• V •
《 Kunikida Doppo es el tipo de novio que.. 》
• Se avergonzaria de si mismo si alguna vez llegases a leer su libro de "ideales".
- ♢ -
- ¿Kunikida? - le llamaste a el rubio de anteojos, con cierto libro en tus delicadas manos.
- ¿Qué pasa? - él respondió, sin apartar la vista de su laptop.
- Este es tu libro de ideales, ¿no es así? - preguntaste con la duda presente en tu suave voz. Aquellas palabras hicieron los ojos de Kunikida ensancharse. De inmediato, apartó la vista de su ordenador y la dirigió a el libro en tus manos.
En efecto, era el libro de sus ideales.
- Lo es, ¿pero como...? - el rubio preguntó, atónito por la presencia del libro entre tus manos.
-No lo hurte ni nada parecido, si es lo que piensas. Lo encontré debajo de mi escritorio, con un pagina marcada. - le explicaste, con un tono tranquilo para evitar alarmarlo.
- Lo...¿lo leíste...? - el habló, mientras el miedo y desconcierto pintaban su voz.
- Si, sobre la página marcada había una nota que decía "Lee, (T/A)-San." - le respondiste, sinceramente.
- ... - el rubio de veintidós años permaneció callado, ya consiente de quien había dejado sus ideales en tu escritorio.
- Tranquilo, no tengo ningún problema con tus ideales, son los que te hacen a ti mismo como eres, como la persona que amo. - le animaste para evitar que se decayera, agregando una tierna sonrisa al final de tu frase.
Si. Esas palabras. Aquellos amables términos hacían el corazón de Kunikida derretirse. En este momento estaba sintiendo dos cosas. La primera, que la persona que dejó su libro debajo de tu escritorio iba a sufrir, y mucho. ( lol. déjenme ser- )
La segunda, que quería abrazarte, justo ahora, indiferente de los que llegasen a verlos, indiferente sobre el rojo esparcido en sus mejillas. El solo quería agradecerte, no por alguna razón en particular, si no que por todo. Por estar aquí, por ser tan comprensible, por iluminar su día y alejar sus preocupaciones con tan solo tu presencia.
- (T/N)-Chan, el presidente Fukuzawa te llama. - anunció Naomi, con su particular y cálida sonrisa.
- Ya veo, muchas gracias por avisarme. - le respondiste, levandote de tu asiento y devolviendole la sonrisa.
- No hay problema.- Ella sonrió nuevamente. - Por cierto, ¿de casualidad has visto a nii-san? - Ella preguntó, con aquella cálida sonrisa convirtiéndose en una manchada totalmente de lujuria.
- Lo siento Naomi-Chan, , desafortunadamente no le he visto. - te disculpaste ante la peli-morada, indiferente del picaro tono esparcido en voz, el cual fue notorio en su totalidad al pronunciar "nii-san".
- Ouuuuu~ Esperaba que estuviera aquí... - ella respondió, mientras su felicidad ( lujuria aHEM- ) se esfumaba, dejando poco a poco a un vacío melancólico.
- Supongo que estará aquí pronto, así que no te preocupes. ¡Estoy segura de que el también te extraña! - le animaste, tratando de elevar -y conservar- su radiante alegría.
Sus ojos brillaron debido a la rebosante emoción que sintió al sentir tus amables palabras - ¡Gracias, (T/N)-Chan! - ella respondió con otra de sus cálidas sonrisas.
- No hay de que. - le sonreíste nuevamente, para poco después caminar -y entrar a la oficina del presidente, el cual se encontraba esperándote.
Poco tiempo después de que te dirigieras a la oficina del presidente Naomi se fue -ya rebosante de alegría
- de la agencia, probablemente a su hogar en espera de su querido hermano.
Cuando ustedes dos estaban considerablemente lejos, Kunikida decidió dirigir su -ahora irritada- mirada hacia el moreno de veintidós años que lo observaba con una gran -y burlona- sonrisa desde su escritorio, mientras trataba de reprimir algunas risas.
- Dazai. - Kunikida le llamó, en un tono serio, manchado totalmente de ira.
- ¿Hmm~? ¿Qué pasa~? Kunikida- Dazai intento responderle, sin embargo, fue inmediatamente tomado por el cuello de su camisa, para luego ser lanzado al suelo con una fuerza descomunal, proveniente del rubio, que estaba lleno de ira y de vergüenza inmensurable al mismo tiempo.
- ATRÉVETE A HACER ESO DE NUEVO Y TE JURO QUE NECESITARÁS EL DOBLE DE VENDAJES EN ESE CONDENADO CUERPO TUYO. - el le advirtió, con su cara totalmente roja al pensar que (T/N) leyó sus ideales.
No obstante, el tono rojizo esparcido en sus mejillas también se debía a que él habia notado el hecho de que noto tu amigable compañerismo con Naomi y el animarla cuando su alegría estuviera esfumandose. Si, esa sonrisa que le dedicabas a el, y a los demás diariamente, que hacía que todos devolvieran una la misma calida sonrisa con tan solo verla. Que relajaba, comfortaba y producía un agradable sentimiento en los corazones de quienes la lograban apreciar-
- ¿Ehhh~? ¿Kunikida-kun está rojo- Dazai decidió levantarse de nuevo para continuar gastandole bromas a el rubio de anteojos, sin embargo pocos segundos después de que levantará fue pateado por Kunikida, la fuerza aquella patada lo hizo chocar de frente contra una puerta, muy fuerte.
- CÁLLATE. - el rubio de ideales le advirtió nuevamente, aún con el tinte rojizo esparcido completamente en su rostro, mientras Dazai se deslizaba lentamente por la puerta, cayendo al suelo.
En la oficina del Presidente.
- Esos dos no se llevan muy bien, al parecer. - le hablaste al presidente, riendo nerviosamente mientras rascabas una de tus mejillas con un dedo.
- ¿En serio? A mi parecer están de buen humor hoy, comparándolo con otros días. - Fukuzawa respondió seriamente. En cierta forma, su seriedad frente a situaciónes tan hilarantes como esta te causaba algo de risa.
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- Si así lo dices. -
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