Capítulo XLIII
Perspectivas diferentes
Continuación.
Sus manos se aferran al cuello de la camisa de quien a tendido al suelo, sus puño enérgicos poco efecto tienen en aquella presencia que mientras más recibe más risas suelta, risas insultantes seguidas de una mirada insatisfecha y muy egocéntrica.
—¿Es todo lo que puedes hacer?¿Tan siquiera no puedes ponerle el mínimo esfuerzo en tus "puños"?.—Con incredulidad cuestiona a aquel bicolor que inyectado por la ira sigue dándole golpes más fuertes, tan fuertes que le quitan aquella soberbia sonrisa del rostro.
Era momento de actuar.
El desorden en la cocina llama la atención de los comensales, la boliviana trataba separarlos pero ante tanto revuelo solo termino a un costado, siendo auxiliada por el polaco quien había visto una mueca de dolor en su rostro con respecto a su brazo.
Quedó horrorizado al descubrir aquella prenda que llevaba encima, un par de hematomas grandes seguidos de marcas recientes de haber sido maniatada o quizás tomada con fuerza en dichas áreas. ¿Como alguien que ama es capaz de hacer algo semejante a su pareja?
—Tranquilizate, todo estará bien.—brindó palabras reconfortantes mientras con un pañuelo secaba sus lágrimas, no obstante ver aquellas marcas en su rostro esdrujaban su corazón.
¿Como Rusia pudo haberle hecho semejantes marcas?
Mientras tanto China, Irán y Alemania intentaban separar al peruano del ruso, era evidente que quien había iniciado la lucha era el bicolor pero no sabían el motivo, no habían visto el rostro "verdadero" de la tricolor.
Una vez lograron separarlos intentaron calmarlos, buscaban la razón por la cual tan ávida pelea se había concretado entre ambos. Siempre excusas y nada concreto hasta el instante en que observando al ruso fijamente a los ojos el peruano decidio hablar.
—¡Aquel bastardo se atrevió a ponerle la mano encima a mi hermana! ¡Maldito cobarde!.—grito exaltado y furioso, su rostro ensangrentado no ocultaba la furia que yacia en su interior.—¡Cobarde!.—se removia entre los brazos del iraní mientras lo señalaba con seguridad frente a la mirada atónita de los presentes.
Rusia bajo la mirada, todos buscaban una respuesta de su parte el insistían en que se defendiera ante tal injuria ¿Como alguien de su nivel se rebajaría tanto? ¿Acaso lo que aquel tercermundista decía era cierto?, querían una respuesta suya y exigían ver a la "supuesta" agraviada, nadie la encontró... Ella se había esfumado.
Rusia estaba "desmayado" eso es lo que la alemana grito a todo pulmón, despavorida exigía que llamaran a una ambulancia lo más rápido posible, nadie sabía que era un tétrico plan para encubrir lo que ambos sabían que era verdad.
Bolivia corrió lo más que pudo, en las calles oscuras de la ciudad de La Paz buscaba esconderse de las presencias que la buscaban con recelo, su hermano y el polaco, sin éxito alguno. Entre una calleja oscura halló refugio, sostuvo su teléfono móvil y lo estrelló sobre las genéricas paredes de la calleja, no quería ver su rostro, no quería saber nada del exterior, no quería ser encontrada y mucho menos amenazada por su pareja. Ocultar la verdad era algo con lo que no estaba familiarizada en absoluto, fue engañada por muchos y aún lo siguen haciendo.
—Tan sólo quiero vivir mi vida a mi manera...—murmuró entre suaves sollozos que se pierden a la par en la que el cielo ruge cual bestia iracunda.
—¿Y como la vivirias?.—surgió una pregunta inquietante del vacío, aquella voz seca y longeva cuestionaba con curiosidad sus palabras.
—¿Que cambiarias para ello?.—otra pregunta inunda su cabeza, esta vez más delicada y un tanto más juvenil.
—¿Aceptarias cualquier propuesta que conlleve a cumplir tu mayor anhelo?.—fue la pregunta más curiosa e importante de todas aquellas que apenas percibía.
Levanto su mirada para hallarse consigo misma, para ver todas las marcas que el pasado fue dejando sobre su piel y que las que lleva ahora no eran más que pasajeras, fruto de la ceguera que el amor provoco en ella.
