LUNA 28

Narrador omnisciente:

Dos días después de aquello en la torre mas alta de la fortaleza, Morro permanecía distraído, amaba la miserable vista de Stiix, el enorme y profundo océano en el muelle que estaba rodeado de montañas nubladas. Los faros verdes que alumbraban sus calles le daban un toque espectral como la ciudad central del reino maldito. El pelinegro susurraba entre dientes cosas extrañas, recargado en el marco de la ventana.
Y ella lo estaba observando en silencio desde la entrada de la habitación, miraba a su amado preocupada, decir cosas sin sentido, ni siquiera se había dado cuenta de su presencia, murmuro tras murmuro comenzó a temer por la estabilidad mental del pelinegro. Tanto tiempo en aquel reino lo había contaminado, y Rono en compañía de los altos mandos lo estaban asfixiando con tanto odio y dolor que reconoció su propia realidad.

— Morro. — le llamo __________ en voz alta para que este reaccionará.

— ¿Desdé cuando estas ahí?. — preguntó sin desviar la mirada de Stiix

— Lo suficiente, mientras tu decías cosas raras yo simplemente me limite a observar. — dijo desde su lugar

— Entiendo, entonces ven, acercate a mi. — sugirió con una sonrisa —. No sabes lo feliz que estoy, de que me ayas elegido a mi .... Y solo a mi.

La fémina asintió mirando el suelo. Tal vez no había tomado la decisión correcta, aunque amaba profundamente a Morro aquel amor no era ciego, sabía que si el era ese enemigo que amenazaba Ninjago no tenía mas opción que seguir su plan.
Se acercó con sumo cuidado al pelinegro y cuando estuvo a escasos centímetros de el le miro a los ojos, un amarillo brillante que reflejaban su alma pérdida y vacía, ya no era el mismo.

— Siempre serás tu Morro. — dijo hundiendo su rostro en su pecho —. Pero quiero decirte algo y necesitó que me escuches.

— ¿Qué pasa?. — pregunto atento.

Con toda seguridad en sus palabras y sin temer, hizo una petición que seguramente Morro no lo tomo para nada bien.

— Quiero que vengas conmigo. — dijo mirándolo a los ojos, aferrándose a sus ropas —. Dejemos este lugar y vámonos de aquí.

— ¿Qué es lo que estas diciendo?. — cuestionó apartándose de ella —. Por favor, no me pidas tonterías.

— ¡Yo deje a todos los que ame con tal de estar contigo. — insistió —. Lo hice por voluntad propia, porque te amo y lo único que estoy recibiendo a cambió es dolor y sufrimiento, yo también importo lo sabes.

— ¿Te refieres a tu amando elegido y a esos imbéciles que son alumnos del viejo?. — muy molesto cuestionó —. Nadie te esta obligando a estar aquí como bien dices, yo te necesitó a mi lado porque jure que iría a donde estas tu.

— ¡Tu me juraste eso, pero quien esta donde estas tu soy yo. — comenzaba a desesperarse y no quería llegar al siguiente paso —. ¿Sabes que e notado desde que llegue aquí? Que tu, ya no eres el mismo.

El estruendo de un rayo la hizo mirar hacia la ventana, había comenzando a llover con fuerza y una tormenta eléctrica cayo sobre la ciudad de Stiix en ese cielo gris y oscuro e incluso la marea había subido repentinamente.
La habitación enfrió junto con un aire gélido. Se escuchaba el crujir de la vieja madera por debajo de sus pies, como si la gran casa donde estaban  estuviera viva y embrujada.

— ¿Quieres que deje a mi ama, que traicione a mis seguidores. — ella sintió —. La suprema y mis subordinados te han aceptado de este lado, estaremos bien mientras estemos juntos. Ninjago, ya no tiene solución, debe caer porque su tiempo a acabado.

— Tu le prometiste a ella, que ibas a guiar a los condenados a la victoria. — dijo mirándole a los ojos y este se sorprendió —. Incluso si estoy yo, no te importara.

