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El olor a comida entraba por debajo de la puerta, Xiao Xingchen olfatea y supuso que ya era hora de almorzar.
¿Cuánto tiempo se habrán quedado así abrazados?
El pobre ya no sentía sus piernas, y al moverlas un poco aguantaba la risa por la sensación de hormigueo. Xue Yang lo sabía y aguantaba sus carcajadas, pero lo que no pudo disimular fue que sus hombros estaban temblando a la vista del taoísta.
— Eres tan cruel... Ahora podrías... - entonces el ex delincuente se separa pero con lentitud como se lo pedía la otra persona. A su vista, Xiao Xingchen se tapaba la boca con su manga, y al mover una de sus piernas se le escapaba una risa. Lo escucha toser, volvió a mirarlo. — ¿Estás mejor? —
— ... — desvío su mirada. — Eso creo... —
— Es algo. — Xiao Xingchen.
Unos toquesitos en la puerta llamaron su atención, era su madre informando que el almuerzo se estaba por servir.
— Ve tú primero, Xue Yang. — pidió el de blanco.
— ¿Y tú? —
— Eeh... Una vez que mis piernas respondan. — sonrió torpemente.
Xue Yang frotó su nuca, dudando en irse o no. Aún seguía molesto con Xiao Xingchen y sobre el motivo de su llegada pero, ¿Ahora cómo estarlo? Si se estremeció al abrazarlo y oler su exquisito aroma. Encima lo que sucedió hace rato, no tenía idea como darle la cara por mostrarse tan débil frente a él.
Caminó hacia la puerta y la abrió pero no salió, se fijó una vez hacia atrás, viendo al taoísta frotando sus piernas sobre ese precioso hanfu, que ahora que lo recordaba habló pestes sobre ello.
Ahora Xiao Xingchen conectó las miradas y confundido inclinó su cabeza hacia un costado esperando que Xue Yang dijera algo.
— ¿Está todo bien? — se animó a preguntar.
— ... — no contestó y se fue, cerrando la puerta al final.
El mayor ya solo suspiró entristecido.
Que pena.
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La madre de Xue Yang servía en los cuencos de madera, la sopa que Wei Wuxian le sugirió, con ayuda lograron que aquella sopa saliera delicioso para servir.
Al ver al ex delincuente todos quedaron en silencio. Eso le incomodó.
— ¿Qué hay de comer? — dijo al acercarse a la mesa y arrodillarse junto a esta como los demás.
— Bueno, es sopa de loto y costilla de cerdo. Este jovencito me enseñó a prepararlo. — la madre agarró la mejilla del ex patriarca animadamente, ganando una risilla del chico. Su hijo gruñó por ese afecto. — ¿Y tu amigo, no vendrá? —
— No es mi amigo. — la respuesta de Xue Yang fue tejante.
Una mano pequeña se posó sobre la suya llamando su atención, era la pequeña MianMian.
— ¿La hermosa deidad no comerá con nosotros? — unos cuantos se rieron por la inocente pregunta de la menor.
Entonces se escucha una puerta cerrandose y unos pasos acercándose hacia la sala, al llegar, Xiao Xingchen con un ligero sonrojo y timidez inclina su cabeza por respeto.
— Yo espero no importunarlos. — habló el taoísta.
La madre negó contento y extendió su mano a la cual el mayor la tomó con confianza.
— Para nada, me alegra que te animaras a almorzar con nosotros. — lo guía a su lugar con ayuda de Lan Wangji, quien caballerosamente le toma de la otra mano y lo sienta al lado suyo, quedando el segundo líder de Gusu en medio del taoísta blanco y Wei Wuxian. — Pero que joven tan educado. — agregó la madre como halago.
— En Gusu, las flores hermafroditas son respetadas. — agregó Lan Wangji. Xiao Xingchen le miró asombrado.
— Eso quiere decir... —
— Que en nuestra secta también los habitan, y como deber debemos protegerlos. —
En el interior de Xiao Xingchen, se hizo sentir un alivio y felicidad que aún haya gente que les importa el bienestar de personas como él.
— "El mundo no está perdido después de todo." — pensó, contento.
El taoísta apoyó su mano sobre la del segundo líder de manera gentil y agradeció por pensar en ellos como igual, el contrario le dedicó una ligera sonrisa.
