Capítulo Trece
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
Salió de la torre del Hokage por la parte trasera, donde no se pudiera topar con ninguno de sus amigos, especialmente con Shikamaru. Aún con su capa de Hokage puesta, tomó el camino largo hasta Ichiraku, necesitaba estirar los pies un momento. Eso de estar todo el día con el trasero pegado a una silla no era tan satisfactorio como había creído. Rememorando en el tiempo, se percató de que el Tercer Hokage no llevaba un trabajo tan agitado como él, pues aquel anciano se la pasaba dando vueltas por la aldea. Hasta tenía tiempo de disfrazarse y visitar cada aldeano para saber en que ocupaban su tiempo libre.
"Maldita sea mi suerte, dattebayo" suspiró cansado.
Al doblar la esquina, unos sollozos llamaron su atención. Así que, curioso cómo era, se acercó a la procedencia de esos sonidos. Se trataba de dos niños, una chica y un varón, quienes estaban parados en medio de aquel callejón. El niño rubio sostenía la mano de la peliazul al tiempo que agarraba un oso panda de peluche, mientras ésta restregaba sus lágrimas .
— Ya Hima, deja de llorar — le escuchó decir.
Boruto y Himawari habían salido del complejo Uchiha sin rumbo fijo, dieron vueltas por las calles hasta perderse. Pero el rubio le había asegurado que no era tan estúpido como parecía, pues podían preguntar a alguien para volver a tomar el camino correcto.
— No sólo es eso Onii-chan — trató de explicarse — Yo... Y-Yo tengo miedo —
"Así que son hermanos" pensó el mayor mientras se acercaba.
— Oye, yo estoy aquí contigo datte... —
— ¿Están bien? — interrumpió una voz a sus espaldas.
Ambos centraron su atención sobre aquel hombre alto, Boruto inmediatamente se colocó frente a Himawari en actitud protectora. En cambio Naruto, observaba atentamente a aquellos dos chicos. Tenían un parecido a él, en especial por las marcas en sus mejillas. Llegó a la conclusión de que se trataba de dos de sus admiradores que estaban de paso por la aldea, pues nunca los había visto por el lugar.
— H-Hai — contestó Himawari.
— Te he dicho que no hables con viejos extraños Hima —
— ¿A quién le dices viejo? — se quejó — Además soy el Hokage de esta aldea, no soy ningún extraño — Boruto lo miró como si tuviera dos cabezas. ¿Acaso era idiota?, era obvio que para ellos él era un desconocido más.
— Es cierto Onii-chan — tocó el hombro de su hermano y señaló los rostros en la montaña — Se parece al último de ellos — aún desconfiado, el chico asintió, pero no relajó su posición en ningún momento.
— ¿Y bien? ¿Por qué lloras? — preguntó quedando en cuclillas frente a ellos.
— No te importa —
— Le hablaba a ella, no a ti — al ver que la chica se escondía detrás del rubio, intentó otra cosa — ¿El muñeco es tuyo? —
— ¡Claro que no! — se apresuró a aclarar.
— Entonces es te pertenece a ti — la menor sólo atinó a asentir — ¿Y tiene nombre? —
— H-Hai — buscó la mirada de su hermano, quien le dio su aprobación — Se llama ramen —
— Vaya nombre más interesante — elogió con fingida fascinación.
— Es un nombre estúpido — Himawari puso mala cara al escucharlo — Nadie en su sano juicio le pondría a alguien o algo, nombre de comida — su hermana sacó la lengua en forma de burla.
— Un gusto conocerte ramen — y procedió a estrechar la mano de aquel muñeco de felpa, divertido por la camaradería que veía en ellos, sacando una sonrisa contagiosa a la pequeña de ojos azulados.
"¿Así habría sido tener hermanos?" se preguntó con melancolía.
— Nakamura Boruto — extendió su mano, aún no confiaba en él pero había logrado que su hermana parara de llorar — Y ella es Nakamura Himawari —
— Un gusto — el estómago hambriento del Séptimo sonó entonces — ¿Me acompañan a Ichiraku Ramen?, allí sirven el mejor ramen del mundo —
— ¿Qué cosas dices? — se quejó el menor — El mejor ramen lo sirve Nakamura Tsuyoi del país de la cascada. Mi Ojī-chan es el mejor de todos — mencionó siendo secundado por su hermana.
— ¿Quieres apostar? — Naruto extendió su puño, seguro de sí mismo. No conocía un lugar que se pudiera comparar con las delicias que servía Ayame en el restaurante.
Inseguro, Boruto repasó otra vez a aquel hombre frente a él. Su madre les había advertido sobre hablar con extraños o aceptar proposiciones de los mismos. Pero en vista de que aquella mujer le había mentido gran parte de su vida, decidió desobedecer esta vez. Era como su forma de protestar en son de rebeldía.
— Bien viejo, veamos qué tan bueno es —
Los tres se dirigieron al restaurante, mientras hablaban de forma amena. Naruto estaba feliz pues no tendría que comer sólo, mientras que ambos niños deseaban probar el supuesto ramen para poder echarle en cara que el de su abuelo era mucho mejor.
●●●●
Sentada junto a su desordenado futón, Hinata acariciaba el enmarañado cabello de Hanabi. Natsu las había dejado solas con la intención de preparar una infusión para la menor, quien poco a poco despertaba de su desmayo.
