𝟗


<<DESENTRAÑANDO EL PASADO [PARTE 2]>>



[SIETE AÑOS ATRÁS]



Cuartel Cachorro, BA (CA).
Octubre 14, 2017

12:43 PM

Era un día frío de Otoño. 

El viento soplaba con fuerza. Las temperaturas estaban casi por los suelos. El cielo yacía parcialmente nublado. Y las hojas de los árboles (principalmente cerezos) se habían caído en su totalidad, yaciendo ahora sobre el extenso patio del Cuartel Cachorro. Y eso era algo bueno, sobre todo para la diversión de los tres únicos cachorros del lugar, quienes en esos entonces, eran los tres primeros miembros del equipo de rescate canino. 

Se trataban de Skye Wilkinson y Riley Milles (una Cockapoo y un dálmata, ambos de 3 y 4 años), quiénes junto a Chase Schülze (entonces de 3 años. Y recién graduado de la academia, por cierto), jugaban alegremente a saltar sobre las hojas secas. Una vez finalizado esto, decidieron jugar a los "Congelados". Ryder quiso unírseles, pero desafortunadamente no pudo hacerlo. Tras haberse quedado sin comida (debido al apetito voraz de sus pequeños canes), tuvo que salir a comprar más provisiones a la tienda del Señor Porter. 

—Cuiden el Cuartel —dijo el chico. Luego, se subió a su todoterreno y abandonó el lugar. 

Los cachorros, por su parte, siguieron jugando. Y en cuanto terminaron con la partida (siendo Skye la vencedora), el trío de cachorros soltó un par de carcajadas. Y aprovechando la frescura del césped, decidieron recostarse y observar las nubes en el cielo. 

Seguidamente, y para sorpresa de los cachorros, un sedán rojo llegó al Cuartel. 

Extrañados por esto, decidieron investigar. Pero en el momento que se acercaron al misterioso vehículo, del que salió un hombre fornido, con un pasamontañas cubriéndole la cabeza y con una herida de bala en el hombro (de la que seguía desprendiendo una pequeña cantidad de sangre), los cachorros se inmutaron y se congelaron.

Antes de que pudieran decir nada, o hacer movimiento alguno, el conductor del sedán rojo les vio. Y tras sacar de sus pantalones un pequeño revolver 45, les apuntó. Y con una voz ominosa, dijo:

—¡Alto ahí, cachorros!

Los canes nuevamente se inmutaron. Asintieron lentamente.

El misterioso conductor, sin bajar su arma, procedió a acercarse al frente de su vehículo y abrió el capó. A continuación, una enorme ráfaga de humo comenzó a disiparse. Tras chequear el motor, descubriendo que éste estaba quemado e inservible, el sujeto cerró el capó con fuerza. 

 Luego, y como era de esperarse, le dio una fuerte patada al parachoques de su Sedán. 

 —¡Maldición! —exclamó. 

En ese momento, Chase se acercó a sus dos amigos, y les habló casi en susurro:

—Yo lo distraigo mientras ustedes huyen ¿vale?

—¿Qué cosa? —inquirió el dálmata. 

—Lo que oíste, Riley —confirmó el pastor alemán—. Yo lo distraigo mientras ustedes salen corriendo hacia la ciudad. Busquen ayuda y traigan a Ryder . 

—Pe-Pero Chase..... —dijo Skye en el mismo tono, mostrando un poco más de consternación—. No lo hagas, por favor. Él podría......

—¡Ey, Ustedes! —interrumpió el conductor, para luego acercarse lentamente donde los cachorros, sin dejar de apuntarles con su revolver—. ¿Ustedes viven aquí? —Los tres solo se limitaron a asentir—. ¿Y de casualidad tiene algún vehículo?

 —Eh....No —respondió Chase, encolerizando un poco al hombre fornido.

¡NO ME MIENTAS, CERDO AZUL! Ahora mismo necesito un vehículo, y si no me lo dan, los mataré a todos aquí mismo. Empezando contigo, cachorra.

¡Ni te atrevas! —exclamó Riley mientras se colocaba frente a la Cockapoo. Seguidamente frunció el ceño y procedió a enseñarle los dientes al hombre armado—. Si te atreves a tocarla.......

No trates de ser un héroe, manchado —agregó—. Y a propósito ¿por qué llevas ese uniforme? ¿Acaso eres un bombero o algo así?

Sí, de hecho lo soy —respondió el dálmata sin inmutarse—. Soy bombero y paramédico de los Paw Patrol. 

—Paw Patrol, ¿eh? Perfecto —sumó el enmascarado. Por debajo de su prenda negra, esbozó una sonrisa maliciosa—. Tú vas a curarme. Mientras que ustedes dos......—señaló a Chase y a Skye—, van a ir a ese Cuartelucho suyo y me traerán un vehículo. Deben tener muchos de seguro. Y solamente quiero uno. 

—Y si no quer......

Sin previo aviso, el tirador disparó, impactando en la gorra de policía de Chase, haciéndola caer sobre el césped. Aquello inquietó tanto al pastor alemán como a la cockapoo.

Si no me obedecen, volveré a disparar. Y ésta vez, les prometo que no fallaré. 

Quince minutos después, Riley logró terminar de curar la herida del hombre fornido. Por su parte, Chase y Skye salieron de la cochera del Cuartel, sacando de este una vieja camioneta. 

Es de nuestro dueño —aclaró Skye mientras se bajaba del vehículo, siendo seguida por Chase.

El hombre fornido la inspeccionó, y al ver que la camioneta se encontraba en perfecto estado, soltó una risilla de satisfacción. Se volvió. Y tras apuntar nuevamente con su revolver al trío de cachorros, les ordenó que sacaran de su Sedán rojo todas las bolsas de yute (que estaban en el asiento trasero) y que las colocaran dentro de la camioneta. 

Los cachorros obedecieron sin objetar. 

Para cuando terminaron (tardando menos de tres minutos), el hombre fornido se acercó a los cachorros, y tras agradecerles por su ayuda, procedió a coger (y con brusquedad) al dálmata del lomo. 

—¡Bájalo! —exclamó Skye con consternación y temor—. No le hagas daño.

Oh, descuida, cachorra. No le haré daño —respondió él. El dálmata, por su parte, trataba de librarse, sin lograr esto con éxito—. Pero dado que la policía me está buscando, tener a un rehén me podría facilitar las cosas. Así que me lo llevaré conmigo.

—¡Claro que no! —exclamó el dálmata, mientras volvía a agitarse.

Si intentas librarte......—volvió a decir el enmascarado mientras apuntaba al can con su arma, colocando la punta sobre su cabeza—, te daré un tiro y te volaré los malditos sesos. 

Al no tener algún plan, y tras pensar en las posibles consecuencias que podría traer cualquier intento de escape, el dálmata se vio obligado a aceptar, dejándose llevar por aquel hombre fornido. 

Tras haber ingresado a la camioneta, Riley se acercó a la ventana, y en el momento que vio a sus dos amigos, dijo:

 —Volveré, Skye. Te lo juro. Y Chase......cuídala por favor. No dejes que nada le pase. 

Seguidamente, el conductor encendió el motor, y tras pisar el acelerador, abandonó el lugar con rapidez. 

En cuanto la camioneta se alejó lo suficiente, descendiendo por la colina adyacente al cuartel, los dos miembros del equipo Paw Patrol se miraron entre sí y, posteriormente, corrieron hacia la ciudad. 






[DE REGRESO A LA ACTUALIDAD]







En medio del Océano Pacífico. 
Noviembre 21, 2024

00:12 AM

A ochenta y tres kilómetros de la costa de Bahía Aventura, el "Mendacium" (un barco militar con un coste de casi dos millones de dólares) se encontraba navegando por las frías y desoladas aguas del Océano Pacífico, atravesando por una densa niebla. Ante esto, los reflectores del casco fueron encendidos. 

