◇°•「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 30 」•°◇

[Narrador/a POV]

Freedom y Chosen llegaron al techo de la casa, donde la brisa fresca de la noche les ofreció algo de calma después del caos en el interior. Freedom no dejaba de observar a Chosen, preocupado por todo lo que había ocurrido, por las tensiones, las discusiones y, especialmente, por cómo Dark lo había tratado.

—¿Está todo bajo control, Chosen? —preguntó Freedom con voz suave pero llena de preocupación, mientras se acercaba a él, tratando de leer sus emociones en silencio.

Chosen, todavía alterado, se apoyó en el borde del techo y miró al horizonte, evitando mirar a Freedom por un momento. Su mente estaba llena de pensamientos confusos, pero una cosa estaba clara: necesitaba entender qué hacer con todo lo que había ocurrido, especialmente con Dark.

—No lo sé… —dijo Chosen, su voz débil y cansada—. Hay demasiadas cosas pasando, y no puedo… no sé cómo lidiar con todo esto.

Freedom se acercó aún más, con un gesto calmado, y colocó una mano sobre el hombro de Chosen. Era consciente de lo difícil que debía ser para él, atrapado en una situación tan tensa, donde no parecía haber espacio para la paz.

—Lo que te está pasando con Dark no es fácil, lo sé —dijo Freedom, con tono serio—. Pero, Chosen, tú no estás solo en esto. Tienes a todos nosotros. Y si Dark no lo entiende, entonces seremos nosotros quienes te apoyemos.

Chosen, sintiendo una mezcla de alivio y culpa, dejó escapar un suspiro pesado. Se giró hacia Freedom, su mirada vacía de esperanza pero con una chispa de gratitud.

—Pero… no puedo dejar de pensar que no merezco todo esto. Dark... no debería tratarme así.

Freedom asintió, comprensivo. Sabía que Chosen estaba atrapado entre sus propios sentimientos y la violencia emocional de Dark. Pero la respuesta de Freedom fue directa y firme:

—Te mereces respeto, Chosen. No importa lo que haya pasado antes, no tienes que soportar nada que te haga daño. Y si Dark no puede ver eso, no es tu culpa.

En ese momento, Chosen miró a Freedom, sintiendo el peso de sus palabras. Quería creer en ellas, pero también sentía que todo lo que estaba pasando con Dark lo había confundido y lo había dejado vulnerable.

—Gracias, Freedom. No sé qué haría sin ustedes —respondió Chosen, con una pequeña sonrisa.

Sin embargo, en el fondo, sabía que la relación con Dark no sería fácil de arreglar. Había mucho que sanar, mucho que enfrentar.

Mientras tanto, en su habitación, Dark estaba solo, con la puerta cerrada a cal y canto. En su mano, un frasco de pastillas, que había sacado de un cajón oculto. Las miraba en silencio, sabiendo que no eran buenas para él, pero al mismo tiempo, las necesitaba. La presión, los celos, la rabia y el miedo a perder a Chosen lo consumían. Se había vuelto algo dependiente de esas pastillas, aunque siempre trataba de no serlo demasiado. Necesitaba calmarse, aunque supiera que no era la forma correcta de hacerlo.

En un impulso, se tragó una, esperando que al menos le ofreciera un poco de alivio. Pero las cosas no mejorarían tan fácilmente.

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Dark, sentado en su habitación, se quedó mirando al vacío por un largo rato. Las palabras de Freedom resonaban en su mente, y con cada pensamiento, la rabia y la incomodidad crecían. "Malas intenciones", pensó, y aunque no podía estar completamente seguro de las intenciones de Freedom, algo en su interior le decía que no podía confiar en él, no cuando se trataba de Chosen.

Él ya había visto cómo Freedom se acercaba a Chosen, esa mirada de preocupación que se desbordaba de algo más profundo. ¿Realmente solo quería ayudar? O tal vez… tal vez Freedom sentía algo más por Chosen. Un sentimiento que Dark no estaba dispuesto a dejar que creciera.

¿Estaba Freedom enamorado de Chosen? La idea lo hacía hervir por dentro. ¿Cómo podía otro hombre acercarse a Chosen de esa manera? ¿Cómo podía permitirlo después de todo lo que Dark había hecho por él? El dolor de ver a Chosen alejarse de él, aunque fuera un poco, lo estaba consumiendo. Sabía que no tenía derecho a reclamarlo, pero no podía evitarlo. La idea de que alguien más estuviera cerca de Chosen, alguien que pudiera arrebatarle lo que tanto le había costado, lo atormentaba.

La angustia se apoderó de él, y con ello, su mente se nubló con pensamientos oscuros. "Freedom no puede acercarse a Chosen. No lo voy a permitir." Los celos lo carcomían, y aunque sabía que no debía actuar de forma impulsiva, el miedo a perderlo lo hacía actuar de manera irracional.

Era cierto que Chosen nunca le había mostrado el tipo de afecto que Dark deseaba, pero ver a Freedom rodearlo de esa manera, como si tuviera algún derecho sobre él, le resultaba insoportable. No podía soportar la idea de que alguien más lo pudiera hacer sentir especial, de que alguien más lo mirara como él lo hacía, de que alguien más pudiera tener ese lugar en el corazón de Chosen que tanto anhelaba.

Dark se levantó de golpe, tirando las pastillas a un lado. "Voy a detener esto antes de que se salga de control." Pensó, apretando los puños. Pero sabía que lo que estaba a punto de hacer era algo que podría destruirlo aún más, tanto a él como a Chosen.

"Freedom no se acercará a Chosen. No lo voy a permitir."

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Viro estaba sentado en la mesa, su lápiz rozando lentamente el papel sin mucha convicción. Los trazos eran inseguros, como si la duda se hubiera apoderado de él. Aunque sus ojos seguían el movimiento de su mano, su mente parecía estar lejos, perdida en pensamientos oscuros que no podía compartir. Second, que se encontraba a su lado, intentaba ser paciente. Había notado el ánimo decaído de Viro y no podía dejar de sentirse responsable de que él se sintiera así.

—Mira, Viro, si dibujas el contorno primero y luego haces los detalles, todo será más fácil —dijo Second con una sonrisa suave, señalando las líneas en el papel de Viro. Aunque sus palabras eran alentadoras, el pequeño no respondía con la misma energía.

Viro levantó la vista por un momento, pero en lugar de sonreír, su mirada parecía más apagada. No había energía en su rostro, solo una expresión cansada. El joven no decía nada, pero su silencio era suficiente para que Second se diera cuenta de que algo más estaba ocurriendo en su interior.

Red, al notar la falta de ánimo de Viro, trató de aliviar la tensión con uno de sus chistes típicos.

—¡¿Sabías que los pollos no pueden ver el futuro?! —gritó con entusiasmo, su tono optimista. Pero, al ver que Viro no reaccionaba, su sonrisa se desvaneció. —Oh, vamos, Viro, ¿qué tal un chiste sobre... qué sé yo? ¿Una vaca y un caracol? —dijo, rascándose la cabeza, sin saber muy bien cómo animar al pequeño.

Blue, sentado en silencio al otro lado de la mesa, observaba a Viro sin decir palabra alguna. A veces, Blue no necesitaba hablar para entender lo que otros sentían. Su mirada era profunda, observadora, y aunque no lo expresaba con palabras, había algo en sus ojos que transmitía una comprensión silenciosa. Estaba allí, sin presionar a Viro, simplemente esperando a que él estuviera listo para hablar, o al menos para compartir lo que lo aquejaba.

Green, a su lado, no se mostró tan silencioso. Su presencia era constante, calmante. Aunque no hacía mucho ruido, su manera de estar junto a Blue sin pronunciar palabra era una forma de apoyo incondicional. Ambos parecían compartir una especie de lenguaje no verbal, un entendimiento tácito que no requería de explicaciones.

Yellow, por otro lado, tenía los ojos fijos en el mechón de pelo negro de Viro. Era una observación curiosa, como si intentara encontrar un rastro de algo que ya conocía, o tal vez algo que no entendía del todo. Sin embargo, no dijo nada al respecto. Estaba simplemente concentrado, fijando su atención en ese pequeño detalle que, de alguna manera, lo conectaba con Viro.

El ambiente estaba cargado de emociones no expresadas, pero también de un deseo sincero de apoyo. Todos estaban allí para él, aunque cada uno a su manera. Sin embargo, la pregunta persistía en el aire: ¿Qué era lo que realmente estaba afectando a Viro? Y, sobre todo, ¿serían capaces de hacerle saber que no estaba solo?

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Freedom y Chosen estaban sentados en el borde del techo de la casa, la brisa fresca de la noche acariciando sus rostros. Aunque Freedom intentaba mantener la calma, su mirada mostraba la preocupación que sentía por Chosen. El silencio entre ellos era cómodo, pero había algo más en el aire, algo que los dos sabían que debía ser dicho, pero ninguno de los dos se atrevía a romperlo.