"Hanabi-chan..." pensó dolida de la forma en la que se encontraba su hermana menor.
— Onee-sama — apretó su mano mientras abría lentamente sus ojos, la luz molestaba en sus irritadas perlas.
Hinata al ser consciente de que los rayos del sol que se colaban por la ventana le hacían daño, intentó pararse para poder deslizar la misma. Pero Hanabi se lo impidió, afianzando su agarre.
— No... Onegai — pidió en un susurro — No te apartes —
— De acuerdo — volvió a acomodarse para pasar sus manos su cabeza.
— ¿Por qué te fuiste Onee-sama? — habló después de un corto silencio.
— Es complicado Hanabi-chan — susurró apartando la vista.
— Entonces explícame, no sabes lo difícil que fue buscarte todos estos años — se quejó intentando retener las lágrimas que querían rodar libres por su mejilla — Otō-san fue el más obstinado de todos. Incluso cuando ya no teníamos esperanzas, él insistía en buscar hasta el desmayo. Quería dar contigo lo antes posible; pero con el tiempo debió obedecer los mandatos de consejo —
Sin saber qué decir, la peliazul permaneció en silencio. Lo que escuchaba de su padre era poco creíble, pues aún recordaba de forma clara el desprecio en su mirada la noche que partió, y ni hablar del golpe que había recibido. De seguro el gran Hiashi actuó movido por la culpa que lo carcomía al pensar que estaba muerta, y no por amor a su persona.
"Sí " se dijo "Eso debe ser"
— Aunque no le creas ha cambiado — agregó la castaña — No debiste huir así y preocuparnos a todos —
Hinata se mordió los labios para evitar soltar cualquier improperio, que su hermana la regañara como si supiera lo que había pasado no le agradaba. Justo cuando la iba a sacar de su error, Natsu llamó del otro lado de la puerta.
— Adelante — concedió el permiso, para que el Shōji fuera deslizado.
— Aquí tiene Hanabi-sama — entregó una bandeja con té de hierbas, algunas galletas y agua fresca — Si desea algo Hinata-sama —
— Descuida Natsu, no hace falta — igual no podría comer nada por el nudo que se había instalado en su estómago, así que decidió declinar la oferta — Arigatō — mencionó al ver que Hanabi no tenía intenciones de agradecer el trato.
— ¡Hey! ¡¿Qué te sucede?! — se quejó al sentir la corriente en su brazo.
— Agradece a Natsu-san — las venas alrededor de sus ojos se acentuaron — Ahora —
— Arigatō Natsu — bufó — ¿Contenta Onee-sama? —
— Hai — desactivó su línea sucesoria y le regaló una sonrisa.
Natsu se limitó a asentir, contenta de volver a ver a aquellas dos juntas. Siempre habían sido confidentes, y observar cómo se retaban, cual niñas pequeñas, era muy divertido.
— Hinata-sama — llamó Kō desde la puerta — Hiashi-sama y el consejo esperan por usted —
— Ahora voy — la sonrisa que mantenía se esfumó en un palmo.
— Pero, Hinata Nee-sama... —
— Calla... — ordenó de forma suave — Descansa, después vendré a ver cómo estás —
Dejó de escuchar las quejas de su hermana al bajar las escaleras. Antes de llegar al último escalón, tomó una larga bocanada de aire y trató de tranquilizarse. Se enfrentaría a su familia de una vez por todas, y pretendía soltar toda la verdad... bueno, al menos lo necesario. Tocó la banda de Neji para infundirse valor, y caminó con la frente en alto hasta el lugar que conocía muy bien, la oficina del hombre que se hacía llamar su padre.
●●●●
— ¿Y bien? — preguntó ansioso — ¿Cómo está? —
— ¡Genial! — exclamó Himawari.
— No está mal viejo — concedió Boruto, disimulando su sonrojo — Pero el de mi Ojī-chan es mucho mejor, dattebasa —
— Entonces tendré que comprobarlo —
Había escuchado la muletilla del chico al hablar varias veces, y sólo podía pensar en lo buen imitador que era, pues hasta había creado su propia variante de la célebre frase que usaba casi siempre.
— Bueno... — agregó mientras salían del local — Fue un placer, ahora debo volver al trabajo. Espero verlos pronto y conocer a sus padres —
— Ehh... viejo estúpido — antes de que pudiera largarse, el rubio lo llamó con una sonrisa socarrona — No nos has dicho tu nombre, ¿qué no te educaron apropiadamente? —
— Uzumaki Naruto — le miró sobre sus hombros, aún estando de espaldas, con una gran sonrisa. Para después desaparecer frente a sus narices.
Un aura de pesadez cayó sobre el pequeño, a quien le resbalaba una gota de sudor por la frente. Al parecer, si había gente lo suficientemente despistada como para ponerle a su hijo nombre de sopa... o de ingredientes de la misma.
— ¡Ya sé! — exclamó su hermana de pronto — Le pondré Naruto — abrazó a su afelpado amigo y se fue saltando feliz.
Boruto la siguió, con las manos metidas en ambos bolsillos mientras sacudía la cabeza en negación. Ciertamente, su hermana no tenía arreglo.
~~~~~
Aquí está otra :v, qué día tan productivo el mío.
Nos vemos en la próxima (✿◡‿◡)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top