◇°•「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 33 」•°◇
[Narrador/a POV]
El amanecer se filtraba por la ventana, bañando la habitación en una luz tenue y cálida. Dark fue el primero en abrir los ojos, pero al hacerlo sintió un fuerte punzón en la cabeza, un dolor que le recordaba de inmediato las copas de vino que había bebido la noche anterior.
Se llevó una mano a la frente y suspiró pesadamente, todavía con el cuerpo algo pesado por el sueño y el efecto residual del alcohol. Intentó sentarse con cuidado en la cama, parpadeando para despejar la vista. Algo no se sentía del todo bien, había una extraña sensación de incomodidad recorriéndole la espalda.
Cuando bajó la mirada, notó su propio cuerpo desnudo bajo las sábanas. Frunció el ceño, una sensación de alarma recorriéndolo de inmediato.
Y entonces, giró la cabeza hacia el otro lado de la cama.
Sus ojos se abrieron de golpe.
Ahí, entre las sábanas revueltas, Chosen dormía tranquilamente, su pecho subiendo y bajando con cada respiración pausada. Su cabello negro estaba algo desordenado y su piel, apenas iluminada por la luz del amanecer, tenía un resplandor cálido.
Dark sintió un nudo formarse en su garganta. Su respiración se volvió más pesada cuando su mente empezó a buscar desesperadamente respuestas. Y entonces, lo recordó.
Cada imagen de la noche anterior golpeó su memoria como una avalancha.
El vino, la tensión, la forma en que Chosen lo había mirado... La manera en que todo escaló hasta ese punto sin retorno.
Se llevó una mano al rostro, sin saber qué sentir exactamente. Estaba confundido, aturdido, y un torbellino de pensamientos nublaban su mente.
Lo primero que hizo fue levantarse con cuidado de la cama, procurando no despertar a Chosen. Caminó con pasos apresurados hacia el baño y cerró la puerta tras de sí.
Abrió la regadera y dejó que el agua fría cayera sobre su piel, tratando de aclarar sus pensamientos. Pero, por más que lo intentara, la sensación de la noche anterior seguía impregnada en su cuerpo y en su mente.
¿Qué significaba esto? ¿Cómo iba a enfrentarlo cuando despertara?
Dark apoyó una mano en la pared de la ducha, cerrando los ojos con fuerza.
Este día apenas estaba comenzando, pero ya sabía que nada volvería a ser igual.
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Dark apoyó ambas manos en el lavabo, observando su reflejo en el espejo empañado por el vapor. Su respiración era pesada, su mente un caos.
Había perdido el control. Lo sabía.
Él no era así. No tomaba decisiones impulsivas, no se dejaba arrastrar por los momentos sin pensarlo antes. Y sin embargo, anoche... todo había sucedido tan rápido, tan fácilmente.
¿Por qué?
Se llevó una mano a la cabeza, tratando de recordar con más claridad. Había bebido, sí, pero Dark no solía ser alguien que perdiera completamente la noción de sus actos por un poco de alcohol. Aun así, después de esas copas... su mente se volvió borrosa, su cuerpo más ligero, sus impulsos más fuertes.
Y luego estaba ese sabor.
El vino que Freedom había traído... No sabía exactamente igual que los otros que había probado antes. Era diferente. Sutilmente más fuerte, más... embriagador.
Dark apretó los puños.
¿Acaso fue el vino lo que lo llevó a perderse así? ¿O era simplemente su propio deseo reprimido lo que había explotado de esa forma?
No tenía respuestas, pero sí una certeza: no sabía cómo iba a lidiar con Chosen después de esto.
La idea de salir del baño, de verlo acostado en la cama, de enfrentarse a la realidad de lo que había sucedido... Le revolvía el estómago.
Dark cerró los ojos y respiró hondo. No podía evitarlo para siempre.
Finalmente, abrió la puerta del baño y salió con ropa limpia, su mirada inmediatamente yendo hacia la cama.
Chosen seguía ahí, pero su respiración ya no era tan profunda. Parecía estar despertando.
Dark tragó en seco.
Era el momento de enfrentarlo.
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Chosen sintió el cuerpo entumecido, cada movimiento le causaba una punzada de dolor. Su mente estaba nublada, como si aún estuviera atrapado en la resaca de la noche anterior. Pero no era solo eso... Había algo más. Algo peor.
Su mirada se deslizó lentamente por la habitación hasta encontrar a Dark, de pie, con la expresión tensa, con los labios apretados como si estuviera conteniendo palabras.
Una sensación fría le recorrió la espalda.
No quería hablar. No quería preguntar. No quería confirmar lo que su cuerpo ya le estaba gritando.
Se giró lentamente, apartando la mirada.
Dark dio un paso adelante, inseguro.
-Chosen...
El tono de su voz era bajo, pero Chosen no quería escucharlo. No quería saber qué tenía que decir.
Sus propias emociones estaban demasiado mezcladas: confusión, rabia, miedo... y una parte de él que aún no comprendía cómo habían llegado a ese punto.
Se aferró a las cobijas con los puños cerrados, respirando hondo.
No iba a hablar. No todavía.
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El silencio se hacía más pesado con cada segundo que pasaba. Chosen mantenía la mirada fija en la pared, con la mandíbula apretada. Su mente era un caos, cada recuerdo de la noche anterior llegaba a él de manera borrosa, fragmentada, como piezas de un rompecabezas mal armado.
El vino... había sido más fuerte de lo normal. Recordaba el calor en su garganta, la sensación de mareo que poco a poco lo fue envolviendo. Recordaba a Freedom marchándose, la forma en que Dark lo había mirado después...
