• XXIV •
《 Kunikida Doppo es el tipo de novio que... 》
• Niega rotundamente el tener impresiones mayores, como sonrojos, ante los muchos alagos que su pareja podría decirle en medio de la nada.
Quizás, la sorpresa y espontaneidad del asunto vuelve más especial el mismo.
- ♢ -
—Kunikida, tengo que confesarte algo.—le llamaste, ganando su atención aunque él no separaba su mirada de la gran pila de archivos pendientes a revisión, ubicada a un lado de su escritorio.
El aludido, aún escribiendo sobre la superficie de esos blanquecinos papeles, trató de mantener un buen equilibrio entre su trabajo y atender a su pareja, pero desafortunadamente sólo podía aplicar toda su dedicación a una mientras dejaba la otra a medias. Bueno, también era una cuestión de que tan relevante era el pedido según el momento.
Sin frenar el paso al cual su bolígrafo trazaba líneas para poder finalizar la escritura de un futuro reporte para la Agencia, él replicó.—¿Qué es?
Reposando tu rostro entre las palmas de tus manos, —con una expresión bastante tranquila— procediste a enunciar esa verdad respecto a tu pareja, la cual tarde o temprano debía salir a la luz.
—Algunas veces siento envidia por que tan perfecto se ve tu cabello. Es decir, a mí no me interesa la apariencia física, pero no puedo evitar dar un vistazo a tu cabeza y notar como esos mechones de tonalidades tan doradas se mecen al ritmo del viento—y sinceramente prefiero guardarme para mí misma el hecho de lo sedosos que se ven estos.
El contrario, sintiéndose incómodo por haber sido el receptor de palabras que si bien eran hechos reales exagerados en subjetividad, no podía evitar esbozar una sonrisa agradecida. Pero no pasó tanto tiempo hasta que ese calor infernal que tanto despreciaba subiera a sus mejillas. Reacción que notaste justo desde el momento en el cual se brindaron los principales indicios para una futura aparición.
Sintiendo como tu expectante mirada se posaba sobre él, Kunikida tomó entre sus manos un montón de hojas vacías, ocultando tras el nulo grosor de estas de una manera "discreta" su rostro en llamas.—Eh...¿gracias?
—No es nada.—agregaste, para después arquear una ceja y curvar tus labios en una sonrisa divertida.—Aunque he dé admitir que tú en sí, por mucho de que lo niegues o no, eres bastante atractivo, já.
Los papeles que el había intentado usar como escudo o algo similar, pronto amenazaron con una posible caída, pues las manos que sostenían los márgenes de estos comenzaban a temblar. Al terminar satisfecha con su reacción, te sinceraste con él, ya finalizando los juegos que tanto le incomodaban.—Desde aquí se nota el rojo de tus mejillas, cuatrojitos–ah, ¿ya te he dicho lo mucho que me gusta el que tan bien se te ven los lentes?
—G-Gracias, pero ya es suficiente, por favor vuelve a tu trabajo.
—Vale~
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