Ese gesto no paso por desapercibido por Xue Yang, quien mientras bebía, de reojo y con furia, veía esas manos juntas.
Le llenaba de cólera.
Carraspeó su garganta fuertemente.
— Ya coman, ¿No? Mi madre no ha preparado está comida para nada. — todos comenzaron a comer, no sin antes agradecer por las comidas.
Wei Wuxian saboreaba su plato favorito pero de vez en cuando miraba de reojo a Xue Yang.
— Como que huele a vinagre por aquí. — dijo con diversión y burla.
Todos quedaron confundidos u otros olfatearon si había ese olor al supuesto vinagre que el joven comentó, pero Xue Yang fue más inteligente, con su mirada fulmina amenazante al otro.
Luego de eso y terminando esa tontería del vinagre, la madre comentaba algo sobre haber algo divertido ese mismo día, irse al río que estaba casi cerca de casa.
— ¿¡A donde fuimos con mi mamá y Xue Yang!? — preguntó entusiasmada la pequeña, el ciego asintió feliz.
— "¿Donde fueron ellos tres?" — Xiao Xingchen.
Luego, al mirar a Xue Yang, justo estaba sentando al lado de la mujer, ella le daba de comer porque él se lo pedía.
Le dio un vuelco en el estómago la presenciar de esa imagen.
¿Acaso ella era la nueva felicidad de Xue Yang?
¿Ya lo había superado?
¿Quería formar una familia con esa persona?
— ¡Es una gran idea! — afirmó Wei Wuxian.
No. No lo es.
Ver más escenas como esas no lo soportaría, no era bueno que él viera el meloso afecto de ese par.
Como dijo antes, respetaría las decisiones del otro y el merecer ser feliz.
Él ya no tenía que ver nada ahora, el amor que se tuvieron se destruyó y era lo mejor, ninguno de los dos correría peligro y seguirían su camino.
— Por más que nos gustaría compartir ese paseo, no nos podemos quedar, debemos partir. — intervino el taoísta, sin querer ser grosero, y sin que se diera cuenta captó la atención de Xue Yang quien paró de comer de lo que le daba la mujer. — Mis ropas deben estar secas, ¿No es así? —
El hermoso ciego dudó en responder, no deseaba que se fueran tan pronto y menos la flor hermafrodita, su esposo le llamó.
— O-Oh, no sé. — sonrió nervioso y de levantó. — Me fíjare. —
— No se preocupe, iré yo a buscarlo. — Xiao Xingchen con las intenciones de pararse, el ciego le tomo de los hombros por detrás y lo hace sentar de nuevo.
— Ya dije que iré yo. — sonriente, se fue afuera lo más rápido posible, su esposo mayor sospechaba de aquello.
La mujer joven estaba punto de recoger los platos pero Xiao Xingchen se dispuso a hacerlo amablemente, se levantó y tomó la bandeja para poner los platos vacíos en ella y así irse a la cocina a lavarlos.
Cuando esté se dirigía allí, Xue Yang no perdió un segundo en ver ese lindo trasero bajo esas prendas de mujer, que se alejaba más y más hasta desaparecer.
Su padre vio eso, y soltó un comentario como; "Se te cae la baba, hijo."
Atrapado, Xue Yang desvió su mirada.
En eso la madre entra mostrando una expresión preocupante en su rostro, su esposo preguntó que qué pasaba y este respondió que escuchó los pasos del caballo de Xue Yang cerca de donde estarían las túnicas del daozhang colgadas pero no las halló.
Su hijo, confundido por el relato, salió de la casa hacia donde se encontraba ese animal seguido de su padre para verlo con sus propios ojos.
— ¿No te dije que lo llevarás al establo? — cuestionó su padre con los brazos cruzados.
— ¡Eso hice! No entiendo cómo se habrá salido de allí. — da unos pasos hacia su amigo, le acaricia la cabeza y lo hace alejar de las ropas del mayor que se encontraban el piso. El ciego pregunta por las ropas. — No querrás saberlo. —
Los visitantes aparecieron en la escena incluyendo Xiao Xingchen, quien lentamente su rostro se vuelve luctuoso, como si para él muriese algo importante en su vida.
Al final solo se escuchó los pasos pausados del dueño hacia sus ropas y las coge con cuidado.
