❌ "ᴇʟ ɪɴɢʀᴇꜱᴏ ᴀ ᴅᴘʙ" (1/2) ❌


Miriam Trastámara, una joven sin mucha peculiaridad aparente, quien aún vivía con sus padres y hermana a pesar de ser ya una adulta.

En sus 22 años, poca cosa le había dado tiempo de hacer a la chica: Buscar un par de trabajos que no duraban mucho, ayudar a su familia, y el resto de tiempo, solo se quedaba en su habitación pensando en sus cosas.

El dormitorio tenía apenas una cama y una mesa. Sin decoraciones, libros, peluches o algo que le diera una sensación de vida. Le gustaba así, decía que así no se distraía, veia innecesarios toda "decoración"

También consideraba "decoración" a formar relaciones fuera de su familia. No tenía amigos, ni interés en tenerlos, tampoco pareja, pues si no conocía a nadie, ¿de quién se iba a enamorar? Lo veía ilógico.

Una vez tuvo un casi romance con cierto chico... no duró nada, y fue su culpa.

Básicamente, aunque aparentaba normalidad, con solo conocer un poco de ella, era visible que no encajaba con las normas sociales.

También en otros aspectos, menos conocidos, que usaba para su diversión.

No era raro que robase alguna que otra cosa en el supermercado donde trabajaba, cambiase cosas de orden a su antojo, tendiese alguna trampa a otros compañeros. Luego inculpaba a otros, los veía discutir, nunca la atrapaban.

Cosas sin mucha importancia, pero que alguien tampoco vería lógico hacer. ¿Por qué fastidiar a los demás sin objetivo, solo porque puedes?

Ella tampoco sabría explicarlo, realmente solo lo hacía por eso, porque podía.

Comenzó a hacerlo también en otros establecimientos; robos pequeños, trampas. También en la calle, pinturas en las paredes u otros vandalismos leves. Le gustaba la sensación de hacer cosas malas sin que pasase nada, era su entretenimiento.

Lo que ella no sabía es que alguien la vigilaba de cerca...

Después de todo, la DPB tenía cámaras repartidas por toda la ciudad, ya que siempre estaba en busca de nuevos agentes.

Y el hombre detrás de esas cámaras, el Sr Dope, vio algo que le llamó la atención en Miriam y en todos esos pequeños actos ilegales.

Ordenó que investigaran sobre ella, la buscaron en todos lados usando su imagen.

El acceso a sus notas del instituto que había terminado años antes, todo dieces, aunque con anotaciones de los profesores diciendo que "tenía que ser más participativa". Enviaron a agentes al supermercado donde trabajaba, sus compañeros decían que no hablaba mucho, pero hacía bien su trabajo.

"Chica joven, inteligente, callada, no se relaciona con nadie. Historial limpio, sigilosa y precisa"

El Sr Dope sonrió

"Perfecta. Ve a por ella"



Al igual que en la mayoría de aspectos de su vida, la reacción de Miriam fue poco y ninguna cuando tres agentes armados, junto con el Sr Dope, llamaron a la puerta de su casa.

El hombre le sonrió con dulzura, cosa que no correspondió la chica. 

Hablaron, él habló más de ella, de cómo le ofrecería un nuevo trabajo que le cambiaría la vida. Le habló de su organización, de lo que hacían, de cómo estaría rodeada de la mejor gente, personas como ella. 

Incluso le confesó que la ciudad estaba llena de cámaras y que ELLA estaba en el punto de mira de todas ellas. Información confidencial, pero Dope se emocionó tanto, y estaba tan seguro de que aceptaría, que no le importó nada.

Pero no, se equivocó. Miriam no cambió su cara, de manera que, o no se lo creyó, o simplemente no le interesaba.

La chica formuló un "no" y les cerró la puerta en la cara.

En ese momento, los tres agentes podrían haber disparado y matado a la chica. Y ella lo sabía. Pero también sabía que, con lo interesado que parecía ese hombre en tenerla trabajando para él, no la matarían tan rápido.

Dope estaba furioso por el rechazo inesperado, además de porque había dejado huir a una chica con, básicamente, toda la información de su agencia secreta.

No podían simplemente irrumpir en su casa en ese momento, la agencia solo actuaba a escondidas. Y eso comenzó a planear el hombre. Lo haría esa noche, personalmente, sin enviar a nadie más que a sí mismo.

Si no iba a matarla, tendría que incluirla en la agencia a la fuerza.



Cuando fue de noche, el Sr Dope desatornilló una ventana de la casa y se coló dentro, tan silenciosamente como pudo.

Abrió los quemadores de la cocina y, desde lejos, arrojó una cerilla, dando lugar a una combustión tan grande que creó un incendio. Grande y de rápida expansión, pero lejano a los dormitorios.

El sonido de la explosión, junto con los de la casa comenzando a caerse a pedazos, despertaron a la familia, que dormía en el piso superior de la casa.

 Los padres de Miriam, como buenos cabezas de familia, bajaron a apagarlo. Su hermana, como buena niña indefensa, permaneció en su cuarto. Y Dope subió a escondidas al piso de arriba, cuando todos estuvieron distraídos, para llevarse a aquella que buscaba.

Descubrió a Miriam intentando huir por una ventana, la empujó por esta y salió por la misma, ambos cayeron a un colchón que tenían preparado otros agentes.

Agarraron a la chica a la fuerza hacia una furgoneta, la metieron allí y se marcharon en un segundo, mientras la casa seguía reduciéndose a cenizas.



Para compensar el hecho de que le quitaron su vida entera, la agencia le ofreció a Miriam alojamiento, comida y, por supuesto, ropa en forma del uniforme.

La propia chica pudo ver desde la televisión de su nuevo dormitorio que fue de su casa, pues apareció en las noticias:

La casa había quedado totalmente reducida a cenizas, pero tardó un tiempo, por lo que le dio tiempo a huir a toda su familia. Su madre, padre y hermana, todos estaban a salvo.

Su madre apareció declarando ante la prensa, llorando a mares, que habían tenido que lamentar la pérdida de su hija mayor en aquel incendio.

Miriam era la hija mayor. Y no estaba muerta.

El incendio fue solo una estrategia por parte de la agencia para que la tomasen por muerta, y así poder llevársela sin que nadie se enterase. 

Pero, como consecuencia, ella no podría contactar con nadie conocido nunca más, nadie podía saber que en realidad estaba viva.

Le dolió ver a su madre llorando a su hija muerta, que ni siquiera estaba muerta, en la televisión de la silenciosa habitación.

Pero lo cumplió. Tenía que cumplirlo.

Ese nuevo trabajo de agente era ahora su vida entera.







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