—Sabes, Chosen, a veces las cosas no salen como esperábamos —dijo Freedom con una suavidad en su tono, mirando al frente mientras hablaba. No era un reproche, solo una observación. —Pero lo que importa es que siempre podemos empezar de nuevo, siempre hay tiempo para hacer las cosas bien.

Chosen, a pesar de su interior revuelto, encontró algo reconfortante en las palabras de Freedom. No sabía si realmente podría empezar de nuevo o si eso era solo una ilusión, pero al menos en ese momento, con Freedom a su lado, se sentía comprendido.

—¿Qué harías tú si todo fuera diferente? —preguntó Chosen, mirando las estrellas en el cielo. Era una pregunta algo abstracta, pero él necesitaba saber cómo Freedom veía las cosas. A veces, las palabras de otros ayudaban a poner las suyas en perspectiva.

Freedom sonrió suavemente, mirándole a los ojos. Sus palabras eran siempre tranquilizadoras, llenas de cariño y calma.

—Lo que sea que decidas, siempre estaré aquí para apoyarte. Siempre. No me importa lo que haya pasado, lo único que quiero es que seas feliz. Si algún día necesitas un hombro en el que apoyarte, cuenta conmigo.

Chosen, con la calidez de esas palabras, se sintió algo más aliviado, aunque su corazón seguía dividido. No podía evitar sentirse tentado a creer que, tal vez, Freedom tenía razón. Tal vez, solo tal vez, el futuro aún podría ser brillante.

—Gracias, Freedom —murmuró Chosen, su voz bajita pero sincera. A pesar de sus dudas, sentía que Freedom realmente quería lo mejor para él. Y aunque no estaba completamente seguro de lo que quería, al menos en ese momento, esa certeza de apoyo le daba algo de consuelo.

Freedom, al ver que Chosen parecía un poco más relajado, se acercó un poco más, sin invadir su espacio, pero con la intención de mostrarle que no estaba solo.

—Tú eres importante para mí, Chosen —le dijo, con una suavidad que parecía resonar en el aire entre ellos. —Y lo que más quiero es verte bien, como solías estar.

Aunque esas palabras eran reconfortantes, también evocaban una mezcla de sentimientos en Chosen. Quería creer en ellas, pero algo en su corazón aún le decía que el camino que había recorrido ya no era el mismo.

—No sé qué quiero —confesó finalmente Chosen, mirando al suelo, sintiéndose vulnerable en ese momento. —No sé si puedo volver a ser el mismo.

Freedom no respondió de inmediato. En lugar de eso, solo apoyó una mano sobre el hombro de Chosen, de una manera que transmitía tranquilidad. No había necesidad de palabras. Sabía que, por ahora, solo su presencia bastaba.

Ambos se quedaron en silencio, mirando las estrellas, cada uno sumido en sus propios pensamientos, pero sin sentirse tan solos como antes. El futuro seguía siendo incierto, pero, al menos por ahora, estaban juntos, y eso parecía ser lo único que importaba.

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El ambiente en la sala se volvió tenso cuando Dark bajó, su presencia siempre imponía respeto, pero hoy había algo más, una frialdad palpable que helaba el aire. Todos lo miraron, expectantes, pero Viro no levantó la vista. Su mente estaba en otro lugar, centrada en el caos reciente y en las palabras no dichas.

Second, notando la mirada ausente de Viro, se acercó con cuidado, preocupándose por su bienestar. Con un tono suave, le preguntó:

—¿Estás bien, Viro?

Viro, aunque no miraba, dio un leve asentimiento, intentando ocultar sus emociones. Sin embargo, la preocupación era evidente en su rostro.

Fue entonces cuando Dark, con una calma inquietante, dirigió su mirada a Second. Aunque su voz era tranquila, cada palabra parecía impregnada con un veneno de control.

—¿Y Chosen? —preguntó, su tono amablemente sarcástico—. ¿Todavía no ha bajado con su nuevo... novio?

Second vaciló por un instante. La cortesía en la voz de Dark le hizo dudar por un segundo, pero rápidamente se recompuso y respondió, con un ligero encogimiento de hombros.

—No, todavía no ha bajado —respondió Second, manteniendo una postura firme.

Un suspiro de frustración escapó de Dark, y antes de que alguien pudiera decir algo más, sacó de su bolsillo una pequeña araña, de aspecto metálico y futurista, con una forma similar a un vira-bot. Era una cámara espía, un juguete tecnológico de su propia creación. Con rapidez, activó el dispositivo, que comenzó a moverse por la sala, escalando la pared hasta la puerta, buscando a Chosen.

—Si no quiere venir, lo traeré yo —dijo Dark con una sonrisa fría, mientras observaba cómo la araña se deslizaba hacia el techo. Sabía que tenía el control sobre la situación y que, eventualmente, todo se sometería a su voluntad.

La tensión creció aún más en la sala, mientras todos observaban a Dark con cautela. Sabían lo que él era capaz de hacer, y todos compartían la preocupación de que, con cada movimiento, la situación solo empeoraba.

Pero nadie dijo nada, por temor a las repercusiones. Solo quedaba esperar a ver qué haría Dark a continuación.

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La pequeña araña metálica se movía con precisión, subiendo por las paredes y atravesando el techo hasta llegar al exterior. En el techo, Chosen y Freedom seguían conversando, ajenos a lo que ocurría abajo. La cámara espía captó cada movimiento, cada palabra que intercambiaban.

—¿Todo está bajo control, Chosen? —preguntó Freedom con sinceridad, mientras lo miraba con una mezcla de preocupación y ternura.

Chosen suspiró, desviando la mirada hacia el horizonte. Sabía que Freedom solo quería ayudar, pero la situación era mucho más compleja de lo que él imaginaba.

—No lo sé, Freedom. Nada se siente bajo control últimamente —respondió Chosen, su voz llena de incertidumbre.

Freedom se acercó un poco más, colocando una mano en su hombro.

—Puedes contar conmigo, Chosen. No importa lo que pase, estoy aquí para ti.

Las palabras eran genuinas, pero en la sala, Dark observaba la escena a través de los ojos de su espía. Su mandíbula se tensó, sus dedos apretaron el brazo del sofá, y un destello de celos cruzó por su mirada.

Mientras tanto, en la sala, Viro seguía sin levantar la vista, dibujando en silencio mientras Second, con paciencia, intentaba animarlo.

—¿Qué estás dibujando, pequeño? —preguntó Second con una sonrisa, inclinándose ligeramente para ver el papel.

Viro alzó un poco el dibujo, mostrando un bosque oscuro con una pequeña luz en el centro. No dijo nada, pero el mensaje era claro: representaba su estado emocional, una mezcla de esperanza y melancolía.

Second suspiró y le dio una palmadita en la cabeza.

—Es un dibujo hermoso. No importa lo oscuro que parezca todo ahora, siempre hay una luz, Viro. Nunca lo olvides.

Red, mientras tanto, intentaba romper la tensión con uno de sus típicos chistes.

—¿Sabías que las arañas metálicas no pueden tejer telarañas? ¡Tienen que usar wifi! —dijo con una risa forzada, mirando de reojo a Dark.

El intento fue en vano; Dark ni siquiera lo miró. Su atención estaba fija en la pantalla que mostraba a Chosen y Freedom. Finalmente, se levantó del sofá, con una calma que resultaba inquietante.

—Volveré en un momento —dijo sin mirar a nadie en particular. Sus palabras eran más una declaración que una explicación.

Los demás lo observaron mientras se dirigía hacia las escaleras. Nadie se atrevió a detenerlo, pero todos sabían que no auguraba nada bueno.

Viro, que había alzado la vista al escucharlo, susurró:

—¿Va a buscar a Chosen?

Second lo abrazó, intentando calmarlo.

—No te preocupes, Viro. Todo estará bien.

Pero incluso él tenía sus dudas. Dark nunca hacía nada sin un propósito, y ese propósito rara vez era pacífico.

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Dark subió las escaleras con pasos firmes, su mente inundada por una mezcla de ira y celos. No le importaba lo que Freedom estuviera diciendo; el simple hecho de verlo cerca de Chosen lo hacía hervir por dentro. Al llegar al techo, se detuvo por un momento detrás de la puerta, escuchando la conversación antes de intervenir.

—Siempre me ha sorprendido cómo logras mantenerte fuerte, Chosen —decía Freedom con una sonrisa suave, mientras lo miraba a los ojos—. Incluso en medio de tanto caos, sigues siendo... tú.

Chosen bajó la mirada, sintiendo el peso de esas palabras. Le agradecía a Freedom su apoyo, pero sabía que sus problemas no eran algo que pudiera compartir tan fácilmente.

