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Después de esa tarde juntos, Jin regresó a su rutina habitual, estaba en su casa, practicando el libreto, pues los ensayos empezarían en un par de días.

La tan aclamada obra de Romeo y Julieta, él tenía el papel de Mercucio, y debía interpretarlo a la perfección, sobre todo en la parte de la muerte del personaje, debía ser impactante.

Así que con toda la concentración del mundo, siguió practicando, sumergido en el mundo de fantasías de la pareja con un trágico final.

JungKook por su parte, estaba en su casa, haciendo la limpieza, ese día sólo había chateado con su novio un par de horas, y supo que él estaría practicando para la obra de la universidad.

Se sentía muy contento al saber que su bebé había obtenido un papel secundario. Sin duda iría a verlo el día del estreno.

Aunque aún pensaba sobre ese chico rubio. No le caía bien, sobre todo cuando se burló de él por ser un estudiante de secundaria.

Si supiera que yo me puedo comer a Jin cuando quiera. -Dijo en medio de la soledad de la habitación.

Una sonrisa triunfante adornó su rostro aniñado y luego fue a poner música para ambientizar su trabajo.

De repente se sentía con un mejor humor.









Al día siguiente, JungKook volvió a la universidad, su novio lo esperaba pues era día de ir al cine, una costumbre que habían adoptado desde que empezaron a salir, hacía 6 meses.

Estaba sentado en la misma banca de la cafetería, contando los minutos.

¿Te perdiste otra vez, niño? -Dijo una voz profunda a su espalda.

El azabache giró su cabeza y vio al rubio, mirarle con desdén como la última vez.

No estoy perdido. -Dijo en tono seco, con su mirada fija en los orbes azules.

¿Qué haces aquí entonces? ¿Vienes por Jinnie de nuevo? -Preguntó burlón al ver la mueca de fastidio que puso el menor ante el apodo cariñoso con el que se refirió al ausente.

Sí, ¿acaso tienes algún problema?

Más respeto que soy tu mayor.

Entonces deja de mirarme como si fueras el dueño del lugar, porque no tienes pinta alguna.

La insolencia del chiquillo lo estaba llevando al borde, jamás le habían hablado así.

Escucha mocoso, no sé que diablos te traes con Jin, pero déjame decirte que ese chico será mío muy pronto, y ni tú, un simple chico de barrio, ni nadie podrá impedirlo. -Dijo sumamente molesto, para después retirarse del lugar con su ego herido.

El menor quería estrangularlo por haber dicho semejante tontería, ¿suyo? Por favor, Jin jamás estaría con un tipo arrogante como él. ¿Verdad?

Kookie. -Hablando del rey de su corazón.

¡Jinnie! -El menor saltó a los brazos de su novio y lo abrazó fuerte.

¿Qué sucede, mi amor? -Preguntó el castaño al ver que el chico temblaba.

¿Tú nunca me dejarás, cierto? -Le miró con sus ojitos acuosos. —Pronto voy a crecer y podré cuidarte como lo mereces, Jinnie, no me dejes por favor.

El abrazo se volvió doloroso, pero eso, al mayor no le importó, al contrario, disfrutó de ese calorcito que sólo con el menor podía sentir.

Tú me tienes loco JungKook, ¿cómo se te ocurre pensar que te dejaré? -Preguntó comprensible mientras empezaban a caminar hacia la salida.

Sólo quiero asegurarme que tú corazón es mío. -Dijo con un puchero, pues no le diría aún sobre la breve discusión que tuvo con el rubio.

Mi corazón, mi cuerpo, mi vida... -Se detuvo y le dió un fugaz beso en los labios. —Todo, JungKook, todo te pertenece.

Y fue así como la sonrisa brillante del menor no se borró al saber que sus sentimientos eran tan intensos como los de su mayor.

Definitivamente él ganaría esa guerra declarada por el amor del castaño. 

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