Capítulo ⅩⅩⅤⅡⅠ

Un día extraño

Con maletas en mano y dispuesta a tomar el avión que la llevaría a su destino final dio un último vistazo atrás, se despidió de su familia, de especialmente y claramente hablando de sus hijos, un par de fuertes abrazos, un par de besos en las mejillas un tanto "melosos" ni que decir de aquellos cánticos que lanzaban desorganizada mente cada uno para despedirla. ¿Por que no la acompañaban? Simple, ya habían tenido esa conversación con el ruso, algo que no piensan volver a tener...al menos no de la manera tan fría y tajante como los trató y/o habló.

—Hasta pronto!.—dijeron todos al unísono, haciendo un ademán de despida antes de ver como se perdía abordando el avión y como este despegaba con un rumbo hasta ahora desconocido para ellos.

—Crees que debimos decirle la forma en que como nos trato Rusia?.—pregunto el menor de todo aquel numeroso grupo, todos simplemente lo miraron y se hicieron los desentendidos.

—No, debemos dejarla disfrutar su momento, ya somos bastante grandesitos como para quejarnos por pequeñeces...—respondio el mas mayor de todo aquel grupo, el chuqisaqueño, mismo que había permanecido muy al margen de los asuntos de la vida personal de su madre.—además, tenemos cosas importantes que hacer como para seguir dándole vueltas al asunto.

—Si, hay demasiados papeles que revisar ni que decir de los extraños formularios que creo son falsos nos dejo nuestra madre para que estuviéramos ocupados y que no volviese a pasar lo de hace años...—añadió la paceña con cierta pena, recordando aquel bochornoso incidente en la que tanto ella como el chuquisaqueño tuvieron que pagar con una buena tunda.—Aun tengo marcas de aquel atroz día...

—No es para tanto, simplemente hicimos una pequeña fiesta, aun sigo sin entender el porque se puso así...—comento simplonamente el cruceño cruzándose de brazos con una enorme sonrisa de despreocupación.

—Si...como si no fuese para tanto haber dejado media casa vacía gracias a la fabulosa idea de cierta personita.—indico la beniana señalando con su dedo índice de manera disimulada al cruceño.

—Si...como si no fuese para tanto haber tenido que recuperar cada uno de esos muebles que personas sin escrúpulos fueron capaces de sustraer de la calle, además de haber vaciado toda la cosecha de vinos y el singani de Tarija para la celebración.—añadio la pandina sosteniendo de las mechas al cruceño quien simplemente se hacia el desentendido.

—Aun no puedo olvidar aquel hórrido incidente, había vino por doquier, en el suelo, en el fregadero e incluso en plena avenida, fue un desastre.—se victimizo el tarijeño con un falso llanto sobre el suelo, hecho bolita y con la mirada perdida.

—Ya levantate!.—exclamo la cochabambina dándole un no tan fuerte golpe con la palma de su mano contra su cabeza para hacerlo "recapacitar".—que no solo él fue la cabecilla de semejante plan ante el cual cierta mayoría se negó en participar salvo algunas víctimas de la labia de este sonso.—miro a la paceña y posteriormente miro al cruceño antes de propinarle el mismo golpe que le dio al tarijeño.—es hora de marcharnos, tenemos cosas que hacer, cosas importantes ¡Importantes!.—recalco y enfatizo a los anteriormente mencionados quienes asentían positivamente con la cabeza.—vamonos, ya pronto nos llegara la grabación de la ceremonia y espero ver sus caras al momento de verlo.

Aquel numeroso grupo fue dispersándose para dar un ultimo paseo por las calles paceñas antes de tonar sus escasas pertenencias y regresar a sus hogares para cumplir con sus obligaciones.

●✦●

8 horas más tarde...】

Se despertó de su reconfortante suelo al oír el llamado d el a puerta de su habitación de hotel, el viaje había sido agotador pero no podía desairar de semejante manera a la persona que se tomo la molestia de llamar a su puerta, aunque muchos de los invitados fuesen sus hermanos, escasamente algunos solo los conocía por tratos, contratos y cosas políticas que prefiere no tocar ahora.

—Ya voy, espereme un momento.—solicitó amable elevando un poco la voz, aquellos incesantes golpes se detuvieron esperando ansiosamente su presencia en la puerta.

Limpio un poco su rostro y arreglo su desordenada cabellera, arreglo un poco su indumentaria y se dirigió dando un par de bostezos hasta la puerta, justo cuando su mano daba el giro que le mostraría el rostro de la persona que se molesto en venir a visitarla quedo perpleja al ver de quien se trataba, pese a que no fuese una sorpresa su visita le resultaba completamente inesperada, más ahora sabiendo el problema por el cual con anterioridad su matrimonio había pasado.

