二 Èr
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
A pesar de que su piel escocía por los azotes recibidos hacía ya unos días, lo que más le dolía era su orgullo pisoteado. Tokuma se había encargado de torturarla a más no poder, incluso al punto de llevarla de las greñas hasta los restos de su padre que el castaño conservaba cual trofeo en sus aposentos. El Hyūga era un hombre cruel y retorcido, incluso había pensado que la despojaría de su virtud ese mismo día, tal y como lo había hecho en su primera vida. Cosa que no pasó gracias a Natsu, quien por fortuna interrumpió el momento llevando alimento para su torturador.
"Natsu" pensó melancólica en la única mucama que tenía de su lado, misma que había dado su vida en el pasado para que pudiera escapar de sus garras y aunque había sido en vano, ya que el castaño había logrado dar con ella y extorsionarla con hacerle daño a su madre, agradecía aún todos los esfuerzos que había hecho por ella.
"No dejaré que te suceda lo mismo" meditó cuando vio a esta entrar a la habitación, llevando consigo el mismo ungüento que había estado aplicando sobre sus heridas para evitar cualquier infección.
— Mi señorita, ¿cómo se encuentra? — le llamó con discreción, apurada por terminar su tarea antes de que el guardia de turno tomara posición. Era arriesgado escabullirse hasta Hinata entre las rondas de sus vigías, pero la mujer lo hacía de todas maneras, no podía dejar a la chiquilla sola, no cuando le había prometido a su señor hacer todo lo posible por ella el día de su nacimiento.
— Podría estar peor — trató de tranquilizarla, aunque sus palabras no eran muy conciliadoras.
— Anímese, pronto encontraremos cómo salir de aquí — murmuró preocupada, mientras de sus bolsillos sacaba un trozo de pan y queso.
"Las mismas palabras" meditó en silencio, mientras dejaba que aquella se acercara hasta su espalda para esparcir la pomada y tomaba de buen agrado el bocadillo que compartió con ella. Quien, pese a sus negativas, terminó aceptando la mitad de todo, pues era parte de su propia comida. Así de mezquino era aquel bastardo, no trataba bien ni siquiera a la servidumbre que, de buena o mala gana, estaban disponibles en palacio.
— Tengo un favor que pedirte, Natsu — dijo después de largo rato, llevando a cabo los primeros pasos para empezar su plan.
— Lo que sea por usted —
— Ve al este, dónde el sol sale majestuoso y brillante — empezó a trazar con sus dedos sobre el polvo de la mesa, como si un mapa se proyectara en su mente — Y allá, en la colina más alta, está el palacio Turquesa. Pide ayuda a su rey Natsu, dale información sobre nuestro verdugo —
Si bien era descarado de su parte ir en busca del mismo hombre al que había traicionado sesgando su vida con crueldad, no tenía muchas opciones. Naruto era sabio, sabría escuchar la petición de una joven penosa que se arrastraba desde tan lejos por ayuda; después de todo, ese mismo método había empleado ella para ganar su confianza aquella vez.
— ¡P-Pero, ¿qué hay de usted?! — la joven parecía impaciente, no le agradaba la idea de dejar a su señora sola, más si su vida e integridad peligraban
— Escucha — la sostuvo de los hombros con seriedad — No tenemos mucho tiempo, confía en tu señora y haz lo que digo — no podía desaprovechar lo que sabía, necesitaba tomar ventaja de lo que sucedería pronto.
— ¿Y si no me creen? —
— Entrega esto — le tendió un papiro con información valiosa — Y reza a la diosa porque nuestras oraciones sean escuchadas —
Sin insistir más, y despidiéndose de ella, al día siguiente partió resguardada por la niebla en dirección al reino del este, con la esperanza de encontrar el apoyo que su señora tanto necesitaba.
