𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟐𝟖
Salió decaída de su clase, más de tres personas se habían molestado con Ana porque le empezaron hablar, pero ella no les presto ni una pisca de atención. Tenía que ir a la biblioteca, no sabía cómo haría para tomar atención a las páginas de los libros, pero lo intentaría, tenía que aprovecharía su receso.
Ni bien llego saludo a Irma, saco los libros que había leído la semana pasada, el único que no leyó fue el de los hechizos sanadores, este ya estaba un buen tiempo en su mochila, así que lo dejo en su sitio, era consiente que lo médico no era lo suyo. Agarro un libro de hechizos avanzados, ya lo había leído, pero lo quería volver a leer. Después se pasó por algunas secciones y agarro un libro del lago negro y otro de natación, no sabía cómo iba hacer para que Harry este bajo el agua por una hora.
Ana se sentó y se puso a leer el primer libro, no llego ni a la quinta hoja y ya se había quedado dormida. Después de un rato sintió que le movían el hombro y poco a poco despertó de su largo y profundo sueño. La verdad es que no pudo dormir toda la noche por estar pensando en Harry y la cara de pocos amigos que tenía cuando ella estaba hablando con Diggory.
─Ya despierta pequeña dormilona. ─Miro con su cara adormilada al chico que estaba a su costado sentado en la mesa y de paso comiendo una manzana. No podía mentir, se veía extremadamente bien, a comparación de ella que debe estar con los pelos desordenados.
─¿Qué hora es? ─estiro sus brazos para arriba y Diggory se los bajo.
─Déjalo, no creo que crezcas más. ─le dio un pequeño zape en la pierna, a lo que él respondió riendo─. Las clases terminaron como hace más de tres horas.
─¿Qué? ─reacciono atónita─. Me perdí DCLAO y Herbolaria.
Cedric dio una mordida a su manzana y Ana se recostó en la silla para verlo mejor, no entendía como el castaño era tan guapo. Diggory apoyo sus codos en sus muslos para acercarse a Ana y sacarle un mechón rebelde que estaba en su cara, la rubia sorprendida agarro su muñeca y lo alejo a la vez que miraba a su alrededor para ver si alguien los había visto, al no ver a nadie se calmó y vio al chico.
─No hagas eso, alguien nos podría ver.
─No hay nadie. Hace como media hora que Irma cerro la biblioteca, me dijo que te despertara y le pusiera llave a la puerta. ─alzo su mano con la llave de la biblioteca─. Me dijo que después te la diera a ti. Toma.
Me tendió la llave y la agarre. Restregué mis ojos porque aún tenía un poco de sueño, no estaba en mis cinco sentidos, seguía triste, pero gracias a él se había animado un poco. Le iba preguntar si tenía algo que hacer, pero ni bien quite las manos de mis ojos él se aproximó a besarme.
Me beso de una manera tan dulce que si fuera un caramelo ya me habría derretido, me agarro de la mejilla y lo único que atine hacer fue pararme para estar más cerca y que no se agachara tanto, ni bien lo hice él se rio en medio del beso.
─ ¿De qué te ri-
─ ¡Cedric! ─interrumpieron tres voces. Mire asustada y atolondrada al mencionado.
─Les dije que estaría en la biblioteca, quedamos en salir a las tres escobas y tomar cerveza de mantequilla. ¿Quieres venir? ─negó rápidamente, a lo que él rio─. ¿Por qué?
─Tus amigos me odian por lo que hice la otra noche en la que te escogieron campeón. ─dije mirando a otro lado, él agarro mi mentón e hizo que lo mirara.
─No te odian. Te admiran porque nadie fue capaz de decirme eso. Al principio si se fastidiaron contigo, pero después de la primera prueba y la quemadura que me hice ─señalo su cuello ya curado─ se dieron cuenta que tenías razón.
─Claro ellos son los únicos que se dieron cuenta que tenían razón, pero lo que dije te lo dije a ti, no a ellos.