—Nos engañaron vilmente... ¿Como pudieron?.—le preguntó con un nudo en la garganta y lágrimas que se acumulaban en sus vidriosos ojos.
Se vio negar, su cabeza ladeo de un lado para el otro dos veces antes de recibir una respuesta que muy en el fondo sabia era la más pura verdad.
—Te engañas, nos engañamos ambas...creimos conocer a la persona que jugó bien sus cartas, creimos saber todo al respecto de su vida...creimos que nos había abiertos su corazón.—un breve silencio sepulcral se hace presente mientras es tomada por si misma para ponerse de pie y observar un páramo diferente al que había visto en un principio.
Ya no era la oscura y lúgubre calleja por la cual circuló y se refugió, ya no veía el cielo atormentado por nubes carmín sobre su cabeza ni veía los leves destellos de los relámpagos y los faroles sobre las Charcas de agua sucia que decoraban a la misma... Era diferente a ese lugar en donde había partes de un teléfono móvil esparcidas por doquier.
En medio de un camino transitado por tanta gente, un día soleado y caluroso se observa a si misma observando con asombró el avance de su gente, conforme se va acercando los avances se hacen más y más recientes y ella ya no se ve tan sola...la presencia de un bicolor hace su debut en primera plana.
—Debimos escoger bien, quizá el hubiese sido una mejor pareja...quiza alguien más o simplemente no estamos preparadas para ser la pareja de alguien más.—fue la opinión más sincera que nunca en su vida había escuchado, venía del Fondo de su corazón, lo sentía así.
Aquella sensación extraña que recorría su ser la relacionó con aquel comentario, ver cómo Israel le sonreía ruborizaba sus mejillas y aceleraba sus latidos pero al mismo tiempo hacia que sus manos se congelarán y sintiera un vacío en su pecho, una sensación extraña y atroz.
—Que bueno que aún sigues conmigo...—dijo con alivio el tricolor, sus brazos la sostienen con fuerza en un abrazo dudoso, aferrándose a su existencia.
Había estado inconsciente un par de minutos hasta que él la encontró en aquella mugrienta calleja. Pese a el disgusto que sentía tocarla estando toda empapada de aquellas aguas sucias no quería soltarla, sentía que casi la había perdido, se sentía extrañamente confundido con sus reacciones hasta que lo asimiló con un episodio de su infancia.
—No me vuelvas a dejar, por favor...—suplica con lágrimas en los ojos descansando su rostro sobre el pecho femenino, sus manos se aferran aún más a la femenina presencia que apenas despierta aturdida y confundida.—te lo suplico...no lo hagas...no me abandones.
Sabe que puntos tocar a la perfección, sabe que si apela a su lado sentimental ella será incapaz de dejarlo, recordará su promesa y aquel acuerdo mutuo que firmaron. Ella no lo dejara, no le permitirá hacerlo.
Síente un suave toque en su desagradecido rostro, una caricia tan dulce como el algodón de azúcar. Es ella otra vez, la siente de vuelta bajo su merced, dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de tenerlo a su lado y satisfacerlo en todo para hacerlo feliz.
Su delicada voz apenas perceptible exige que la miré, con los ojos empañados en "falsas" lágrimas se dedica a verla simulando preocupación.
Una bella sonrisa, pequeña y sencilla, se forma en su demacrado y golpeado rostro con el fin de brindarle un mensaje positivo acerca de su estado.
Tan sólo puede llorar como alguien que ha perdido lo que más quería o bien alguien que había encontrado el mayor tesoro de su existencia. Aun así ¿se puede confiar en alguien que manipula sus emociones como al se le plazca? ¿Estara siendo sincero esta vez?.
A fin de cuentas quedo como un hombre bueno a los ojos de aquellos que lo asistieron en su "desmayo", como un mediador de la paz cuando se contuvo en la pelea con el peruano manteniendo a salvó la entegridad del mismo. No recibió sanciones por falta de pruebas, por testimonios que decían todo lo contrario a lo que dos entidades aseguraban era verdad.
A fin de cuentas, eran perspectivas diferentes las que ambos bandos manejan ¿verdad?
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