Capitulo ⅩⅩⅠⅩ
Desesperación
A tan escasa horas que la ceremonia de inicio observaba atenta la llegada los invitados, eran numerosos, muchos más con los que contaba en su boda. Sus manos tiemblan ligeramente mientras sostiene aquel ramo de flores e intenta no perder la compostura, su divertida y curiosa mirada la conecta con una especial, una que no pensó ver este día, al menos siquiera los próximos seis a siete días que le restan al mes.
Ahí estaba él, su presencia hacia compañía a una presencia femenina bastante recatada y elegante, imposible no notarla con semejantes adornos llamativos que lleva puesto en el cuello y la cabeza, un vestido divino ni que decir de la manera en que logra desenvolverse sin titubeó alguno con los demás invitados, especialmente con las potencias.
Lo que daría ella por llevarse así con cada uno de ellos, dejar de lado el formalismo en una ceremonia que la exige para tratarse como amigos bastante cercanos, coló si fuesen hermanos o parientes no tan lejanos.
Quiso acercarsele para saludarlo pero algo la detuvo, algo que ni siquiera posee una presencia material la detuvo en su lugar muy al margen de la mirada de los presentes. Inmóvil observo como la escoltaba hasta los primeros asientos del lugar ¿No se suponía que dichos lugares estaban apartados para presencias especiales de descendencia rusa?, ya pronto aquella pregunta el ruso tendría que responderle.
Cayo en la desesperación del momento, estaba sumamente nerviosa, recordando todas aquellas lecciones que le dio la alemana y que por observarlo se le fue de la cabeza, temía errar, temía ser la comidilla de todos los invitados que no poseerían piedad alguna para burlarse en frente de su cara y a sus espaldas la bochornosa situación en la que se hallaría más adelante. ¿Qué tal si el tacón se le rompe?, ¿Qué tal si al momento de decir sus votos su mente queda en blanco y tan solo simplemente lanza palabras sin sentido alguno?, ¿Qué tal si se arrepiente?, ¿Qué tal si interviniese como en las típicas escenas de las comedias o series románticas? Tantas dudas en su cabeza solo hacen que se sienta agobiada y asustada en demasía, el ligero temblor de sus manos se intensifico a tal grado de diseminarse por todo su cuerpo, estaba aterrada, parecía que su cuerpo tenia la consistencia de una gelatina o así ella lo percibía cada vez que intentaba olvidar o darle importancia a la presencia de su "amigo".
Aun siguen siendo lo pero con una leve diferencia que los identifica, ambos sienten cosas distintas a la amistad el uno por el otro.
—¿Qué hago, que hago?.—se interroga a si misma dando pequeñas idas y venidas justo en la puerta del lugar en donde la ceremonia se ha de realizar.
Las diferentes damas que están presentes no se dignan a ayudarla, tan solo simplemente la observan aisladas creyendo que hacia una especie de ritual o rito para la buena suerte y la felicidad, quizá la estigmatización estaba por demás en el asunto, quizá se dejaron llevar en demasía por sus supersticiones.
—Tranquilizate, respira profundo, inhala y exhala...inhala y exhala.—dijo el peruano sosteniéndola de los hombros para brindarle apoyo, la ayuda que más necesitaba en este preciso momento no pudo ser más que oportuna.
—Gracias...—fue lo único que alcanzo a decir con cierta agitación y una pequeña sonrisa en el rostro forzada, hacia aquellos ejercicios que le había mencionado el peruano para relajarse un poco antes de pasar frente a centenares de miradas.
Ahora se lamentaba el hecho de no haberse negado a semejante petición de su pareja cuando la lanzo frente a sus hijos y más cuando los mismos le habían aconsejado que debía realizarse del mismo modo que se realizó su matrimonio, entre la familia sin la presencia de terceros, sin la presencia de Israel.
—Vamos bolita, bebe esto.—le ofreció amable un vaso con agua que traía consigo desde que la vio correr medio desesperada hasta la entrada.—descuida, no es alcohol, es agua, te hará sentir más calmada y tranquila.
La boliviana aceptó asintiendo positivamente con la cabeza, un hondo sorbo le dio a aquel vaso de agua antes de volver a realizar esos ejercicios y de una vez por todas quedar en paz consigo misma, al menos poder estar tranquila el mayor tiempo posible antes de detonar en un sin fin de emociones confusas y muy caóticas.
—Ya estoy...ya estoy mas tranquila, gracias por tu ayuda Perú. —le agradeció con un abrazo de por medio, mismo que fue correspondido por el ya antes nombrado.
—No tienes por que, ahora date un par de retoques por aquí.—señalo sus pómulos y sus labios de manera un tanto infantil.—y por aquí para evitar los comentarios de todos aquellos que reposan sobre sus asientos esperando la presencia del ruso en compañía tuya. Vamos, te acompañó hasta el tocador, ya luego el resto corre de parte tuya.
Tomo su mano y la guió hasta el tocador, ambos apresurados y sobre la hora oían como ya eran anunciados el nombre de la pareja que reafirmaría sus votos este día y en este lugar especial, más nerviosa de lo que ya esta no podría estar.
—Vamos, arregla un poco esos mechones desalineados, arregla tu collar y dejame arreglarte este vestido, mejor tu arregla tu vestido y pendientes mientras yo me encargo de tu cabello.—decia apresuradamente el peruano quien con delicadeza y sumo cuidado además de paciencia depositaba aquellos mechones sueltos debajo de la tiara de flores de plata y porcelana que llevaban en la cabeza, sus manos temblaban tanto con tan solo pensar que ante un más mínimo movimiento aquello acabaría hecho un desastre sobre su cabeza.—¡Perfecto!.—exclamo orgulloso de lo que creía era una proeza.—Ya estas lista, ¡estas perfecta!, vamos, creo que ya te esta esperando.—dijo volteando la mirada hacia la dirección donde un desesperado ruso parecía buscarla frenéticamente con la mirada entre la multitud que hace bastante poco se había puesto de pie y a aplaudir al escuchar el nombre de la pareja del momento.
El tiempo había pasado volando sin que pudiese darse cuenta, fue una cuestión de abrir y cerrar los ojos en momentos determinados para acabar en esta instancia. A tan siquiera minutos o quizás segundos de tomar el brazo del ruso y caminar a su lado para reafirmar aquellos votos que cuan muy enamorados se hallaban de dijeron el uno al otro.
Solo que la mirada de alguien en especifico es la causante de toda la desesperación que carga consigo, la mirada de un bicolor.
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