Los centinelas (al menos, la mitad de ellos) se encontraban haciendo guardia en la cubierta, vigilando atentamente las área laterales, asegurándose de que no se les acercara alguna embarcación ajena. 

En ese momento, y para sorpresa de los jóvenes, Sarah Lewis abandonó su puesto. Y a todo dar, corrió hacia el centro de mando, llevando consigo una pequeña Tablet. 

Sin dudarlo, abrió la puerta con fuerza, impactándola contra la pared, causando un estrepitoso ruido como resultado. A raíz de esto, July, que se encontraba dirigiendo el rumbo del barco con ayuda de un ordenador portátil, apartó la vista del aparato. Se volvió hacia Lewis. Y tras fruncir el entrecejo, exclamó:

—¡¿Qué rayos haces aquí?! Te dije claramente que.....

—Tienes que ver esto —le interrumpió Lewis, para luego, darle la Tablet a la West Highland Terrier.

Sin cambiar su expresión, la fémina de pelaje blanco recibió el aparato. Y en cuanto clavó la vista en la pequeña pantalla, en esta última procedió a titilar el siguiente titular:



NOTICIA DE ÚLTIMO MINUTO. 

CAPTURAN A POSIBLE TERRORISTA SUELTO EN BA. 



Sucesivamente, Hailey Daily apareció. Y comenzó a transmitir los hechos. 



—Está corriendo el rumor de que el perpetrador de lo acontecido en el Mercado de Agricultores Harvey, y posible responsable de las muertes acontecidas en el exclusivo hotel Diamond White, fue arrestado hoy esta misma noche luego de verse involucrado en una intensa persecución con la policía que, según cuentan varios testigos, tuvo inicio en Vacallo Avenue, y terminó en el área industrial de Westerm. 

En estos momentos, nos encontramos fuera de la estación para........


Tras oír aquello, la West Highland Terrier bajó el volumen del aparato. Y sin apartar la vista del mismo, esbozó una sonrisa.

—Perfecto. 

—¿Cómo dices? —inquirió Lewis con extrañeza—. Tal vez no hayas oído bien el reportaje. Pero ese manchado se dejó atrapar y........ 

—Escuché bien ¿Okey? No soy sorda. 

—Entiendo. P- Pero.....¿por qué no estás molesta?

—Que no te engañe mi cara —agregó July, dándole un breve vistazo a su centinela—. Estoy furiosa por dentro. Pero aún así, estoy feliz. 

—¿Cómo dices? 

—Lo que oíste —confirmó la fémina—. Mira, con base en este reportaje, ese manchando ya llevó a cabo el último ataque. Y aunque es cierto que fue capturado, no les será de utilidad a las autoridades, ni siquiera para Chase. Después de todo, él no conoce el resto de mi plan. 

Tras oír aquello, la centinela abrió los ojos como platos. 

—Espera, ¿eso quiere decir, que no le dijiste e......?

—Por supuesto que no —le interrumpió, haciendo que la pregunta quedara a medias—. Ya sabía que tarde o temprano ese manchado se iba a dejar atrapar. Simplemente por eso no le compartí el resto de los detalles de nuestro plan. 

—Ohhhh. Eso lo explica —en ese momento, una idea pasó por su mente—. Y a propósito....... —tras ver la expresión de July HarrisSarah Lewis dudó en proseguir—. Olvídalo, no dije nada. 

—¿Qué sucede? —inquirió. 

—Bueno.... para empezar, ¿por qué Marshall tiene que venir con nosotros? —preguntó Lewis con curiosidad—. ¿Por qué es tan importante para ti?

Hubo un breve momento de silencio. 

—Te lo diré en cuanto nos instalemos en la ciudad —respondió July finalmente— Y hablando de eso, llegaremos allí en menos de una hora —dijo dando un breve vistazo a su mapa virtual—. Así que baja y dile al resto de los muchachos que se preparen para desembarcar. 

La centinela asintió. 

—Okey. 

.............

En cuanto el vehículo patrullero se detuvo, Riley se despertó. Y tras acercarse a la ventanilla derecha, sólo para que descubrir que había sido traído a la estación de policía, y que en cuya entrada principal yacía una gran cantidad de periodistas y reporteros, la sensación de angustia y preocupación que le tenía invadido durante la persecución volvió a invadirle. Esta vez con mayor intensidad. 

<<Estoy perdido —pensó él—. En cuanto July vea las noticias, me buscará y me matará>>

Seguidamente, el pastor alemán abrió la puerta trasera. Y tras sacar al dálmata de su estado pensativo, le obligó a bajarse del vehículo. Posteriormente, ambos canes se dirigieron a la estación. 

Los reporteros no pasaron esto por desapercibido. Y, sin dudarlo, se les acercaron. Uno de ellos apuntó con su micrófono al dálmata y preguntó: 

—¿Por que hiciste todo eso?

Pero el can moteado no respondió. 

—¿Por qué mataste a esas personas? —preguntó otra reportera, pero Riley seguía sin responder. 

—¿Hiciste todo eso por tu cuenta o tuviste ayuda?

—¿Perteneces a una célula terrorista?

—¿Es cierto el rumor de que usaste una bacteria para tus ataques?

A continuación, ambos canes ingresaron a la estación. 

La joven recepcionista (y antigua veterinaria) Katie Meadows —ahora de 15 años— vio a Chase. Y aunque le saludó alegremente, éste último ni siquiera le miró. Su ceño fruncido se mantuvo intacto.

Por consiguiente, ambos canes se adentraron aún más en la estación. Luego, cruzaron por un largo pasillo. Y en cuanto llegaron al final del trayecto, topándose con una puerta de metal, Chase se detuvo. Riley le imitó. 

Posteriormente, el pastor alemán abrió la puerta. Y tras pedirle al dálmata que ingresara a la habitación, este último fue obligado a sentarse en una de las dos sillas de metal, que yacía situada en uno de los laterales de la única mesa del lugar. 

A continuación, el pastor alemán le esposó a la mesa. Luego se dio media vuelta y se apresuró a salir del lugar. El dálmata le miró rápidamente y dijo:

—Chase........

El pastor alemán se detuvo. Pero no se volteó a verle. Tras soltar un suspiro, abandonó el lugar, cerrando la puerta con fuerza. 

Ya fuera de la habitación. el líder de la decimocuarta estación acabó encontrándose con su hermana menor y con una gran multitud de oficiales. 

—¿Es verdad? —preguntó Harrison Ford, oficial de 34 años y segundo al mando—. ¿Logró atraparlo?

 Chase sólo asintió. Luego, se aclaró la garganta, miró a sus oficiales, y sin cambiar la expresión seria de su rostro, dijo:

—Han trabajado muy duro. Ya pueden irse a casa......., tómense el resto del día. 

—Pero, señor, eso no......

—Sin peros —agregó Chase, manteniendo su postura—. Se lo han ganado. No los quiero ver aquí hasta mañana. Así que retírense. 

Los oficiales quedaron desconcertados por esto. Pero prefirieron no cuestionar las órdenes de su capitán. En cuanto los uniformados abandonaron el lugar, Avery se acercó a Chase. 

—¿Qué sucede, Chase? ¿Por qué tienes esa cara?

Pero Chase no respondió. 

—¿Chase?

—Avery.......—respondió el can finalmente, mientras mantenía su vista en el vacío—. El can que atrapé........ el socio de July........ yo le conozco

—¡¿Qué cosa?! —inquirió la agente federal, desconcertada—. Acaso tú......

—Sí —interrumpió Chase en el mismo tono de voz, casi apagado—. Él...... él era mi amigo.

—Pero.... ¿Cómo? ¿Dónde y cuando lo conociste?

—Te lo diré todo, Avery. Pero primero...... debo llamar a Ryder y al resto de los cachorros. 

.............