— ¿Quién te dijo eso?. — cuestionó

— No importa. — respondió —. Quien me lo haya dicho, todo es verdad.

Y sin tardar mucho más la abrazo de nuevo, mientras acariciaba su largo cabello castaño, le susurraba cosas al oído, Morro quería convencerla también, aun la amaba por sobre todo, que todo estaría bien y que lo único que debía hacer era quedarse a su lado, que gracias a la suprema podían estar juntos de nuevo ya que ella fue quien lo mando al reino, según el ella había sido perdonada y por eso viviría por siempre.
La suprema sabía que Morro era débil cuando se trataba de ella, pero también eso le daría la fuerza para destruir Ninjago, después la suprema planeaba asesinarla para tener la confianza total del joven, pero era algo que este último no sabía.
No le mintió cuando le dijo que estaba feliz porque lo había escogido a el a pesar de que un día antes ella iba a casarse por segunda vez, no le importó pasar por encima de Lloyd con tal de tenerla de nuevo, quería que sintiera y sufriera en carne viva como ella lo abandonaba, que no todo se le regalaría así como así.

— Si de verdad eres el hombre que ame, si de verdad aun me amas, dejarás todo esto y vendrás conmigo. — insistió una última vez, con lágrimas en los ojos.

Morro abrió los ojos y después los entre cerro, se alejo de ella y le dio la espalda. Estuvo a punto de ceder ante su petición, ella era su gran alegría y eso debía cambiar.

— Lo siento __________. — dijo con seriedad —. No puedo hacer eso, si lo vez de ese modo, entonces ya no soy ese hombre, e cambiado para bien. Porque yo soy fuerte, finalmente tengo ese reconocimiento por miles de soldados bajo mi mando, lo que tanto anhele esta aquí ante mis ojos.

Eso era lo que necesitaba escuchar, que desde su boca admitiera esas duras palabras. Se maldijo una y otra vez hasta el cansancio, por estúpida e ingenua, ahora si debía hacer lo que debía hacer, a lo que desde un principio vino.

— Te amo Morro. — susurro con media sonrisa.

— Entonces por favor, ya no me pidas esas cosas. Bajemos, nos estan esperando. — paso a su lado colocándose su larga gabardina e ignoró la conversión que acababa de pasar.

En total silencio y con una velocidad que jamas había mostrado hasta ahora, invocó su espada con la que había asesinado tantos Onis en la guerra, el cetro no lo usaría jamás, el omega ni nadie le diría que hacer.
Ahora que Morro tenia un cuerpo físico sería fácil lastimarlo y no solo atravesarlo. Se abalanzo hacia el pelinegro con intenciones de matarlo ahí mismo. Solo un rayo de luz azul y violeta fue testigo de como Morro alcanzó a quitarse del camino lanzando un golpe hacia su agresor al aire, ambos tenían reflejos excelentes y en solo segundos estaban en distintos puntos de la habitación, cada uno alejado del otro.
Morro se sostenía su brazo con mucho dolor, había logrado cortar con profundidad este y también su rostro, Morro había quedado ciego de un ojo en cuanto la hoja de la espada corto desde su ceja hasta su barbilla con fuerza, __________ por otro lado había recibido solo un golpe en su mejilla, que ya no le dolía y su espada estaba cubierta de sangre, ¿Qué mierda había echo ahora?.

— Que significa esto, _________. — preguntó el pelinegro llevándose una mano al rostro lleno de sangre, estaba por llorar al igual que la castaña por aquella traición. —. ¡Dame una respuesta rápida, antes de que cometa una estupidez, por favor te lo imploró!

— ¡Te matare por atentar contra mi reino. — dijo entre lágrimas sosteniendo con firmeza su arma —. Y contra los que amo. Tu ya no eres a quien ame alguna vez, por eso no me sentiré culpable!.

— ¿¡Por qué _________!? — estaba molesto, tanto que estaba por levantarse para atacarla también.

