오라클의 성

En un reino envuelto en misterio y magia, Jungkook nació con un regalo extraordinario: la habilidad de ver el futuro en sus sueños. Desde pequeño, sus visiones eran como puertas hacia tiempos aún no vividos.

La noticia de su don se esparció rápidamente, convirtiéndolo en una leyenda en crecimiento. Con el paso del tiempo, sus visiones se volvieron más nítidas y precisas, revelando destellos de lo que estaba por venir.

El rey de aquel reino, en busca de consejo para asegurar el bienestar de su tierra, supo de Jungkook y lo convocó. Fascinado por el joven que podía entretejer los hilos del destino, el rey lo proclamó como el oráculo real.

Jungkook, con su corazón lleno de humildad, aceptó el cargo, consciente del peso de su don y la responsabilidad que conllevaba. En su torre, rodeado de pergaminos y estrellas, meditaba sobre sus visiones, compartiendo con el rey y su corte lo que el futuro le mostraba.

Sin embargo, cada visión traía consigo una carga. Jungkook luchaba por mantener el equilibrio entre la revelación y la protección del destino, sabiendo que algunas verdades podían cambiar el curso de la historia.

Pero su don no pasó desapercibido. Pronto, fuerzas oscuras intentaron usarlo para sus propios fines. Jungkook, con astucia y sabiduría, aprendió a protegerse y a discernir entre las visiones que debía compartir y aquellas que debían permanecer ocultas.

A medida que el tiempo avanzaba, Jungkook se convirtió en un faro de esperanza y guía para su reino, usando su don para protegerlo de las sombras que acechaban, mientras mantenía viva la llama de la fe en el futuro.

Una noche, en el silencio de su habitación, Jungkook fue visitado por un sueño inquietante. Vio las sombras danzar sobre su amado reino, una magia oscura que amenazaba con envolverlo en un velo de caos y desesperación. Alarmado, se despertó de un sobresalto, anotando cada detalle de su visión en un pergamino antes de que el amanecer iluminara el horizonte.

Con determinación, Jungkook se apresuró a buscar al rey, su corazón latiendo con urgencia mientras llevaba consigo el pergamino lleno de advertencias.

Al llegar a los aposentos reales, se anunció ante el rey, quien lo recibió con una sonrisa serena.

Jungkook, con el pergamino tembloroso en la mano, dijo con premura:

— Mi señor, he tenido una visión. Una magia oscura se cierne sobre nuestro reino. El peligro se aproxima, y debemos tomar medidas para proteger a nuestro pueblo.

El rey, con gesto pausado, miró al joven oráculo y respondió con calma:

— Jungkook, mi fiel consejero, durante años has guiado sabiamente nuestra nación con tus visiones. Confío en tu habilidad, pero también en la paz y prosperidad que hemos mantenido gracias a tu trabajo.

Jungkook insistió con determinación:

— Mi señor, esta vez siento que es diferente. La oscuridad que vi es más intensa, más poderosa que cualquier cosa que hayamos enfrentado.

El rey, con una mirada comprensiva, colocó una mano sobre el hombro de Jungkook:

— Entiendo tu preocupación, pero debemos actuar con prudencia. Nuestro reino ha prosperado gracias a tu sabiduría, pero alarmar a la población sin causa justificada podría traer más daño que bien. Continúa vigilando, y si ves que la amenaza es real, actuaré en consecuencia.

Jungkook asintió, sabiendo que el rey valoraba su consejo, pero también consciente del peso de su responsabilidad. Regresó a su torre, con el corazón inquieto, decidido a mantenerse alerta y encontrar una forma de proteger su hogar sin alarmar a todos.

Los días transcurrieron mientras Jungkook se sumergía en los textos antiguos y pergaminos en busca de pistas sobre la oscuridad que acechaba. Cada página, cada símbolo, eran piezas de un rompecabezas que intentaba armar para comprender la naturaleza de la amenaza que había visto en su sueño.

Con paciencia y determinación, consultó a eruditos y sabios del reino, compartiendo fragmentos de su visión sin revelar la totalidad de su alarma. Quería confirmar sus sospechas antes de sembrar pánico entre la gente.

Además, buscó a los altos mandos de la Guardia Real, confiando en su lealtad y destreza para estar preparados ante cualquier signo de peligro inminente. Explicó a cada uno la importancia de estar alertas sin causar alarma entre la población, pidiéndoles estar en constante vigilancia por cualquier indicio de magia oscura o actividad inusual.

La Guardia Real, guiada por la determinación y el respeto hacia Jungkook, acató sus órdenes sin cuestionamientos, fortaleciendo la seguridad del reino sin levantar sospechas innecesarias.

Entre los libros polvorientos y los guardias entrenados, Jungkook se esforzaba por encontrar respuestas, mientras el tiempo parecía discurrir con un peso insoportable sobre sus hombros.

A pesar de todas las precauciones y preparativos, el fatídico día llegó envuelto en un velo de ominosa quietud. Un súbito silencio descendió sobre el pueblo, la atmósfera cargada de una tensión palpable mientras el sol se ocultaba en el horizonte.

De repente, la oscuridad se manifestó. Una energía siniestra se desató sobre el reino, como un manto de sombras que se extendía vorazmente, devorando la luz y todo a su paso. Las calles se llenaron de una niebla oscura y densa, y los habitantes se vieron envueltos en una bruma lúgubre que helaba el alma.

Los ciudadanos, presa del terror, clamaban por ayuda mientras las construcciones se desvanecían en la neblina oscura, como si nunca hubieran existido.

Jungkook, desde su torre, sintió un estremecimiento en el aire. Las visiones, una tras otra, se hacían realidad ante sus ojos. El peso de su impotencia le oprimía el pecho, sabiendo que sus advertencias habían sido desoídas.

Se apresuró hacia el palacio, pero las sombras ya habían alcanzado sus muros. El rey, con rostro sereno y ojos llenos de pesar, lo recibió.

— Jungkook, temo que tus visiones se han vuelto realidad — expresó con una mezcla de tristeza y resignación.

El oráculo miró a su alrededor, observando la destrucción que avanzaba sin piedad.

— Lo siento, mi señor. Hice todo lo que pude para prevenir esto — murmuró con voz quebrada por la impotencia.

El rey puso una mano reconfortante sobre el hombro de Jungkook.

— No cargues este peso solo, mi joven amigo. Tu sabiduría y esfuerzos no fueron en vano. Ahora, debemos buscar una forma de proteger lo que queda de nuestro pueblo y encontrar la luz en medio de esta oscuridad.

Con corazón pesado pero determinado, Jungkook y el rey se unieron para enfrentar el cataclismo, buscando cualquier atisbo de esperanza en la desolación que se cernía sobre su reino.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top