— Mi caballo parece que se salió del establo y... — se rascó la parte de atrás de su cabeza al no poder terminar la oración por ver la tristeza del dueño en su hermoso rostro. — Tal vez... — vio a Xiao Xingchen agacharse para recoger las demás ropas. — No le eches la culpa a mi caballo, no sabía lo que hacía. ¡A-Ademas son solo ropas, puedes conseguir otros o mandartelo a hacer!—
Oh, no. Eso no era lo realmente quiso decir.
Xiao Xingchen apretó sus ropas con fuerza.
— Por ahí el viento las hizo caer del tendedero. — dijo finalmente Daozhang. — No podría culparlo. — los miro a todos. — Ah, yo, necesito estar un momento a solas. — mostró una pequeña sonrisa y se marchó.
La madre con preocupación preguntó qué era lo que pasaba.
— Las túnicas son el único recuerdo que tiene de su hogar y de su familia de la montaña celestial. — dijo Xue Yang, sin dejar de mirar a Daozhang quien se alejaba de ellos.
La madre murmuró algo sobre lo que había hecho, todos lo miraron.
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Ya lejos, Xiao Xingchen se encontraba sentando en un tronco, de sus manos suaves, acariciaba las prendas dónde en algunas partes estaban rasgadas.
Si su maestra hubiera visto eso, él sufriría uno de sus castigos.
No tenía porque culpar a nadie, no era así.
Un ruido de pisadas acercarse lo sacó de sus pensamientos y lo hizo voltear.
— Oh. — el Daozhang dejó sus túnicas sucias a un costado fuera de la presencia del recién llegado. Se limitó a sonreír.
— Ya deja eso, te pones feo cuando fuerzas a sonreir.— Xue Yang se sentó en el mismo tronco pero apartado, Xiao Xingchen no supo como tomar ese comentario así que solo asintió y miró al suelo.
Había un largo silencio entre ellos dos, no se miraban y eso los ponía nerviosos.
— No... No se molesten con el animal, son solo travesuras. — soltó primero Xiao Xingchen.
Escuchó a Xue Yang suspirar.
— Sobre eso... No fue exactamente mi caballo quien causó este desastre. — el de tez blanca lo vuelve a mirar, sin comprender. — Fue mi... Madre. —
— No entiendo. —
— Dijo que cuando te escuchó que ibas a irte, entró en pánico y fue afuera para ensuciar tus ropas en el suelo y así poder decir que se cayeron accidentalmente, pero lo que no captó fue que el caballo andaba suelto. — carraspeó su garganta. — Si, yo dejé al caballo atado en el establo, pero la pequeña MianMian fue responsable de desatarlo porque sentía pena que este solo. — se rió y notó que Xiao Xingchen no compartía esa misma emoción. Trago saliva. — Si... Eso paso. —
— Había otras opiniones, ¿No? — aunque estaba molesto por dentro su voz era calma.
— Pues tu estabas decidido a irte. — contraatacó el ex delincuente.
— A pedido tuyo ya que era lo querías que haga y yo acepté para no molestar más a tu familia ni a ti. — Xiao Xingchen se abrazó a su mismo
Xue Yang abrió la boca para luego cerrarla ya que no tenía otra cosa que decir. Era verdad.
Daozhang vuelve a hablar.
— Dile a tu madre que no se preocupe, ya quedó en el pasado y no quiero que se sienta mal. — sonrió sin ver la cara de su acompañante. — Como dijiste; son solo ropas. —
En ese momento, Xue Yang quería que se lo tragara la tierra o que venga una jauría de perros salvajes y se lo comiera.
Siempre soltando palabras de su boca por demás.
— Yo... — pero de pronto el mayor de levantó tomando las prendas y pegandodelas al pecho.
— Me las pondré igual y partiremos. Gracias por hospedarnos amablemente en su estadía. — se inclinó levemente hacia delante mostrando respeto al contrario. Luego de eso se endereza, sus ojos de miran fijamente y sin saber que más decir, el Daozhang comienza su marcha hacia la casa.
Entonces Xue Yang pudo notar que el cuerpo de Daozhang temblaba antes de retirarse.
— ¡Maldición, Xiao Xingchen! — fue el segundo de levantarse, el nombrado detuvo sus pasos. — ¡Di lo que te molesta, ya no lo guardes para ti! ¿¡Aún quieres ser el sereno Daozhang!? ¿¡Aún piensas en los demás antes que a ti!? ¡Por una vez en tu vida saca lo que tienes dentro! ¡Enojate! —
Los hombros tiemblan notoriamente, un sollozo se le puede escuchar claramente.