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— ¿De verdad crees que esto es necesario? — preguntó a su misterioso acompañante, quien había viajado desde lejos sólo para discutir aquel asunto de suma importancia — ¿No te parece un poco extremo? —
— Me gustaría saber de dónde sacas ese lado pacifista — se quejó por lo tonta de su pregunta — Tu padre solía ser un hombre con resoluciones fuertes, Naruto —
— Aún así, esto es demasiado —
— ¿Demasiado? — preguntó con ironía, mientras alisaba su vestimenta — Un mocoso con delirios de grandeza amenaza la paz, ¿y piensas que esto es demasiado? —
— Hablamos de iniciar una guerra, Kakashi — como líder no quería someter a su pueblo a tal atropello, y menos agobiar a su madre con su seguridad y bienestar, ya habían sufrido mucho con la muerte de su padre.
— Corrección, hablamos de seguir una guerra. Nosotros no iniciamos nada — sus ojos se oscurecieron con desagrado — Esto empezó cuando aquel bastardo decidió quitar de en medio al viejo Hiashi y no hicimos nada al respecto por los estúpidos acuerdos entre naciones — el aura alrededor del hombre se volvía más y más pesada, no por nada era el temido gobernante de la ciudad oscura — Pero esto es diferente, si se mete con nuestra gente, debemos responder —
Para Kakashi, el difunto Hyūga era un burócrata estúpido y ególatra, cuya altanería había sido su mayor punto débil. Se pronunciaba a sí mismo como la facción más fuerte e impenetrable, para terminar siendo asesinado por su propia gente. Muchos pensaban que era magnífico y pulcro, pero él no toleraba esa falsa perfección.
"Era un hombre pulcramente estúpido" bufó para sus adentros mientras veía al rubio meditar la situación.
— No podemos violar los acuerdos, debemos apelar a la palabra —
"Que niño tan testarudo" se dijo cuando recibió su respuesta.
Respetaba a los demás reyes, pero todos pecaban de lentos y excesivamente políticos. A su gusto, la forma más rápida de terminar con la escoria era exterminándola desde sus inicios y así evitar la propagación de ideales erróneos. Por eso en el oeste, las cosas eran un poco diferentes. Ojo por ojo, diente por diente; la crueldad de la naturaleza hacía parte de sus hermosas tierras, ningún bastardo sembraría el mal sin recibir su merecido.
— Los Uzumakis y sus obsesión por los malditos acuerdos — rodó los ojos, hastiado de todo aquello — Mientras te haces el correcto, aquel hijo de perra anda a sus anchas por nuestras tierras. Aterrorizando a nuestra gente, infundiendo miedo y terror —
— Una cosa es deshacernos de él — intentó razonar con el cruel gobernante, antiguo discípulo de su padre — Pero no podemos quemar una ciudad hasta sus cimientos —
— La maleza hay que arrancarla de raíz — se defendió con simpleza — Si no puedes tomar estas decisiones, deberías dejar tu trono a alguien más — se levantó sobre sus pies, dispuesto a darle tiempo para pensarlo — La vida es cruel, joven rey. No siempre puedes salvar a todos —
Dejó al rubio deliberar con sus consejeros sobre lo expuesto, esperando que decidiera tomar parte de los planes que, de hecho, ya tenía organizados. Naruto era un alma noble, justo lo contrario a él, un joven ideal para encabezar una rebelión y redimir los errores de cierto Hyūga. Aunque eso no era lo único que lo movía, personalmente perseguía la unificación de los reinos, así con sus fuerzas podrían defenderse de las amenazas extranjeras que habían estado incrementando con el paso del tiempo y ahora aún más con la debilidad interna que surgía en la paz de los cuatro grandes reinos.
— Yamato — llamó a su fiel, quien no tardó en aparecer — Ve al mercado negro, que preparen a mis hombres. Con o sin su ayuda, invadiremos el norte —
No dejaría que ese mocoso se saliera con la suya, lo detendría aún si eso significaba reducir la península a un reino menos. No les iba a dar el tiempo de atacar primero.
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Aquí las 2am y yo aún pegado a mi computador escribiendo esta madre
Espero que les guste, gracias por leer (✿◠‿◠)
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