✧ O4 ᵎᵎ
Minho se levantó un lunes, una semana después de la carta con la ofrenda de paz, dispuesto a investigar de nuevo en el reino. Antes de salir se aseguró de guardar los cuadros del príncipe en el compartimiento secreto de su armario, no quería arriesgarse a que alguien más los viera.
Luego, se equipo con tres dagas y una espada. Sólo por si acaso, no quería tener que usarlas pero si algún problema se presentaba, tendría que defenderse.
— Hijo, ¿dónde vas tan temprano? —esa fue la voz de su padre, que tomaba un té mientras leía algunos libros.
— Iré a dar una vuelta al pueblo, a esta hora no anda mucha gente y... Ya sabes que odio tener a las muchachas encima. —se encogió de hombro.
— Mi hijo es todo un galán. —rió.
— Lástima que sea un galán gay, no quiero nada con mujeres. —negó rápidamente con la cabeza.
— Aún así, un galán es un galán, sin importar su orientación. —le sonrió, acomodándose los lentes— Ve con cuidado, oí que hay muchos locos sueltos y no quiero que nada te pase.
— Sí padre. —salió por la puerta.
Se acomodó bien su capa y el barbijo color negro, ya que como la mayoría de las personas en la parte oscura del reino las usaban, iba a pasar desapercibido. Además no era la primera vez que merodeaba por esos lugares; claro que sus padres no lo sabían pero a él le encantaba jugar a las cartas.
Todo se había vuelto bastante sombrío en el transcurso de las horas. No era ni el mediodía pero ya había visto a tres personas ser apuñaladas. Y es que, muchas veces sus padres habían intentado hacerse cargo de esa parte del pueblo, pero había sido inútil.
Sin embargo, su suerte mejoró cuando oyó a alguien siendo llamado Mark y de la forma más disimulada que pudo, comenzó a acercarse a ese grupo de personas.
— Te estoy diciendo que tenemos que acabar lo antes posible con ese infeliz. —dijo la otra persona, mirando al al tal Mark.
— Lo sé, pero hasta que Seunghyun no nos dé la órden, no podemos hacer nada.
— Donghee, él se está tardando mucho. —bufó.
— ¿Y? Es su trabajo, recuerda eso. —le dió un empujón.
— Cuando sea el turno, yo quiero matar a Jisung. —rió— Le daré una buena probada antes de deshacerme de él. —mordió su labio.
Minho apretó con fuerza sus puños, ahora más que nunca, tenía que tratar de proteger al príncipe de Idris de esos imbéciles. No importaba si querían ir contra él, porque sabe que aunque fueran cien, podría cargárselos a todos en unas pocas horas, pero Jisung... A él siquiera le gustaba el combate y era de cierta forma más vulnerable ante los ataques.
Continuaría siguiéndoles a ver si podía dar con Donghee, así podría identificar a todos sus objetivos y luego idear un plan para destruirlos.
— Cuando nos hayamos deshecho de ese lindo trasero, seguiremos con el imbécil de Lee Minho. —dijo Mark— Y el resto se hará sólo, la guerra se hará de nuevo con más fuerza y- —el tal Seunghyun lo golpeó.
— Habla más bajo imbécil, mira si alguien nos está oyendo. —lo reprendió.
— Lo siento, hyung.
Siguió caminando detrás de ellos mientras que éstos se metían dentro de un callejón, y en cierto punto solamente fueron tres personas caminado por lo que no le quedó de otra que volverse invisible.
Aún así, uno de ellos se percató de su presencia y comenzó a caminar más rápido. minho no pudo evitar esbozar una sonrisa, como si pudieran evitarme, pensó, apenas descubra quién es Donghee le arrancaré hasta el alma.
— Donghee dijo que estaría aquí. —bufó Mark.
— Si no fuera nuestro jefe, le cortaría el cuello. —se quejó el otro.
Minho esperó pacientemente detrás de ellos hasta que se oyeron unos pasos. Al parecer aquel hombre rechoncho era Donghee ya que ambos idiotas le hicieron reverencia cuando éste estuvo frente a ellos.
Donghee abrió la puerta que estaba del lado izquierdo del callejón y les hizo señas a los jóvenes para que pasen. Él aprovechó a colarse y tomó una de sus dagas, presentía que tendría que usarlas pronto.
— ¿Entonces..? —preguntó Woojin.
— Van a tomar los túneles que están en la frontera y los llevan derecho al castillo Han, una vez allí, ya tenemos la órden de deshacernos de él. —les dijo— Seunghee ya nos pagó por adelantado, sólo tenemos que matarlo y arrojar su cuerpo del lado de Enoc.
