ᴅᴇ ʀᴇɢʀᴇꜱᴏ

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1

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Cabello azulado adornado tiernamente con un broche en forma de mariposa. Unos intensos ojos violetas tan profundos como el mar que me arrastran a diversos pensamientos sobre ella sin poder volver a subir a la superficie. Esos pequeños y carnosos labios rosados que hacen preguntarme cómo se sentirá besarlos. Su pequeña figura, pero no débil, vistiendo el traje de cazador con su bello toque al decorarlo  con un haori similar a las coloridas alas de una mariposa me hipnotiza haciendo que no pueda dejar de mirarla. Me siento como un insecto que revolotea directamente hacia la telaraña, atrapado en miles de pensamientos sobre Shinobu Kocho. 

Podría observarla por horas. 

— ¿Qué quieres Tomioka-San?.— Dijo con un tono de voz dulce, como de costumbre, pero realmente encubría una amenaza.

Sé que a ella le molesta que la interrumpan mientras prepara los diferentes venenos que utiliza contra los demonios.  Ahora tendría que buscar una excusa convincente de por qué lo primero que hice al llegar fue verla en la finca de las mariposas.

— Pues verás...—Murmuré mientras rascaba mi mejilla con mi dedo índice. —Me gustaría que trates mis heridas.

He estado afuera dos meses, debido a una misión de reconocimiento. Terminé en una aldea ubicada al sur, donde me enteré rápidamente por los habitantes de los tumores de las numerosas desapariciones, haciendo que permaneciera allí. Cuando encontré al autor del malestar en la aldea esperaba que fuese una luna superior, ya que era hábil y fuerte, pero era solo un simple demonio.

— Está bien, siéntate.— Respondió y forzó una pequeña sonrisa que le devolví. Perdóname, sé que estas molesta por interrumpirte, aprecio tu amabilidad. 

Me senté de espaldas a ella y procedí a quitarme la parte de arriba de mi uniforme, dejando mi espalda expuesta. Durante la pelea el demonio me hirió con sus garras, dejando unas marcas notorias. Shinobu no dijo nada.

— ¿Y? ¿Cómo se ve?.— Pregunté debido a que no podía ver la expresión de la pequeña.

De repente sentí un leve golpe en mi nuca.

¿Estabas tratando de hacer alguna imprudencia? .— Su tono de voz era fuerte, creo que logré preocuparla. — Me sorprende que te hayas dejado atacar por detrás. Iré a buscar un vendaje.

Escuché como Shinobu se alejaba para ir a buscar los materiales en su almacén.

— En realidad... Conocí a una chica.

¡Zaz!

Antes de que pudiese comenzar con mi anécdota escuché el ruido de diversos objetos caerse. 

— ¿Estás bien?. —Sin dudarlo me levanté y corrí hacía ella.

La encontré en el suelo rodeada de pequeños frasquitos, bandejas y telas que habían caído de la alta estantería.

— Si... —Respondió dejando notar el rubor en su rostro y aparto la mirada de mi.

Al ver su reacción recordé que estoy con el torso al descubierto, lo que provocó que yo también tomara color en mis mejillas.

— Si quieres puedo cubrirme.

No... Solo ayúdame a levantarme.

 Claro.— Extendí mi mano y ella la tomó. El tacto de su suave y pequeña mano era una experiencia nueva para mí.

Cuando la pequeña se reincorporó para levantarse piso uno de los frascos del suelo, lo que hizo que avanzara hacia adelante y cayera sobre mi. Podía sentir su rostro a la altura de mi pecho, a la vez que había caído a horcajadas sobre mi. Estar en esta posición hacía fácil imaginar otro tipo de situación, una más íntima.

Alguien abrió la puerta.

— Shinobu- San. — Fuimos interrumpidos por una voz familiar. Era Aoi-chan.

El rostro de la joven ojiazul se transformó de manera indescriptible al vernos a nosotros dos en tal situación.

— ¡Siento interrumpirlos!.— Chilló y salió corriendo de la habitación.

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