—Querida, que bueno es volver a verte ¿Cuánto tiempo ha pasado?.—dijo cariñosamente antes de abrazarla y darle un par de besos en la mejilla.—Venga, dale un fuerte abrazo a tu padre quien ha venido a verte desde muy lejos a retomar tus votos con el ruso ese.—volvió a extender sus manos esperando que la fémina correspondiera al mismo.

—Como es que diste con...?.—justo antes de terminar de formular su pregunta fue abruptamente interrumpida por una sonora carcajada.

—Querida, todos en este hotel nos conocemos a la perfección, además que, claro...tu esposo puso la ubicación del hotel en las invitaciones más solo fue cuestión de preguntar, eso es todo.—se encogió de hombros, su extraña actitud solo hacia que la boliviana sospechara del agente caudal del repentino cambio de actitud de su padre.

Tan abierta, sin tapujos, sin respeto, sin miedo.

Miro a ambas partes del pasillo y al no encontrar a ningún sospechoso metió a su padre en su habitación y ella salio, cerro la puerta cuidadosamente antes de encaminarse en la búsqueda por la ayuda de su ser más confiable, de uno de sus tantos hermanos que supiera como tratar rápidamente una alcoholización, técnicamente una borrachera.

No fue tarea imposible dado que tan solo basto pedir el registro de los residentes antes de proceder a buscarlos por los amplios pasillos en sus habitaciones.

Al menos necesitaría de tres personas para volver a su estado normal a aquel español que de seguro tomo por demás a causa de una de sus tantas discusiones amorosas con Portugal o siquiera con Francia. El tipo no tenia remedio, siempre metiéndose en problemas.

Justo para suerte suya encontró a tres de sus hermanos justo en la puerta de la habitación que correspondía a Argentina, ahí estaban Perú, México y Venezuela.

—Gracias al cielo y a la pachamama que los encontré aquí.—hizo una breve pausa para recuperar el aliento que gasto mientras corría a su encuentro.—es España...

—No me digas que volvió a pasarse de copas, creo que esta seria como la décima tercer intervención que le realizaríamos esta semana.—comentó el peruano interrumpiendo a la boliviana dada la obviedad del asunto y como este solía ocurrir normalmente.

—Yo diría que es la décima sexta vez, siempre es lo mismo, dejalo en la bañera de su habitación con agua fría y se le pasara...—comento tranquilo el venezolano sin prestarle atención siquiera a la gravedad de sus palabras transmitidas en forma de consejo.

Estas loco!? Se va ahogar si lo dejamos en un bañera como tu lo dices, en el estado que se encuentra terminaríamos por celebrar un entierro en lugar de una...¿qué era?.—comento un tanto apenado el mexicano, su extraña charla llamo a la puerta a la presencia de la argentina quien solo los observaba en silencio.

—Es una ceremonia de reafirmación de votos.—respondió la argentina para hacer notar su presencia.—ahora sí ¿dónde se encuentra el españolete este por el cual la mayoría de sus cabezas es capaz de funcionar correctamente?.—cuestiono a los presentes quienes señalaron a ka boliviana la cual los guió rápidamente a su habitación.

—Sera un arduo trabajo después de todo.—comento agotado el peruano observando el estado deplorable en el que se hallaba el español.—al menos se ve mejor que la anterior vez, debiste verlo, ese día apenas llevaba ropa interior.—comentó entre risas a la boliviana quien simplemente prefería no haber oído aquel asunto al igual que la argentina.

—Si! Al menos hoy no esta en esas fachas, creo que sera fácil volverlo a la normalidad, solo basta un café caliente bien cargado y una ducha fría.—comento el mexicano entusiasmado, sosteniendo en sus brazos el cuerpo de su delirante padre.

—Yo iré a preparar el café, pero antes pasare por la habitación de Colombia para ver si tiene un poco de su mágico y delicioso café.—añadio alegre el venezolano que una vez acabó de prepara las cosas para el café salio disparado de la habitación de la boliviana.

—Yo prepare la ducha fría.—dijo el peruano pero justo cuando se disponía a la habitación del baño fue retenido por el mexicano.

—Por ahora necesito que me ayudes a levantarlo y recostarlo en la bañera, ya después de que Venezuela regrese y tenga listo el café procederemos a bañarlo ¡Apresurate que mi espalda no es una grúa hidráulica para sostener de esta forma semejante peso muerto!.—exclamo furioso el mexicano, una furia realmente cómica.

Pasaron alrededor de una hora y media, todos estaban agotados al lado de su padre que poco a poco recobraba el sentido y la lucidez, tenia un fuerte dolor de cabeza, mismo que no solo era por la migraña sino que también por los "pequeños golpecitos" suscitados durante el baño y el cambio de vestimenta.

—Nos retiramos Bolita, ya hicimos nuestro trabajo ahora solo es cuestión de dejarlo recuperarse un poco y regresarlo a su habitación.—comento cansado el mexicano quien se acerco aun más a la boliviana.—su habitación es continua al del Inglés, es aquel que esta en la mano derecha, solo dejalo en la puerta y él hará el resto.—murmuró por lo bajo evitando que cualquier oído chismoso se enterase de su desverguenzura y travesura.