Pero lo que venía después estaba cubierto por un velo de confusión.
No quería pensar en eso.
No quería aceptar la posibilidad de que...
Cerró los ojos con fuerza, sintiendo su propio corazón latiendo con rabia en su pecho.
-Chosen... -La voz de Dark sonó otra vez, más baja, casi temblorosa.
Pero Chosen no respondió.
No podía.
Se sentía sucio, roto. Algo dentro de él se había quebrado y no estaba seguro de si podría repararlo.
Dark se acercó un poco más, con cuidado. Había estado observando a Chosen desde que despertó, desde que notó la forma en que se tensaba y evitaba mirarlo. Algo estaba mal. Algo en la forma en que Chosen respiraba, en cómo evitaba moverse demasiado.
Y de pronto, Dark sintió un nudo en el estómago.
Él también tenía recuerdos borrosos de la noche anterior. Sabía que había perdido el control, que había algo extraño en el vino... pero no estaba seguro de hasta dónde había llegado.
Dio un paso más, pero Chosen finalmente reaccionó.
-No te acerques.
La voz de Chosen era firme, pero temblaba levemente.
Dark se quedó helado en su sitio.
-Chosen...
-¡No te acerques! -Chosen finalmente giró la cabeza, y sus ojos oscuros estaban llenos de furia... y algo más. Algo que a Dark le hizo sentir un escalofrío recorrerle la espalda.
Miedo.
Dark sintió que su estómago se hundía.
-¿Qué pasó anoche? -La voz de Chosen se quebró levemente.
Dark abrió la boca para responder, pero no tenía una respuesta. No una que pudiera arreglar esto.
Había cruzado una línea que no debía cruzar.
Y Chosen nunca lo iba a perdonar por eso.
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El ambiente estaba cargado, como si la tensión pudiera cortarse con un cuchillo. Chosen se levantó lentamente, sus ojos fijos en Dark, un fuego interno ardiendo en su mirada.
-¡Responde! -gritó Chosen, sus manos temblando por la ira que comenzaba a hervir en su pecho. El dolor en su cuerpo era insoportable, pero lo que realmente lo estaba destrozando era la confusión, la sensación de traición que lo envolvía. No era solo lo que había sucedido, era lo que no podía entender. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo pudo permitirlo?
Dark se quedó allí, inmóvil, mirando a Chosen con una mezcla de culpa y desesperación. No podía hacer nada para revertir lo que había hecho. La rabia de Chosen lo estaba ahogando, y al mismo tiempo, sentía una punzada en su pecho, como si él mismo estuviera siendo castigado por sus propios actos.
-Lo... lo siento -susurró Dark, pero su voz sonó vacía, como si no fuera suficiente.
-¡¿Lo sientes?! ¿Eso es todo?! -La rabia de Chosen explotó. Caminó hacia él, su rostro rojo de furia y frustración. No podía creerlo. No podía creer lo que Dark le había hecho. -¡Estaba borracho! ¡No quería esto, no lo quería! ¿Qué demonios te pasa?!
Dark retrocedió un paso al ver la furia de Chosen, pero al mismo tiempo, no podía apartar la mirada. Sabía que lo había perdido. Sabía que Chosen lo odiaba. Lo peor era que, en el fondo, Dark no sabía ni cómo defenderse. No podía justificar lo que había hecho.
-No... no quería que fuera así -dijo, su voz quebrada por la culpa. Pero las palabras se sentían vacías. No podía evitar sentirse como un monstruo.
Chosen respiraba con dificultad, cada vez más cerca de él. No quería escuchar excusas. Quería entender por qué, por qué había dejado que todo llegara a ese punto.
-¿De verdad piensas que me voy a creer eso? -gritó, su tono feroz y dolorido. -¡Me usaste! ¿Me ves como un juguete, Dark? ¡Eso es lo que soy para ti, ¿verdad?!
El dolor en las palabras de Chosen atravesó a Dark como una daga. La mirada de Chosen, llena de angustia, le partió el corazón. Quería disculparse, quería decir algo, pero las palabras no salían. Todo lo que había hecho lo había arruinado.
En un acto impulsivo, Dark levantó la mano, como si quisiera detener a Chosen, pero el contacto fue violento.
-¡No! -gritó Chosen, empujando a Dark. -¡Ya basta!
La fuerza del empujón fue tan inesperada que Dark tropezó hacia atrás, chocando contra la pared. La furia y el dolor de Chosen lo empujaron al límite.
Dark se recuperó rápidamente, pero algo dentro de él se rompió. Ya no estaba dispuesto a seguir aguantando el peso de su culpa.
-¡Te lo dije, Chosen! ¡No lo quería! Pero yo no soy perfecto, ¿entiendes eso? -explotó, su voz llena de frustración y desesperación. -¡Todo lo que he hecho, todo lo que soy, está roto! Y tú... tú eres el único que me importa, pero ahora ya no sé qué hacer. ¡Ya lo arruiné todo!
Chosen lo miró en silencio, la mirada llena de desconfianza y dolor. El odio seguía ardiendo en su interior, pero algo en las palabras de Dark lo había tocado. Chosen no sabía cómo reaccionar. Todo en él le decía que debía odiarlo, que debía seguir empujándolo hasta que se cayera. Pero, al mismo tiempo, sentía algo más profundo, una confusión que lo estaba destrozando.
-No sé si alguna vez voy a perdonarte... -susurró Chosen, con voz rota.
Dark no dijo nada. Sus palabras pesaban en su garganta, atoradas, como si estuvieran demasiado sucias para ser pronunciadas. La distancia entre ellos, el abismo que había creado, era ahora mucho más grande.
