00. Prólogo
Él volaba lo más rápido que podía, esquivando y devolviendo ataques a algunos arcángeles que le perseguían, pero eran demasiados para él solo. Su única oportunidad de escape era conservar lo que le quedaba de energía para seguir volando lo más lejos que pudiera, su estatura comparada a la de sus ex-hermanos arcángeles era un beneficio en este momento, más agilidad.
"... No puedo creerlo, solo porque he querido un poco más de poder, ¡Y ha mandado a todos a por mi! No sé si quieran matarme o si solo desean capturarme para ir con Pad-.. Dios. Sea como sea, tengo que escapar cueste lo que me cueste."
Con todo su esfuerzo, Lucifer consigue esconderse en una cueva a los alrededores del Edén, gracias a su velocidad pudo conseguir esto sin ser visto por los demás arcángeles, era un alivio pues no sabía cuanto tiempo más habría conseguido llevar el ritmo, las energías que había gastado eran bastantes y por ende estaba agotadísimo. Con sigilo está pendiente de lo que sucede fuera de la protección de la cueva, logra divisar una luz que va aumentando de intensidad mientras pasan los segundo, luego esa luz para de acercarse y se escuchan una voces.
─¡Increíble! Ha escapado, siempre he admirado su velocidad, lo admito.
─¿Qué haces, Rafael? ¡Se supone que debíamos atraparle y aquí tu alagandole!
─¡Eh! Calmaos, ya le encontraremos. No habrá ido muy lejos, peinemos el Edén, seguro que está allí.
Se escucha el revoloteo de unas alas y la luz que resplandecía cerca de la entrada se ha ido. Lucifer ha suspirado mientras ponía su mando sobre su pecho intentando regular sus latidos y respiración, apoya su espalda contra la pared de rocas que estaba cerca de él y se sienta en el piso.
─Increíble como te les has escapado, ¿No, Samael?
El mencionado salta del piso y mira con desesperación a la dueña de esa voz que le habló desde las penumbras de aquella cueva, Sariel lo miraba con curiosidad en sus ojos, evidentemente sabía lo que pasaba y el por qué su compañero se encontraba en esa penosa situación de huida. Lucifer baja la cabeza con cierto aire de culpabilidad y miedo, tenía entendido que todos los ángeles y arcángeles le estaban buscando en ese preciso instante, y se estaba dando golpes mentalmente por no haberse dado cuenta antes de la presencia de aquel arcángel.
─¿Qué harás, eh? Ya, estoy aquí a tu merced, ve, entrégame. -habló con voz grave y firme, hubo unos segundos de silencio entre ambos donde solo se dedicaron a verse a los ojos. Sariel suspira y voltea la mirada.
─¿Por qué lo hiciste, Samael? ¿Por qué nos traicionas a todos de esta forma?
─¿De qué hablas? Lo único que le pedí a Dios fue más poder, mandar sobre más cosas, me lo merezco por todo lo que he hecho y en todo lo que he ayudado ¡Me lo merezco!
─¡Calla! -dijo con fuerza la contraria, sorprendiendo a ambos, ella siempre fue un ser pacífico y jamás le había alzado la voz a nadie- Sabes que no era solo eso lo que querías, tú decías en tu corazón, subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón, sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. ¡Eso era lo que querías! ¡Ser Dios!
Lucifer se ha quedado mirando el suelo, quería negarlo, quería negar que había querido ser igual a Dios, quería negar que había querido ocupar su lugar cueste lo que cueste, pero no podía porque estaba seguro, eso era lo que su corazón anhelaba. Volvió su mirada hacía Sariel, no se había percatado que desde hacía unos momento estaba soltando lágrimas, sollozando en silencio mientras su rubio y brillante cabello cubría parte de su rostro, caminó con decisión hasta quedar lo suficientemente cerca de ella, levantó su mano con la intensión de limpiar sus lágrimas haciendo que ella en un reflejo se alejara dos pasos de él. ¿Lo escucharon? Eso fue su corazón rompiéndose. Nunca habría deseado que ella le temiera de esta manera.
─...¿Por qué? -hablo finalmente cuando su llanto se había calmado, era muy duro para ella saber que su mejor amigo desde su surgimiento en el cielo estaba pasando por esto.