En cuanto Alex Porter terminó de narrar lo acontecido con su novia (quien había fallecido hace no más de media hora) y de como su abuelo fue hallado muerto en su restaurante, su mirada se empañó y guardó silencio. Luego, bajó la cabeza. Y casi en murmullo, comenzó a llorar, cubriéndose la cara con ambas manos. 

Rubble se le acercó. Y tras colocar una pata sobre el hombro derecho del menor, dijo:

—Lo lamento, Alex. 

El muchacho no respondió. Y su lloriqueo continuó. El pequeño bulldog trató de decir algo más. Pero no logró hacerlo. No era bueno para este tipo de situaciones. Así pues, apartó la vista del entristecido Alex, se bajó del asiento y, poco después, procedió a irse. 

—Rubble.........—dijo Alex finalmente, con un tono de voz evidentemente quebradizo. 

El bulldog se dio media vuelta. Y le miró nuevamente. 

—Dime, Alex. ¿Qué sucede?

—Quiero que me prometas algo........—respondió, mientras se limpiaba las lágrimas.

Claro. Lo que sea —convino Rubble, asintiendo.

—Prométeme que...... ni tú ni los Paw Patrol....... dejarán que July se salga con la suya otra vez. 

En cuanto escuchó esto, el pequeño bulldog se quedó atónito. Después de todo, a petición de Chase, el conocimiento sobre el regreso de aquella terrorista se había mantenido oculto del público. Nadie fuera de los Paw Patrol y del departamento de la policía local sabía eso. 

—¿Cómo lo has sabido? —inquirió el can. 

—Por favor, Rubble. Ya no tengo 6 años —respondió—. No fue muy difícil unir todas las piezas. Además, cuando me dirigía a la habitación de Skye para visitarla, escuché a Chase cuando le dijo a Ryder sobre el regreso de July. Y que incluso tenía pruebas que demostraban aquello. 

 —Ou, ya veo. Pero Alex........no se lo vayas a decir a nadie más ¿vale? Chase dijo que había que mantenerlo en secreto, para no incrementar el pánico. Los habitantes no pueden saberlo. 

—Créeme. No se lo diré a nadie  —agregó Alex—. Pero sólo si cumples lo que te pedí.......—pausó. Luego, dio un suspiro—. Escucha.......cuando atrapen a July, no la envíen a una prisión por favor. En su lugar, quiero que acaben con ella.

Ante tal declaración, los ojos de Rubble se abrieron como platos. No se esperaba que el chico más tranquilo de Bahía Aventura, le pidiera que asesinaran a alguien.

—¿Q-Qué dijiste?

—Lo que oíste —reiteró Alex—. Mira, no deseo verla morir por que deseo vengarme por lo que le hizo a mi abuelo o a.....a Livy. ¡No! Ella debe morir a como de lugar, porque si la envían a una prisión, hallará la forma de escapar. Y en cuanto eso suceda, volverá a matar a personas inocentes. No deben dejar que eso suceda. 

En cuanto terminó, un breve muro de silencio se alzó entre ambos. Rubble suspiró. Y tras pensar cuidadosamente en sus próximas palabras, dijo:

—Alex, yo....... lo lamento. Pero no puedo prometerte algo así —Alex se sorprendió. Y antes de que pudiera decir algo, Rubble prosiguió—. Ni los Paw Patrol y yo, y mucho menos yo, somos asesinos. Y por más que July merezca la muerte, no nos corresponde hacerlo. Pero lo que sí te puedo prometer es que, cuando la atrapemos, la enviaremos a una prisión de máxima seguridad. Y créeme, no podrá escapar de ahí con facilidad. Jamás lo hará. Tienes mi palabra. 

—Pero.....

En aquel momento, la placa del Bulldog se iluminó. Al mismo tiempo, comenzó a emitir un pitido. Era una llamada entrante. 

—Un segundo, Alex. Debo contestar.

Alex Porter suspiró.  

—Okey, aquí te espero. 

Una vez dicho eso, el can constructor se alejó unos cuantos metros, situándose detrás de una planta. Luego, contestó la llamada. 

—Aquí Rubble. 

—Rubble........—comenzó a decir Ryder a través de la placa del can—. ¿Aún sigues en el hospital?

—Ehhh, si. ¿Por qué?

—Tienes que venir a la estación de policía cuanto antes. 

—Oh oh, ¿pasó algo malo? —preguntó, mostrando algo de consternación en su voz. 

—Si y no —respondió él. Rubble se extrañó—. Chase no me dio todos los detalles. Pero lo que sí dejó fuerte y claro, es que nos quiere a todos en la estación lo más pronto posible. 

—Pero aún no entiendo para qué. 

—Me dijo que ha capturado al cómplice de July. Ahora mismo le tiene bajo custodia. Por eso nos quiere a todos en la estación. 

—Espera, ¡¿qué?! —exclamó, perplejo—. ¿Pero cómo...?. 

—Sólo ve a la estación. Chase nos dirá todo allá. 

—Voy para allá enseguida. 

Y así sin más, el can se dio media vuelta y procedió a correr, encaminándose hacia la salida principal. Ni siquiera se tomó un poco de su tiempo para regresar y despedirse del joven Alex Porter, quien, curiosamente, ya se había ido también. 

Posteriormente, al Hospital General ingresaron dos paramédicos, empujando dos camillas cada uno, sobre las que descansaban una adolescente y un can labrador. Ambos permanecían inconscientes. Y en sus rostros, podían verse un par de manchas negras. 

.............

Ya en la estación, Rubble se reunió con sus colegas. 

Mientras que Ryder y Chase permanecían alejados del grupo, hablando casi en voz baja. Avery, por su parte, se acercó al confundido bulldog, y procedió a contarle (con todo lujo de detalles) los sucesos que habían tenido lugar esa misma noche; desde lo de las muertes en el hotel Diamond White hasta la captura del cómplice de July Harris. 

Rubble se quedó perplejo. 

Seguidamente, la conversación entre Ryder y Chase cesó. Ambos se acercaron donde el resto de los canes. Chase procedió a hablar. 

—Como muchos de ustedes saben....—comenzó a decir—, Ryder formó éste equipo de rescate ocho años atrás. Y en esos entonces, al equipo lo conformaban sólo tres cachorros. 

—Por supuesto —dijo Jhonny—. Y según los archivos, esos cachorros eran tú, Skye y Marshall. 

—Bueno...... eso es lo que escribimos en los archivos. Pero no es verdad. 

—¿Cómo dices? —inquirió Rocky, arqueando una ceja.

Chase hizo una breve pausa. Y continuó. 

—Marshall llegó al equipo mucho antes que ustedes. Pero no fue de los primeros tres miembros del equipo Paw Patrol. 

—¿Qué cosa?

—Además de Skye y yo......—sumó, ignorando la pregunta—, el tercer miembro fue otro can. Otro dálmata —reveló—. Su nombre era Riley Milles. 

—Y hace siete años, él fue secuestrado —dijo Ryder, entrometiéndose—. Jamás le volvimos a ver. Lo creíamos muerto. Y tras realizar una funeral de ataúd vacío, plantamos un manzano en el patio trasero en su honor. 

<<A él le gustaban las manzanas. Y mucho>> —pensó el pastor alemán. 

—¿P-Pero por qué nos lo ocultaron? —preguntaron Rocky y Rubble casi al unísono. 

—Supusimos que si se sabía lo del secuestro, ningún otro cachorro querría unirse al equipo —respondió Chase, retomando el control de la conversación—. Por eso hablamos con toda la ciudad, y tomamos la decisión de eliminar cualquier artículo que hiciera mención sobre Riley. Y juramos mantener ese incidente en secreto. 

Rubble y Rocky intercambiaron miradas de confusión. No lo podían creer. Jhonny parecía estar más tranquilo. Pero por dentro, estaba perplejo. 