La pelea no terminó con gritos. Fue una pelea silenciosa, donde las palabras no fueron suficientes para sanar las heridas que ambos llevaban dentro. La relación que alguna vez fue algo tan cercano, tan confiado, se había roto, y lo que quedaba era el eco de los gritos, de la furia, de la frustración.
Chosen se alejó, su cuerpo tenso, y Dark permaneció allí, paralizado. Todo lo que había querido, todo lo que había sido, se desmoronaba ante sus ojos, y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.
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Dark estaba sentado en la cama, mirando al frente con una expresión perdida. La conversación con Chosen lo había dejado desorientado, pero la rabia de su interior seguía palpitando, aún latente. Sabía que las cosas habían cambiado entre ellos, de una manera irreparable. Chosen lo odiaba, y él, a su vez, lo había arrastrado a un caos que ahora no podía controlar.
La puerta del baño se cerró, y el sonido del agua corriendo fue lo único que rompió el silencio pesado que se había formado entre ellos. Dark, incapaz de quedarse quieto, se levantó de la cama con un suspiro pesado. Tenía que hacer algo. Tenía que encontrar una manera de arreglar lo que había roto. Pero, ¿cómo podía hacerlo?
La respuesta no estaba clara, pero sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. Había algo que debía hacer por Chosen. Algo que podía darle libertad, aunque no supiera si alguna vez él lo aceptaría.
Dark caminó por la casa hasta llegar a su pequeño laboratorio, un rincón oscuro lleno de herramientas y aparatos. La mesa estaba desordenada, pero Dark la miró con determinación. Necesitaba hacer algo, algo para Chosen. Sabía que las cosas entre ellos jamás serían lo mismo, pero tal vez podía hacer algo para aliviar la carga que había creado. Algo para liberarlo de las ataduras invisibles que los mantenían conectados.
Sacó los vira-bracelets de una de las estanterías, con la esperanza de que, con su poder, podría crear algo que ayudara a Chosen a sanar, a romper las cadenas de todo lo que los había atrapado. No quería que Chosen siguiera siendo su prisionero emocional, ni en cuerpo ni en mente. No después de lo que había pasado.
Con manos expertas, comenzó a mezclar los ingredientes en frascos, creando una mezcla líquida que, esperaba, tuviera el efecto deseado. Pero no podía dejar de pensar en lo que había sucedido esa noche. Lo que le había hecho a Chosen. Cada vez que lo pensaba, el peso en su pecho aumentaba, y la culpa lo ahogaba un poco más.
Al principio, no estaba seguro de si funcionaría, pero cuanto más pensaba en Chosen y en lo que había arruinado, más necesitaba hacer algo para remediarlo. Incluso si Chosen nunca lo perdonaba, quería al menos darle la oportunidad de ser libre, de no cargar con lo que había hecho Dark.
La mezcla estaba casi lista, pero aún quedaba algo que faltaba: la verdad. ¿Debería decirle a Chosen lo que estaba preparando? ¿O sería eso un último intento desesperado de hacer que lo aceptara de nuevo? Pero ¿cómo le explicaría lo que había hecho sin que se sintiera aún más traicionado?
Las dudas lo rodeaban, pero la necesidad de hacer algo, de corregir lo que había hecho, era más fuerte. Se puso de pie, tomando el frasco con el líquido que había preparado, y sintió la presión de la culpa aumentar. Tal vez nunca podría redimir sus errores, pero, al menos, podría ofrecerle a Chosen una salida.
El sonido de la ducha se apagó y, con una última mirada a la mezcla en sus manos, Dark dejó el laboratorio, dispuesto a enfrentar lo que había comenzado, sin saber si sería capaz de manejar las consecuencias.
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La casa estaba en un silencio sofocante. Dark permanecía de pie frente a la puerta del baño, sosteniendo el frasco con el líquido en su mano. Sus dedos lo apretaban con fuerza, como si de alguna manera el vidrio pudiera sostener el peso de todo lo que sentía en ese momento. Sabía lo que tenía que hacer, pero eso no hacía que fuera más fácil.
Cuando la puerta del baño finalmente se abrió, Chosen salió envuelto en una toalla, con el cabello aún goteando y los ojos bajos, evitando mirarlo. Su expresión era apagada, como si no tuviera fuerzas para enfrentar la realidad de lo que había pasado. Dark tragó saliva y, sin decir una palabra, extendió el frasco hacia él.
-Tómalo -dijo, su voz era baja pero firme.
Chosen lo miró por un momento, luego bajó la vista al frasco con sospecha.
-¿Qué es esto?
Dark desvió la mirada, como si no quisiera encontrarse con sus ojos.
-Es la cura. Para que puedas ser libre. Ya no hay trato. Si quieres irte, puedes hacerlo.
El silencio se volvió más pesado entre ellos. Chosen tomó el frasco con lentitud, pero no lo abrió de inmediato. Sus dedos lo giraban suavemente, como si analizara la situación, como si esperara algo más de Dark.
-Así que... ¿eso es todo? -Su tono era frío, distante, pero había un leve temblor en su voz.
Dark cerró los ojos por un momento, conteniendo un suspiro.
-Sí. Se acabó.
La habitación se llenó de un aire tenso. Chosen apretó los labios, sintiendo una punzada en el pecho que no supo cómo interpretar. Suponía que eso era lo que quería... ¿no? Ser libre. Alejarse de Dark y de todo lo que había pasado entre ellos. Entonces, ¿por qué algo en su interior se sentía tan roto?
-¿Por qué ahora? -preguntó finalmente.
