pedía.
Lastimosamente para ella, no era su rostro lo que el portugués visualizaba en sus encuentros, no eran sus gemidos los que llenaban sus oídos... no, era a Allen a quien él veía cuando la tomaba, su imaginación lo llevó a creer que, sus gemidos venían del albino, chillando por más, clamando su nombre a voz de cuello, retorciéndose en un torbellino de placer...
Pero nada es eterno, y al concluir el mes de estancia de la familia del alfa, este tenía que partir.
― ¿Cuándo volverás? ―preguntó con añoranza. Cegada por el amor, Lenalee estaba dispuesta a esperar lo que fuera necesario, incluso ir al mismo infierno si él se lo proponía.
― ¿Quién dijo algo de volver? ―espeto sonriente mientras se podía notar la malicia en sus palabras. Su tono era arrogante y nada parecido al que había usado las tres semanas y media de estar saliendo con ella.
― ¿A qué te refieres? ¿Por qué me hablas así Joyd?
― ¿Acaso no es obvio? Pobre ilusa, ¿que no ves que me he estado divirtiendo contigo todo este tiempo? Y no puedes quejarte, por lo que he visto tú también lo gozaste. ―Lenalee perdió la fuerza de sus piernas y cayó de rodillas al suelo, pero Tyki ni siquiera se inmutó, lo cual solo causó rabia en la china.
― ¡Pero dijiste que me querías! ―reclamó desesperada, llorando a mares con la esperanza de que todo fuera una broma de mal gusto―. Y yo te entregué todo de mi... ¡fuiste el primero en todo! ―exclamó en un grito ahogado, comenzando a arrastrarse a los pies del portugués en signo de súplica.
―Mi corazón no tiene espacio para nadie más preciosa, pero fue un placer tener sexo salvaje contigo ―el alfa hizo una reverencia burlona, antes de marcharse dejando a la beta destrozada y pensativa, ¿a qué se refería con "nadie más"? ¿Acaso pensaba en otra persona cuando intimaban? La idea le rompía el corazón...
Justo como Tiki estaba por dentro, roto, herido y lastimosamente, aun perdidamente enamorado.
―Tú no tienes corazón... ―murmuró con el corazón dolido al viento, jurándose a sí misma no cometer el mismo error, jamás.
De vuelta a la actualidad...
Tyki despertó algo atontado y miró a sus acompañantes, Allen dormía profundamente en su hombro, babeando todo a su paso; se encontraban en su vuelo de camino a Inglaterra y en los asientos del frente venían Wisely y Road, también dormidos, estos se encontraban en una posición comprometedora, estando Road sobre el hombro de Wisely y este apoyaba su cabeza sobre la de la pequeña alfa, cabe destacar, que sus rostros se rozaban y fácilmente podían darse un beso accidental de moverse Wisely un poco más abajo.
Sonrío. No podía creer que, así como se llevó al albino hace más de dos años, ahora lo estaba trayendo de regreso al lugar donde este dejó tanto atrás, donde ya lo había perdido una vez. Habían pasado tres meses desde la graduación del albino y ahora estaban en pleno inicio de junio, lo cual coincidía con las vacaciones de verano en Japón y su hermano no se vería afectado por viajar con ellos. Solo gracias a ese pequeño detalle es que había podido retener al albino por más tiempo en el país, con la excusa de que su hermano deseaba acompañarlos en su viaje y se lo agradecía internamente a Wisely, aunque con eso no logró convencerlo de no volver a su tierra natal.
Algunas horas más tarde, luego de una reponedora siesta, los cuatro jóvenes descendían del avión que los había movilizado de Japón hasta el Reino Unido, posiblemente estarían en el hogar de los Walker en menos de dos horas si partían en seguida en taxi, pero los más jóvenes del grupo no tenían eso en mente, era temprano, y ellos eran unos adolescentes hormonales con deseos de turistear.
―Pero Tyki-pon ¡aún tenemos mucho tiempo antes de que oscurezca! ¡Demos un paseo! ―insistió el rubio con aire infantil, apoyado por Road.