Es....... interesante todo eso —dijo el Corgie por fin, rompiendo el silencio que se había formado en el lugar—. Pero, ¿qué tiene que ver ese asunto con todo lo que está sucediendo actualmente?

Rocky y Rubble preguntaron lo mismo.

Chase les miró. Y tras dar un rápido vistazo hacia el fondo del pasillo, volvió su vista hacia ellos. 

—Riley Milles, el antiguo miembro......... es el socio de July. 

En cuanto soltó esto, el desconcierto que tenía invadido a los tres canes aumentó drásticamente. Poco después, una ola de incógnitas procedió a hacerse audible. 

—¡¿Cómo es eso posible?!

—¡¿No que había muerto?!

—¡¿Es una broma, verdad?!

Ante este revuelo, al que le suscitaron otro par de preguntas airadas, Avery se les acercó y, sin dudarlo, les abofeteó a los tres canes. El ruido de las cachetadas resonó en toda la sala. 

—Gracias por eso, Avery. 

—De nada, Chase —dijo la agente federal. 

—¿Cómo puedes agradecerle por golpearnos? —reclamó Rocky, mientras se frotaba su mejilla adolorida.  

—De todas formas yo pensaba hacerles lo mismo —confesó Chase, encogiéndose de hombros—. Hacían mucho ruido. Y respondiendo a sus preguntas, es verdad. Riley es el socio de July. Y ahora mismo le tengo bajo custodia. 

—¿Pero donde ha estado todo este tiempo? —preguntó Rubble más calmado. Seguido por Rocky y Jhonny. 

—¿Por qué se alió con July?

—¿Y por qué no trató de advertirte sobre los ataques?

—Miren, aún no tengo todas las respuestas —respondió. A la par, cogió un expediente (siendo ayudado por una garra metálica, que salía de su mochila) y se dio media vuelta—. Pero ahora mismo lo averiguaré. Iré a interrogarle. 

—¿Estás seguro, Chase? —inquirió la pastor alemán, volviéndose hacia él—. Tal vez no sea buena idea que lo hagas. Estás personalmente involucrado. Creo que lo mejor será que yo....

—Descuida —arguyó el can—. Puedo hacerlo. 

La agente se le quedó viendo. Y tras pensárselo, asintió. 

 —Está bien. Pero si se sale de control, tendré que intervenir. 

Chase asintió, aceptando los términos. A continuación, se encaminó hacia el cuarto de interrogatorios. 

Ryder se acercó a Avery y preguntó:

—¿Crees que podrá manejarlo sólo?

—Por el bien de todos, eso espero.

.............

La puerta se abrió con fuerza, impactándose contra la pared. El dálmata se despertó de golpe. Y volvió la vista hacia la fuente del ruido. 

—¿Chase?

Pero el pastor alemán no respondió. Cerró la puerta tras suyo. Su mirada expresaba seriedad y profesionalismo, pero en sus ojos, podía verse una intensa ira. Sin hacer ademanes, se acercó donde el prisionero. Y tras sentarse, quedando cara a cara con él, procedió a colocar el archivo sobre la mesa.

Después, nadie dijo nada más. 

Todo esto era observado por Ryder y los canes a través del espejo de dos vías que había en la pared.

—¿Por qué lo hiciste? —dijo finalmente Chase—. ¿Por qué perpetraste estos ataques? Y más importante aún, ¿por qué te aliaste con July Harris?

En cuanto oyó ese nombre, el dálmata se inmutó. Tragó saliva. Poco después, miró (brevemente) sobre la cabeza de Chase. Había una cámara de seguridad. Tras verla, rápidamente bajó la mirada y optó por no hablar. 

—¿Qué acaso estás sordo? —prosiguió Chase—. Te hice una pregunta. Y quiero que me la contestes. 

El dálmata le miró nuevamente. Más no logró soltar palabra alguna.

—¿Y bien? ¿Qué esperas?

—Yo no.......—musitó—. Sólo no puedo decirte. 

Tras oír aquello, Chase exhaló aire y lo dejó escapar con fuerza. Parecía estar desesperándose. Pero hizo un esfuerzo por mantener la calma. 

—No estoy para juegos, ni mucho menos para perder el tiempo —soltó con amargura. Casi al instante, Riley comenzó a quebrarse, soltando unas cuantas lágrimas—. Ahora estás llorando, déjame adivinar, estás arrepentido seguramente. 

 —Pues sí......—alcanzó a decir—. Tú no....no lo entiendes. No sabes por lo que he pasado. Y si respondiera tus preguntas, ella......—pausó. Luego prosiguió—. Sólo, no lo entenderías. 

—No. Eres TÚ quien no entiende. Ni siquiera comprendes la gravedad de la situación. Situación que tú......—le señaló—, y la psicópata de tu amiga causaron en Bahía Aventura. 

A continuación, el pastor alemán abrió el archivo. Sacó una fotografía y la arrojó con fuerza sobre la mesa. El dálmata miró la instantánea. Y en cuanto lo hizo, apartó la vista con rapidez. 

—Mírala.......—ordenó Chase. Riley se negó. Pero tras una segunda insistencia, finalmente lo hizo—. Estas personas murieron por la bacteria que liberaste. 

—Pero yo......

Chase le ignoró, y sacó otra instantánea. 

—Esta niña..... tenía once años. Su nombre era Livy Ferris. Era la novia de mi amigo. ¡Y sólo mira como quedó! 

—Por favor, Chase......—dijo el prisionero, con una mirada empañada, y lágrimas recorriéndole las mejillas—, debes entender que esa no era mi intención.

—¡¿Con qué no, eh?!

Sucesivamente, sacó otra fotografía. En ella, podía verse a cierta cockapoo inconsciente, sobre una cama de hospital, conectada a un respirador artificial. En su rostro, podían verse las inconfundibles manchas negras.

—No......... Skye —dijo Riley, perplejo. Con dificultad, cogió la fotografía. Las lágrimas volvieron a escapársele—. Esto no....... no puede ser verdad. 

—Pero lo es —agregó Chase, furioso—. Eso es lo que tú causaste. ¡Eres culpable por lo que le pasó Skye!

Riley seguía sin creerlo. El llanto continuó. Tras dejar la fotografía en la mesa, dijo:

Eso no debía pasar...........no sabía que..........—se detuvo—. Todo es culpa de ella.

—¿De quién estás hablando? ¿De July?

El dálmata sólo asintió, mientras se limpiaba las lágrimas. 

—Necesito verla. Tengo que ver a Skye. 

—¡Por supuesto que no! —Chase exclamó con furia—. ¡No te dejaré hacerlo! Y si no deseas que te condenen a la pena de muerte, porque créeme, lo harán, me dirás todo lo que deseo saber —pausó. Y al no obtener respuesta alguna, se levantó de su silla y golpeó la mesa con fuerza—. ¡¿Dónde está?! —le gritó—.  ¡¿Dónde diablos está July?! ¡¿Y cuales son sus planes?!

Al ver que todo se salía de control, Avery decidió intervenir. Corrió. Abrió la puerta e ingresó al cuarto de interrogatorios. 

—Retírate, Chase —dijo ella. Pero el pastor alemán se negó. 

Tras una segunda insistencia, finalmente aceptó. Para cuando el furioso can abandonó el lugar, echando humo por las orejas, Avery cerró la puerta. Luego, se volvió hacia el manchado, y en un tono voz más sereno, dijo:

Soy Avery Schülze, agente especial del FBI. Estoy aquí porque quiero respuestas. Y tú eres el único que me las puede dar. 

Riley sólo se limitaba a oírle. 

La fémina se sentó, tomando el asiento que Chase había ocupado. Luego, abrió el expediente que yacía sobre la mesa, y sacó de este una pequeña instantánea. En ella, podía verse a tres pequeños cachorros, jóvenes y felices. En una esquina de la foto, se leía lo siguiente: Octubre 12, 2017. 08:43PM Cuartel Cachorro.  

