Capítulo 10.

Él Sr. Sol y yo.

Lumi llegó a su casa, pudo ver como las luces estaban encendidas, sus padres ya habían llegado.

Cuando entró no se molestó ni siquiera en saludarlos, ambos estaban discutiendo fuertemente y a Lumi no le gustaría que acabara como otras veces...

Simplemente, entró a su habitación, dejó las cartas en su escritorio y se acostó en su cama, tendría que descansar, mañana entregaría la primera carta.

El ruido de sus padres discutiendo hacía que la cabeza le diera vueltas, inconscientemente miró a las tijeras de su kit de costura, era inevitable no querer hacer "eso", pero sabía que al igual que, como dijo Verónica, nada cambiaría al hacerlo, Lumi quería que por todo lo que estaba pasando fuera solamente un mal sueño del que despertaría tarde o temprano, pero era la cruel realidad...

Un nuevo día comenzaba, eran las 6:00 am, su hora favorita. ¿Es que acaso hay algo mejor que una mañana llena de nubes? A veces lo único que hace falta para una vida tranquila es un té de manzanilla y mirar a ese sol sonriente que siempre nos saluda desde el cielo, así que si logras ver al Sr. Sol desde tu ventana todos los días, no seas descortés y salúdalo, él es más amable de lo que crees.

El canto de los pájaros le hizo recordar a Lumi que debía darse prisa, su amiga Michelle siempre iba a un pequeño riachuelo lleno de claveles y jazmines alrededor, y la primera carta que debía entregar era la de ella; pero no pudo evitar pensar: ¿Cómo se sentirá Mich al leer su carta?, ¿Si se pone a llorar que debería decirle?, ¿Pensará mucho las cosas?

Todas esas dudas e interrogantes surgían mientras más estaba cerca de llegar a aquel riachuelo, de todos modos, se alegró de ver a su amiga ahí, pero ella estaba llena de lágrimas, parece que alguien más le había dicho lo sucedido con Verónica. Lumi esperaba ser ella quien se lo dijese, ¿quién pudo haber sido?... ¿Kenneth? ¿Amai? Bueno, eso no importa ahora. La rubia se sentó al lado de su amiga y habló:

—El sonido del riachuelo es reconfortante para ti, ¿no es así?

Michelle limpió las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas y solo asintió con su cabeza.

—Entonces tú debes de comprenderlo más que yo. En cada una de las gotas de agua hay un recuerdo guardado, en cada pétalo de jazmín hay memorias que sé que no olvidarás. No te angusties Michelle, créeme, no la olvidarás.

El ligero resplandor del sol abrazaba a todas las flores, ¿recuerdas lo que dije? El Sr. Sol es muy amable y cálido como el verano, pero en este momento él está afligido y mísero, pero sigue sonriéndole a todas sus flores para que estas no se sientan apesadumbradas, y las ve reír y charlar con bullicio y gozo, demostrando que la primavera en el interior de todos es eterna. Y solo hace falta una carta para sentir el corazón latir nuevamente.

—Verónica te escribió una carta antes de irse, ¿te gustaría leerla?

•¡Errores ortográficos corregidos ^^!