Dark, al escuchar esas palabras, no pudo soportarlo más. Abrió la puerta del techo con un empujón, haciendo que el sonido resonara y ambos se giraran hacia él. Su figura se alzó imponente, con su habitual aura fría, pero esta vez acompañada de una chispa de furia apenas contenida.

—¿Interrumpo algo? —preguntó con un tono cargado de sarcasmo, cruzando los brazos mientras miraba directamente a Freedom.

Freedom mantuvo la calma, aunque su expresión mostró un destello de molestia. No era la primera vez que lidiaba con la actitud hostil de Dark.

—Solo estábamos hablando —respondió Freedom, manteniendo su voz tranquila, pero firme.

Dark caminó hacia ellos lentamente, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—Ah, claro, hablando. Me pregunto qué tanto tienes que decirle a Chosen que yo no pueda resolver.

Chosen se levantó, poniéndose entre ellos antes de que la situación escalara.

—Dark, por favor, no hagas esto —dijo, su voz llena de cansancio—. Freedom solo está tratando de ayudar.

—¿Ayudar? —replicó Dark, soltando una risa seca—. Claro, porque lo que tú necesitas ahora mismo es a alguien más llenándote la cabeza de promesas vacías.

Freedom frunció el ceño, dando un paso adelante.

—No estoy aquí para competir contigo, Dark. Solo quiero asegurarme de que Chosen esté bien, algo que parece ser más de lo que tú haces.

Dark lo miró con una intensidad que parecía cortar el aire.

—¿Y tú qué sabes de lo que hago o dejo de hacer por él? —respondió con un tono peligroso.

Chosen levantó las manos, tratando de calmar a ambos.

—¡Basta ya, los dos! Esto no se trata de quién hace más o menos por mí. Estoy harto de ser el centro de sus disputas.

Su voz resonó con una mezcla de frustración y dolor, logrando que ambos hombres se quedaran en silencio por un momento. Dark apartó la mirada, mientras Freedom dio un paso atrás, respetando el espacio de Chosen.

—Voy a bajar. Hablen o hagan lo que quieran, pero no conmigo en medio —añadió Chosen antes de pasar junto a ellos y regresar al interior de la casa.

Dark y Freedom se quedaron en el techo, el ambiente cargado de tensión. Finalmente, Freedom rompió el silencio.

—Lo que sea que estés haciendo, Dark, no va a funcionar si sigues alejándolo con tu actitud.

Dark lo miró con desdén.

—Y tú no entiendes que no necesito tus consejos, ni tu presencia aquí.

Freedom suspiró, negando con la cabeza.

—No estoy aquí por ti, Dark. Estoy aquí por Chosen. Pero si realmente quieres ayudarlo, empieza por escuchar lo que necesita, no lo que tú quieres.

Dicho eso, Freedom también se retiró, dejando a Dark solo bajo la luz de las estrellas, sus pensamientos más caóticos que nunca.

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Chosen bajó del techo con un nudo en el pecho, aún procesando lo que acababa de pasar. Sin embargo, al llegar al salón, la escena lo golpeó como un balde de agua fría: Viro estaba sentado en el suelo, con los ojos llenos de lágrimas y la respiración entrecortada. Second intentaba calmarlo, mientras Red trataba de distraerlo con una broma que no surtía efecto.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Chosen con firmeza, acercándose rápidamente a Viro.

Second levantó la mirada, aliviado de ver a Chosen.

—No lo sabemos. Estábamos dibujando, y de repente empezó a llorar. Creo que está… agotado o algo así.

Chosen se arrodilló junto a Viro, tomando su pequeño rostro entre sus manos con cuidado. Viro tenía las mejillas húmedas y los ojos vidriosos, pero apenas levantó la mirada al sentir el contacto de Chosen.

—¿Qué tienes, pequeño? —preguntó Chosen suavemente, limpiándole las lágrimas con el pulgar—. Dime, ¿te duele algo? ¿Te sientes mal?

Viro negó lentamente con la cabeza, pero su respiración seguía irregular. Chosen suspiró, su instinto protector activándose como nunca. Se giró hacia los demás.

—Tráiganme una manta y un poco de agua tibia —pidió con voz firme pero sin perder la calma.

Green fue el primero en moverse, desapareciendo hacia la cocina en busca del agua, mientras Blue subía corriendo las escaleras para buscar una manta. Chosen volvió su atención a Viro, hablándole con una ternura que dejó a todos atónitos.

—Viro, mírame. Respira conmigo, ¿sí? Así... uno, dos, tres —le mostró cómo inhalar y exhalar despacio, manteniendo sus manos sobre los hombros de Viro para transmitirle seguridad.

Poco a poco, Viro empezó a calmarse, aunque seguía abrazándose las piernas como si intentara protegerse de algo. Cuando Blue regresó con la manta, Chosen la tomó y envolvió a Viro con ella, levantándolo en sus brazos con facilidad.

—Vamos al sofá. Necesitas descansar un poco —dijo, llevándolo hasta allí y acomodándolo con cuidado.

Cuando Green llegó con el agua tibia, Chosen se aseguró de que Viro tomara unos sorbos antes de acurrucarlo en su pecho, acariciando su cabello con delicadeza.

—Ya pasó, estás a salvo. Estoy aquí, ¿de acuerdo? —le susurró.

Los demás observaban en silencio, sorprendidos por el cambio en Chosen. Su comportamiento paternal no era algo que hubieran visto antes, pero ahora todo encajaba: Chosen tenía un instinto natural para cuidar a los demás, especialmente a alguien tan vulnerable como Viro.

Second rompió el silencio.

—Eres como un papá... o una mamá. Nunca te había visto así, Chosen.

Chosen le dirigió una mirada rápida y sonrió con cansancio.

—Supongo que alguien tiene que hacerlo, ¿no?

Viro finalmente se quedó dormido en los brazos de Chosen, su respiración volviéndose más tranquila. Mientras los demás se relajaban, Chosen miró hacia las escaleras, preguntándose si Dark había visto algo de esto. Pero Dark seguía encerrado en su habitación, ajeno a todo, mientras Chosen hacía lo que siempre había hecho: cuidar a quienes lo necesitaban.

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Chosen se quedó en el sofá, sosteniendo a Viro en sus brazos como si fuera un tesoro frágil. La respiración suave del pequeño se mezclaba con el susurro ocasional del viento que se colaba por las ventanas. Los demás estaban dispersos por la sala, tratando de no hacer ruido mientras miraban a Chosen con admiración y algo de preocupación.

Second, sentado cerca de Chosen, no pudo evitar sonreír.

—Eres increíble, Chosen. Siempre logras calmarlo, incluso cuando nosotros no podemos.

Chosen negó con la cabeza, sus ojos fijos en Viro.

—No es cuestión de ser increíble, Second. Es solo que... no puedo evitar preocuparme por él. Tiene mucho en su pequeña cabeza, y yo... bueno, hago lo que puedo para que no se sienta solo.

Red, sentado al borde del sillón, dejó escapar un suspiro exagerado.

—Eres un papá perfecto, ¿sabes? Viro te ve como su héroe. Es adorable.

Chosen rodó los ojos, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa.

Green, que había estado en silencio todo el tiempo, se cruzó de brazos.

—¿Y qué hay de Dark? —preguntó, con tono más serio—. ¿No debería estar aquí ayudándote con Viro? Después de todo, también es su responsabilidad.

El ambiente se tensó un poco al mencionar a Dark. Chosen miró hacia las escaleras, donde la puerta de la habitación de Dark seguía cerrada.

—Dark es... complicado —respondió con cautela—. Sé que le importa, aunque no lo demuestre como debería. Pero ahora mismo, no voy a esperar nada de él. Viro me necesita, y eso es lo único que importa.

Yellow, que había estado observando en silencio desde un rincón, se levantó y se acercó al sofá.

—Lo haces bien, Chosen. Pero no tienes que cargar con todo solo, ¿sabes? Estamos aquí para ayudarte.

Chosen asintió, agradecido, aunque no respondió. En el fondo, sabía que dependía de él mantener a Viro a salvo, incluso si los demás estaban dispuestos a apoyar.

Justo cuando el silencio empezaba a acomodarse de nuevo, se escuchó el crujido de la puerta del segundo piso abriéndose. Todos miraron hacia las escaleras, y allí estaba Dark, bajando con pasos lentos y su mirada fría de siempre. Su aura parecía más pesada de lo habitual, como si la tormenta que llevaba dentro estuviera a punto de estallar.

Dark se detuvo al pie de las escaleras, sus ojos oscuros clavándose en Chosen y Viro. No dijo nada al principio, pero el leve endurecimiento en su mandíbula era evidente. Finalmente, rompió el silencio.

—¿Cómo está?

Chosen lo miró con cautela, sin dejar de acariciar el cabello de Viro.

—Está mejor. Se quedó dormido hace un rato.