Dark volvió a mirarlo, sus ojos rojos reflejaban algo más allá del enojo o la frialdad. Algo más profundo, más desgarrador.
-Porque te lo debo -respondió simplemente.
Chosen sintió un nudo en la garganta, pero lo disimuló con una pequeña risa amarga.
-¿Me debes libertad? Vaya ironía.
Dark no respondió. No tenía nada más que decir.
El frasco seguía en las manos de Chosen, pero no se lo llevó a los labios. En cambio, lo sostuvo con más fuerza.
-¿Y qué pasa contigo?
Dark frunció el ceño.
-Eso no importa.
-Sí importa -espetó Chosen, dando un paso hacia él-. Si esto se acaba, ¿qué vas a hacer tú?
Dark soltó una risa sin humor.
-Voy a seguir adelante, como siempre lo he hecho.
Una parte de Chosen quería gritarle que dejara de fingir, que dejara de actuar como si nada de esto le importara. Pero otra parte... otra parte sabía que Dark estaba sufriendo. Tal vez de una manera diferente a la suya, pero lo estaba haciendo.
El líquido dentro del frasco se movió cuando Chosen lo sacudió ligeramente.
-¿Y si no lo tomo?
Dark lo miró, confuso.
-¿Qué?
Chosen lo miró fijamente, su expresión era dura pero sus ojos reflejaban una tormenta de emociones.
-Si no lo tomo, significa que me quedo... ¿verdad?
Dark sintió que su corazón se detenía por un segundo.
-¿Por qué te quedarías?
Chosen apretó la mandíbula.
-Porque no quiero que esto termine así.
Dark sintió que el aire se volvía pesado a su alrededor. No esperaba esas palabras. No después de todo lo que había pasado.
-Chosen...
-No me digas nada -lo interrumpió Chosen-. Solo dime si hay algo en todo esto que todavía valga la pena.
Dark no supo qué responder. Porque, en el fondo, sabía la verdad. Sabía que sí había algo. Algo que nunca había querido admitir.
Y esa verdad lo asustaba más que cualquier otra cosa.
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El silencio se rompió con un grito lleno de frustración.
-¡Sigue tus sueños, Chosen! ¡Sé libre con ese tal Freedom, que es lo que siempre quisiste, ¿no?!
Dark respiraba agitadamente, con el ceño fruncido y los puños apretados. Había contenido todo lo que sentía por demasiado tiempo, pero ahora estaba dejando salir la verdad.
-Desde el principio, ¡solo intenté ayudarte para después matarte con mis propias manos! -confesó, con la voz cargada de ira y algo más profundo, algo más oscuro-. ¡Ese siempre fue mi plan! Pero ahora... ahora te estoy dando la oportunidad de irte, de desaparecer de mi vida para siempre. ¡Tómala!
Chosen lo miraba fijamente, sin moverse. Sus ojos estaban abiertos de par en par, pero su expresión no mostraba sorpresa. No lo dudó ni por un segundo.
Dark dio un paso adelante, cerrando el espacio entre ellos, su mirada ardía con una mezcla de rabia y desesperación.
-Y no solo eso -continuó-. Quiero que te alejes de Viro. ¡De mí! ¡De todo esto! ¡Desaparece y sigue con tu vida como si nada hubiera pasado!
Chosen sintió una punzada en el pecho. Sus dedos apretaron el frasco con más fuerza, pero no dijo nada. No reaccionó como Dark esperaba.
El ambiente se tornó pesado. Dark respiraba con dificultad, su pecho subía y bajaba con cada bocanada de aire. Esperaba que Chosen gritara, que lo empujara, que hiciera algo... pero lo único que obtuvo fue un silencio profundo.
Chosen solo lo miró, sin parpadear, sin soltar una sola palabra.
Y eso... eso lo hizo sentir peor.
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Dark lo observó con el ceño fruncido mientras Chosen, sin titubear, destapaba el frasco y se lo bebía de un solo trago. Ni siquiera se molestó en hacer una pausa, en analizar si debía o no hacerlo. Simplemente lo tomó, sin mirarlo, sin dudar.
El líquido desapareció en cuestión de segundos. Chosen cerró los ojos un instante y luego, sin decir una sola palabra, le devolvió el frasco vacío a Dark.
Dark sintió algo retorcerse en su interior. No era satisfacción. No era alivio.
Era rabia.
Rabia porque Chosen lo había hecho sin pelear, sin discutir, sin cuestionar. Rabia porque, después de todo, él estaba dispuesto a marcharse sin más.
Sin embargo, Chosen no le dio tiempo de reaccionar. Se giró sobre sus talones y salió de la habitación con pasos pesados, sin mirar atrás.
Dark se quedó en su lugar, sosteniendo el frasco vacío en su mano. Sus dedos se apretaron alrededor del cristal.
Un vacío lo golpeó de repente.
Pero ya era demasiado tarde.
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Dark se quedó inmóvil, mirando el frasco vacío en su mano. El silencio de la habitación se volvió insoportable, como si el aire se hubiera vuelto denso de repente. Chosen realmente se había ido. No había gritado, no había maldecido, no había intentado siquiera discutir con él. Simplemente había tomado la cura y se había marchado.
Sintió su pecho arder de frustración. ¿Por qué no había peleado? ¿Por qué no había exigido una respuesta? ¿Por qué simplemente lo aceptó sin más?
Con un gruñido, lanzó el frasco contra la pared. El vidrio estalló en mil pedazos, esparciendo pequeños fragmentos por el suelo. Pero eso no le dio ninguna satisfacción. La rabia seguía ahí, latiendo en su interior como un fuego incontrolable.
