第十一章 | 𝔠𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 𝔢𝔩𝔢𝔳𝔢𝔫🌹❠
𝐨𝐧𝐜𝐞 𝐮𝐩𝐨𝐧 𝐚 𝐭𝐢𝐦𝐞
; Donde el demonio y el ángel deciden confesar los pecados que cometieron y cometerán...
La cena transcurrió entretenida y agradable, entre risas y charlas de cualquier tema que llegase a la mente de los participantes involucrados. Todos la habían pasado bien.
Pero el nuevo invitado se mantuvo ajeno y distante a la mayoría de temas discutidos en la sobremesa. Eren observó todo en silencio, no habló, ni dijo nada durante toda la velada. Nada, más allá de respuestas positivas o negativas y comentarios que no pasaban de una oración de dos a tres palabras.
Brindándole a la familia de Emily, la imagen de un hombre reservado e impasible.
La cena culminó y cada quién se fue a su respectivo dormitorio a petición de Emily quién se había quedado despierta acomodando y ordenando todo el sitio, sin darse cuenta de que su paciente y huésped seguía ahí sentado en la mesa, observándola fijamente con su intensa mirada esmeralda.
—¿No piensas ir a descansar?...
Aquella voz gruesa y débil sorprendió a la castaña a quién accidentalmente se le había caído un plato por el sobresalto repentino. Emily dirigió su mirada a Eren, quién se mantenía sosegado ante ella.
—Oh... Eren, aún sigues ahí...— susurró la chica avergonzada, tratando de arreglar el daño que causó por su torpeza y cortando accidentalmente la palma de su mano derecha, con uno de los afilados trozos de cristal del platillo que yacía destrozado en la alfombra del comedor.
Emily soltó un pequeño quejido debido al intenso ardor que causaba aquel profundo corte, mientras un escandaloso fluido carmín que desprendía un aroma particular y metálico, se desparramaba como gotas de lluvia sobre el vestido de la víctima y la blanquecina alfombra.
Ver aquella escena fortuita puso nervioso a Eren, congelando al apreciar como la sangre que desesperada escurría hacia el exterior lo manchaba todo de un intenso rojo escarlata; la sangre le hacía recordar como sus amigos y compañeros morían violenta y brutalmente al ser devorados por titanes de maneras extremadamente grotescas y salvajes. Aquello era algo inhumano.
Eren se sentía impotente, y el miedo convertía su vida en un martirio. Miedo de imaginar perder a más amigos y seres queridos, y no poder hacer nada al respecto. Incluso teniendo el poder para evitarlo, no podía hacer nada aún.
—¿Eren estás bien?— Emily se hallaba a centímetros de él con una expresión de inquietud, ¿en qué momento ella se le acercó tanto y por qué le miraba como si fuese un monstruo?.
La joven chica observó con preocupación al hombre que le devolvía la mirada con ingenuidad, como si fuese un niño apunto de ser regañado al no saber qué hizo mal esta vez.
—¿Por qué-?— Eren tosió un poco tratando de ocultar el nudo que se había formado en su garganta, al pensar aquellas cosas y evitar sacar a la luz sus verdaderos sentimientos, aquellos que lo torturarían incluso después de muerto.
—¿Por qué lo dices?...— su mirada ahora viajó a la pequeña mano de Emily, que era envuelta en una tela blanca que hacía presión para controlar la insignificante hemorragia de su mano.
Eren se sentía mal y culpable por haber sido el causante de ese indeseado accidente. Incluso ahora, sin si quiera haber movido un dedo ya le había causado daño a ella.
—Lo siento Emily, no era mi intensión que te hicieras daño... yo...
Emily le miró comprensiva y le sonrió restándole importancia a la pequeña herida en su mano.
—No te preocupes por esto, no fue culpa tuya, ya sabes que soy muy despistada...— dijo soltando una risita, mientras la mirada de Eren se suavizaba ante la apacible conducta suya.
Pero Emily recordó rápidamente las extrañas palabras que Eren había pronunciado. Los ojos miel de la castaña vieron al único ojo esmeralda de su contrario, temerosa por cómo podría tomar su entrometida pregunta.
Tal vez aquello era algo privado, de lo cual, no debía porque tener conocimiento, todos teníamos algo que ocultar y lo entendía más que nadie en este mundo, pero esas palabras la habían asustado mucho.
—Eren, hace unos minutos atrás cuando me lastimé, estabas viéndome fijamente mientras susurrabas y repetías constantemente que "los ibas a matar a todos"... qué... ¿qué querías decir con eso...?— sus ojos expresaban duda, confusión y una tenue pizca de miedo.
Emily no quería pensar que Eren era una persona peligrosa, no, nunca se atrevería a creer eso de él. Él era benévolo, bueno, algo introvertido y solitario, con ciertas conductas reservadas y taciturnas. Pero Eren era, es y seguirá siendo una buena persona, que como perteneciente a la raza Eldiana, busca la liberación y la paz para su pueblo. Por eso, ella confiaba ciegamente en él.