—Sé quien eres, Riley......—prosiguió. El dálmata cogió aquel recuerdo tangible—. También sé, que hace unos siete años, fuiste víctima de secuestro. No me imagino por lo que has pasado. Debió ser duro, ¿no? Que te arrancaran de tu hogar, y te alejaran de tus amigos y de todo lo que habías conocido. 

—Lo fue.......—convino Riley, hablando casi en voz baja, sin apartar la vista de la foto—. Era pequeño, y no supe que hacer. Creí que...........creí que moriría. 

—Al igual que todos en la ciudad —agregó—. Todos pensaron que habías muerto. Incluso los Paw Patrol lo creyeron. Pero mira, estás aquí. Vivo. En carne y hueso. Hallaste la forma de sobrevivir. Honestamente, nadie se lo había esperado.......—Riley bajó la foto, y miró a Avery a los ojos—. Pero lo que más causó desconcierto, es el hecho de que te hayas asociado con July Harris. ¿Cómo fue que pasó?

Tardó un momento en responder. 

—F-Fue voluntario.......—admitió él—. Pero de haber sabido lo que ella.......ella.......—en ese momento, levantó la vista por encima de la cabeza del pastor alemán. Tras ver por segunda vez la cámara de vigilancia,  bajó la mirada y guardó silencio. 

—¿Por qué te quedas callado? —le preguntó serenamente—. Lo noté antes. Y lo estoy notando ahora. Pareces asustado, ¿por qué? ¿A qué le tienes miedo?

El dálmata volvió a levantar la vista. Nuevamente, miró por encima de la agente federal. Bajó la vista y no respondió. Motivada por la curiosidad, Avery se volvió hacia atrás, sin levantarse de su asiento. En eso, vio la cámara de seguridad. 

—Podría estar observándonos.........—murmulló el dálmata, Avery Schülze volvió a verle—. July tiene una laptop, y en ella instaló un programa que le permite hackear con facilidad todas las cámaras de seguridad en la ciudad. Así es como pudo.......—comenzó a hablar más bajo—. Así es como pudo ver todos los ataques que llevé a cabo. 

Al oír esto, Avery Schülze decidió actuar rápidamente. Cogió el expediente. Se levantó de su asiento, y con todas sus fuerzas, arrojó la carpeta hacia la cámara de seguridad, destruyéndola así en su totalidad.  

Por consiguiente, abandonó la habitación. Y tras charlar con Chase, solicitándole que apagara el resto de las cámaras de la estación, éste último obedeció sin objetar. Avery regresó donde el prisionero. 

El interrogatorio prosiguió. 

—Okey, ahora escúchame...—volvió a decir—. Si July nos estaba observando, ya no lo podrá hacer más. Ahora, si tienes información que pueda ayudarnos en capturarle, ten por seguro que lo haremos. Y te mantendremos a salvo. Tienes mi palabra. 

El dálmata se le quedó un rato mirándole. Tras ver directamente los ojos de la fémina, de los que se emanaba una inconfundible llama de sinceridad, suspiró. Tras sentirse más aliviado, procedió a hablar. 

Ha unos 239 kilómetros al sur, hay una isla. La isla nublar —agregó—. Es muy poco conocida, y casi nada frecuentada. July la convirtió en su base secreta hace algunos años. Está oculta allí

Fuera de la habitación, Chase Schülze (quien ya había regresado) oyó esto a través del espejo multidireccional. Prontamente, activó su collar. Y, rápidamente, procedió a dar aviso a la guardia costera de Honolulu. Después de todo, dicha isla era la ubicación más próxima al sitio de dónde estaba situada la Isla Nublar. 

De regreso con Avery, ella preguntó:

—¿Cómo te asociaste con ella?

—Como ya mencioné, fue un acto voluntario —respondió. Luego pausó—. Pasaron muchas cosas antes de que eso sucediera. Y en cuanto me topé con July, tuve que seguirla. No pude decirle que no. 

—Muy bien. Dime cómo sucedió. Quiero oírlo todo. 

—Ufff. Es una larga historia

—Tenemos tiempo —le dijo. 

El dálmata comenzó a rememorar todos los hechos. Tras haberlos organizado en su mente, se irguió sobre la silla, y procedió a hablar. 

—Todo comenzó hace siete años. Poco después de mi secuestro. 








[SIETE AÑOS ATRÁS]








Bradersfille, Illinois.
Octubre 17, 2017.

12:59 PM

Poco después de que abandonaron la ciudad, el dálmata pensó que su captor le liberaría. Creyó que primero le noquearía con el arma, le amarraría, y que posteriormente, le abandonaría a un lado de la carretera. Pero no fue así. 

En lugar de eso, el hombre fornido se llevó a Riley consigo a diferentes estados, con dirección hacia el este, tomando la ruta 69. 

Tres días después, se detuvieron en una ciudad. Recorrieron un par de calles, adentrándose cada vez más y más en la enorme metrópoli, arribando a los barrios bajos. Riley trató de averiguar en donde estaban. En cuanto vio un letrero (de un restaurante, por cierto) leyó lo siguiente: "Henshaw' s. Lo mejor de Bradersiflle". 

<<Bradersfille>> —pensó. Más no llegó a reconocerlo. No le sonaba en nada ese nombre. 

Un par de minutos después, llegaron a parar frente a un condominio. Parecía estar abandonado, pero el grupo juvenil que venía y salía del lugar parecía indicar lo contrario.  

El hombre fornido sonrió. Luego, abrió la puerta del copiloto. Miró al dálmata y dijo:

—Lárgate. 

Riley le miró, convencido de que no le había oído bien. 

—¿Qué no escuchas? —le dijo amargamente, y le apuntó con su revolver—. Te dije que te fueras. ¡Largo! ¡Shu! ¡FUERA!

Al ver que era en serio, el dálmata se bajó del vehículo. Y sin mirar atrás, corrió y corrió, acelerando el paso a cada momento. Tras llegar a una esquina, giró a la derecha, tomando una calle estrecha. Dos minutos después, arribó a una especia de plaza. 

La muchedumbre, que estaba presente en el lugar, estaba compuesta en su mayoría por jóvenes y adolescentes. Todos de muy mal aspecto. Sumado a sus respectivas vestimentas y caras de pocos amigos, parecían ser delincuentes. Todos le miraban feo.

—¡Fuera pulgoso! —exclamó uno de ellos. 

¡Lárgate de aquí! —dijo otro, mientras le arrojaba un zapato. Sus amigos hicieron lo mismo.

Asustado, el dálmata retrocedió. Luego, se dio media vuelta y retomó la corrida. Sólo que ésta vez, corrió hacia la calle. En ese preciso momento, pasó un camión. Riley Milles no logró apartarse a tiempo. Y tras recibir todo el impacto del parachoques, rodó y rodó, deteniéndose a unos 2 metros. 

Trató de levantarse. Pero cayó nuevamente sobre asfalto. Luego, todo se puso negro. 

.............

<<Código azul>> —comenzó a decir una mujer a través de un micrófono. Al mismo tiempo, una estrepitosa alarma procedió a hacerse audible. 

Como resultado, el dálmata se despertó. Abrió los ojos. Pero en cuanto lo hizo, una intensa luz blanca le impidió ver con claridad. 

<<¿Dónde estoy? —pensó—. ¿Qué es este lugar?>>

Apartó la vista hacia la derecha. Su vista comenzó (lentamente) a volverse un poco clara. 

—Vaya, hasta que por fin despertaste —dijo una voz masculina. 

El dálmata giró la cabeza, sobre la almohada, hacia la izquierda. Acabó encontrándose con una figura, era blanca y mediana. Más no llegó a reconocerle. Aún tenía la vista borrosa. 

