Capitulo ⅩⅥⅠ
Pequeños detalles
Días extensos de constante dubitación, sus ojos se posan en los de su bella acompañante, una mujer que parece amarlo tal cual es sin percatarse de que el sentimiento poco o nada llega a ser correspondido. Una mirada que transmite aquella calidez que solo pensó encontrar en la boliviana, una en la que su alma se halla vulnerable con tan solo mantenerla fija en la suya. Tomar sus manos jamás se sintió tan bien como ahora, era similar al tierno toque tímido de ella, de aquella mujer tricolor que yace prohibida para él.
Su cabello tiene un delicioso aroma a vainilla y rosas, un perfume tan particular que degusta cada vez que la abraza o se dan una que otra pequeña muestra de "amor", cariño a decir verdad.
Han estado conviviendo juntos durante quizá tres o cuatro meses desde que partió de las tierras bolivianas a las suyas y se mudo a un poblado lejano de un buen amigo, una pequeña y acogedora casita lejana a la ciudad en una ciudad polaca.
Por más esfuerzo que hace, por más empeño que le pone para corresponder a los bellos sentimientos de su futura esposa, así es, se han comprometido a casarse a finales del año con un único fin, ser felices y olvidarse de todos aquellos amores imposibles que existen en sus caóticos corazones, en especial en el suyo.
—Se que andas pensando en otras cosas...—interrumpio tranquilamente el silencio existen entre ambos, rompiendo la tensión que se provocó en el choque de sus extrañas miradas.
—No...bueno, quizás un poco...no es importante.—se excuso con nerviosismo, bajando su mirada a la taza de chocolate caliente que tiene entre sus manos.
Ella sonrió, una pequeña sonrisa que muestra incredulidad ante su comentario.
—Si no fuera importante no estarías ausente.—se le oía agotada, tal vez cansada de lidiar con todas aquellas pequeñas mentiras que el contrario suele siempre usar como excusas.
Dio un pequeño sorbo a su taza antes de volver a posar su mirada en la ajena, su corazón late lentamente con tan solo observar el agonizante brillo de sus ojos, quizá ya es momento de decir la verdad o al menos intentar corresponder a aquellos hermosos sentimientos que aquella dulce mujer espera con ansias sean correspondidos por él.
—Escucha...yo...—tomo la iniciativa, pese a que la duda yace impresa en sus palabras sus acciones demuestran seria seguridad.
Sus manos dejaron el cuerpo de la taza y se arrastraron hasta tomar las ajenas, delicados y suaves dedos que alguna vez se deslizaron con dulzura y ternura sobre su rostro yacen entre los suyos en un sutil agarre que provoca en ella la presencia de un tierno rubor en sus mejillas. Sus ojos llenos de ilusión brillan como centellas al contacto con los suyos, su expresión de sorpresa provoca también un notable rubor en sus mejillas pálidas...una química entre ambos que jamas sintió con tal entendidas ni siquiera con aquella tricolor de hermosos ojos café.
Un acercamiento de rostros, en silencio sin poder evitarlo, con ansias de sentir aquella calidez de la compañía ajena. Sentir como sus respiración chocan entre si, verse demasiado cerca y la vez sentir que están soñando, no se atreven pero un pequeño impulso es capaz de cambiarlo todo. Un tímido, tierno y pequeño beso surgido en el momento más oportuno nace de ambos, el roce de sus labios fue efímero pero gratificante.
Aun más confundido de lo que ya alguna vez ha estado, en medio de un camino cuyos destinos son diferentes.
¿Por cual estará dispuesto a transitar?
✦◉✦
Sentada en una pequeña banqueta ha estado observando el paisaje de la ciudad, recordando la ultima en la que sentido tan confundida por sus sentimientos hacia quien siempre vio como un buen amigo, casi como un hermano pequeño al cual debía cuidar pese a todos sus conflictos ante los cuales siempre quedo al margen e incluso negando relación alguna con él.
En esta ocasión la presencia de alguien más revive aquellos sentimientos que poco a poco morían dentro de si misma, una presencia que siempre llego a estar ausente aun cuando siempre estuvo allí para ella. Un sorpresivo abrazo por la espalda, unas grandes y delgadas manos varoniles tapaban sutilmente sus ojos, estaba asustada y a la vez emocionada.
—Adivina quien soy.—un risueño tono juguetón se hizo presente con un sutil acento que reconocería en cualquier lugar sea cual sea la entidad que la dijera la reconocería donde quiera que estuviera.
Una hermosa sonrisa gigante se hizo presente en su alegre rostro, aquellas manos seguían sobre sus ojos esperando ansiosos la respuesta de aquella dama.
—Rusia!.—exclamo alegre.
Aquellas manos dejaron de obstruir su visión y procedieron a entregarle un pequeño presente, una pequeña flor roja.
No era un gran ramillete de aquellos que siempre solía darle en aquellas ocasiones en las que solía llegar días después a visitarla, no era un regalo lujoso como aquellos pendientes y collares que solía traerle cada vez que solía olvidarse una fecha importante. Era algo sencillo, algo dulce que decía mucho con tan solo la presentación.
Aquella flor fue depositada con cuidado sobre su sien dándole un toque aun más tierno y resaltando aun más la belleza singular que poseía. Aquel hombre se sentó a su lado, tomo sus manos y depósito en la palma de las mismas una pequeña nota, un pequeño pedazo de papel que pensó había quedado en el pasado.
—Es lo que creo que es...—estaba asombrada, conmovida que incluso hasta sus manos temblaban de la emoción.
—Si, es nuestra promesa.—dijo con dulzura, sus manos volvieron a posarse sobre las de ella ejerciendo presión sobre aquel pequeño papel.
Ella correspondió a aquel agarre y se acurrucó a su lado, abrazándose fuertemente mientras observan el pasar del día mientras deambulan por aquella pequeña plazuela recordando aquellos instantes de su vida como una joven pareja que apenas se conocieran y tomaron la decisión más importante de sus vidas.
Unieron sus vidas como una sola.
Y aun así no fue lo suficientemente fuerte para superar las adversidades.
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