Dark asintió una vez, pero no se acercó. En cambio, su mirada se desvió hacia los demás.

—Espero que no hayan estado molestándolo con tonterías —dijo con su tono habitual, seco y ligeramente despectivo.

Red bufó, pero Second levantó una mano para calmarlo.

—Solo estamos cuidándolo, Dark. Puedes relajarte.

Dark soltó un sonido bajo, algo entre un suspiro y un gruñido, y luego caminó hacia la cocina sin mirar atrás. Los demás intercambiaron miradas, pero nadie dijo nada.

Cuando Dark desapareció de la vista, Chosen dejó escapar un suspiro.

—Siempre tan... él.

Second rio entre dientes y le dio una palmada ligera en el hombro.

—Tranquilo. Sabemos que, en el fondo, te respeta. Solo necesita resolver sus cosas.

Chosen no respondió, pero una sombra cruzó su rostro. Miró a Viro, quien seguía profundamente dormido, y apretó ligeramente su agarre.

Por ahora, ese momento de paz era suficiente.

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Dark regresó a la sala después de unos minutos, su mirada fría evaluando a todos los presentes. Los colores de sus ojos parecían más oscuros bajo la luz tenue, y su presencia hizo que el ambiente se volviera más tenso.

—¿Y bien? —preguntó con tono seco, cruzándose de brazos—. ¿Cuánto tiempo piensan quedarse aquí? Esto no es un hotel.

Second, sentado cerca de Chosen, levantó la mirada con calma, aunque su tono sonó firme.

—Dark, no vamos a irnos hasta asegurarnos de que Chosen y Viro estén bien.

Dark soltó una risa sarcástica y dio un paso hacia el centro de la sala.

—Ambos están perfectamente. No necesitan ni una patrulla de babysitters ni una fiesta de pijamas aquí. Así que, a menos que quieran que les prepare una maleta, deberían empezar a pensar en irse.

Red se levantó del sillón, frunciendo el ceño.

—¿Y tú qué? ¿Nos vas a echar cuando claramente necesitas ayuda? ¡Viro está mal, y Chosen también! Pero claro, tú solo piensas en tu ego.

Dark lo fulminó con la mirada, sus ojos destellando un segundo con furia antes de volver a su calma gélida.

—No necesito ayuda. Y mucho menos de ti.

Chosen, que había estado en silencio mientras sostenía a Viro, suspiró profundamente.

—Basta, Dark. Déjalos quedarse.

Dark giró hacia él, sus ojos oscureciéndose aún más.

—¿Y por qué debería?

Chosen alzó la mirada hacia él, cansado pero decidido.

—Porque si realmente te importa Viro, dejarás que se quede rodeado de personas que lo quieren. Al menos por una noche.

El comentario golpeó a Dark como una bofetada. Su mandíbula se tensó, y aunque no respondió de inmediato, todos podían sentir el conflicto en su mirada. Finalmente, desvió los ojos y se encogió de hombros.

—Hagan lo que quieran. Pero si rompen algo, lo pagan.

Sin decir más, Dark dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras de nuevo. Justo antes de desaparecer por el pasillo, se detuvo un momento y habló sin voltear.

—Una noche. No más.

La tensión en la sala pareció disiparse un poco cuando la puerta de su habitación se cerró con fuerza. Second miró a Chosen, quien solo negó con la cabeza y se enfocó en acomodar mejor a Viro en sus brazos.

—No te preocupes, Chosen —murmuró Second, con una pequeña sonrisa—. Nosotros nos quedaremos contigo, pase lo que pase.

Chosen le devolvió la sonrisa, aunque esta vez se veía más como un gesto agradecido que feliz. Sabía que esa noche sería larga, pero al menos no estaría solo.

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La sala se convirtió en un improvisado campamento. Second y Red se acomodaron en el sofá más grande, compartiendo una manta gruesa, mientras que Blue, Green y Yellow armaron camas con cobijas y cojines en el suelo. El ambiente era tranquilo, con un leve murmullo mientras intercambiaban palabras suaves para no despertar a nadie más.

Mientras tanto, Chosen dejó a Viro en su habitación, asegurándose de cubrirlo bien con las mantas. Observó cómo el pequeño respiraba profundamente, finalmente tranquilo después de todo lo que había pasado. Con una suave sonrisa, apagó la luz y cerró la puerta con cuidado.

En silencio, salió de la casa y se alejó hasta llegar al exterior. Sus pies dejaron de tocar el suelo cuando extendió sus manos, de las cuales brotaron pequeñas flamas que lo impulsaron hacia el cielo. Voló con gracia, sintiendo el viento fresco de la noche acariciar su rostro.

La oscuridad del cielo solo estaba rota por la luz suave de la luna y las estrellas. Desde esa altura, todo parecía diminuto y lejano, como si sus preocupaciones y problemas quedaran atrás. Respiró profundamente, llenándose de la calma que el vuelo le ofrecía.

El fuego en sus manos brillaba, iluminando suavemente el aire a su alrededor. Era su momento de libertad, un instante donde podía ser él mismo, sin miradas ni juicios. Se dejó llevar por el silencio de la noche, girando en el aire con movimientos fluidos.

La luna, llena y majestuosa, lo observaba desde lo alto, y Chosen no pudo evitar sentir una conexión con ella. Allí, bajo su luz, sentía que todo era posible, que sus cargas se aligeraban por un breve momento.

Suspiró con tranquilidad, perdiéndose en el vuelo, en la sensación de ser uno con el cielo. Esa libertad le recordaba que, aunque el caos y la incertidumbre lo rodeaban, aún tenía este espacio, este momento que nadie podía quitarle.

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Desde una de las ventanas de la casa, Dark observaba en silencio. Su figura apenas visible en la penumbra de la habitación, con los brazos cruzados y la mirada fija en Chosen, que volaba bajo la luz de la luna.

No decía nada, pero sus ojos seguían cada movimiento, desde los giros fluidos hasta las pequeñas llamaradas que salían de las manos de Chosen para impulsarlo más alto. Había algo en esa escena que lo inquietaba. La libertad de Chosen, esa serenidad en su rostro, era algo que Dark no comprendía del todo.

Por un momento, sus pensamientos comenzaron a desordenarse. Una punzada de celos lo invadió. No porque Chosen estuviera con alguien más, sino porque Chosen tenía algo que él no podía alcanzar: paz.

Dark cerró los ojos un instante, apoyando la frente contra el vidrio frío de la ventana. Suspiró, un susurro casi imperceptible en la quietud de la casa. "¿Qué se siente ser tan libre?" pensó, aunque nunca lo admitiría en voz alta.

Cuando volvió a abrir los ojos, Chosen seguía allí, flotando en el cielo como si formara parte de él. La imagen era tan tranquila que Dark sintió una extraña mezcla de admiración y frustración. No apartó la mirada ni un segundo, como si al hacerlo, esa sensación pudiera escapársele para siempre.

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Dark, en silencio, se levantó de su lugar junto a la ventana. Sin decir una palabra, caminó hacia el centro de la habitación, sus ojos fijos en el cielo nocturno donde Chosen seguía volando. La fría determinación en su rostro se suavizó un poco, pero su mente estaba llena de pensamientos contradictorios.

Sin dudar, extendió las manos hacia adelante. En cuestión de segundos, llamas oscuras comenzaron a brotar de sus palmas, como si respondieran a su voluntad. La energía que emanaba de él era diferente a la de Chosen: más intensas, más incontroladas, pero igualmente capaces de elevarlo en el aire.

Unos segundos después, Dark se elevó, suspendido en el aire, volando a la par de Chosen, aunque manteniendo una distancia prudente. La oscuridad de su figura contrastaba con la luz suave de la luna que bañaba el paisaje, pero, a pesar de esa diferencia, algo en ese momento los hacía parecer iguales: ambos flotando, ambos buscando algo que no sabían cómo nombrar.

Chosen, al percatarse de su presencia, giró la cabeza. No se sorprendió, pero la ligera tensión en su rostro fue evidente. Dark no dijo nada, mantuvo el silencio mientras continuaba volando al lado de él, pero su mirada estaba fija en él, como si esperara alguna reacción. La noche, el viento, el sonido de sus llamas quemando el aire... todo era parte de un momento que ninguno de los dos entendía por completo.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó Chosen, su voz tranquila pero con un leve tono de curiosidad, como si no le molestara, pero sí le intrigara la razón detrás de la acción de Dark.

Dark permaneció en silencio, como si las palabras no fueran necesarias. Simplemente voló a su lado, desafiando cualquier barrera invisible que pudieran haber tenido entre ellos. No necesitaba responder; su presencia era suficiente.

En ese momento, ambos compartieron el aire y la misma luna, flotando en la calma nocturna. Nadie dijo nada más. La atmósfera estaba cargada de algo inexplicable, como si, en ese vuelo en el que ambos estaban juntos, se pudiera finalmente entender lo que cada uno sentía, aunque ninguno lo expresara abiertamente.