Dark pasó una mano por su cabello, apretando los dientes. No quería admitirlo, pero algo en su interior dolía. No tenía sentido. Había logrado su objetivo, ¿no? Chosen era libre. Ya no tenía que estar atado a él. Podía irse con Freedom, con quien quisiera, lejos de su presencia.
Pero entonces, ¿por qué sentía que algo dentro de él se desmoronaba?
Suspiró con frustración y se dejó caer sobre la cama, mirando el techo. No tenía sentido seguir pensando en eso. Chosen había tomado su decisión. Ya no era su problema.
O al menos, eso quiso creer.
Mientras tanto, Chosen llegó a su habitación y cerró la puerta con llave. Su respiración era irregular, su cuerpo entero dolía, y no solo por el malestar físico. Sentía su cabeza a punto de estallar.
Se dejó caer sobre la cama, encogiéndose sobre sí mismo.
Dark realmente lo había dejado ir.
No entendía cómo se sentía al respecto. ¿Debería estar aliviado? ¿Debería sentirse libre? Se suponía que ese era su deseo, ¿no? Escapar, no estar atado a nadie, no ser una marioneta de nadie.
Y sin embargo, en ese momento, la sensación de vacío lo carcomía por dentro.
Se llevó una mano al pecho, cerrando los ojos con fuerza. No iba a llorar. No iba a permitirse llorar.
El sonido de la lluvia golpeando la ventana lo sacó de sus pensamientos. No se había dado cuenta de cuándo había comenzado, pero de alguna manera le hacía sentir peor.
Tomó aire y se obligó a levantarse. Se miró en el espejo del cuarto. Sus ojos estaban apagados, su piel pálida. Podía ver cada una de las cicatrices en su cuerpo con más claridad de lo que le gustaría.
Se pasó una mano por el cabello, soltando un suspiro.
-Se acabó... -murmuró, como si intentara convencerse a sí mismo.
Pero el peso en su pecho no desapareció.
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La lluvia seguía cayendo con fuerza sobre el techo de la casa, creando una especie de música triste que parecía resonar en el corazón de Dark. Estaba solo, sentado en la cama, aún atrapado en sus pensamientos. A pesar de haber dejado ir a Chosen, algo en su interior seguía resistiéndose. Tal vez el arrepentimiento, tal vez la soledad, tal vez la confusión. No sabía qué era, solo que no podía dejar de pensar en ello.
Unos golpes suaves en la puerta lo sacaron de su ensueño. La voz de Viro, alegre y llena de energía, resonó al otro lado:
-¡Papá, papá! ¡Ya llegamos!
Dark se levantó con una leve expresión de sorpresa en el rostro. En ese momento, se dio cuenta de lo mucho que se había sumergido en sus propios pensamientos y emociones. Miró a la puerta, y sin pensarlo mucho más, la abrió.
Al otro lado, estaban Viro y Hangman, empapados por la lluvia, pero aún con una sonrisa radiante. Viro, en particular, parecía lleno de energía y felicidad.
-¡Papá! -gritó Viro, lanzándose hacia Dark para abrazarlo con fuerza-. ¡La pijamada fue genial! Hangman me dejó elegir todas las películas, y jugamos a juegos de mesa hasta quedarnos dormidos, ¡fue increíble!
Hangman sonrió tímidamente, manteniendo el paraguas abierto sobre ellos para evitar que se empaparan más.
-Fue un buen rato -comentó Hangman, con su voz suave y relajada-. Viro tiene energía para rato, no dejó de hablar en toda la noche.
Dark, a pesar de su estado mental, sonrió levemente al ver la felicidad de su hijo.
-Entremos, estás empapado -respondió, apartándose para dejarlos pasar. Viro lo miró de reojo, algo preocupado, pero la sonrisa de Dark le dio algo de calma.
Hangman asintió y, con una última mirada a Dark, se despidió.
-Bueno, me voy. Espero que descanses, Dark. Nos vemos luego.
Dark le dio un gesto con la cabeza en señal de despedida y cerró la puerta. El ambiente de la casa parecía menos solemne con la llegada de Viro. A pesar de todo lo que había pasado, el niño parecía tener la capacidad de hacer que las cosas parecieran más ligeras.
Viro, que estaba bastante inquieto, de inmediato fue hacia la sala y comenzó a quitarse el abrigo mojado, dejándolo colgado en el perchero.
-Papá, ¿dónde está Chosen? -preguntó Viro, mirando a Dark con curiosidad, sin saber aún de la tensión entre los dos.
Dark, que acababa de cerrar la puerta y poner en orden sus pensamientos, suspiró profundamente. No quería que Viro se preocupara más de la cuenta. No quería que su hijo se metiera en algo tan complicado. A pesar de lo que había sucedido, no podía permitir que la relación entre él y Chosen destruyera lo que Viro tenía con él.
-Está en su habitación -respondió Dark con tono neutral, tratando de evitar cualquier otra pregunta complicada.
Viro asintió, sin dudar un segundo, y caminó rápidamente hacia la habitación de Chosen. Dark lo observó irse, y por un momento, se quedó en el umbral de la sala, mirando hacia el pasillo que conducía a las habitaciones. La situación había cambiado drásticamente en tan solo un día, y ahora solo quedaba esperar a ver cómo se resolvía.
A pesar de todo lo que había sucedido entre él y Chosen, Dark sabía que Viro necesitaba algo de normalidad, algo que los conectara. Y si eso significaba dejar a Chosen y a Viro tener un poco de paz, entonces lo haría.