Furiosamente Xiao Xingchen voltea a confrontarlo.
— ¿¡Y qué quieres que diga!? ¡Para ti es sólo unas simples ropas, para mí fue algo más que eso! ¡Fue la confianza, el apoyo y el amor que me brindó mi maestra al entrar a ese nuevo mundo, no se trata de lo material, Xue Yang, si no de lo que significa! — se cubrió la boca con su mano conteniendo los fuertes sollozos que salían.
— Ya lo sé. —
— ¡No, no lo sabes! ¡No sabes nada! — Xue Yang lo miró con lástima. — Cada día recuerdo las palabras que me dijiste antes de tomar la decisión de desaparecer de este mundo... Y déjame decirte que tienes razón. — los ojos del ex ladrón se abrieron. — yo jamás debí haber dejado mi hogar, ¡Debí luchar contra mis impulsos y quedarme con mi maestra! — salió un hipo al sollozar. — Solo fui uno más que salió y terminó en desgracia. —
— Ey... —
— Quiero volver, Xue Yang, quiero volver con mi familia, con mi maestra, arrodillarme si fuera necesario para que me deje entrar, soportar sus castigos. — acaricia con su pulgar una parte de su túnica. — Vine aquí para que me ayudes dándome información y proteger a los que me importan pero no lo logré, entonces ya no tengo nada que hacer. — sonrió amargamente. — defraude a todos, no tenía derecho a regresar a la vida, yo no tenía- —
Sumido en lágrimas no se percató la lenta cercanía de Xue Yang hacia él y los brazos que lo rodeaban con tanta fuerza y el aliento chocando en un costado de su cuello.
Le faltó el aliento.
— Si quieres culpar a alguien, que sea a mi, al fin y al cabo la culpa es toda mía, Daozhang. Pero por favor no vuelvas a decir que no tenías derecho a regresar a la vida, la tienes y quiero que la vivas como nunca, nada de títulos, sé tú mismo. — se apegó más al cuerpo del mayor. — Y tampoco digas que quieres volver a ese lugar horrendo que no tiene ni una pizca de diversión. —
— Xue Yang. —
— ¡Lo-Lo que digo es verdad! ¿¡Por qué querrías volver allí!? Con sus tontas reglas, sus largas y aburridas meditaciones. Tsk. —
— Pero yo soy de ahí. — el cultivador ya no lloraba tanto.
— ¡Pero ya no! —
Los dos nos dijeron nada.
El silencio no duró tanto ya que una risilla se salió de su boca, el pobre taoísta apenado apretó sus labios queriendo evitar soltar otro sonido, aquello provocó que Xue Yang de sintiera sonrojado de manera vergonzosa, casi humillado consigo mismo.
— O-Otra cosa más. — volvió a hablar. Xiao Xingchen asintió. — No te enojes con mi madre. — la cabeza del Daozhang se sacudió lentamente de un lado a otro.
— No te preocupes, no lo haría. — susurró.
— Y-Y una cosa más. — el mayor parpadeo confundido. — ¿De... De verdad te irás? —
— Oh. Yo. Si.— sentía que sus mejillas comenzaba a acalorarse brillantemente. ¿A caso pediría que se quedará?
A lo que pensó demasiado pronto, porque se alarmó cuando Xue Yang alejaba su cuerpo.
— Claro. Olvide que tu esposo debe estar esperandote. — el rostro del ex ladrón no era dirigida al otro, miraba a otra parte.
— Xue Yang... —
— Es mejor que ya partan, cuando atardece es peligroso el camino. — caminó de regreso a su casa.
Xiao Xingchen quedó estático en el mismo lugar donde lo dejó.
Olvidó ese asunto de Song Lan.
Pero, ¿Por qué decirle sobre el roto compromiso?.
Xue Yang se le veía contento con aquella mujer, ¿Qué cambiaría? Su familia parece adorarla. ¿Y quién era él para interferir?
A veces reprochaba su tonto corazón, aquellos sentimientos debería desaparecer de un vez, y lo peor es que sus desenfrenados latidos lo traicionaban al recordar el abrazo que comenzó Xue Yang.