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Chosen, al notar la sonrisa en su rostro, sintió un impulso de libertad que lo llevó a volar más rápido, desafiando la gravedad con su propio estilo único. Sin decir palabra alguna, giró con agilidad y comenzó a volar sobre el agua, dejando que la brisa nocturna acariciara su rostro. El sonido del agua chocando contra las rocas resonaba bajo ellos, pero todo lo que importaba era la sensación de estar en el aire, suspendido entre la luna y las estrellas.

Dark, al principio más cauteloso, observó a Chosen con una ligera sonrisa. En cuanto vio que el otro comenzaba a tomar el control del vuelo, sin pensarlo más, decidió seguirlo. Usando sus llamas como propulsión, se deslizó en el aire, alcanzando rápidamente a Chosen.

Ambos surcaron los cielos juntos, deslizándose por encima del agua, sus figuras brillando como estrellas a la luz de la luna. Chosen y Dark giraban en el aire, cada uno moviéndose con una fluidez que solo aquellos que compartían el mismo espacio podían entender. Por un momento, la tensión entre ellos desapareció, sustituida por una conexión más profunda que parecía trascender palabras.

De repente, un giro sincronizado hizo que ambos cayeran suavemente al agua, sin caer realmente, solo rozándola. La risa de Chosen se mezcló con la de Dark, ambos disfrutando del momento sin preocupaciones ni obligaciones. No había más enemigos, ni traiciones, ni conflictos. Solo ellos, en ese instante, compartiendo la libertad del cielo y el agua.

El viento los envolvía, sus risas resonaban en la quietud de la noche, y por unos segundos, parecía que todo estaba en su lugar. El dolor, la confusión, las dudas que habían cargado hasta ese momento se desvanecieron en ese instante compartido, bajo la luna, como si el mundo se hubiera detenido por un solo momento.

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Mientras Chosen y Dark volaban más cerca el uno del otro, la conexión que compartían en ese instante parecía más profunda que nunca. El aire nocturno, fresco y suave, rodeaba sus cuerpos como un abrazo invisible. En su vuelo, la distancia entre ellos se redujo, sus figuras alineadas como si fueran una sola entidad. Aunque la atmósfera era tranquila y serena, en sus corazones algo comenzaba a agitarse, una sensación de pertenencia, de algo más allá de la amistad o la rivalidad.

Con cada giro y movimiento, sus cuerpos se entrelazaban en un baile sincronizado, como si cada uno supiera lo que el otro iba a hacer sin necesidad de palabras. Chosen, sintiendo esa presencia cálida cerca de él, dejó que su cuerpo se inclinara hacia Dark, permitiendo que sus hombros y brazos se rozasen ligeramente en un toque tan sutil pero tan lleno de significados no expresados. La sensación de cercanía le hizo el corazón latir más rápido, como si algo estuviera despertando dentro de él, una chispa que nunca antes había notado.

Dark, a su vez, no pudo evitar sentirse atraído por la cercanía de Chosen. Aunque siempre había mantenido su distancia, en ese momento su instinto lo llevó a acercarse más. La calidez de la presencia de Chosen lo envolvía, como si ambos compartieran un espacio solo para ellos. Sin mediar palabra, ambos comenzaron a moverse de manera más fluida, más integrada. Se apegaban el uno al otro, como si el viento y el cielo les estuvieran pidiendo que se unieran más, que se fusionaran en algo más grande que ellos mismos.

Se elevaron un poco más, hasta que el agua quedó pequeña a sus pies, como si se encontraran en la cima de un mundo lejano. En el silencio de la noche, se movían juntos, dejando atrás todo lo que los separaba, todo lo que los había mantenido distantes. Parecían una estrella brillante en el cielo, un cuerpo celestial que cruzaba el firmamento sin prisa, como una estrella fugaz que dejaba un rastro de luz a su paso.

Con cada movimiento, cada giro, su conexión crecía, y la distancia entre ellos desaparecía por completo. No había espacio para el pasado, ni para el dolor, solo para el presente, solo para ese momento suspendido en el tiempo. A lo lejos, la figura de ambos parecía una estrella gigante, iluminando el cielo con su luz, como si juntos pudieran hacer brillar toda la oscuridad que los rodeaba.

Los latidos de Chosen y Dark se sincronizaban al unísono, compartiendo la misma energía, la misma sensación de que en ese momento todo estaba bien. No importaba el futuro, no importaban los problemas que podrían enfrentar después. Solo existía ese instante, esa eternidad fugaz en la que volaban juntos, como si no hubiera nada más importante que el uno al otro. En sus corazones, todo lo que deseaban era seguir flotando en ese cielo infinito, juntos, como una estrella fugaz que cruzaba el universo.

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Cuando sus cuerpos estuvieron tan cerca, el aire entre ellos se volvió denso, cargado de una electricidad silenciosa. Ambos sabían lo que estaba a punto de suceder, pero ninguno de los dos dio el paso. La distancia entre sus labios se redujo a milímetros, una línea fina entre la tentación y el control. Los ojos de Chosen reflejaban la luz de la luna, sus pupilas dilatadas, mientras observaba la cercanía de Dark, su respiración entrecortada. Era como si el tiempo se hubiera detenido, esperando el momento exacto.

Pero, en un suspiro casi inaudible, Dark apartó la mirada. Con un gesto rápido y firme, se alejó ligeramente, dejando que el aire frío los envolviera de nuevo, distanciándolos. Su voz, grave y decidida, rompió el silencio que se había creado entre ellos:

—Eso es suficiente —dijo Dark, sin mirarlo, sus palabras casi como un murmullo en la vastedad de la noche.

Chosen no pudo evitar sentir un nudo en el estómago, la desilusión chocando con la realidad. Había sido un momento fugaz, un instante en el que sus corazones se habían acercado peligrosamente, pero Dark había decidido detenerlo antes de que pudiera ir más lejos.

"¿Por qué?" pensó Chosen, su mente aún flotando en ese espacio suspendido. Quería preguntar, quería entender, pero algo en la mirada de Dark le decía que no era el momento. Tal vez nunca lo sería.

Sin embargo, aunque Dark se apartó, algo quedó flotando en el aire entre ellos, algo que ninguno de los dos podía ignorar. Aún se sentían conectados, como si las estrellas que habían cruzado juntos los hubieran marcado de alguna manera. Pero, por ahora, ese momento de cercanía tuvo que ser suficiente.

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El viento soplaba suavemente, arrastrando consigo el sonido de las olas rompiendo contra las rocas más abajo. La oscuridad envolvía todo, pero la luna, distante y cálida, iluminaba el rostro de Dark mientras él observaba el suelo. Chosen se sentó a su lado, sin pronunciar palabra, respetando el silencio que se había instaurado entre ellos.

El lugar parecía cargado de historia, de recuerdos que ambos compartían, aunque no se atrevieran a hablar de ellos. Dark había sido el primero en romper el silencio, sus ojos fijos en el suelo. Chosen siguió su mirada y, por un momento, también se detuvo. Allí, tallados con cuidado, estaban los nombres de ambos, entrelazados en una antigua inscripción, como una promesa que se había hecho hace tiempo.

El corazón de Chosen dio un vuelco al ver esos nombres, tan familiares, tan cercanos a lo que habían sido. Sabía lo que significaba ese lugar para Dark, sabía cuántos recuerdos, buenos y malos, se ocultaban bajo ese simple gesto. Sin embargo, el hecho de que los nombres aún estuvieran allí, intactos, le daba una sensación extraña. Era como si el pasado todavía tuviera una voz que susurraba en el presente.

Dark, por su parte, no dijo nada de inmediato. Sus dedos rozaron las marcas en la tierra con una suavidad que no correspondía a su usual dureza. Era como si quisiera borrar el tiempo que había pasado, pero no podía. Los nombres estaban allí, y todo lo que habían sido en ese entonces seguía vivo en ese mismo lugar.

—Es extraño —dijo Dark en voz baja, como si sus palabras fueran un suspiro más que una declaración—. Pensé que ya lo había olvidado, pero aquí está, como si nunca hubiera cambiado nada.

Chosen no sabía qué decir. Quería comprenderlo, quería encontrar las palabras correctas para consolarlo, pero todo lo que salió de su boca fue un simple:

—Lo que tuvimos, siempre va a estar aquí, ¿verdad?

Dark levantó la mirada hacia él, y por un instante, algo se suavizó en su rostro, como si una capa de hielo se estuviera desmoronando lentamente. No respondió de inmediato, pero el gesto en su rostro decía más que mil palabras.

—Sí —respondió finalmente, su voz un poco quebrada, como si, por fin, estuviera dispuesto a aceptar que tal vez el tiempo no había borrado todo lo que una vez significaron el uno para el otro.