Pasado un par de segundos, todo se hizo claro. Y la figura que tenía enfrente comenzó a tomar forma. Se trataba un cachorro, de raza Beagle, de 3 años aproximadamente. Sus prendas eran de color blanco.

—¿Qué ha sucedido? —dijo finalmente el dálmata. El Beagle se le acercó. Y con una linterna, procedió a examinarle las pupilas. 

—¿No lo recuerda? 

—No.......—respondió vagamente Riley. La linterna se apagó. 

—¿Cuál es tu nombre?

Tardó un momento en contestar. 

—Yo no....no lo sé. 

—¿Ocupación? 

Esa información tardó todavía más. Respondió lo mismo. 

—Yo no......no lo sé. No recuerdo nada. 

El enfermero canino se quedó con una expresión alarmada. 

—¿Sabe en dónde está?

—En un hospital, ¿no?

Bueno, si......pero a lo que yo me refería, es si sabe el nombre de la ciudad. 

El dálmata lo negó. 

—Rayos. Parece que el impacto te causó amnesia. 

—¿Amnesia? —inquirió, confundido. 

—Es una condición en la que el paciente ha perdido la memoria........—el Beagle comenzó a explicarle—. Y en la mayoría de los casos, suele ser causado por un traumatismo. 

—¿Trauma qué?

—Traumat......Un golpe en la cabeza —respondió—. Sufriste un accidente. Te atropellaron. Y has estado en coma desde entonces.  

El dálmata le miró, confuso por lo que había oído. 

—¿Hace cuanto pasó eso?

El Beagle tardó un momento en responder. 

—Ya pasaron dos años. 

En cuanto oyó esto, los ojos del dálmata se abrieron como platos. El Beagle procedió a contarle todos los sucesos de ese día. De como fue atropellado por un camión y de como fue auxiliado por unos transeúntes, quienes a su vez, le trajeron rápidamente al hospital.  

—Poco después, contactamos a las autoridades. Te hicieron fotografías y publicaron tu rostro en las noticias. Pero nadie logró identificarte. Creemos que no eres de aquí. Llevabas puesto un collar, pero este no tenía un nombre o una dirección. Sólo tenía grabado el logo de una flama.

El Beagle se volvió hacia la mesa de noche. Y sacó del primer cajón un maltrecho collar. El dálmata miró el objeto. Pero no lo cogió. Esta última noticia le había afectado en lo más profundo. Y trataba de asimilar el hecho. 

—¿Seguro que no recuerdas nada? 

Trató de hacer memoria. Pero no llegó a visualizar ningún solo recuerdo. 

—¿Y ahora qué voy a hacer? —preguntó casi en voz baja.

—Bueno, dada tu situación, tendrás que quedarte aquí en el hospital. Afortunadamente, contamos con un área especializada en el cuidado animal. Encargada de dar cuidados y asilo a animales desamparados. 

—Me suena a un refugio.....

—Porque lo es —le confirmó. 

—Entonces, ¿eso será todo para mí? ¿tendré que quedarme aquí hasta el fin de mis días, sin recuerdos, y solo, rodeado de desconocidos?

—Oye, tampoco abuses.....—bromeó el Beagle—. Y descuida, amigo. Algún día recuperarás la memoria. Sólo dale tiempo. Y además, no estarás sólo en ese refugio. Ten por seguro que te visitaré todos los días. 

El dálmata le miró. Y preguntó:

—¿Somos amigos?

—Bueno, antes del día de hoy, no. Pero teniendo en cuenta por lo que estás pasando, vas a necesitar uno. Así que, ¿qué me dices? ¿Amigos? —le preguntó, alargando una pata. 

El dálmata dudó. Pero luego, adquirió confianza. Sonrió. Alargó la pata y estrechó la del Beagle. 

—Y a propósito, ¿cómo te llamas, amigo?

—Danielle Donahew Collins —respondió el Beagle, casi avergonzado—. Pero tú puedes llamarme Daniel. Todos aquí lo hacen. 

Y así, con el pasar de los meses, ambos canes no sólo se hicieron amigos, sino que también, se convirtieron en colegas de trabajo. Riley (quien en esa época era solamente conocido como  "Manchado" por el personal) recibió educación en Medicina por parte del Beagle. Y gracias a las influencias de éste último, y a su buena amistad con el director Andrews, el dálmata pudo convertirse en un miembro oficial del servicio de enfermería del Hospital, siendo asignado (junto a Daniel) a trabajar en el Área de emergencias.  

Todo le iba fenomenal. Pero un día, todo dio un gran giro. 

El 18 de Noviembre del 2020, aproximadamente a las 9:43 AM, luego de haber asistido en la realización de una traqueotomía en una niña pequeña, Riley se dirigió al área de descanso. Fue a buscar a Daniel. Después de todo, a esas horas del día, el can acostumbraba a beber una taza de café matutina, mientras veía las noticias en el pequeño televisor del lugar. 

Llegó al Cafetín. Pero no le halló. 

Extrañado, le buscó en otros lugares. Pero no tuvo éxito. Siguió sin hallarle. Así pues, pasado una media hora, decidió ir con sus otros colegas de trabajo para preguntarles si sabían algo al respecto. 

—Se fue de aquí hace unos cuarenta minutos —dijo un enfermero.

—Es cierto. Y apenas si llegó a despedirse de nosotros —dijo otro—. Él sólo cogió una mochila de su casillero, metió dentro unos archivos, y así sin más, se fue. Parecía consternado, y un poco molesto —agregó, mientras hacía memoria—. Le pregunté que pasaba, y él solo respondió que iba a un lugar llamado Bahía Aventura por un "asunto de Emergencia". 

Al oír esto, Riley temió lo peor. Así que, sin pensárselo dos veces, cogió sus escasas pertenencias, las metió dentro de una mochila, y tras darle aviso al director Andrews, partió del Hospital, dirigiéndose ahora hacia la estación de trenes. 

.............

Lo que debía ser un viaje de un par de horas, se convirtió en un trayecto de varios días. 

Debido a "ciertos acontecimientos" sucedidos en Bahía Aventura, las autoridades locales (y el FBI) cerraron las entradas principales. Como resultado, el tren no llegó a su destino. Riley no sabía que había sucedido con certeza, pero tuvo las sospechas de que Daniel podía estar en grave peligro. Así que, tras llegar a Fondo Nuboso, procedió a hacer autostop en la carretera principal. Un par de comerciantes se detuvieron. Y decidieron llevarle a la ciudad costera. 

Para cuando arribó a su destino, era 23 de Noviembre. 

El dálmata se subió a una colina. Y en cuanto vio a la pequeña metrópoli, tuvo una extraña sensación. 

<<Me parece familiar>> —pensó él. Seguidamente, la cabeza comenzó a dolerle. Tras frotarse las sienes, un par de imágenes comenzaron a aparecer en su mente. En ellas, aparecían dos cachorros, acompañados por un niño de cabello alborotado. Diez segundos después, el dolor cesó. Y las imágenes sin contexto desaparecieron. Trató de hallarles algún significado. Más no lo logró. 

Antes de que pudiera hacer movimiento alguno, un ruido extraño se oyó. El dálmata se inmutó. 

—¿Quién anda ahí? —preguntó, titubeante.

De entre los arbustos, que yacían situados a sólo un metro de su ubicación, se oyó una serie de ruidos. Temeroso, el cachorro apenas alcanzó a moverse. 

—Quien quiera que sea......déjame decirte que estoy armado. Así que no trates....

En ese momento, y de manera sorpresiva, una cachorra (de raza West Highland Terrier) salió de entre los arbustos. Su pelaje estaba sucio. Y con base en su expresión, estaba más que molesta. En cuanto vio al manchado, su ceño fruncido pareció aumentar. 

