🌻 Capítulo 4 🌻

Estuve todo el día en el hospital. Observaba a través de la ventaba, las personas que recibían a los enfermos. Jimin estuvo afuera casi todo el día, esperaba con ansias ver a Yerin. Sonreí al ver que ella salió. Ambos se abrazaron, un niño salió de la nada. Parecía tener unos 3 años. Jimin lo cargó mientras le hacía cariños. Obviamente no es de ella, pensé.

—No, eso es imposible. —Susurré.

Mi impulso me hizo salir corriendo de la habitación. No quería armar un lío frente a Jimin, pero tampoco quería quedarme con la duda en mi cabeza. La enfermera me llamó varias veces, aun así, seguí caminando. Ni la fuerza de gravedad podría conmigo.

La sangre me hervía, no por el temor de que pudiera ser verdad, por el único hecho de tener algo en mente. Algo que probablemente sería falso. El hecho de que él haya vuelto con ella con los ruegos de que no lo volvería a hacer. Él había estado con alguien más. Había compartido algo con alguien más, aparte de Yerin. Darle las "sobras" de cariño a Yerin.

— ¿Tienes algún problema? —Sonrió.
—Contigo no. —Sonreí— Yerin, ¿me darías 2 minutos?

Caminé pasándolo de largo. Me detuve al darme cuenta de que no me seguía. Jimin le dijo algo, ella no es de las personas que desobedece, pensé confundido.

—No puedo. —Las lágrimas cayeron de su rostro.
—Yerin, hora de irnos. —Jimin extendió su mano esperando que la tomara. Lo hizo.

Cubrió su rostro llorando con más fuerza. No puedo creer, pensé, prometí que no te dejaría derramar lágrimas. Regresé a la habitación. Mi padre me esperaba, lo pasé de largo. Tomé una cajita de leche de fresa y salí de ahí. No volvería; menos si Yerin trabajaba ahí.

No dejaba de preguntarme que había hecho mal. Habían pasado dos semanas desde que había pasado eso. Estaba tirado en cama, no contestaba al teléfono, mi celular estaba a gusto en el bote de basura, la contestadora dejaba escuchar los mensajes. La mayoría de mi padre. Seguía sin comer bien, los fideos instantáneos llenaban mi estómago. Ni siquiera tenía ganas de salir, no tenía razón alguna para hacerlo. El chillido irritante de la contestadora, un mensaje nuevo.

—Hola, Taehyung. —Me incorporé lentamente— Tu padre... Bueno, en realidad, yo me preocupé, quería sonar como si realmente tu padre me lo haya pedido. Pero son realmente mala mintiéndote. —Suspiró— Han cambiado muchas cosas desde que llegaste. Quizás te preguntas por Jimin, en realidad, no somos nada. Le dije que actuara como si fuésemos algo frente a ti porque... —sorbo su nariz— perdona, creo que me sentía mal al ver que tu siguieras caminando, mientras yo seguía tirada aquí, —sonrió escapando algo de aire— creo que tenía celos de que tu hayas encontrado alguien mejor que yo. Que hayas cumplido tus sueños...

Me recargué en la puerta principal. Las lágrimas caían de mi rostro. Yerin se había echado a llorar, podía escuchar su dificultad para hablar y respirar. Comencé a cantar "Someone like you". Se detuvo. Escuché un golpe en la puerta acompañado de un "Auch". Abrí la puerta, Yerin me observó, sus ojos rojos delataban que no era la primera vez que estaba ahí. Se levantó de inmediato.

—Lo sien... No, perdona. —Recorrió el pasillo hasta llegar al final.
—Jung Yerin. —Se detuvo. Agradecí, creí que no lo haría— Entra, por favor.

Obedeció bajando su rostro. Estaba jugando con fuego, hiriendo mi corazón más y más. Pero, soy Taehyung, no me importa. Ambos nos sentamos en el sofá, caminé hasta la cocina para preparar café. La cafetera era lo único que se escuchaba en aquella casa. Me pregunto cómo pudo conseguir mi dirección. Ahora estaba en Daegu. Serví una taza, tomé una caja de leche de fresa, volví al sofá rogando que no hubiera huido. No lo hizo. Estaba recogiendo la mesita, los libros en su lugar y las demás cosas. Se sentó al notar mi presencia. Le entregué el café. Me observó confundida.

—Deberías probar el café. —Me senté a su lado bebiendo de la leche.
—Gracias. —Su voz era más débil. Asentí.

El silencio nos hacía beber frecuentemente de la bebida. Yerin dejó la taza en la mesa, al parecer tenía algo que decir.

— ¿Cómo está ella? —Sonrió ocultando su dolor. No tenía idea de lo que decía.
—Mi madre está bien. Tal y como estaba cuando la dejamos.
—No hablo de ella, hablo de la chica, no recuerdo su nombre. La chica del centro comercial.
—No lo sé. —Me encogí de hombros, ni siquiera tenía idea si aún vivía.
—Escuché que se casarían pronto, felicidades. —Sonrió dejando caer una lágrima.


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