Se quedaron allí, juntos en el silencio, bajo la luz de la luna, rodeados por un pasado que nunca podrían cambiar, pero que seguía formando parte de ellos.

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La quietud del momento envolvía todo, mientras Dark permanecía sentado, su mirada fija en el cielo estrellado. Chosen, al sentirse tan cerca de él, recostó su cabeza suavemente sobre su hombro, un gesto que no necesitaba palabras. Aunque no miraba a Dark, podía sentir su presencia, fuerte y constante, como si el tiempo se hubiera detenido por un momento para dejarles respirar juntos en silencio.

Dark no dijo nada, ni hizo un movimiento. Su cuerpo permaneció tenso, como si no supiera cómo reaccionar ante la cercanía de Chosen, pero tampoco parecía querer apartarlo. El viento soplaba suavemente, y por un instante, el mundo a su alrededor parecía desvanecerse. Era como si ambos estuvieran suspendidos entre dos mundos, uno de recuerdos y el otro de lo que podrían llegar a ser.

Poco a poco, el cuerpo de Chosen se relajó, y el suave ritmo de su respiración indicó que había caído en un sueño profundo. Oscurecido por la serenidad de la noche, Dark observó a Chosen, aún apoyado en su hombro. No sabía por qué, pero no sentía la incomodidad que normalmente tendría al tener a alguien tan cerca. Tal vez era la calma del momento, o tal vez algo dentro de él había cambiado sin que lo hubiera notado.

El silencio volvió a envolverlos. El sonido de las olas seguía siendo un murmullo constante, y las estrellas brillaban en el cielo, como si el universo estuviera siendo testigo de este instante. Dark dejó que el tiempo pasara sin apresurarlo, sin interrumpir ese momento de paz que, por alguna razón, se sentía tan necesario.

Finalmente, miró a Chosen, ahora dormido en su hombro, con una expresión más relajada que la que había tenido durante tanto tiempo. Dark no sabía qué pasaría después de esa noche, o qué significaba todo esto, pero por una vez, no sentía la necesidad de apresurarse a encontrar respuestas. Simplemente, estaba allí, con él, en ese lugar que parecía pertenecerles a los dos.

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Dark, con un suspiro profundo, miró a Chosen dormido en su hombro, tan vulnerable y tranquilo en sus brazos. Sin pensarlo demasiado, lo levantó suavemente, con un movimiento cuidadoso, como si temiera que algo tan frágil como este momento pudiera romperse. Chosen, inconsciente de todo, se acurrucó más, abrazándose al calor de Dark como si estuviera buscando protección, confiando por completo en él.

El silencio era profundo, pero no incómodo. Dark caminó lentamente, sosteniendo a Chosen con firmeza en sus brazos, casi como si fuera lo más natural del mundo. En ese instante, no había máscaras ni roles que cumplir, solo dos personas, una cargando a la otra en la quietud de la noche.

El viento susurraba a su alrededor, pero todo lo que existía en ese momento era la suavidad del rostro de Chosen descansando contra el pecho de Dark, su respiración tranquila y el leve calor que se generaba entre ellos. Dark nunca pensó que algo tan simple podría sentirse tan... correcto.

Cuando llegó a su casa, la puerta se cerró detrás de él, y con un último vistazo al cielo, Dark se encaminó hacia la habitación de Chosen, sin prisa. No necesitaba palabras, ni justificaciones. Solo el momento en el que ambos compartían una calma que no sabían cómo habían alcanzado, pero que deseaban no romper.

Con una delicadeza que contrastaba con la fuerza de sus manos, Dark colocó a Chosen en su cama. El chico se movió ligeramente, aún acurrucado en el calor de la manta y el abrazo de Dark. A pesar de lo incómodos que ambos podían sentirse en ocasiones, esa cercanía era algo que parecía haber sido escrito en el destino. Sin decir una palabra, Dark se quedó allí un momento, observando a Chosen dormir en paz. Tal vez, solo tal vez, algo en su corazón había cambiado. Y aunque la incertidumbre sobre lo que sucedería después seguía presente, no podía negar que, por primera vez en mucho tiempo, sentía que lo que había entre ellos valía la pena explorar.

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Dark, sin pensarlo demasiado, se inclinó suavemente sobre la cama de Chosen, donde el chico seguía dormido, ajeno a lo que estaba por suceder. Sus dedos apenas rozaron la suave piel de Chosen mientras se acercaba. Con una mezcla de ternura y algo que ni él mismo entendía, le plantó un beso suave en la frente, ese gesto que, sin palabras, expresaba más de lo que las palabras podrían.

Por un momento, el tiempo pareció detenerse. El contacto de sus labios con la piel de Chosen era tan efímero, pero lleno de una emoción cruda y sincera, algo que Dark había reprimido por tanto tiempo. No se atrevió a mirar a Chosen después de ese gesto, sintiendo una mezcla de vulnerabilidad y confusión en su pecho.

Sin decir nada más, Dark se apartó con suavidad, su respiración más lenta de lo habitual, y caminó hacia la puerta. Cuando abrió la puerta y salió de la habitación, cerró tras de sí con un suave clic. El eco del silencio se extendió por el pasillo, y aunque no había palabras, había algo más. Algo que, aunque frágil, parecía empezar a florecer entre ellos.

La puerta se cerró, pero la marca de ese momento quedó grabada en el aire. Sin poder evitarlo, Dark se apoyó en la pared del pasillo, cerró los ojos y dejó que todo lo que había sucedido en esa noche se deslizara lentamente hacia él. Podía sentir su corazón aún latiendo más rápido de lo habitual. ¿Qué había hecho? ¿Qué significaba todo eso?

Con un suspiro, Dark se dejó llevar por la incertidumbre, pero algo le decía que las cosas entre él y Chosen ya no serían lo mismo. Y tal vez, solo tal vez, eso no era algo tan malo después de todo.

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Dark, en la quietud de la oscuridad que lo rodeaba, se encontró perdido en pensamientos que nunca había permitido florecer antes. Chosen, con su físico tan único, tan intrigante. Esa melena negra que caía con suavidad, los ojos que parecían profundos como un océano, capaces de transmitir tanto, incluso cuando Chosen no decía una sola palabra. La suavidad de su piel, marcada por cicatrices que contaban historias de batallas pasadas, de momentos dolorosos, pero también de resistencia.

Sin quererlo, Dark se vio atraído por la complejidad de Chosen. No solo lo veía como alguien que había compartido un pasado con él, sino como algo más. Algo que iba más allá de su apariencia física, aunque no podía negar que ese cuerpo, esas cicatrices, le hablaban de fortaleza y vulnerabilidad al mismo tiempo.

Pensaba en cómo las cicatrices de Chosen no lo hacían menos hermoso, sino todo lo contrario. Le daban una esencia única, una historia que lo hacía aún más valioso a los ojos de Dark. Pero a la vez, se encontraba atrapado en la contradicción de sus pensamientos. Por mucho que lo admiraba, por mucho que sus ojos se fijaran en esos pequeños detalles que formaban la imagen de Chosen, algo dentro de él temía enfrentar lo que todo eso significaba.

Por un momento, Dark deseó que las cicatrices de Chosen no existieran, que no tuviera que llevar consigo el peso de todo lo que había pasado. Pero luego se dio cuenta de que esas marcas eran lo que lo hacían ser quien era, y tal vez, solo tal vez, él también podía ser parte de esa historia, de esa evolución.

Su mente volvía una y otra vez a la imagen de Chosen, y no pudo evitar preguntarse si todo esto, todo lo que sentía, era más que solo una atracción física. Pero con cada pensamiento, el temor se apoderaba de él, porque sabía que esas emociones podrían cambiar todo lo que había entre ellos, y tal vez no estuviera listo para enfrentarlo aún.

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Dark finalmente decidió alejarse de sus pensamientos, que lo habían mantenido despierto durante horas. Con un suspiro, se levantó de su lugar junto a la ventana, donde la luna seguía bañando todo con su luz plateada. Miró una vez más hacia la puerta de la habitación de Chosen antes de dirigirse a la suya.

Al entrar, se dejó caer pesadamente sobre la cama, sintiendo el cansancio físico y emocional. Cerró los ojos, intentando apartar de su mente la imagen de Chosen, pero era inútil. La sonrisa de Chosen, sus cicatrices, esos momentos de calma entre ellos... todo seguía regresando como una ola incesante.

Dark suspiró y giró sobre su costado, mirando el techo. Se prometió a sí mismo que todo sería diferente al día siguiente, que mantendría sus emociones bajo control, que volvería a ser el Dark que todos conocían: frío, distante, inquebrantable. Pero, en lo más profundo, sabía que esa máscara se estaba desmoronando lentamente.