Un violeto viento corto sus manos y rostro, sin siquiera tocarla ya sentía la ira del pelinegro, quien tenía una mirada sombría sobre la de ella. La castaña ya no temía a morir, muchas veces se enfrento con rivales fuertes, Morro no sería la excepción.
Sin embargo el no la ataco, quería que todo fuera una pesadilla, y que en realidad nada de esto paso.
A causa del ruido, el poder de Morro y los gritos de este, la torre en pocos minutos ya estaba rodeada por al menos doscientos soldados afuera, algunos entraron a la habitación y presenciaron a su líder, herido por aquella mujer.

— Tenia razón con respecto a ti, maldita bruja. — dijo Rono entrando a la habitación desde las escaleras —. Has lastimado a Morro, y por eso mereces la muerte.

— No le temo a un imbécil lame botas como tu. — dijo con seriedad —. ¡Fui el caudillo del engaño, engañar a mis enemigos por el bien mayor será siempre mi bendición. Te mataré por interponerte!.

— ¡Morro da la orden. — grito el joven del tatuaje empuñado también su espada —. Da la orden para matarla ya mismo, ella quiso matarte a tus espaldas, la torre ya esta rodeada, morirá por traición!.

Pero el pobre príncipe de las tinieblas no pudo decir nada, sólo miro el suelo y la sangre derramarse por su brazo y rostro.
Tenía tanto dolor en su mente y corazón que no fue capaz de matarla, ni mucho menos dar la orden. Solo observó en silencio a la castaña luchando encima de la torre donde fue atacado, no se dio cuenta en que momento muchos de sus soldados habían sido asesinados por ella, la furia en su manera de pelear sólo le confirmó que _________ estaba decidida a acabar con ellos sola. La desconoció por momentos, era como si estuviera ansiosa por pelear y por destruirlo todo.
La fémina en combate junto con los condenados habían acabado con algunas partes de la fortaleza, había cortado las cabezas de tal vez doscientos soldados de carne y hueso y cien espectros, sin contar su intento por destruir el cristal que Rono le arrebató clavando su espada en la mano de la castaña.
Una masacre se había llevado acabo en ese lugar, y había retrasado los planes para la suprema. El de los tatuajes solo sonrió al ver el cuerpo de la joven siendo arrastrado por el mar abierto, llena de heridas y posiblemente ya sin vida.

Muchos de sus guerreros mas leales habían regresado a la torre, y muchos llevaban sus armas con sangre, sangre de ella. Bansha sonrió de lado agachándose a la altura de Morro, que aun seguía en el suelo. El techo de la habitación tenía un gran agujero por donde ella había salio para pelear, causando que la lluvia cayera sobre la fría piel de las dos persona que estaban a punto de hablar.

— Es una lástima que hayas aprendido a la mala. — susurro la joven cubriendo su ojo con su mano, sin importarle aquel líquido rojo entre sus dedos —. Has perdido mucha sangre, si no hago algo vas a morir. Ese ojo ya lo perdiste y tu brazo tiene una fractura fragmentada muy sería.

— Ella esta muerta. — fue lo único que dijo

— Por supuesto que si. — dijo Rono —. Yo mismo la lance al mar, eramos muchos contra ella y nos dio una gran pelea, lástima que no le funcionará su estúpido intento por convencerte.

— Rono .... — Soul Archer desvío la mirada hacia el del tatuaje —. Ella destruyó muchas partes de la base, ¿Qué hacemos?.

— ¡Contruyanlas de nuevo — ordenó —. Aunque nos retrasemos mas nuestra ama debe llegar aquí. — después grito para todos —. Escuchen todos, ahora nuestro comandante no tendrá jamas ataduras. La mujer que lo obstaculizó desde que era un niño ya no esta, seras libre de toda carga, gobernara sobre nosotros que somos tu verdadera familia, nos guiarás a la victoria con la corona de plata y cumplirás la promesa a la mujer que de verdad necesitas a tu lado, Morro ... A partir de hoy, guiamos!.

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