—¿Quién rayos eres tú? —le preguntó con molestia. El can no llegó a decir nada—. Oye, te hice una pregunta —siguió ella—. Déjame adivinar. ¿Te perdiste?

—N-No —vaciló—. Solo estoy......estoy.....estoy.......

"Estoy", "Estoy", "Estoy". Pareces disco rayado. ¡Ya escúpelo de una vez! 

—........estoy buscando a mi amigo —respondió finalmente—. Me dijeron que vino aquí, a esta ciudad. Su nombre es Danielle Donahew Collins. Pero todos le llaman Daniel. 

—No conozco al tal Daniel —sumó, dándose media vuelta—. Y ahora si me disculpas, debo irme. 

Antes de poder dar un paso siquiera, la cachorra se detuvo y exclamó de dolor. 

—Joder........me lastimé la pata. 

El cachorro moteado se le acercó. 

—Te puedo ayudar con eso. 

—No, gracias —dijo sin siquiera verle, mientras trataba de mantenerse en cuatro patas—. No necesito de tu ayuda. Puedo caminar así. 

—No seas tan orgullosa —dijo él, esbozando una leve sonrisa. 

A continuación, el cachorro moteado puso su mochila sobre el suelo. Y tras sacar de éste un par de vendajes, procedió a vendar la pata de la fémina, tardando menos de un minuto. La West Highland Terrier quedó impresionada. 

—Gracias......—dijo ella secamente, mientras observaba su pata—. Y, ¿a quién dijiste que estabas buscando?

—A mi amigo. Vino aquí por un asunto de emergencia. Es todo lo que sé. Sólo espero que no le haya pasado nada. Después de todo, es lo único que tengo —dijo esto último en un tono triste, bajando la vista. 

La cachorra notó esto. 

—¿Qué y tu familia?

—Ni siquiera sé si la tengo —respondió, limpiándose unas pequeñas lágrimas—. Hace unos años, fui atropellado. Perdí la memoria como consecuencia. Y en cuanto desperté en el hospital, Daniel fue el único que me ayudó. Se convirtió en amigo poco después. 

Pero, ¿no llegaron a identificarte? ¿No llevabas nada contigo el día que te atropellaron?

El can lo negó, moviendo la cabeza a ambos lados. Luego, recordó algo. Cogió su mochila. Y se apresuró a sacar de esta última un maltrecho collar. 

—Cuando me hallaron, tenía puesto esto —comenzó a decirle—. No tiene algún nombre o dirección. Sólo tiene el símbolo de una llama de fuego en medio. 

La cachorra cogió el collar. Y tras examinar aquel símbolo, lo reconoció casi al instante. El dálmata notó esto. 

—¿Sabes que significa?

Ella asintió. Luego, se puso a pensar. Ahora más que nunca, debido a su situación actual, una mano derecha no le vendría mal. Así que, tras devolverle el collar a Riley, miró a este último. Y tras esbozar una sonrisa maliciosa, dijo:

—Creo saber de donde eres. 

—¿En...En serio? —inquirió él—. Eso quiere decir.....que podrás ayudarme. 

—Si y no —le respondió. El dálmata quedó desconcertado—. Escucha, puedo ayudarte a saber quien eres. Pero si quieres mi ayuda, tendrás que ayudarme primero. Quid Pro Quo, ¿entiendes?

—Eh...¿Quid qué cosa?

—Agh, tenías que ser ignorante —musitó—. Quid Pro Quo. Significa: "Esto por aquello". Tu me ayudas, y yo te ayudo. ¿Captaste la idea?

Riley Milles asintió. 

—Pues bien. Ahora que aclaramos eso, vámonos de aquí. Tengo cosas que hacer. 

El cachorro procedió a seguirle. Pero tras dar un par pasos, se detuvo.

—Espera.....—dijo él, July se detuvo y le miró con amargura—. ¿Y qué hay de mi amigo?

—Ahg. Rayos —refunfuñó ella—. ¿Qué es más importante para ti ahora? ¿Encontrar a tu amigo o recuperar tu memoria?

El dálmata se lo pensó por un momento. No quería irse sin haber encontrado a Daniel y asegurarse de que estuviera bien, pero tampoco quería perder la oportunidad de recuperar su identidad. 

En ese momento, la impaciente West Highland Terrier procedió a retomar la marcha. 

—Quiero recuperar mi memoria.........—respondió finalmente—. M-Me iré contigo. 

—Perfecto  —dijo la cachorra, sin cambiar la expresión seria de su rostro—. Bueno, una vez aclarado eso. ¡Cállate y sígueme!

—O-Okey. 

—¡Y nada de verme la cola! —espetó. Riley sólo asintió y procedió a seguirle. 







[DE REGRESO A LA ACTUALIDAD]







Muelle Johnson, BA (CA).
Noviembre 21, 2024.

00:59 AM

En cuanto el "Mendacium" atracó, July Harris se apresuró en salir del cuarto de mando. Al mismo tiempo, se colocó una chaqueta negra. Poco después, tras llegar donde sus centinelas (quienes se encontraban en la cubierta, activando una rampa de metal), se aclaró la garganta y dijo:

—Ya saben que hacer. Asegúrense de llevar todo a las direcciones que les envié a sus móviles. 

—¿Incluyendo a Marshall? —preguntó Adam Lee. 

En especial a Marshall —respondió la West Highland Terrier. La rampa metálica procedió a descender—. Y en cuanto hayan terminado, vuelvan aquí y oculten el barco. 

—Un momento —dijo ahora Rose Carter—. Creí que tú te encargarías de eso. 

—Y así era —le contestó, volviéndose hacia ella—. Pero recordé que tengo algo importante que hacer. Así que no puedo perder tiempo ocultando el barco. Tendrán que hacerlo ustedes. 

—Pero.....

—¡Sin peros! —exclamó, frunciendo el entrecejo, caminando hacia la centinela de forma amenazadora—. No olvides quien manda aquí. Así que cállate y acata mis ordenes. 

La centinela sólo asintió. 

Segundos después, la rampa metálica terminó por descender. Y en cuanto hizo tope con el muelle Johnson, July Harris procedió a descender del barco. 

.............

Pasaron quince minutos desde el arribo. 

La West Highland Terrier se encontraba caminando por una calle de Washington Heights, siendo esta área, por cierto, uno de los barrios más peligrosos de toda la ciudad. Después de todo, los más ruines criminales (y carentes de toda moral, además) frecuentaban esa área constantemente. Sobre todo a altas horas de la noche. 

<<Aquí encontraré lo que necesito>> —pensó ella. 

En ese momento, un Doberman (de grandes magnitudes, y de 9 años aproximadamente) permanecía oculto en un callejón. Yacía situado detrás de unos basureros, manteniéndose atento a la llegada de turistas desprevenidos a los que podría robarles con facilidad. 

Escuchó un par de pasos, acercándose cada vez más y más. Supo que alguien venía. Así que, con cautela y silencio, decidió ponerse en posición para atacar. Pero en cuanto vio pasar a la fémina de pelaje blanco, se detuvo en el último minuto. 

Poco después, otra idea pasó por su mente. Su sentido de la lujuria se activó casi al instante. 

<<Menuda cachorra —pensó—. La noche me ha vuelto a sonreír>> 

Al ver que la fémina seguía caminando, decidió seguirle el paso. Rápidamente, salió de su escondite, y como si una pantera se tratase, procedió a acercarse a la fémina con bastante sigilo. Sus cuatro experiencias previas le habían permitido mejorar aquello. 

Pasado un par de segundos, la West Highland Terrier se detuvo. 

<<Me están siguiendo>> —se dijo mentalmente. Luego, decidió retomar el paso, doblando por una esquina. Como resultado, llegó a un callejón sin salida. 

El Doberman sonrió por su pequeño error, aquel que todas sus víctimas pasadas habían cometido también. 