─ Eh y-yo... -titubeó por un instante- lo siento mucho, no esperaba que esto terminara así. Sabes que te aprecio, manzanita.
─¡Eso no responde mi pregunta, Samael! -exclamó mientras unas cuantas lágrimas resbalaban por sus mejillas. El corazón de Lucifer se encogió ante esa escena.
─¿Nunca creíste que Dios siempre ha hecho que nos quedemos estancados?... -terminó por decir al cabo de unos segundos, ella volteó la mirada a la vez que se pasaba una de las mangas de su vestido blanco por su rostro, llevando con ella sus lágrimas- Tenemos tanto potencial y está siendo desperdiciado en... servirle. Eso somos, sirvientes, y yo ya no puedo soportarlo. Espero puedas algún día perdonarme. Terminé, vamos con Dios para el juicio.
─No. -Lucifer parpadeó sorprendido, abrió la boca para hablar y antes de que pudiera decir algo ella hizo un gesto con la mano para callarlo- Jamás desobedecería a mi Padre, lo sabes. Pero a mi nunca me ordenaron capturarte. Estas consciente de que nunca podrás evitar el juicio, ¿no? Tarde o temprano te encontrarán y...
─Lo sé, pero preferiría mil veces escapar hasta donde pueda a dejarme atrapar por esos gilipollas. -la contraria abrió los ojos totalmente sorprendida, no sabía el significado de esa palabra pero era más que obvio que el tono era despectivo y mal intencionado. Sacudió un poco la cabeza y luego extendió sus brazos hacia al frente juntando sus manos para formar un triángulo al revés.
─Te ayudaré a escapar por un poco más de tiempo. -habló decidida mientras su confidente y dueño de su corazón la miraba perplejo sin decir ninguna palabra, el espacio entre sus dedos que formaban el triángulo empezó a brillar con intensidad, con un movimiento como de latigazo hizo que el triángulo iluminara el suelo mostrando un pasto verde al otro lado.
─Yo... Gracias, te lo agradeceré por siempre, Manzanita. -dijo e inmediatamente saltó por el portal, siendo sus alas lo último que los ojos de Sariel vieran de él.
Todos estaban reunidos en la sala del trono, estaba a punto de llevarse a cabo el primer juicio en la historia del universo y cada ser ahí presente tenía los nervios de punta. Hacía ya una hora que habían conseguido atrapar al Lucero de la Mañana, tardaron casi dos semanas pero a fin de cuentas lograron atraparle estando casi que al otro lado de la tierra, los 7 arcángeles aún no conseguían explicarse a sí mismos cómo había llegado tan lejos en tan poco tiempo.
Lucifer se hallaba encadenado frente al trono, habían murmullos entre todos los demás ángeles pero el estaba parado firme y sin ningún remordimiento. Una gran y brillante puerta se habría y hubo un momento de silencio absoluto mientras un hombre bastante más alto que el resto se abría paso hasta llegar al trono, su cabello era blanco como la nieve y sus ojos brillantes como el fuego ardiente, su sola presencia hacía estremecer a cualquiera, aún sin verle. Una vez el Altísimo hubo tomado asiento en el trono una voz como trueno resonó por todo el salón.
─Lucero, hijo mío, ¿Pero que haz hecho? -habló con voz grave y tranquila, pero con el suficiente carácter como para hacer que el mencionado temblara casi que imperceptiblemente en su lugar. No hubo respuesta- Quiero oírlo salir de tu boca, quiero que lo aceptes.
─Si ya sabes lo que he sentido en mi corazón, si ya sabes todo lo que pienso y todo lo que va a pasar ¿Qué otra mierda quieres? -hubieron varios sonidos de asombro y casi que inmediatamente gritos de reclamo, varios ángeles se acercaban hacia Lucifer, pero eran retenidos por los 8 arcángeles que hacían de barrera. Dios lucía apacible y con un movimiento relajado con su mano mando a que hubiera silencio. Se puso de pie frente a su trono.
─ ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón, Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres en el sepulcro, a los lados de la huesa. Tú, querubín grande, cubridor: y yo te puse, en el santo monte de Dios estuviste, en medio de piedras de fuego has andado. Enaltecióse tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu resplandor: yo te arrojaré por tierra, delante de los reyes te pondré para que miren en ti...
El incriminado recordó la última conversación decente que tuvo, ahora entendía que ella había hablado con Dios antes de encontrarse con él, miró de soslayo y vio su hermosa figura de espaldas junto a los otros arcángeles dando frente a la multitud, ella no lo entregó a pesar de haber hablado con su Padre. Y eso lo llenaba de orgullo.
─¡Quitadle las alas! -exclamó con fuerza el Rey de reyes.
Casi que inmediatamente Lucifer sintió un dolor inmenso e indescriptible en su espalda que acompañó con gritos de sufrimiento, poco a poco la sangre dorada que conforme salían de la herida se volvían rojas y las plumas fueron cubriendo el suelo bajo sus pies. Sariel estaba plantada en su puesto, los brazos con los que sostenía su lanza celestial temblaban cada vez más mientras su ojos se inundaban de lágrimas, pero nunca dejó que ni una cayera por su rostro. Para el parecieron horas de tortura, para los demás solo fueron 7 segundos. Cayó de rodillas apoyando sus manos en el suelo, haciendo que el resto de su antes blanco traje luciera rojo carmesí. Luego sintió como ráfagas de viento rodeaban su cuerpo en un suave cosquilleo, estaba cayendo a donde sería su nuevo hogar.
Habían pasado varios meses desde que Lucifer fue arrojado al Infierno, tenía que admitir que se sentía estupendo por haber podido desafiar a Dios y haber salido vivo, había adquirido nuevos poderes y tenía un montón de nada solo para él, era agradable no tener a los demás arcángeles detrás de él diciéndole que hacer. Aunque si extrañaba a alguien, era cierto que se sentía bien tener un lugar donde estar sin interrupciones pero se sentía solo. Entonces recordó el último proyecto que había estado organizando en el cielo, y conociendo a Dios no lo habría cancelado a pesar de su traición, un bombillo brilló en su cabeza, tenía un plan para dejar de estar solo y causarle más dolor a su Padre.
Fue sigilosamente al Edén, vio a Adán caminando de aquí para allá con un par de animales cerca, según escuchó estaba tratando de ponerles nombre "Ja, imbécil". Caminó un poco más allá alejándose del humano rumbo a un lago cristalino cerca del árbol del bien y del mal, siguiendo una voz femenina que entonaba una canción.
Entonces la vio de espaldas y paró en seco viendo su rubio cabello, sentía que había visto un fantasma, por un momento habría jurado que ella lucía como... Mejor aún, si Dios creía que con ese detalle iba a impedir su cometido se equivocaba, se equivocaba demasiado.
─✨─
El cielo estaba en crisis, Lucifer se la había llevado, nadie hubiera siquiera pensado que él retaría de tal forma al Rey de reyes. Que haya convencido a Lilith de abandonar su hogar y a su legitimo esposo fue un golpe muy duro para todos, incluyéndola a ella.
Ahora más que nunca Sariel estaba encerrada en los libros sobre arcángeles, leyendo sobre el pasado y recordando. Se sentía traicionada, y no solo eso, desde que supo que Samael había buscado a Lilith y con ella ni siquiera había intentado comunicarse... No sabría decir si era egoísmo o cualquier otra cosa, pero si se pudo llevar a Lilith sin ser detectado fácilmente podría haberle enviado una nota.
Apartó todos esos pensamientos de su cabeza y continuó leyendo, no era tiempo de pensar en él, y tal vez nunca lo fuera.
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AAAAAA, no sé porqué pero habiendo leído solo el prólogo me dan ganas de que alguien más escriba el libro y sea yo la que lo lea. Es muy sabido que no hay muchos libros acerca de este ship Lucifer x Tú, así que me tomo la molestia de hacerles uno pues es lo que yo querría. Con respecto a Sariel, naturalmente le puse nombre al personaje que usaría porque es una manera más cómoda para mi de escribir.
Sin más que decir, espero disfruten del libro. No olviden dar like y comentar, siempre anima.
Bye, dulzuras.
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