Finalmente, el cansancio lo venció, y su respiración se volvió más tranquila. Aunque su mente seguía enredada en pensamientos confusos, el sueño llegó para llevárselo, dejando que la tranquilidad de la noche lo envolviera mientras esperaba el amanecer y lo que el nuevo día traería consigo.

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Dark estaba en la cocina, preparando el desayuno con la misma meticulosidad de siempre. El aroma a pan recién hecho y café llenaba la casa. Mientras colocaba los platos en la mesa, sus ojos seguían de reojo a Viro, que había cruzado la sala y subido rápidamente hacia la habitación de Chosen.

Por un momento, Dark se detuvo, el ruido del utensilio que sostenía contra la mesa resonó en el aire. No dijo nada, pero el desánimo se reflejó en su mirada. La idea de que Viro, pequeño y lleno de energía, siempre fuera directo a Chosen sin siquiera mirar a los demás, especialmente a él, le dejaba una sensación de vacío que no podía explicar del todo.

Se obligó a seguir sirviendo, limpiándose las manos y colocando todo perfectamente en su lugar. Green, que había bajado temprano, notó el cambio en la expresión de Dark.

—Todo bien? —preguntó casualmente mientras tomaba un vaso de agua.

Dark simplemente asintió sin levantar la vista.

—Desayuno listo —dijo con tono firme, evitando cualquier señal de vulnerabilidad.

Mientras tanto, en la habitación, Viro abrazaba a Chosen, quien se desperezaba con una sonrisa adormilada.

—¡Ya es hora de comer! —exclamó Viro alegremente, tirando de la mano de Chosen para que se levantara.

Chosen rió suavemente y lo siguió, sin darse cuenta de cómo el simple hecho de que Viro prefiriera su compañía había afectado a Dark abajo.

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La mesa estaba perfectamente servida, con platos alineados y una variedad de comida que Dark había preparado. Pancakes esponjosos, fruta fresca cortada en formas precisas, tostadas doradas y una jarra de jugo de naranja completaban la escena. Todos se sentaron alrededor de la mesa, ocupando los espacios asignados de manera natural.

Chosen llegó de la mano de Viro, todavía algo somnoliento, pero su sonrisa iluminaba el ambiente. Dark, que estaba apoyado contra el marco de la cocina, observó en silencio cómo los demás tomaban sus lugares.

Second fue el primero en romper el silencio:
—Esto se ve increíble. Te esforzaste mucho, Dark.

Dark solo asintió, sin responder verbalmente, pero no pudo evitar que una ligera sonrisa se dibujara en sus labios ante el cumplido.

Viro, sentado entre Chosen y Green, comenzó a hablar de todo y nada a la vez, llenando la mesa de su entusiasmo infantil. Green, quien normalmente mantenía cierta distancia emocional, se encontró sonriendo ligeramente al escuchar las ocurrencias de Viro.

—¡Estos pancakes están deliciosos! —exclamó Blue mientras servía un poco más de jugo en su vaso—. Dark, deberías abrir un restaurante.

—Prefiero cocinar para mí mismo, gracias —respondió Dark con un tono seco, pero había un toque de diversión en su voz que no pasó desapercibido.

Chosen, mientras tanto, cortaba cuidadosamente un trozo de pancake para Viro y lo colocaba en su plato.
—Come bien, ¿vale? —le dijo con una voz suave.

Dark observó ese gesto desde su asiento, su mirada fija en Chosen por un momento más largo del que habría admitido. Sacudió la cabeza, alejando los pensamientos que no tenían lugar en ese momento, y volvió a enfocarse en su plato.

Mientras comían, las conversaciones fluyeron. Incluso Red, que normalmente evitaba momentos tan sentimentales, se unió a la charla. Yellow mencionó planes para explorar la zona durante el día, y todos estuvieron de acuerdo en que era una buena idea salir un poco.

Dark, sin embargo, permaneció reservado. Observaba más que participaba, especialmente atento a los momentos en que Chosen reía o respondía a los demás. Aunque no lo diría en voz alta, este momento de unión, con todos juntos en la misma mesa, tenía algo de especial incluso para él.

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El desayuno transcurría con tranquilidad, acompañado de risas y charlas animadas. Viro estaba especialmente alegre, contando historias sin parar mientras devoraba su plato de pancakes. Dark, sentado en un extremo de la mesa, mantenía su mirada seria, aunque no podía evitar notar cómo la energía del pequeño contagiaba a los demás.

Second, después de un sorbo de jugo, aprovechó una pausa en la conversación para hacer un anuncio:
—Por cierto, quería invitarlos a mi cumpleaños. Será dentro de dos semanas. Quiero que estén ahí.

Viro se levantó de golpe, casi derramando su jugo.
—¡Sí, sí, sí! ¡Quiero ir! ¡Va a ser genial! —exclamó con los ojos brillando de emoción.

Second rió suavemente ante su entusiasmo.
—Me alegra escuchar eso, Viro.

Chosen, que estaba terminando su plato, asintió con calma.
—Claro que iré, Second. Es tu día, y será bueno pasar tiempo contigo y los demás.

Dark, sin embargo, se cruzó de brazos y negó con la cabeza.
—Yo no voy. No soy de esas cosas.

Second lo miró, tratando de no parecer sorprendido.
—¿Estás seguro? Es una buena oportunidad para relajarte y...

Dark no lo dejó terminar.
—No.

El silencio se extendió por un momento incómodo, hasta que Second, con un toque de malicia en su tono, agregó:
—Bueno, si decides no ir, invitaré a Freedom. Estoy seguro de que a él le encantará pasar tiempo con Chosen.

Dark giró la cabeza rápidamente hacia Second, su expresión endureciéndose.
—No lo hagas.

Second arqueó una ceja, divertido.
—¿Por qué no? Es mi cumpleaños.

Dark apretó los dientes, mirando a Chosen de reojo. Finalmente suspiró, como si estuviera cargando un gran peso.
—Está bien, iré. Pero no por ti, Second. Solo quiero asegurarme de que Freedom no haga algo estúpido.

Viro soltó un pequeño grito de alegría, saltando de su asiento para abrazar a Dark.
—¡Sí! ¡Dark irá con nosotros!

Dark trató de apartarlo, aunque sin mucha fuerza.
—Ya, ya, no lo hagas tan grande.

Chosen observaba la interacción, sonriendo ligeramente mientras pensaba en lo peculiar que era ver a Dark ceder, incluso en algo tan trivial. Mientras tanto, Second solo reía para sí mismo, satisfecho de que su pequeño plan hubiera funcionado.

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Después del desayuno, la casa recuperó su calma. Los invitados habían partido, dejando un aire de paz. Chosen y Viro se acomodaron en el sofá de la sala, disfrutando de un programa en la televisión. Viro reía de vez en cuando, mientras Chosen lo observaba con una sonrisa tranquila, feliz de compartir ese momento relajado con él.

Dark, que inicialmente se mantenía apartado, los miraba desde la entrada de la sala. Sus ojos analizaban la escena, pero no podía evitar suavizar su expresión al ver cómo Viro se acurrucaba al lado de Chosen, completamente absorto en lo que veía.

Sin decir nada, Dark caminó hacia ellos y, de repente, agarró a Viro por la cintura. El pequeño soltó un grito de sorpresa, pero antes de que pudiera protestar, Dark comenzó a hacerle cosquillas en el estómago.

—¡Nooo! ¡Dark, no! —gritaba Viro entre carcajadas, retorciéndose mientras intentaba zafarse.

Chosen se quedó mirándolos, sorprendido al principio, pero luego no pudo evitar reír suavemente al ver cómo Dark jugaba con el pequeño.

—¿Qué? ¿No puedes defenderte? —bromeó Dark, apretando suavemente los costados de Viro, intensificando las risas.

—¡Basta! ¡No puedo más! —Viro apenas podía hablar entre risas, con lágrimas de alegría brotándole de los ojos.

Finalmente, Dark lo dejó ir y se sentó a su lado en el sofá, con una leve sonrisa que intentaba esconder. Viro, todavía recuperándose, lo miró con una mezcla de reproche y diversión.
—¡Eres malo, Dark!

—¿Malo? Yo diría que soy justo. —Dark se cruzó de brazos, simulando indiferencia, aunque era evidente que disfrutaba de la interacción.

Chosen, aún sonriendo, le dio un ligero empujón en el hombro a Dark.
—No sabía que también eras capaz de algo tan... infantil.

Dark lo miró de reojo, fingiendo molestia.
—De vez en cuando. No te acostumbres.

El ambiente se llenó de calidez. Aunque Dark intentaba mantener su imagen seria, momentos como estos demostraban cuánto valoraba a Chosen y Viro, incluso si no lo decía en voz alta.

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Mientras el ambiente se relajaba, Chosen no pudo resistir lanzarle un comentario provocador a Dark.