Sin embargo, su mente seguía en un torbellino de dudas. ¿Qué pasaría ahora con Chosen? ¿Se iría definitivamente? ¿Y cómo afectaría eso a Viro?
Con un suspiro resignado, Dark se dejó caer en el sillón, observando el vacío del espacio. Sabía que lo que había hecho con Chosen estaba más allá de cualquier cosa que pudiera desear. Pero también sabía que no podía revertirlo. Solo quedaba esperar, y ver cómo todo se desenvolvía.
Mientras tanto, Viro ya estaba frente a la puerta de la habitación de Chosen. Golpeó suavemente, sin saber lo que encontraría dentro.
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Viro, con una mezcla de preocupación y curiosidad, tocó suavemente la puerta de la habitación de Chosen. No estaba seguro de qué esperar, pero su intuición le decía que algo no estaba bien. Había notado la distancia entre su padre y Chosen en las últimas horas, pero nunca imaginó que las cosas fueran tan complicadas. Chosen era como una figura enigmática para él, alguien cercano a su vida, pero también distante en ciertos aspectos.
-¿Chosen? -dijo Viro, su voz suave, casi como un susurro.
No obtuvo respuesta inmediata, y eso solo aumentó su ansiedad. Chosen solía ser de los que siempre respondían, incluso si no tenían ganas de hablar. Así que, sin pensarlo demasiado, Viro abrió la puerta.
Dentro, Chosen estaba sentado en la cama, con la cabeza ligeramente agachada. Su rostro, normalmente tan expresivo, ahora parecía apagado, agotado. Parecía como si el peso de la noche anterior lo estuviera aplastando. Los recuerdos, los eventos, todo se mezclaba en su mente. Viro notó que, aunque Chosen no estaba hablando, había algo en su postura que le decía que había algo más que dolor físico.
-¿Estás bien? -preguntó Viro, sin saber si debía acercarse más. Su voz tenía un tono de preocupación genuina.
Chosen levantó la cabeza lentamente, sus ojos rojos y un tanto hinchados, evidenciando que había pasado por algo emocionalmente desgastante.
-Sí, Viro... solo... no es el mejor día -respondió Chosen, tratando de forzar una sonrisa, pero esta solo mostró una leve mueca de dolor.
Viro no se atrevió a dar un paso más, pero no podía evitar ver cómo Chosen se veía tan vulnerable. Chosen siempre había sido alguien fuerte, un poco distante, pero con algo de misterio en su comportamiento. Pero ahora, parecía como si todo su mundo se hubiera caído, y Viro no sabía cómo ayudarlo.
-¿Quieres hablar sobre lo que pasó? -preguntó Viro, sintiendo un nudo en su estómago. Sabía que Chosen no era del tipo de persona que compartiera sus sentimientos tan fácilmente, pero algo dentro de él le decía que si no lo hacía, las cosas solo empeorarían.
Chosen suspiró profundamente, mirando a Viro con una expresión difícil de leer.
-No sé... no sé qué pensar. Es complicado. Yo... creo que me metí en algo que no debía, y ahora las cosas están mal. Muy mal -dijo Chosen, con una tristeza palpable en su voz.
Viro no sabía qué responder, pero algo en su interior lo impulsó a acercarse un poco más, dándole un pequeño abrazo a Chosen. No era un abrazo de consuelo, sino uno de apoyo, como si de alguna forma, él también quisiera estar ahí, incluso cuando no sabía cómo ayudar.
-Lo siento, Chosen. No sé qué pasó, pero yo... yo estoy aquí, no importa lo que haya sucedido -le susurró Viro, aún abrazándolo con suavidad.
Por un momento, Chosen no dijo nada. Simplemente permaneció en silencio, y por dentro, algo dentro de él se quebró. No porque Viro lo abrazara, sino porque en ese gesto sentía una especie de calidez que no había tenido en mucho tiempo. Chosen, de alguna manera, sentía que era un lastre para todos, que había causado tanto daño, que no merecía tanto apoyo.
Viro finalmente se apartó ligeramente para mirar a Chosen a los ojos, su expresión llena de comprensión.
-Lo que sea que hayas hecho... no cambia lo que eres para mí -dijo Viro con convicción-. Si necesitas algo, sabes que puedes contar conmigo.
Chosen, con la cabeza agachada, dejó escapar un leve suspiro, intentando procesar las palabras de Viro. Sabía que no tenía derecho a pedirle nada a nadie, especialmente después de lo que había sucedido con Dark. Pero, por alguna razón, las palabras de Viro le daban algo de consuelo. Quizás, solo quizás, podría encontrar una salida a todo este caos.
-Gracias, Viro. No sé qué haría sin ti... ni qué haría sin todos ustedes -dijo Chosen, su voz un tanto quebrada.
Viro sonrió, aunque de manera suave, y se levantó de su silla para ofrecerle una mano a Chosen.
-Vamos, ¿quieres salir a dar una vuelta o hacer algo? No tienes que estar aquí todo el tiempo. Puede que ayude, aunque sea un poco.
Chosen miró la mano extendida de Viro, luego a su propio reflejo en el espejo cercano, sintiendo la tensión en su pecho. La oferta era tentadora. Necesitaba despejar su mente, aunque no sabía si estaba listo para salir y enfrentar todo lo que había sucedido. Pero al ver a Viro, tan lleno de energía y voluntad, algo en su interior despertó.
-Sí, tal vez... tal vez salir no sea una mala idea -dijo finalmente, tomando la mano de Viro.