— "El también tiene culpa de confundirme." —
¿Y que puede hacer ahora? Ya no tiene lugar a donde ir, no quería dar molestia al clan Gusu, tampoco deseaba viajar de nuevo con Song Lan ya que este insistiría en regresar, y por último es que lastimosamente no podría entrar a la montaña celestial.
Lo que le quedaba ahora era su espada, pensó que tal vez volvería a exorcizar espíritus malignos y a deshacerse de cadáveres feroces, pero luego recordó el miedo a tomar a Shuānghuá en sus manos, aún sigue sin confiar en ella y en si mismo.
Ahora que Xue Yang se fue, el también debía regresar a cambiarse e irse, no podía esperar más.
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— Nuevamente lo siento, joven. — Por milésima vez, la madre de Xue Yang pedía perdón con tanto dolor, su actuar fue irresponsable a su edad.
Xiao Xingchen por milésima vez contestó con su tranquilizante sonrisa, que no había necesidad de disculparse, lo había olvidado y que no se preocupara de ahora en adelante.
Pidió permiso a todos para volver a la habitación, una vez allí comenzó a coser las partes rotas y tratando de que no se notará mucho. Una vez hecho, comienza a sacarse el hanfu y saca la horquilla de su cabello y que un otro adorno, no negaría que usar esa vestimenta lo hizo sentirse... ¿Bonito? No estaba seguro pero fue cómodo y atrayente por sus colores.
Cuando terminó de vestirse tomó su espada y la colocó detrás de su espalda, su bolso ya estaba en su lugar dentro de su manga.
No olvidaba nada.
Dio un último suspiró, preparado para tomar un nuevo camino.
Al encontrarse ya con todos afuera de la casa, Xiao Xingchen mostró una sonrisa agradeciendo a todos por darle un espacio en su hogar. Wei Wuxian y Hánguāng-jūn parecían que no tenían intenciones de marcharse ahora, pensaban que Daozhang los acompañaría al río con la familia, pero al parecer no.
El taoísta, sosteniendo el hanfu y la horquilla sobre estas, se acerca al ciego mayor y de las entrega en sus manos con cuidado y le agradeció por prestarselas, el mayor asintió con cariño.
Xue Yang estaba apoyando a un costado de la puerta de la cocina, mirando como ese Daozhang se despedía de cada uno de ellos con mucho cariño.
¿Se despediría de él ahora? Desvío su mirada, molesto.
— ¿Volverás a Gusu? — Hánguāng-jūn, preguntó.
Xiao Xingchen no deseaba contestar su pregunta en frente de todos, pero se resignó a hacerlo.
— Lo estuve pensando mucho, Gusu es un lugar maravilloso, todos me recibieron con los brazos abiertos y eso lo llevaré en mi corazón. —
— ¿Pero? — fue el turno de Wei Wuxian.
— Pero es momento de que yo tomé mi propio camino de ahora en adelante. — ese come comentario sorprendió al antiguo ladrón. — Extrañaré tanto a los pequeños, pero sé que lo entenderán. — la pareja entendió y no preguntaron más. Xiao Xingchen de acercó a ellos y en voz baja dijo: — Y sobre la misión, estoy seguro que lo resolverán, solo tengan mucho cuidado. — los dos asintieron seriamente.
Y por último, fue el turno de Xue Yang.
Al encontrarse con sus miradas, el mayor desde afuera le dio una formal reverencia a lo el ex ladrón no sabía cómo responder a eso, solo asintió con su cabeza, nervioso.
Era el momento, Xiao Xingchen comenzó su partida, a cada paso que daba se alejaba de la acogedora casa y de la hermosa familia. Xue Yang salió y miró como esa persona se estaba haciendo más pequeña.
— Es triste. — Wei Wuxian, afirmó.
— Al menos tiene a su esposo esperándolo. — agregó el hijo del ciego.
— ¿Oh? — el ex patriarca levantó la ceja, divertido. — ¿Te refieres a Song Lan? Pues si, sería lo normal. — se cruzó los brazos. — Pero hay un problema. —
Xue Yang le miró confundido.
— ¿Qué clase de problema? —
Victorioso de lograr tener la curiosidad de Xue Yang, habló;
— Que Xiao Xingchen rompió el compromiso. — sonrió de manera infantil.
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