Eren se quedó en silencio unos segundos sorprendido por tal cosa, el podía notar el temor que se asomaba por el rostro de la muchacha de tez trigueña. Aquella expresión le causaba pena, él era una persona mala, horrible, y aunque todavía no había causado ningún estrago ni disturbio en Marley. Él era un ser sumamente corrompido que solo traía desgracia y muerte consigo.
Y él debía dejárselo claro a ella, antes de que esa linda percepción que tenía de él se fortaleciera más.
—Emily debemos hablar ahora, tengo que contarte la verdad sobre mi-...
Emily apoyó su dedo índice en los labios de Eren haciéndolo callar. El hombre la miró desconcertado observando la cariñosa sonrisa de su pequeña contraria.
—Sea lo que sea que me vayas a contar, se sincero conmigo Eren, desde que te conocí siempre has actuado extraño, como si ocultaras algo... un secreto que te aísla de todos...— le dijo viéndolo con lástima. A Emily le entristecía verlo sufrir en silencio.—realmente deseo ayudarte, aunque sea solo para oírte y que te desahogues, porque a veces es necesario decir todo lo que sentimos y pensamos, por mucho que nos duela o nos avergüence, eso nos ayuda a liberarnos de las culpas pasadas... Eren... me preocupas... no quiero verte sufrir...
La mirada de Emily no se apartaba de la de Eren, quién respiraba pesadamente por lo que se vería obligado a hacerle a aquella chica que sin la necesidad de conocerse toda la vida, le brindo su ayuda desde el primer instante sinceramente. Todo esto lo estaba matando por la culpa y la pena.
—Yo también tengo algo que revelarte Eren, algo con lo que llevo cargando toda mi vida... llevo años escondiéndole esto a todos... porque jamás me sentí preparada para contarlo por miedo a que me tomaran por loca o que consideraran un traidora... pero desde que te conocí algo me decía que podía decírtelo y me creerías... confío en ti Eren...— expuso Emily recibiendo un asentimiento de su querido amigo castaño. Pues sí, para ella, Eren ya era un amigo.
—Déjame terminar de acomodar los platos y enseguida vamos a charlar a un lugar más privado...
Emily se retiró hacia la cocina dejando a Eren solo, con más dudas que respuestas que resolvieran sus cuestionamientos. Algo en su cerebro, su instinto quizás o un sexto sentido, le aconsejaba que escuchara lo que Emily quería decir primero.
Tal vez lo que ella le contase lo ayudaría a tomar una decisión definitiva ante sus sentimientos de una vez por todas, o quizás, lo dejaría más confundido que como se encontraba en este preciso momento.
꒰•••꒱
Emily salió del comedor junto a Eren a quién ayudaba a sostenerse apoyándose en ella.
—¿Estás seguro que no quieres que traiga la silla de ruedas?...— preguntó la castaña con un ligero rubor en sus mejillas.
Eren se hallaba demasiado pegado a ella, incluso más que hace un par de horas cuando lo ayudó también. No le molestaba, pero le ponía nerviosa tenerlo tan cerca de ella. Aquellos sentimientos que habían empezado a surgir en lo profundo de su corazón salían a flote intimidándola a ella y a su sentido común.
Lo que vivían los sentimientos de Emily era una verdadera rebelión y lucha por el control de las emociones de ella.
Eren negó con un sencillo y leve movimiento de cabeza. Otra vez estaba retomando su faceta silenciosa, incluso con ella. Con quién al fin había creado la suficiente confianza, como para "hablar más de la cuenta".
—Aquí es...— susurró la chica cuando ambos llegaron al tercer piso, donde se encontraban las habitaciones de todos y la que le sería dada a Eren.
Emily abrió la puerta de desteñida madera de opaco color pardo, mostrando el interior de la habitación que ella compartía con su hermano menor. Era un cuarto algo pequeño, pero espacioso visualmente debido al orden que tenía.
—Lamento que hoy tengas que compartir cuarto con nosotros, pero los abuelos y Zeke están usando las habitaciones para los invitados...— explicó con cierta vergüenza Emily, acercándose a su pequeño hermano menor, que dormido se abrazaba fuertemente a su osito de felpa susurrando cosas sin mucha coherencia.—Peter... mi amor...—la chica hablo con tanta dulzura y suavidad, que el corazón del intruso se contrajo.
Eren no podía apartar su atenta mirada de ella, no podía ni quería. Sentía que si la dejaba de ver, ella, desaparecería como una ilusión que su destrozada mente había inventado para consolar el vacío que sentía en el interior de su melancólico ser.
—Emi...Emily...— el pequeño de cabellera rubia se despertó a medias y tambaleándose se acercó a su hermana para ser cargado por ella hasta la cama que aquella noche compartirían juntos.