—¿"Justo", dices? —dijo Chosen, cruzándose de brazos con una sonrisa juguetona—. No te imagino siendo justo en nada, más bien eres un tirano con tus reglas.

Dark alzó una ceja, fingiendo indignación.
—¿Un tirano? Tú tienes la costumbre de desobedecer cada cosa que digo.

—Porque no siempre tienes razón. —Chosen lo miró de reojo, desafiante pero sin perder la sonrisa.

Dark dejó escapar una risa baja.
—¿Ah, sí? ¿Quieres comprobarlo ahora mismo?

Antes de que Chosen pudiera responder, Dark se lanzó hacia él y le hizo cosquillas en el costado, atacándolo sin piedad.

—¡No, espera! —gritó Chosen entre risas, intentando apartarse—. ¡Dark, no seas injusto!

—¿Injusto? Solo estoy respondiendo como un verdadero tirano, ¿no? —Dark continuó, disfrutando de la reacción de Chosen, mientras este intentaba apartar sus manos sin mucho éxito.

Viro, que estaba observando, comenzó a reír al verlos en ese pequeño duelo, pero al notar la energía entre ambos, decidió deslizarse fuera del sofá con cuidado.
—Creo que esto es cosa de ustedes dos. No quiero interrumpir. —Sonrió y se sentó en el suelo, agarrando uno de sus dibujos para distraerse.

Mientras tanto, Chosen logró contraatacar, aprovechando un momento de descuido de Dark para darle cosquillas en las costillas.
—¡Toma esto, tirano!

Dark dio un respingo, sorprendido, pero no se quedó atrás.
—No sabes con quién te estás metiendo, Chosen.

Ambos continuaron riendo y retorciéndose en el sofá, en una batalla de cosquillas que terminó desbordando el lugar con una calidez inesperada. Era un momento simple, pero en esa pequeña conexión se sentía algo profundo, una chispa que incluso ellos intentaban ignorar.

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A medida que el intercambio de cosquillas se prolongaba, el ambiente entre Dark y Chosen cambiaba lentamente. Las risas y los movimientos rápidos comenzaron a suavizarse, y el aire se volvía más ligero. Sin embargo, mientras las manos de Dark seguían recorriendo los costados de Chosen, algo más comenzó a surgir.

—¡Basta, basta! —rió Chosen, intentando atraparse de la camiseta de Dark para detenerse, pero la mirada en sus ojos decía algo diferente. Había algo en la forma en que se miraban, algo más suave, más cálido.

Dark, que aún sostenía sus muñecas, no pudo evitar bajar la mirada. Algo en la forma en que Chosen lo miraba le hacía sentir una corriente cálida recorriendo su pecho.

—¿No querías que esto se detuviera? —preguntó Dark, su tono ahora mucho más suave, mientras sus dedos suavemente tocaban la piel de Chosen en un gesto que no era de juego, sino de cercanía.

Chosen se quedó en silencio un momento, notando ese cambio. En lugar de responder, su mirada se suavizó, y sin darse cuenta, su rostro se acercó al de Dark. Los dos permanecieron en esa cercanía por unos segundos, el tiempo parecía haberse detenido. La atmósfera entre ellos estaba cargada de algo más allá de la diversión.

Finalmente, Chosen susurró, tan cerca que Dark podía sentir su aliento sobre su rostro.
—Nunca pensé que esto fuera posible.

Las palabras de Chosen hicieron que el corazón de Dark latiera más rápido. La cercanía entre ellos se intensificaba, y algo dentro de él no quería moverse. En ese instante, Dark dejó que sus dedos, aún sobre los de Chosen, le acariciaran suavemente la muñeca.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Dark en un susurro, su tono ya más serio, más intimista.

Chosen no respondió de inmediato. En su lugar, se quedó allí, observando los ojos de Dark, buscando respuestas en ese espacio tan pequeño entre ellos.

De pronto, y sin pensarlo, Chosen se inclinó ligeramente hacia adelante, como si el peso de la situación lo hubiera llevado a actuar sin restricciones. Cuando su rostro casi tocó el de Dark, sus ojos se cerraron lentamente, como si anticipara lo que vendría.

Dark, sintiendo la tensión en el aire, no se apartó. No hizo nada para detenerlo. En cambio, con un movimiento lento y deliberado, se acercó más, sus labios rozando los de Chosen en un beso suave, cargado de todo lo que habían compartido y vivido en los últimos días.

El beso fue tierno al principio, cauteloso, pero pronto se volvió más profundo, más decidido, como si ambos hubieran estado esperando este momento sin saberlo. Se abrazaron sin decir una palabra, y el mundo a su alrededor desapareció, dejando solo el calor de sus cuerpos cerca y el latido de sus corazones en sincronía.

Viro, que había estado observando discretamente desde el sofá, se sonrojó al ver esa muestra de cariño entre ellos, y decidió darles espacio, bajando la vista y volviendo a sus dibujos.

Pero para Dark y Chosen, nada más importaba en ese momento. Estaban atrapados en una burbuja de sentimientos que no querían romper.

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La voz de Viro, aunque algo tímida, rompió el ambiente que había entre Dark y Chosen. Viro, sin siquiera voltear a verlos, se sentó con la mirada fija en sus manos, como si prefiriera no estar involucrado en ese momento tan íntimo.

—Si van a estar así, por favor, no lo hagan enfrente de mí —dijo, con una leve incomodidad en su tono, tratando de no hacer más grande la situación.

Las palabras de Viro hicieron que Dark se apartara bruscamente de Chosen. Su rostro se tornó serio en un instante, y con un suspiro pesado, se alejó de él, como si la conexión que habían compartido un momento antes se hubiera roto repentinamente.

—Lo siento —dijo Dark, su voz un poco más fría de lo habitual, aunque su mirada aún se encontraba en Chosen, como si estuviera intentando entender lo que acababa de pasar.

Chosen, aunque sorprendido por el brusco cambio, no dijo nada en ese momento. Simplemente asintió levemente, intentando esconder la ligera confusión que sentía en su pecho.

Viro, que había soltado su respiración contenida, miró hacia abajo y murmuró para sí mismo.

—No quería hacerlos sentir incómodos... Solo... —se calló y se abrazó las piernas, como si quisiera desaparecer en su pequeño rincón.

Silencio. Un silencio pesado que se instaló en la habitación, lleno de pensamientos no expresados y emociones sin resolver.

Dark, aunque se había alejado de Chosen, no parecía cómodo con la situación, pero también parecía más distante de lo habitual, como si las palabras de Viro lo hubieran tocado de una manera que no entendía del todo.

La tensión seguía flotando en el aire, mientras Chosen, aún con su mente un tanto nublada, miraba a Dark y luego a Viro, buscando una salida a la incomodidad que había surgido sin querer.

---

Dark, con un tono más suave, se acercó a Viro y, después de una breve pausa, dijo amablemente:

—No te preocupes, Viro. No volverá a pasar. —Era una promesa, pero algo en su voz sonaba algo distante, como si estuviera dando por terminado el asunto para no generar más tensión.

Viro, al escuchar las palabras de Dark, asintió rápidamente, intentando disipar cualquier rastro de incomodidad en el aire:

—No te preocupes, Dark. Está bien. —respondió, sonriendo ligeramente, pero con una pequeña preocupación reflejada en sus ojos.

Pero lo que Viro no notó era que esas palabras afectaron profundamente a Chosen.

Una punzada de dolor se coló en su pecho, como si un hielo frío hubiera sido clavado en su corazón. No por lo que Viro había dicho, sino por la manera en que Dark se había distanciado, como si todo aquello que había pasado no significara nada, como si hubiera sido un simple incidente para él.

A pesar de que Chosen trataba de sonreír y mantener la calma, no pudo evitar sentirse herido. Aquella promesa de Dark de que "no volverá a pasar" lo hizo sentirse como si fuera una cosa sin importancia, algo que solo debía ser olvidado, algo que no merecía ser recordado o, peor aún, algo que no debía volver a ocurrir.

El dolor no era tanto por el hecho de que Dark se apartara, sino por la sensación de ser insignificante, como si en un momento tan íntimo, Dark simplemente hubiera olvidado lo que realmente significaba ese gesto.

La expresión de Chosen se tornó sombría por un instante, pero logró ocultarlo antes de que alguien lo notara. Sin embargo, sus pensamientos seguían dándole vueltas.

"No me importa lo que pase entre ellos. No quiero que me vean débil… pero, ¿por qué me duele tanto?" pensó Chosen, mirando el suelo mientras intentaba reprimir la tristeza que lo invadía.

Viro, al ver la expresión de Chosen, trató de aligerar el ambiente con una risa nerviosa. No se dio cuenta de que, a pesar de sus esfuerzos, las palabras de Dark ya habían calado hondo en el corazón de Chosen, creando una grieta más en una relación que ya estaba llena de complicaciones no resueltas.

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[Continuará...♡]












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