―Anda, no seas amargado Tyki, mira que a Allen no le vendría mal ponerse al corriente de cómo están las cosas por aquí... ―afirmó la menor, y el alfa mayor observó al albino, buscando silenciosamente su aprobación.
―Por mí no hay problema, además, tengo una amiga que me gustaría visitar antes que nada... Quiero darle la sorpresa.
―Está bien chico, si tú lo pides, yo lo hago por ti. ―Allen sonrió en respuesta, mientras este y los otros menores daban un brinco y empezaban a andar, como críos en un parque.
Tyki solía complacerle en cada uno de sus caprichos, a los ojos del resto, era su forma de consolar al albino, a pesar del tiempo que ha pasado desde el incidente; pero solo era el disfraz detrás de sus intenciones, una máscara con la que le hacía ver al albino que era el alfa perfecto para estar a su lado, aunque con su inocencia y lo despistado que es Allen no lo notaba.
Allen por su parte, no veía en Tyki más que un hermano mayor, alguien sobre protector que lo pone por delante suyo en todo, alguien confiable... alguien con quien sentirse seguro y protegido.
Una bella ilusión.
Su paseo los llevó por una larga plazuela, el suelo estaba recubierto de ladrillos viejos pero conservados, dándole un aspecto más rural. Los edificios a cada lado no parecían estar habitados como vivienda, más bien eran utilizados como puestos comerciales, pero no así quitándole encanto al aspecto del lugar. Los ojos violetas del albino miraban con asombro esa parte de la ciudad que aún no conocía, hechizado por el toque romántico del lugar y el ambiente pintoresco de este.
Observaba aquí y allá, los suvenires que podría enviar a sus tíos cuando sus primos regresarán la siguiente semana, optando por unos adornos de mesa con las características típicas inglesas, donde se notaba una pareja con ropajes ingleses del siglo XIX que disfruta de la hora del té.
Su primo menor en algún momento desapareció junto a Road, Tyki estuvo por entrar en cólera, de no ser por Allen, quien optó por calmarlo recordándole que Road no era ninguna extraña en suelo inglés, logrando que sacará un suspiro.
― ¿Y qué quieres hacer ahora? Nos dejaron solos... ―Tyki sonrió para sus adentros, con su ligera insinuación, esperaba despertar algún bajo instinto en el omega, sin éxito alguno.
―Creo que hay un lugar al que me gustaría ir, pero no sé cómo avisarles a los demás... ―dudo por un segundo, creyendo que no podrían reunirse con los menores, lo cual no era muy buena idea.
―Puedo llamar a Wisely y pedirle que vayan directo a casa de mis tíos, nos podemos reunir allí.
― ¡Excelente! ¿Qué haría sin ti? ―sus palabras lograron agigantar su ego, su alfa interno se removió inquieto.
―Allen... ―susurró casi jadeante, con sus gemas azules entrecerradas, intentando contener todo el amor que se desbordaba de su pecho ante lo dicho por el albino―. Perdóname, ya no puedo aguantarlo más...
― ¿Qué quieres de...?
Sus palabras fueron interrumpidas abruptamente, sin más aviso que ese, Allen sintió algo tibio y suave presionando sus labios, con sus ojos como platos, pronto comprendió que no era algo, sino alguien, y ese alguien era Tyki.
Lo estaba besando.
Su primo Tyki lo estaba besando.
Y no le disgustaba tanto.
Las manos del mayor rodearon su nuca, estrechando aún más el beso, siendo lo más tierno y suave que sus impulsos le permitían, logrando poco a poco que Allen correspondiera, confundido, aturdido, pero correspondiendo.
En medio del beso, las lágrimas escaparon de sus ojos, un flash de sus besos con Lavi lo bombardeó, y Tyki al notar su llanto se detuvo, temiendo haber lastimado al chico o haberlo asustado con sus estúpidos impulsos de alfa. Pero estaba lejos de eso, en la cabeza de Allen había confusión, por sentir esos besos tan cargados de sentimientos justo como los que Lavi le regalaba cada día; y aterrorizado, por temor a volver a sentir algo por alguien y terminar igual o más herido al perderlo, porque siempre estaba esa posibilidad.