Sin perder tiempo, corrió tras ella. Y antes de que July pudiera retroceder, el can llegó. Y con su pata izquierda, le abrazó con fuerza, impidiéndole escapar.

—¿A dónde vas, linda? —le preguntó el can, mientras procedía a morder (con suavidad y delicadeza) la oreja derecha de July—. Hmmmm. Tienes buen sabor.....—agregó—. Me voy a divertir mucho contigo. 

Pero July no se inmutó. Ni mostró reacción en lo más mínimo. En lugar de llorar o temblar, solo esbozó una sonrisa maliciosa. 

<<Creo qué ya encontré lo que buscaba>>

Lentamente, se volvió sobre su hombro. Y en cuanto el Doberman le vio la cara, supo que algo no andaba bien. 

 —¿Por qué sonríes? —le preguntó, extrañado—. Un momento, ¿qué acaso no eres.......?

Antes de que pudiera terminar la incógnita, la West Highland Terrier se soltó. Y sacó del interior de su chaqueta un pequeño taser. Lo encendió. Y en cuanto clavó las puntas metálicas del aparato en el cuello del can, las fuertes descargas eléctricas comenzaron a recorrerle todo el cuerpo, haciéndole temblar. 

En cuestión de segundos, el Doberman cayó inconsciente al suelo. 

.............

En cuanto terminó de narrar los sucesos que le llevaron a toparse con la West Highland Terrier, la mirada de Riley se empañó. Luego, comenzó a llorar un poco. Aún se sentía culpable por haber abandonado a su amigo cuatro años atrás. 

Tras recuperar la calma, se irguió sobre su silla y retomó la narrativa. 

Con todo lujo de detalles, le explicó a Avery Schülze como fue que July Harris (la "bombardera de la mochila azul") logró devolverle la memoria, usando nada más que una simple mezcla de medicamentos (que ella misma creó, por cierto). Además, le dijo que, poco después de unirse a la cachorra, ésta última aceptó en su bando a un grupo de jóvenes. Eran adolescentes en su mayoría. Pero que a diferencia de él, ellos si estaban dispuestos a matar por cuenta propia. 

—¿Sabes quienes son ellos? —le preguntó la pastor alemán. Riley lo negó con la cabeza. 

A continuación, decidió explicar los sucesos que acontecieron previamente a los ataques actuales. Habló sobre una ola de secuestros, perpetrada por July Harris y sus secuaces durante un período de 3 años, desde Enero del 2021 hasta Diciembre del 2023. Las víctimas habían sido turistas inexperimentados (principalmente extranjeros europeos y asiáticos) que se habían perdido con facilidad en las ciudades que se hallaban visitando. 

Comenzó a explicar que dichas personas, a las que habían encerrado en una especie de calabozo, fueron tachados como "simples conejillos de indias", destinados a sacrificar sus vidas para probar la efectividad de la bacteria modificada. Y una vez terminada las pruebas, las víctimas eran asesinadas por el "Ejecutador" en una habitación. Recordar esto último estremeció un poco al dálmata. 

Luego, le contó a Avery sobre "la amenaza". Le dijo que si no perpetraba estos bio-ataques, July enviaría a uno de sus centinelas ("El Ejecutador") a Bahía Aventura para cazar a sus amigos (Chase y Skye). Y que luego, los traería a la isla y les mataría frente a él. 

—Y eso es todo.......—dijo al terminar—. Ya no hay más información. 

Un intenso silencio se hizo presente.

—Ya vuelvo......—comenzó a decir Avery, mientras se levantaba de su asiento y procedía abandonar la sala. 

—Espera.....—dijo Riley sorpresivamente. Avery se volvió hacia él—. H-Hay algo que olvidé mencionar. 

—Dime. ¿De qué se trata?

—Es sobre los ataques con bacteria.....—respondió, haciendo una pausa de no más de diez segundos—. Y-Yo puedo remediar el daño —agregó, la pastor alemán se le quedó viendo, segura de que no le había oído bien.  

—Es una broma, ¿verdad?

Riley lo negó. 

—Yo tengo la solución —reafirmó. La agente federal seguía sin creerle. Y sin decir más, abandonó el cuarto de interrogatorios. 

Se dirigió donde el resto de los Paw Patrol. Jhonny, Rubble y Rocky estaban atónitos, boquiabiertos. Chase y Ryder, por su parte, permanecían alejados, conversando en voz baja. 

Extrañada, Avery preguntó:

—¿Sucedió algo?

Chase y Ryder cesaron su charla. El primero se acercó a la fémina, y tras sacar a los tres canes de sus estados de shock, dijo:

Contacté a la guardia costera de Honolulu. Arribaron a la isla hace unos quince minutos. Era verdad lo que dijo Riley. Hallaron una serie de instalaciones, un calabozo, y una larga estela de cuerpos repartidos en toda la selva. También hallaron una fosa con restos humanos, la mayoría ya eran esqueletos. Pero no hubo rastro de July o de sus cómplices.

El desconcierto que estaba presente volvió a crecer. 

—¿Seguro de que han buscado correctamente? —inquirió Avery. Chase asintió. 

—Debieron haberse ido de allí hace un par de horas —prosiguió él. 

—¿Crees que huyeron para esconderse? —preguntó Rubble. 

—Lo dudo —respondió el pastor alemán—. July es muchas cosas. Pero no una cobarde. Y eso es lo que más me preocupa. No puedo decirlo con certeza, pero tengo un mal presentimiento. 







[SEIS HORAS DESPUÉS]







Residencia Ford, BA (CA).
Noviembre 21, 2024

08:12 AM

En cuanto dejó el paquete frente a la entrada principal de la residencia Ford, Adam Lee (centinela asiático de 17 años) se alejó del lugar. A la par, sacó un pequeño radio del interior de su chaqueta y lo encendió.

 —Ya está hecho —dijo Lee por el radio—. Espero la confirmación para poder activar el dispositivo. 

—Ya puedes hacerlo —respondió July Harris a través del dispositivo—. El resto ya colocó los dispositivos en sus respectivas ubicaciones. 

—Perfecto —añadió. Luego, cogió su celular, y tras escribir cierto número telefónico, presionó marcar. Sucesivamente, el dispositivo que yacía dentro del paquete se encendió, y un cronómetro se activó. 

Al mismo tiempo, dentro de la residencia Ford, específicamente en la sala de estar, Harrison Ford leía el diario. Luego, se levantó de su sillón, y tras pasar por la cocina, se despidió de su esposa y de su hija. Esta última corrió hacia él y le abrazó. 

—Te quiero, papi —dijo la pequeña.

—Y yo a ti —sumó el oficial, mientras se separaba del abrazo. 

Luego, se dirigió hacia la puerta, y tras abrirla, encontrándose con el pequeño paquete, se volvió sobre su hombro derecho. Y a toda voz, dijo:

—Cariño. Creo que ya llegaron los maseteros que ordenaste. 

—¡Excelente! —convino la Señora Ford—. ¿Puedes traerme el paquete, por favor? 

—Ahora mismo —respondió. 

Se puso de cuclillas, pero antes de que pudiera coger el paquete, un bajo Tik Tak hizo que se detuviera en seco. Simultáneamente, elevó la vista, y en cuanto vio a un chico con rasgos asiáticos parado en frente de su casa, y con un teléfono en la mano, su sentido de alerta se activó. 

Por consiguiente, se puso de pie. Y tras girar sobre sus talones, procedió a correr hacia la cocina.

—¡Amy, toma a Jenny y corran! —gritó. 

En ese momento, el cronómetro llegó a cero. Y la bomba (de grande magnitudes, por cierto) detonó, destruyendo la casa en su totalidad, matando a sus tres residentes. 

Al mismo tiempo, en otros puntos de la ciudad, en las casas de los otros oficiales, el mismo suceso se repitió. 


[8924 PALABRAS]

_____________<<●>>_____________



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top