Mientras caminaban hacia la puerta, Viro echó un vistazo atrás, viendo la habitación de Chosen, con la incertidumbre de lo que venía. No sabía si esto era suficiente para ayudar a Chosen a superar la tormenta interna que lo acosaba, pero era lo único que podía hacer por ahora: estar ahí, sin presionar, sin juzgar.
Con un último vistazo al cuarto, cerró la puerta y caminó al lado de Chosen, sabiendo que las cosas no eran sencillas, pero que quizás, solo quizás, había una pequeña luz al final del túnel para todos ellos.
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El aire fresco de la mañana acariciaba la piel de Viro mientras él y Chosen se sentaban en el banco del patio, observando el cielo despejado que comenzaba a teñirse de azul claro. El sol brillaba suavemente, como si todo fuera perfecto, pero ambos sabían que, por dentro, las cosas no estaban tan tranquilas. Sin embargo, el entorno ofrecía un respiro, una pequeña tregua entre todo lo que había pasado.
-¿Sabes? -dijo Chosen, mirando el horizonte mientras un leve suspiro se escapaba de sus labios-. Creo que te pareces mucho a mí.
Viro, aún mirando al cielo, frunció el ceño. ¿A qué se refería Chosen? No entendía del todo lo que quería decir.
-¿A ti? -preguntó Viro, curioso.
Chosen asintió lentamente, con una expresión pensativa. No era algo que pudiera poner en palabras fácilmente, pero había algo en la manera en que Viro se comportaba, en cómo se veía... Algo le decía que había más de lo que él mismo imaginaba.
-Sí. Tienes algo... algo que me recuerda a mí. Quizás de una manera en que no puedo explicar bien -dijo Chosen, con los ojos fijos en el cielo-. Como si fuéramos... más similares de lo que parece.
Viro lo miró, algo desconcertado, y comenzó a pensar en lo que acababa de decir Chosen. Nunca había considerado la idea de que pudiera tener alguna conexión más profunda con él, algo más allá de la simple amistad. Pero al pensarlo un poco más, una extraña sensación se apoderó de él.
-¿Sabes qué? -dijo Viro, con una ligera sonrisa nerviosa, mientras miraba a Chosen-. Tal vez... tal vez seas mi otro papá.
Chosen levantó la cabeza hacia Viro, sus ojos se agrandaron por un momento, sin entender bien lo que había escuchado.
-¿Qué? -preguntó, sorprendido.
Viro asintió con seriedad, sin perder la sonrisa.
-Es que... Dark usó ADN de alguien más para crearme -explicó, mirando su propio mechón de cabello, que al sol parecía casi brillar-. Yo... no soy completamente humano. Soy un virabot, pero... Dark me dio la oportunidad de ser algo más. Él me hizo nacer, como un pollito, pero con dos ADN. El suyo... y el de alguien más.
Chosen, completamente atónito, no podía comprender lo que Viro estaba diciendo. Su mente comenzaba a dar vueltas, tratando de asimilar cada palabra.
-¿Y... qué tiene eso que ver conmigo? -preguntó Chosen, sintiendo una creciente curiosidad.
Viro miró su propio cabello, el mechón negro, tan parecido al de Chosen. Un pensamiento comenzó a tomar forma en su mente.
-Bueno, mira esto -dijo, señalando su propio cabello negro-. Es... igual al tuyo, ¿no? Y si lo pienso bien, tal vez... tal vez Dark usó tu ADN también. Quizás de alguna manera... somos familia.
Una pesada quietud se apoderó del ambiente. Chosen se quedó en silencio, con la mirada fija en Viro. Algo dentro de él comenzó a hacer clic, algo que había estado en su mente todo el tiempo, pero que no había logrado entender completamente. La similitud en los gestos de Viro, su comportamiento, incluso el color de su cabello... ¿Era posible que realmente estuvieran relacionados?
-¿Podría ser...? -dijo Chosen en voz baja, más para sí mismo que para Viro-. ¿Podría ser que realmente seas...?
Viro lo miró a los ojos, con una mezcla de esperanza y miedo. No quería hacer una afirmación sin estar completamente seguro, pero había algo en el aire, algo en la conexión entre ellos, que lo hacía pensar que tal vez, solo tal vez, estaba en lo cierto.
Chosen se quedó en silencio unos momentos más, procesando la información. Finalmente, con una sonrisa que parecía querer desbordarse, levantó la mirada hacia Viro.
-Eres mi hijo, ¿verdad? -dijo, como si por fin todo tuviera sentido.
Viro asintió, su corazón latiendo más rápido. Las palabras de Chosen lo hicieron sentir una conexión que nunca había experimentado. Algo profundo y cierto. A pesar de todas las dificultades y las complejidades de la vida, parecía que finalmente había encontrado algo que le faltaba, una pieza en su rompecabezas.
-Sí... lo soy -dijo Viro, con los ojos brillando, casi sin creerlo.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, observando el cielo. En medio de la confusión, el dolor y la incertidumbre, algo nuevo había nacido entre ellos. Un lazo irrompible, forjado en secretos, ADN y recuerdos compartidos. Chosen había encontrado en Viro algo más que un amigo, algo más que un compañero. Había encontrado a su hijo.
Y aunque el futuro seguía siendo incierto y lleno de desafíos, por primera vez en mucho tiempo, ambos podían ver una pequeña luz de esperanza brillando en el horizonte.
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El aire, antes tan lleno de esperanza y calidez, de repente pareció volverse denso y pesado. La sonrisa de Chosen se desvaneció, y sus ojos, llenos de incertidumbre, se bajaron al suelo. Viro, que aún sentía la emoción de haber descubierto la verdad, notó de inmediato el cambio en el ambiente. El brillo de su propia sonrisa también se fue, como si un velo de tristeza lo hubiera cubierto de golpe.