De alguna forma que no podía explicar los sentimientos de Tyki lo alcanzaron con una fuerza abrumadora; pero él no podía corresponderlo, no así, no de repente, a él solo lo veía como un amigo, como pariente, como un hermano.
Oh, pero Allen es tan bondadoso y blando de corazón, que no sabía cómo decirlo sin herirlo.
―Allen... ¡lo siento! ¡No debí haber hecho eso! ―se disculpa sobresaltado, si llega a arruinarlo no lo podrá manejar.
―Tyki... yo...
―Me gustas chico, tal vez no sea el momento más propicio, ni el lugar más romántico para decirlo, pero... ya no me cabe más en el pecho... ―sinceró, sabía lo patético y cursi que se escuchaba, pero sabía muy bien que ese era el único modo de hacer llegar sus sentimientos al albino.
Y lo logró.
―Escucha Tyki, yo en verdad aprecio que sientas algo así por mí, pero estoy algo... confundido ahora mismo.
―Lo entiendo, pero por favor, ¿podrías considerarlo? Sé que no soy perfecto, pero por ti puedo intentarlo.
Allen divagó un momento, dubitativo, no estaba seguro de querer envolverse en la tormenta que representaba intentarlo, se sentía un cobarde.
"Los cobardes viven para contarlo, Allen" ―se dijo a sí mismo dentro de su cabeza.
A la vez, no quería arrojar a la basura su amistad con su primo, y prefirió decir que lo iba a pensar, por un largo tiempo y sin presiones, cabe destacar.
En completo silencio, ambos viajaban a bordo de un taxi con rumbo al lugar al que el albino deseaba llegar, el silencio no era del todo incomodo gracias a Allen, que de vez en cuando miraba a su acompañante con una sonrisa como si lo ocurrido minutos atrás fuera de lo más normal, pero, sobre todo, admitiendo que había ocurrido, y eso reconfortaba el maltrecho corazón portugués.
Pronto Allen divisó el lugar al que deseaba llegar, y solicitó con emoción al conductor detenerse ahí mismo, consiguiendo que el pobre hombre pegara un frenazo del mismo susto teniendo que disculparse ambos con el beta que, malhumorado, tomó el pago por la carrera y se marchó. Caminaron lentamente en dirección a una cafetería que, por algún motivo a Tyki le recorrió un escalofrío en la espalda, pero su memoria no estaba funcionando correctamente después de besar a su primito, y no pudo recordar que podría ser.
Entraron al establecimiento, haciendo sonar una campanilla al abrirse la puerta, no estaba muy lleno, pero había varias personas, una de ellas en particular llamó la atención de ambos hombres, aunque por distintas razones.
― ¡Lenalee! ―gritó el albino, corriendo para arrojarse a los brazos de su mejor amiga, a la cual no ha visto en años.
― ¿Allen? ¡Allen! ―sorprendida como estaba, dejó la bandeja que sostenía segundos atrás sobre la primera mesa que tuvo cerca y correspondió al abrazo de su amigo, casi sin notar que el antes pequeño omega ahora era de su tamaño y hasta podría bien pasarle por uno o dos centímetros.
―Dios, te extrañe tanto... ―murmuró en el abrazo, mientras la chica a ojos cerrados le acariciaba la espalda como dándole consuelo.
―Yo también, ¿qué haces aquí? Digo, ¿Por qué no me dijiste que vendrías? Habría ido a buscarte.
―Quería darles una sorpresa a todos, quiero saludar a tu tío y tu madre si está, pero antes déjame presentarte a mi primo, ha estado cuidando de mi desde que partí a Japón.
― ¿Japón? Todo este tiempo ¿estuviste en Japón?