─ ¿Estas preocupada? ─agarro mi cintura y me acerco a él. Fruncí el ceño, mostrando que de verdad estaba molesta por no haberme hecho caso─. No me va pasar nada, porque estoy contigo. ─hice una mueca de disgusto al comentario cursi y él rio.
─Por cierto Macmillan- ─me interrumpió.
─Déjalo. Es un tonto. ─me reí por el insulto tan suave que soltó.
─ ¿Diggory no es capaz de decir idiota?
─Si supieras. ─levante las cejas asombrada y calle con una cara de interés para ver si me lo contaba─. No te lo voy a contar.
─ ¿Por qué?
─Te lo contare si me das un beso. ─hizo piquito.
─ ¡Cedric Diggory! ─llamaron otra vez sus amigos.
─Salvado por la campana. ─me zafe de su agarre, metí todos los libros en la mochila rápidamente y comencé a correr para que él no me alcanzara. Ni bien salí al pasillo de la puerta me percate de la presencia de los muchachos que estaban parados en la puerta, eran como cinco, el Hufflepuff era social y popular. Sonreí a los muchachos incómodamente a lo que ellos también a mí. Comencé a caminar en su dirección.
─ ¡Hola, Ana! ─me sorprendieron ni bien llegue a unos metros de ellos. Felizmente el idiota de Macmillan no estaba.
─Hola chicos. ─sonreí queriendo ser amable. Diggory llego a mi costado y me agarro la mano a lo que yo lo mire sorprendida.
─Ya saben que me encantas. ─agrande mis ojos─. Entonces, ¿Te animas a venir con nosotros? ─negué con una sonrisa─. Te lo pierdes.
Se acercó y me dio un casto beso de despedida, sus amigos hicieron un coro de "uh", alce la mano y a las justas le alcance a pegar por que se había escapado con una sonrisa de inocente en su cara. Cuando ya se estaba yendo volteo y empezó a caminar de espaldas sacudiendo su mano en símbolo de despedida y antes que volteara en una esquina grito: ─ Por cierto, te vez hermosa durmiendo.
Entonces asimilo lo que dijo hace rato y lo que dijo hace segundos, abrió sus ojos a mas no poder, él se había quedado treinta minutos viéndola dormir, un escalofrió le recorrió por toda la columna vertebral. Suspiró nerviosa y se quedó pensando con una sonrisa embobada en la puerta.
─ ¿Por qué tan feliz rubia? ─salió de su trance y vio a Draco mirar en la dirección que Diggory se había ido, al no encontrar a nadie la miro extrañado esperando una respuesta.
─Por nada. ¿Qué haces por aquí?
─Te estaba buscando, quería hablar contigo...─entonces no le siguió tomando atención porque vio que Diggory había regresado, Draco iba voltear por que se había dado cuenta que no le estaba prestando atención, entonces Ana tapo sus ojos con las manos─. ¿Qué pasa? ¿Quién está ahí?
Le empecé a dar señales a Diggory para que se fuera, pero él seguía viniendo con el ceño fruncido.
─Es Ronald en calzones. ─solté lo primero que se me vino a la mente y Draco comenzó a reír, se iba zafar de mi para ver, pero lo impedí con mi otra mano agarrando su cabeza─. No lo veas, está muy avergonzado.
Diggory y yo empezamos hablar en silencio: ─ "Vete, rápido, vete"
"¿Qué hace el acá?" suspiro sin emitir sonido, Draco seguía riendo. "¿Tu para que volviste?", Alzo el libro que tenía en su mano, "Déjalo ahí" señalo el piso, pero él seguía ahí parado a metros molesto por la cercanía de Malfoy y Ana.
─Vamos, quiero verlo, ¿Sigue ahí? ─hablo Draco, y se quiso zafar más fuerte, pero Ana lo abrazo para que no lo viera.
─No lo veas, hazlo por mí y por sus calzoncillos de gatito.
Cedric molesto empezó a caminar para separarlos, pero las manos de la chica le hicieron señal de que se detuviera su paso y él obediente lo hizo esperando que ella hablara. "Tengo que aclarar las cosas con él sobre el beso, vete." Se quería reír por las mímicas que hacia la chica. Dejo el libro en el suelo como le dijo y ahora el empezó a hacer las mímicas, primero hizo señal de que la estaría vigilando y después sonrió mandándole un beso volado. La chica siguió animándolo a que se fuera.