-Viro... -comenzó Chosen, su voz ahora más seria, más baja-. Hay algo que... que necesito decirte.
Viro, aún sin comprender del todo, lo miró, sintiendo una punzada en el pecho. Su corazón comenzó a latir con más fuerza, anticipando algo que no quería oír.
-¿Qué pasa, Chosen? -preguntó Viro, su tono intentando esconder una creciente preocupación. Su mente ya empezaba a imaginar lo peor.
Chosen suspiró y se levantó del banco, mirando al horizonte. Las palabras que se habían estado acumulando en su pecho por tanto tiempo ahora necesitaban salir, aunque le doliera hacerlo.
-Yo... yo no puedo quedarme aquí. -La voz de Chosen se rompió un poco, y una nube de tristeza lo envolvió-. No puedo quedarme cerca de Dark. No puedo estar cerca de ti, Viro. Necesito alejarme... de todos ustedes. Es lo correcto.
Viro no sabía cómo reaccionar. Las palabras de Chosen se sintieron como un golpe directo en su pecho. Su respiración se volvió más pesada y rápida, como si el aire ya no fuera suficiente para llenarlo. La idea de que Chosen se fuera, de que él tuviera que alejarse de él... era más dolorosa de lo que había anticipado.
-¿Qué? -dijo Viro, su voz apenas un susurro-. ¿Por qué? ¿Por qué tienes que irte? No tienes que irte, Chosen. Ya sabemos la verdad, ya somos... familia.
Pero Chosen no podía mirar a los ojos de Viro, no podía soportar ver la tristeza en ellos, la decepción que comenzaba a formarse. Sabía lo que significaba para él, y aún así no podía quedarse.
-No es por ti, Viro. Es por Dark... por todo lo que ha pasado. -Chosen dejó caer la cabeza, su rostro se hundió en una sombra de culpabilidad-. Si me quedo cerca, no solo te pondría en peligro a ti, sino también a Dark. Y aunque me duela, debo hacerlo. Es lo mejor para todos. Para ti, para mí... para todos los que estamos en medio de esto.
Viro lo miró fijamente, las palabras de Chosen retumbando en su cabeza. No podía procesarlas completamente, no podía entender por qué Chosen pensaba que debía irse.
-¿Qué quieres decir con que es lo mejor para todos? -preguntó Viro, su voz quebrada, llena de confusión y angustia-. ¿Por qué tienes que irte? ¡Yo... yo no quiero que te vayas!
Pero Chosen no respondió de inmediato. Dio un paso atrás, sintiendo la presión del momento aplastarlo, como si las expectativas y las responsabilidades que había estado cargando finalmente lo hubieran alcanzado.
-Porque... porque no quiero arrastrarte a más problemas, Viro. Ya lo he hecho. Te he metido en todo esto, y no puedo seguir haciéndolo. Tú mereces una vida sin complicaciones, sin el peso de todo esto que no es tu culpa... Y aunque me duela, tengo que dejarlo ir.
La tristeza que envolvía a Chosen se hacía palpable, como si todo lo que había dicho lo estuviera desgarrando por dentro. Viro, aún intentando entender la decisión de Chosen, dio un paso adelante, mirando fijamente su rostro. Su voz tembló cuando habló de nuevo.
-¿Y qué pasa con nosotros? ¿Qué pasa con nuestra familia? -preguntó Viro, con los ojos brillando de frustración-. ¿Vas a dejarnos por todo lo que ha pasado? ¿Solo vas a irte y dejar que todo se rompa?
Chosen cerró los ojos con fuerza, apretando los dientes. No quería ver la angustia en los ojos de Viro, no quería ser la causa de su dolor, pero sabía que no podía seguir arrastrándolo a su caos.
-Lo siento, Viro. -La voz de Chosen estaba rota, llena de pesar-. Pero tengo que irme. Lo haré para que todos estemos a salvo. No puedo seguir aquí, no puedo seguir haciéndote pensar que esto es lo correcto. Tú... tú eres más importante que todo esto. Más importante que yo.
El peso de sus palabras dejó a Viro paralizado. El chico que siempre había sido su luz, su apoyo, ahora se alejaba de él, y no sabía cómo detenerlo. Un nudo se formó en su garganta, y la rabia se mezcló con el dolor.
-No... no puedes irte. -Viro levantó su voz, y sus ojos brillaron con lágrimas que amenazaban con caer-. No puedes dejarme así. No me dejes, Chosen. ¡Por favor!
Pero Chosen, con el corazón roto, no podía hacer nada más. Sabía lo que tenía que hacer, aunque le destrozara el alma.
-Es lo mejor, Viro. Lo siento mucho. -La despedida salió como un susurro, casi inaudible. Pero Viro lo escuchó, y eso fue todo lo que necesitaba. La puerta que había comenzado a abrirse entre ellos, esa pequeña chispa de esperanza, ahora se cerraba con un golpe sordo.
Chosen dio un paso atrás, su cuerpo temblando ligeramente, y sin decir más, se giró y se alejó, dejando atrás a Viro, quien se quedó inmóvil, con el corazón destrozado y una tristeza profunda que parecía no tener fin.
Mientras Chosen se alejaba, Viro se quedó en el mismo lugar, mirando el cielo que antes parecía tan lleno de promesas, ahora vacío y lejano, como su conexión con Chosen. Un futuro juntos parecía un sueño que se desvanecía ante sus ojos, dejando atrás solo el eco de las palabras no dichas y los recuerdos de lo que pudo haber sido.
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[Continuará...♡]
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