―Larga historia, luego te cuento con más detalles, ven. ―Allen jaló a su amiga con una sonrisa en su rostro, nunca notó como su primo miraba a aquella chica, ni como esta reaccionó al verlo.
Era él. Y era ella.
―Lenalee él es mi primo Tyki, y Tyki, ella es mi mejor amiga, Lenalee Lee. Los dejo un momento, iré a ver al señor Tiedoll... ¡conózcanse! ―grito alejándose, dejando una pequeña bomba de tiempo correr al desaparecer tras la barra de la pastelería. Siempre tan despistado.
―Tú... ―hablo bajo, con rencor en la voz, Lenalee estaba hecha furia y estaba por demostrarlo―. Creí que tu nombre era Joyd, ¿otra mentira más?
―Así me llamo, Joyd Tyki Mikk, no lo gastes preciosa. Escúchame bien, si llegas a mencionarle algo a Allen, así sea la más mínima cosa de lo que pasó entre nosotros, te prometo que no solo tu hermano, sino cada uno de los que te conocen sabrán como bramabas como perra en celo cuando lo hacíamos ¿me has entendido, pre-cio-sa?
―No te atreverías...
―Pruébame linda, no conoces ni la mitad de lo que puedo llegar a hacer... Jódeme y me convertiré en tu maldito dolor de cabeza.
―No tengo mucho que perder que no haya perdido ya.
― ¿Eso es tu mejor intento de amenaza? ¿Crees que el chico te creerá a ti, una amiga, que a mí, su primo favorito, aquel que estuvo a su lado en su peor momento? No lo creo. Quedas advertida. ―sus ojos refulgieron en amenaza, y a punto estuvo de usar la voz alfa, pero no era lo correcto y no tendría efecto en ella al ser beta.
― Joyd... ―susurró con rabia, deseando levantar su mano contra él en ese instante, pero al sentir la voz dulce y melodiosa de su amigo, se contuvo unos segundos, no debía quedar como la mala, pero tampoco podía permitir que Allen estuviera tan cerca de ese malnacido.
―Oh, ya se han presentado, que bien. Me he topado con Jerry en la cocina y me ha ofrecido una tarta especial, así que tomaré asiento por aquí.
―Creo que deberíamos marcharnos ya, los demás deben de haber llegado a casa y tus padres se preocuparan en vano, recuerda que no saben que vendrías ni que estás conmigo y no solo. ―argumentó el alfa, buscando alejar lo más posible al omega de la china que con disimulo le lanzaba miradas cargadas de odio.
―No, yo me quedo, pero puedes irte adelante, ya soy adulto, mis padres entenderán. ―dijo sentándose a la mesa que estaba justo al lado, totalmente despreocupado.
―Pero...
― ¡Que buena noticia! Casualmente me vendría bien tu ayuda, debo comprar un regalo y tal vez puedas aconsejarme, mi turno acabará pronto. ―intervino Lenalee, ella también quería alejar al omega del petulante alfa.
―Entonces yo también me quedo ―dijo Tyki, posicionándose a un lado de Allen―. Yo me pediré un café, si no es molestia Lenalee... ―dijo malicioso, cuidando de que Allen no notará el sarcasmo en su hablar.
―Oh, pero iremos de compras, y los alfas no pueden entrar a donde quiero ir con Allen, no quisiera incomodarte con estas cosas "Tyki", además me da vergüenza.
―Está decidido, Tyki en serio, puedo cuidarme solo, además Lena estará conmigo, déjanos estar ¿sí? Hace años que no hago esas cosas con ella.
Tyki miró dudoso al menor, lo dejó sin argumentos válidos, sonaba muy seguro de sus palabras, es más, se podía leer entre líneas que lo estaba echando. Suspiró derrotado, levantándose de la mesa aceptando la propuesta para marcharse, no sin antes pasar al lado de Lenalee, lanzando una mirada tenebrosa y una simple amenaza: Ni una palabra.
