ʀᴇɴᴀÎᴛʀᴇ

SeokJin caminaba con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo.

Caía mucha nieve pero el frío ya no lo lastimaba más.

Había pasado un largo tiempo desde que JungKook emprendió un camino diferente.

Aún conservaba el anillo de su boda, era como su tesoro más preciado.

Sonreía cada vez que recordaba el alegre rostro del joven con dientes de conejito.

La vida había sido difícil desde su partida, pero Jin no había estado solo.

Agradecía poder ver la nieve caer... Agradecía poder respirar y mantener vivo el recuerdo de su amado.

Caminó en dirección a un parque cercano, se quedó de pie bajo un árbol y cerró los ojos un momento, concentrándose en el agradable momento que vivía, escuchando las risas de las personas que compartían en familia... El suave aire frío que los rodeaba.

Eso, hasta que el ladrido de un perro le hizo abrir sus ojos de nuevo y observar a un bonito cachorro de Doberman corriendo en su dirección.

Jin no pudo esquivar al perro, por lo que chocó de lleno contra él, logrando tumbarlo sobre la capa de nieve.

¡Bam! –Gritó un niño que corría en su dirección.

Jin observó a un pequeño de no más de siete u ocho años, corriendo con una correa en su mano y llamando a quien parecía ser su mascota, el cual estaba cómodamente sobre su torso mientras lamía con entusiasmo su rostro.

¡Bam! ¡Ya suelta al señor! –El niño intentó quitarle al perro pero este parecía reacio.

Jin se rió por la cómica escena y sin problema se puso de pie, aún con el cachorro encima suyo. —Parece que le agrado mucho a Bam.

El niño entonces alzó su mirada y al mayor casi se le cortó la respiración.

Esos ojos marrones eran inconfundibles, grandes y brillantes. Tan únicos. Se parecían a los ojos de...

¡JungSeon! –Llamó una hermosa mujer a su pequeño hijo. —Por Dios, no corras así que casi te perdemos de vista.

El niño observó a su madre. —Perdón mami, pero Bam volvió a escaparse ¡y gracias al señor, logré atraparlo!

Muchas gracias. –Le dijo la dama con una sonrisa a SeokJin. —Espero no haberle causado problemas.

Jin sonrió con los sentimientos a flor de piel. —En lo absoluto, Bam es un perrito muy enérgico y pensó que sería buena compañía, supongo.

La mujer sonrió y tomó la correa de Bam. —Despídete, JungSeon, tu padre nos espera.

El niño asintió y sonrió radiante hacia SeokJin. El mayor pensó que su sonrisa era idéntica a la de él. —Muchas gracias señor, cuídese mucho.

Adiós, pequeño. –Jin se despidió de ellos y sus ojos no tardaron en soltar lágrimas.

Sonrió y sintió una gran paz.

Espero que esta vez sea diferente para ti... –Susurró el castaño, dejando que el viento se llevara sus palabras.

Jin decidió volver a su casa, debía descansar pues en pocos días tenía un viaje de negocios.

Mientras a lo lejos, aquel pequeño niño lo miraba marcharse...




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