Todos los presentes se marcharon, pero no sin antes felicitarla y desearle la mayor felicidad del mundo en compañía del ruso, si tan solo supiese que alguien más estarían presente en la ceremonia, ese ser tan especial en su vida, quizá se hubiese preparado mejor para guardar las apariencias y claramente ocultar la incomodidad que sentía al verlo ahí en frente suyo.

—¿Cómo te sientes?.—le preguntó cálidamente mientras acomodaba aquellas mantas de lana de vicuña sobre su espalda.—¿Mucho mejor?.

—Si...aunque aquí entre nos...me duele horriblemente la cabeza, ya me pagaran esos chavales por haberse pasado de listos conmigo.—comentó entre risas amenas, dio una profunda respiración y exhalación antes de tomar su mano entre la suyas de manera sutil.—¿Estas realmente segura de reafirmar algo que dejaste de sentir hace tiempo?.—le interrogo con cierta pena, sus ojos buscaban una respuesta que la mirada sorprendida de la otra le había dado pero que sus palabras le quitarían valor verídico.

—si...estoy segura. Tan segura como la vez que te dije que me casaría con él y que por más que te interpusiera no lograrias separarme de él. —se exalto un poco, a tal grado de soltar algunas palabras que poco o nada tenían que ver con el asunto.

—No me interpuse ni esta vez lo haré, mi pequeña, has echado tu suerte al viento y esperas mucho de la misma ¿no crees que ya va siendo momento de madurar? Estas empeñada con un matrimonio que no tiene ni el mínimo sentido, atada a un hombre que no te respeta y que te miente con descaro en la cara, angustiada, confundida...lastimada.—su mano se dirigió a su mentón obligándola a verlo fijamente a los ojos, como le dolía verla con aquella triste mirada, le recordaba tanto a aquel terrible error que cometió hace ya muchos años, uno del cual nunca se ha perdonado.—¿No crees que mereces algo mejor que un simple reconocimiento a lado de una potencia?, ¿No crees que mereces ser feliz verdaderamente a lado de quien tu corazón llama incansablemente a la media noche o cuando te sientes extremadamente sola? Piensalo, aun estas a tiempo, aun estas a tiempo de escapar de aquellas cadenas que te marchitan en su inmenso jardín lujosos de mentiras y engaños.—le propuso anímicamente, insistiendo en la idea de huir de sus responsabilidades, insistiendole en ser feliz.

—Lo siento padre...he tomado mi decisión, es por el bien de ambos, no quiero que la historia vuelva a repetirse...no lo deseo....—bajo la cabeza y cuando lo hizo aquellas lágrimas que retenía por fin pudieron realizar su recorrido amargo por sus mejillas, dejando un campo desolado impreso en su mirada.

—Entiendo...—dijo conmovido, actuó solidario dándole ligeras caricias en la espalda, abrazándola para hacerle saber que la entendía, que entendía aquella encrucijada en la cual se hallaba, que no era simplemente ella quien atravesó por aquella circunstancia.—shu....shuu....ya...ya...las cosas van a pasar, tranquilizate, no te quiebres, nadie merece tus lágrimas. —aconsejo con un nudo en la garganta, apenas podía contener aquella ganas de compartir su dolor, de quebrarse a su lado, de desahogarse sin miedo a que alguien lo viese en ese estado vulnerable, sus pulgares limpiaron aquella amargas lágrimas del rostro de su hija para dibujar en el mismo una sonrisa.—Vamos! Donde quedaron esos ánimos! Eres mi princesa y no he de permitir que nada ni nadie te haga daño.—aquel comentario le recordó a la boliviana su niñez, quizá un episodio del mismo en el que fue alegre y por el cual fue capaz de sonreír emitiendo una estruendosa carcajada que casi la deja sin aliento.

—Ya papá, es hora de descansar, tanto momento emotivo que me hiciste vivir pesa sobre mi, mas aun cuando tengo un acontecer importante mañana ¿estarás presente?.—pregunto curiosa, sintiendo como su padre acariciaba suavemente su cabeza de la misma manera que lo hacia cuando era apenas una niña.

—Siempre estaré ahí para ti, no lo olvides querida.—beso su frente con cariño antes de regalarle una tierna sonrisa que le decía que todo estaría bien y que no había nada por lo cual preocuparse.

Tal y como el mexicano le había mencionado con anterioridad hizo lo que hizo, acompaño a su padre hasta la habitación que supuestamente le pertenecía y lo dejo ahí, confiaba mucho en la palabra del mexicano. Solo que esta vez aquella habitación era la del inglés y no estaba nada contento al ver una cara tan conocida irrumpiendo en su habitación cuando se predisponía a descansar, más aun cuando por el susto que le provoco su presencia desperdicio una buena taza de té para poder descansar.

¡Vaya día...!

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