Salió agitando una mano hacia el menor, que correspondió hasta que la alta y esbelta figura desapareció de su vista por completo. Soltó el aire que venía aguantando desde hacía algunos minutos, agradeciendo internamente que Tyki no pudiera leerlo como creía que podía, se sentía incómodo desde hacía rato, pero lo disimuló lo mejor que pudo por consideración al alfa, para no herirlo, ni a su orgullo de alfa.
Y porque estaba confundido aún, muy confundido.
Lenalee se sentó frente a él con el semblante desfigurado, lo que llamó su atención.
― ¿Lenalee? ¿Estás bien?
―Allen, ¿cómo te trata ese hombre?
― ¿Tyki? Es muy bueno conmigo, cuando éramos pequeños crecimos juntos, pero cuando yo era muy chico él y su familia se fueron lejos, y solo lo veía ocasionalmente hasta que vino, después del accidente. Fue mi pilar y creo que aún lo sigue siendo.
―Ya veo... ―temió, necesitaba decirle la verdad, ya no temía lo que pudiera hacer o decir el alfa, temía por su amigo. Pero tampoco quería derrumbar ese pilar si era lo único que sostenía a Allen, necesitaba crearle otro soporte, encontrar a alguien que pueda ser más importante que él en su vida. Una idea vino a su mente.
Pero tendría que derribarlo, para ayudarlo a levantarse, era lo mejor, no quería verlo sufrir lo que ella pasó, ni revivir algo de lo que sufrió en el pasado.
―Allen, debo decirte algo...
Caminaba frustrado, maldiciendo en voz baja y pateando cuanta lata y piedrecilla se cruzara en su camino, tropezando con las personas que llevaban prisa para luego lanzarle improperios, fuera de sí, con un aura amenazante que intimidaba.
―Esa maldita mocosa... ―escupió las palabras con bronca, deseoso de romperle la cara al primer cretino que osará incomodarlo, y después arrepintiéndose, estaba cayendo más bajo―. Aunque yo no soy ningún santo...
Divisó una plaza pequeña cerca, con algunas bancas y una fuente en medio, se aproximó a esta y se sentó en una de ellas para pensar que haría si Allen se enteraba de lo que había hecho con ella.
Oh, Allen. Cuanto lo odiaría si lo supiera.
Se sumergió en su memoria, metiéndose de lleno en sus recuerdos, más específicamente, queriendo enfocarse en el momento en que se metió en tantos problemas.
Pero de eso hacía mucho más tiempo del que podría creer.
Todo había empezado cuando era un cachorro, tenía seis años y medio, era juguetón, un poco egoísta, pero no más que cualquier niño de su edad. Un día su padre lo llevó a visitar a sus tíos, el omega de su tío había dado a luz hacia un par de meses y ya no estaban tan cohibidos de mostrar a su pequeño a la familia.
Al entrar a aquella habitación donde reposaba el nido Walker, jamás creyó que su vida cambiaría su rumbo. Aquella bolita rosada y regordeta, que tenía el cabello blanco como sus abuelos, que no era gran cosa, que en el primer vistazo no le dio una buena impresión, pero que cuando se acercó al bebé y este le miró con aquellas enormes gemas preciosas color amatista por primera vez, su corazón latió con una fuerza descomunal.
Era la cosita más bonita que había visto en su joven vida.
Desde ese momento, el cachorro no se quiso despegar del menor, y prácticamente creció a su lado, capturando sus primeras veces, desde su primer gateo hasta sus primeras palabras, y cuando su nombre salió por primera vez de aquella vocecita aguda y alegre, fue cuando supo que deseaba estar a su lado por siempre, para oírlo decir su nombre todos los días de su vida.
Era tan inocente su sentir en aquel entonces.
A medida que Allen y él crecían, más se convencía de que Allen era su ideal, siempre tan tierno, tan hermoso y alegre, eso lo alentaba a querer protegerlo, a no quitarle un ojo de encima para que nada le pudiera pasar.
Y cuando se convirtió en un alfa maduro a sus once años, su instinto le dijo que tenía que ser él, que solo ese omega lo haría feliz y lo llenaría de dicha.