─ ¿Sigue ahí? ¿Qué está haciendo? ¿Acaso está bailando? ─se rio y Ana le siguió la corriente.
Cedric le hizo señal de que también quería su beso bolado, pero ella se negó botándolo otra vez. Entonces el castaño empezó a caminar en su dirección, pero Ana lo paro otra vez con las dos manos e hizo lo que quería, Cedric feliz hizo como si lo atrapara y se lo puso en el corazón. Antes que el chico saliera de su campo de visión dijo sin sonido "Dile que eres mía" termino guiñando un ojo.
Rápidamente Ana se separó de Draco con las mejillas sonrojadas por lo que acaba de ver pensando si se había equivocado o de verdad había dicho eso, Malfoy por otro lado volteo a todos lados para ver si seguía el supuesto chico en calzones, pero se le borro la sonrisa cuando vio a Ana roja. Le toco la frente y felizmente no tenía ni calentura, pero después le toco los cachetes y parecía que estos ardían a mas no poder haciendo que el corazón del rubio latiera por una idea equivocada.
─Hace calor, ¿no? ─él se rio nerviosamente.
─Estamos en invierno. ─Ana puso una mueca de incomodidad─. Bueno lo que quería hablar contigo era que- ─interrumpió.
─Espera, alguien más te lo explicara sígueme. ─comenzó a correr hacia la sala común con el rubio atrás.
Ni bien llego busco en los cuartos de los chicos, pero no encontró a los culpables. Entonces fue a la mochila de Harry y busco el mapa del merodeador con éxito, dicto la clave y pudo ver todo Hogwarts, busco el nombre de Fred o el nombre de George, aunque siempre estaban juntos, y en eso también tuvo éxito, guardo el mapa y salió de su casa, viendo a Draco que iba hablar, pero Ana empezó a correr otra vez, si no Fred y George se les escaparía.
Al verlos a lo lejos los llamo, ellos la vieron acercarse y llegar exhausta junto a Draco, pusieron cara de pocos amigos, pero al momento los dos se miraron con caras de saber qué era lo que iba pasar y antes que escaparan Ana los agarro a los dos.
─Ustedes lo hicieron. Ustedes lo arreglan. Tengo cosas que hacer. Hablamos luego. ─se despidió de los tres chicos y corrió de nuevo.
❄︎❄︎❄︎
28
Septiembre, 1993
─Estaría en un orfanato si lo hubieran dejado en mi puerta.
─Si nos hubieran dejado en su puerta con gusto habríamos ido al orfanato, tía Marjorie.
─ ¡Cayetana! ─Harry me abrazo y yo también lo abrace─ ¿A qué hora llegaste?
Había llegado en ese preciso momento y con gusto le respondí despectivamente a la otra Dursley. El tío Vernon mando arriba a Harry a que suba el equipaje de la nueva invitada.
─ ¿No piensas saludar a tu tía? ¿Acaso en ese colegio que estas no te han dado buenos modales?
─Te aseguro que me han dado más que buenos modales tío Vernon y no querrás saber cuáles son. Tía Petunia. ─al último saludé y fui para arriba junto con Harry.
Antes lo respetaba, pero desde que lo encontré jalando a Harry de los pelos el día del cumpleaños de su hijo el chanchito le perdí todo el respeto, no se lo merecía y desde ese día le advertí que si le tocaba un solo pelo a Harry le iría mal.
Al llegar al cuarto Harry estaba con una sonrisa agarrando la mochila que le compré y unas plumas que le traje desde Noruega.
─Feliz Cumpleaños Harry. ─él fue corriendo a su cajón y saco una pequeña cajita envuelta en papel de regalo, me lo tendió y la abrí, era palillos de carbón, Harry sabía que estaba aprendiendo a dibujar en Durmstrang.
─Feliz Cumpleaños Cayetana.
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