Capítulo Once

Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

¿Podrías avisar a Sasuke-san? — preguntó la peliazul a su hijo — La cena ya está lista —

Hai, Okaa-san 

Llevaban unos pocos días en Konoha, Hinata sabía que sus hijos estaban llenos de preguntas, pero no quería precipitarse a los hechos. Aún debía deducir como decirles que su madre no era quien ellos creían, pues había ocultado parte importante de su vida. Y aunque había sido por el bien de ellos mismos, era consciente de que quizá no pudieran comprenderla del todo. Así que hasta no hablar claramente con ellos, no pensaba poner un pie en la mansión Hyūga.

Boruto tomó dirección hacia el patio trasero, donde Sasuke estaba sentado contemplando el cielo. No entendía la rara actitud del pelinegro, pero sentía inmensa curiosidad por sus habilidades. Se había criado escuchando barbaridades de los ninjas, como también historias increíbles, por tanto quería confirmar que tipo de ninja era el viejo Uchiha.

Sasuke-san — llamó con cautela — La cena está lista... —

Hmph — un asentimiento fue todo lo que recibió, pero aun así aquel no se movió de su sitio.

Movido por su sentir, el menor se acercó a paso lento hasta estar a un costado. Posó su vista en el pequeño estanque donde los peces Koi nadaban, adornando el agua con sus hermosos colores, antes de hacer la pregunta que tanto había bailado en su mente.

S-Sasuke-san — el pelinegro volvió su vista a él — L-Lo que hizo... — no sabía cómo explicarse bien — El agujero que hizo aparecer... ¿cómo es eso posible? 

— ... — Sasuke lo miró por unos momentos sin saber que decir, así que posó nuevamente su vista en el cielo — Los que nacimos aquí, como en otras aldeas ninja, tenemos habilidades especiales. Entrenamos duro para poder desarrollarlas — descubrió su Rinnegan y acercó su rostro a un impresionado chico — Todos los que nacimos en Konoha tenemos algo especial —

Boruto se quedó abrumado analizando lo que el Uchiha acababa de decir, era simplemente increíble, pues en su pequeño pueblo nadie tenía nada parecido a lo que contemplaba. Sin saber que agregar lo miró por unos segundos más, hasta que algo hizo click en su mente.

Si... Si todos los nacidos aquí pueden hacer esas cosas — abrió mucho los ojos sorprendido — ¿E-Entonces mi... mi Okaa-san...? —

Sasuke volvió a su posición inicial complacido, tal parece aquel niño no era tan estúpido pues pudo captar claro el mensaje que intentó transmitir. Y no es que tuviera nada en contra de la Hyūga, pero mientras más rápido resolviera sus asuntos, más rápido se irían del complejo y así él podría volver a sus planes iniciales. Tenía cosas más importantes que hacer de niñera, estaba harto de ir de comprar cada vez que Hinata consideraba que algo le hacía falta.

Eso deberías preguntárselo a ella — y sin más se fue dejándolo más confundido que antes.

●●●●

El complejo Hyūga se encontraba en silencio, todos estaban en sus respectivos lugares, serios y firmes como siempre. El patriarca vagaba por los pasillos como alma en pena, siempre deteniendo sus pasos frente a la puerta de su primogénita.  La había cagado y lo sabía, primero con su hermano, luego con su sobrino y por último con su propia hija. Estaba seguro que si su esposa aún estuviera con vida, esta se encargaría de hacerlo sufrir con su manejo de puño suave por actuar como un estúpido.

Y por si fuera poco, no contento con arruinar a las personas que más amaba en el mundo, había echado su clan a perder. Los miembros del clan Hyūga eran infelices, algunos hasta se habían retirado de sus labores como ninja, dañando su firme reputación. Pero eso era algo que lo tenía sin cuidado, lo que más le preocupaba era el estado de Hanabi quien solía llegar pasada de copas por las noches. Era un hábito recurrente de la pequeña para lidiar con la presión del clan y la tristeza por perder a su familia, pues no sólo había perdido a su hermana, sino que también a su padre, pues Hiashi parecía un muerto en vida desde la desaparición de Hinata.

 Al escuchar la puerta principal, Hiashi cambió de dirección. Sabía que debía ser Hanabi, pues era la única que tenía la valentía de llegar al complejo a altas horas de la noche y de esa forma. Mientras descendía las escaleras, la escuchó tropezar con los jarrones y las paredes, hasta caer de forma estrepitosa en una de los pasillos.

¿Qué es lo que voy a hacer contigo? — murmuró en voz baja hasta llegar hasta ella.

Hiashi-sama — Natsu se acercó enseguida, le dolía ver a la chiquilla en ese lamentable estado — Si me permite yo la llevaré hasta su habitación —

No hace falta — se inclinó hasta acomodar el cuerpo de su hija entre sus brazos — Si terminaste puedes retirarte — cuando la hubo cargado agregó — Mañana a primera hora, manda a llamar a Tsunade-san 

Era la tercera vez esa semana que Hanabi aparecía en esas condiciones. No valían las palabras, pues al final terminaba haciendo lo que quería, sin que él pudiera hacer nada.

Hai, Hiashi-sama 

Con la menor a cuestas, Hiashi se dirigió a su habitación. Cada paso para él era cada vez más pesado. Quería llorar, pero sus perlas estaban secas de tanto hacerlo. Necesitaba un milagro para sacar a flote a su familia, pero no sabía cómo empezar.

Deslizó el Shōji lo justo para poder pasar, y colocó a su heredera sobre su futón. Trató de colocarla lo más decente posible y después decidió marcharse. Escuchando los lamentos que empezaban a salir de la boca de la castaña como cada noche, se prometió tratar de seguir adelante.

●●●●

Luego de compartir la mesa, se habían quedado observando el cielo despejado de la aldea. La luna brillaba con intensidad, aún más de lo que solía brillar en el país de las aguas termales. La casa del Uchiha era mucho más lujosa que la propia, y acostumbrarse a todo eso era difícil para ellos, más cuando no comprendían del todo qué hacían allí.

Extrañaban a Shinrai, Naku y Tsuyoi. Extrañaban a los señores a quienes solían ayudar de camino a la escuela, a sus compañeros, a sus maestros. Echaban de menos su entorno, a donde pertenecían.

Okaa-san — llamó a su madre de forma cautelosa — Necesito preguntarte

¿Sucede algo? — Hinata detuvo su explicación sobre las caras talladas en la roca que le hacía a Himawari para concentrar su atención en el rubio.

Tú naciste aquí, en esta aldea, ¿cierto? — esa fue la señal para Sasuke, debía darles privacidad a aquellos tres, aunque no iría muy lejos pues quería escuchar lo que iba a ocurrir.

Hai — extrañada afirmó, mientras Himawari los escuchaba con atención.

¿Entonces puedes hacer cosas como Sasuke-san? — Himawari se giró hacia su madre intrigada.

No... — la peliazul colocó una de sus manos sobre su pecho, allí donde su corazón latía con rapidez.

P-Pero, Sasuke-san me dijo... —

No puedo hacer lo mismo que él, porque mis habilidades son diferentes — con delicadeza apartó su flequillo y procedió a retirar las lentillas de sus ojos, las cuales guardó de forma apropiada.

La Hyūga vio con dolor como su hija se apartaba de ella, ambos niños veían conmocionados el color perlado en los ojos de su madre.

¿Qué significa esto Okaa-san? —

O-Okaa-san — la voz de Himawari tembló al llamarla.

"Esto no va bien" pensó con tristeza, pues ambos niños corrieron lejos de ella, con la decepción palpable en el rostro.


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Maratón 1/?

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