Era definitivo, estaba enamorado.
Pero la vida no es color de rosa, y cuando la salud de su madre decayó eventualmente el año siguiente, un maldito doctor de cuarta, porque no podía ser otra cosa, recomendó que debían cambiar de entorno. La vida lo separaba de su lindo albino. Pero no se rendiría tan fácil, y así, diez años después, cuando se enteró de que su lindo albino al fin estaba listo para formar una familia, se aventuró a buscarlo, dejando a su familia para perseguir el amor que por tanto tiempo había cultivado en su corazón, un amor devoto. Un amor sincero.
Y la vida volvió a jugar con él, ahora poniendo a otro alfa en su camino, arrebatándole lo único que siempre a deseado, aquello que amó antes de saber siquiera qué era el amor, a "su Allen".
Sí, ahí fue. En ese momento se perdió a sí mismo.
Se convirtió en un maldito, uno enamorado y destrozado. Lo admitía, había actuado mal con la chica pero, ¿habría sido distinto si no hubiera amado a Allen? Ni él mismo lo sabía, pero sí sabía que no se arrepentía de sus sentimientos, amar a ese chico es lo más bello que ha sentido en su inútil existencia.
Y lo seguirá amando hasta que el mismo Allen lo rompa en pedazos, así lo ha decidido. Y así sería por siempre, porque Allen lo valía todo, por él era capaz de muchas cosas, por mucho que este no le correspondiese, porque ya estaba hundido muy al fondo, y ya no era posible salir de allí.
―Cargaré con la cruz que me ha tocado por ti, mi Allen, pero jamás dejaré de amarte como te amo... aunque eso me destruya. Yo ya estoy podrido sin ti. ―murmuró a la fuente y la luna saliente, con lágrimas silenciosas surcando su rostro, mojando su cuello, bañando las rodillas de su pantalón y las manos hechas puños, lleno de impotencia, dolido, roto y malditamente enamorado.
Irónico, era verano. Lo perdió dos veces en verano.
Estúpido verano...
Estúpido y maldito verano.
Holis holis mis queri... [esquiva una chancla riendo nerviosa...] ¿lectores? he he, bueno, aquí estoy, con capítulo, no me maten por ello... [ahora esquiva un zapato...] ok, ya entendí.
Lamento tanta demora, debí subir esto anoche cuando me llegó la edición, pero me ha tomado casi dos horas acomodar el capítulo y subir las imágenes, así que anoche no lo hubiera logrado jamás. Ya estoy sana, ya no me duele el cuerpo por el ataque pasado pero el raspón de mi codo me incomoda, solo eso, así que volveré a la normalidad con mis actualizaciones.
Sé que les debo un especial, iba a publicar en navidad, por el cumple de Allen, por ser navidad y para celebrar los 1.1k de lecturas de este fic, si todo sale bien puede que llegue para día de reyes, no había podido escribir desde el 22 hasta recién el 27 que empecé todo a la vez, estoy exhausta pero cumplimos. Mi pobre Maca entre resfriados y trabajo la he estado presionando como ella a mi, para poder traerles lo mejor a ustedes, gracias por leer aún.
Sobre el capítulo en general:
Calma, que no cunda el pánico, este capítulo trato más que todo sobre Tyki, quiero que los demás personajes tengan su relevancia también, su participación es vital, y este capítulo es el precedente de un montón de cosas que están por pasar. [Shh... cuidadito y hablas de más Marlene.] (Ya sé, ya sé, es sorpresa, no dije nada Maca)
No odien a Tyki, no es su culpa del todo ser así, las personas enamoradas pierden control de sí mismos y hieren a los demás antes de darse cuenta.
Un poco de spoiler...
Se avecina lo bueno... amen a Lenalee con todo su kokoro. Estará detrás de todo. En el próximo capítulo habrá choque de titanes (a buen entendedor, pocas palabras).
¡Los quiero con todo mi kokoro, pasen feliz año nuevo mis preciosuras!
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