— ¿Y cuándo lo haremos? —preguntó Seunghyun.
— Esta misma noche. —rió— Cuando vean el cuerpo del otro lado, la guerra será una matanza.
— ¿Ahora sí podemos saber quién es Seunghee? —preguntó Mark
— Sólo pueden saber que se llama Seunghee, el resto es información clasificada.
Esta vez, Lee no pudo evitar reaparecer entre las sombras.
— ¿Clasificada para quién? —su voz resonó entre aquellas cuatro paredes.
Los tres hombres allí presentes se giraron rápidamente en su dirección, abriendo los ojos desmesuradamente mientras buscaban con qué atacar.
— ¿Quién demonios eres? —habló Donghee.
— No lo sé. Dime tú quién soy. —contestó.
— Vamos a matarte. —dijo Mark entre dientes.
— ¿Ustedes? —rió, mirándolos despectivamente.
— Quítate ese maldito barbijo, idiota. —dijo Seunghyun.
Así, como aquel hombre le exigía, se deshizo de su barbijo y la capa que llevaba puesta.
Cuando lo vieron mejor, con la luz del sol que entraba por una pequeña ventana, los tres hombres sonrieron. Probablemente pensando que lo tenían en su trampa; pobres ingenuos.
— Ni traten de querer hacerme daño. —dijo despacio— Porque no van a conseguir nada. Es mejor que no peleen y se abstengan.
— Pff... ¿Tú? Imbécil. —dijo Woojin antes de correr hacia él con una daga en mano.
Minho lo frenó en el aire y arrojó la daga que estaba en sus manos contra la pared, lejos. Terminó arrojándolo al suelo y apoyando su pie sobre su cuello mientras comenzaba a ejercer más presión con el paso del tiempo.
— Ustedes no tienen idea de con quien se están metiendo. —se oyó el sonido del cuello del joven quebrándose como si de una rama se tratase— ¿Quién será el siguiente?
— M-Mark... —jadeó Seunghyun.
— Mark murió. —esta vez levanto su pie y se aseguró de pisar su cabeza— ¿No lo ves? Mira su estúpida cabeza, rota. —lo miró fijo, sin siquiera parpadear— Así como lo estarás tú en unos momentos. —continuó pisoteándole el cráneo.
Seguidamente, Seunghyun trató de atacarlo y a diferencia de lo cruel que fue con Mark, a él simplemente le enterró una daga en el cuello. El resto lo hizo su conocido fuego, capaz de arrasar con aldeas enteras.
Otro cuerpo más cayó al suelo y Donghee lo miraba como si eso no fuese nada, él continuaba mirando a Minho de manera altanera y despectiva.
— ¿Quién demonios te pagó?
— No voy a decírtelo, querido príncipe. —sacó un arma, apuntando directo a su cabeza— ¿Cuáles son tus últimas palabras?
Minho soltó una sonora carcajada.
El arma se disparó pero la bala dió de lleno contra la pared. Donghee hizo un paso hacía atrás pero chocó contra el pecho de alguien más y sin querer soltó su arma. En ese momento, el más alto la pateó lejos y empujó al hombre obeso al suelo.
— Si tu jefa viene a verte, se llevará una linda sorpresa. —sonrió como loco— ¿No lo crees?
Tomó una de sus dagas y la enterró entre medio de las clavículas del hombre para luego tomarla con fuerza antes de volver a hablarle.
— ¿Cuáles son tus últimas palabras? —citó burlón— Una pena que no puedas ni hablar. De verdad tenía ganas de conversar contigo, Donghee. —tomó sus mejillas con la otra mano, apretando su rostro con fuerza antes de escupirlo— Eres un puto pedazo de basura, una escoria... Y claramente el mundo estará mejor sin ti. —relamió sus labios.
Acto seguido, tomó la daga que estaba en su pecho y comenzó a rasgar desde el cuello hasta el ombligo, abriendo al hombre como si se tratara de un animal. Como si aquello no fuera suficiente, se dedico a esparcir sus órganos por toda la habitación, desmembrando también sus extremidades y colgando algunas del techo.
Finalizó escribiendo "Sigues tú" con la sangre de los tres individuos que ahora estaban pudriéndose en el infierno.
Ellos debían aprender la lección.
Nadie podía meterse con él, y tampoco con la persona que ahora ocupaba la mayoría de sus lienzos.
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🪴; minnh-aye
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