—Emily, esto no es necesario, no quisiera molestarlos...— la voz de Eren sonaba pesada y agotada, como si con cada suspiro que daba su vida se estuviera apagando de apoco.
Emily recostó a Peter en la gran cama que se encontraba del otro lado de la habitación, plantándole un suave y maternal beso en su frente acompañado de cortas y tiernas caricias en sus rizados cabellos dorados. La chica se giró a Eren con una sonrisa y se sentó junto a él en la cama de su hermano.
—No nos incomodas para nada, Eren...— le dijo viéndolo con calma.—igualmente, esta cama está aquí más por decoración que por uso... todas las noches Peter tiene pesadillas y duerme conmigo... es por eso que no tiene un cuarto a parte...— reveló con una pequeña sonrisa mirando desde la lejanía a su hermanito dormir y roncando. Eren observó igualmente al niño dormido, entendiendo la situación que pasaba.
Emily se levantó de la cama, caminando hacia la gran biblioteca que ocupaba toda la pared de su lado de la habitación, buscando con cierto desespero algo, que para Eren era un completo misterio.
Esta parte no la había visto en las memorias que obtuvo, preocupándolo. Puesto que cada vez que algo que no aparecía en las memorias de los caminos, todo cambiaba de una manera muy drástica. Y le preocupaba qué clase de cambio generaría lo que revelaría Emily.
—Eren...— murmuró Emily caminando hacia Eren con lo que parecía ser un pequeño cofre de madera en manos. El nombrado la miró confundido e intrigado. Esta vez, Emily estaba actuando diferente, no transmitía la misma sensación risueña de siempre, se notaba seria y triste.—¿te gustan los cuentos?...— le preguntó a su amigo, sentándose esta vez en la silla donde ella todas las noches se sentaba a contarle historias a su hermano menor.
—¿A qué viene la pregunta?— inquirió viéndola sacar lo que parecía ser una especie de diario algo viejo y gastado por el tiempo, del interior del cofrecito.
—Cómo esperas comprender lo que te explicaré si no abro la historia con un pequeño relato corto...— respondió sonriente. Eren asintió ansioso y nervioso por saber que le contaría Emily.
Se cuestionaba que era aquello tan serio que parecía dolerle y afligirla mucho. Al parecer, incluso ella también tenía miedos que la atormentaban.
—Había una vez... dos hermanos...— la chica sonrió al imaginarse aquella escena en su mente. Sus ojos se notaban decaídos viendo a un punto inexistente de la habitación. Eren la miró atento notando que en el tono de voz de la chica se podía sentir la lastima que cargaba consigo.—ellos dos tenían diez años de diferencia, la niña solo tenía diez, mientras que su hermano mayor estaba apunto de cumplir sus veinte años...
La mirada de Eren transmitía sorpresa por lo que había oído. Pero quiso mantener la calma y seguir escuchando antes de llegar a una conclusión demasiado apurada.
—Ambos eran muy unidos, inseparables... ¿y sabes qué?...— preguntó recibiendo una respuesta negativa de Eren y sonriendo ante ello.—se querían más que a nada en este mundo... ellos dos hubiesen hecho lo que fuera por el otro... incluso morir...— dijo haciendo una pausa corta.—esta historia se remonta a unos cuantos años atrás, cuando la hermana menor creía que algún día ellos serían libres y la paz reinaría en el mundo, pero ella... era demasiado inocente en aquel entonces, solo era una niña indefensa que no sabía nada, que nunca vio nada más allá de lo que oía de los adultos de su hogar...
La chica exhaló un poco de aire y clavó las uñas de su mano izquierda con cierta agresividad en su mano derecha, comenzando a arañarla con desesperación.
El castaño se alarmó pero no hizo ni dijo nada, no podía por más que deseara, debía mantener la distancia entre ella y él.
—El mundo donde aquella familia vivía... era un mundo donde las personas discriminaban a otras por ser descendientes de una raza odiada por el mundo entero debido los pecados que alguna vez cometieron en el pasado... incluso los mismos descendientes de aquella raza, se odiaban y odiaban pertenecer a ese linaje... los hermanos y su familia no comprendían por qué el mundo era así y cómo las personas eran capaces de dejarse manipular por otros solo por ser diferentes... esa familia buscaba por todos los medios liberar a su pueblo y liberarlos también de la maldición que pasaba sobre ellos...— los ojos de Emily se cristalizaron y su respiración se volvía agitada, incluso temblaba.
Eren se tensó y pasmó al ver a Emily en aquel estado de aflicción tan extremo. Tal vez, las cosas no eran como el inicialmente pensó sobre ella y su familia. Y la verdad sobre la vida de ellos no siempre fue de un intenso color rosado como vio en un principio.
—Y a pesar de que aquella... familia pertenecía a la nobleza, nunca pudieron hacer nada... ni siquiera teniendo el poder para proteger a los suyos... ni a los mismísimos integrantes de su familia...
𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑎𝑟𝑎́...
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