Capítulo 6

—Me quedaré con la de abajo —afirmé.

Ambas se miraron confundidas y pude ver el nerviosismo en sus ojos ante mi decisión. —¿Estás segura? 101 te tiene en el punto de mira, estar abajo podría ser peligroso —dijo Ji-yeong, dudosa.

—Estaré bien, de verdad. —Sabía que la amenaza del jugador iba a ser problemática estuviera dónde estuviera, pero al menos abajo podría asegurarme de que ese hombre no fuera a por mis amigas.

—Vale, vamos, Ji-yeong. —Sae-byeok agarró a Ji-yeong del brazo, para luego arrastrarla con ella. Ji-yeong me lanzó una última mirada dudosa y tras unos segundos de duda finalmente empezó a subir hacia cama.

Me las quedé mirando hasta que desaparecieron y, tras un suspiro tembloroso, me tumbé en la cama sin meterme en las sabanas; no me iba a arriesgar a estar en desventaja y tampoco tenía intenciones de dormir aquella noche. Sabía que en el fondo ninguno podríamos, pero una parte de mí suplicaba porque todos durmieran y nadie intentara matar a nadie aquella noche. Después de lo que había ocurrido con Jade, esa era la noche que más necesitaba para descansar. A veces me imaginaba a mi amigo apareciendo en mis sueños, imaginando que aún seguía vivo, pero era una cruel mentira que podía volverse una pesadilla; que Jade pudiera aparecer en mis sueños como un recuerdo no significaba que no pudiera hacerlo como un recordatorio de su propia muerte, causándome así más dolor.

De repente las luces se apagaron y contuve la respiración. Traté de respirar profundamente para relajarme, sin dejar de estar alerta, notando así como algunos de mis sentidos se agudizaban; entre ellos, el oído. Tras una corta pausa de silencio, se escuchó el grito de una chica. Como si hubiera sido una señal para mí, bajé de la cama de un salto y me metí debajo. Prácticamente segundos después, más gritos empezaron a escucharse. Podía distinguir vagamente a algunas personas que huían aterradas mientras que otros aprovechaban para matar en medio del caos y la oscuridad. A ese paso todos acabaríamos muertos antes del próximo juego.

Un chirrido se escuchó y las camas de arriba que estaban al lado de las de mi zona empezaron a derrumbarse. Sin darme tiempo a salir, estas se derrumbaron por completo conmigo abajo; mi cama resistió un poco, pero una cama de al lado cayó con fuerza, aplastando a una señora que corría. Justo en el momento en el que la aplastó se oyó un escalofriante crujido, acompañado de un grito de dolor. 

Cerré los ojos con fuerza, incapaz de verlo, y conseguí salir de debajo. No me di cuenta de en qué momento las luces empezaron a parpadear. Nerviosa, comencé a trepar para llegar al punto más alto, dispuesta a encontrar a los demás. De un momento a otro, una mano agarró mi pie tirándome de nuevo hacia abajo. Caí con un ruido sordo y me agarré el abdomen, tratando de soportar el dolor de la caída. Alguien se posicionó sobre mí y comencé a forcejear, a pesar de lo desorientada que me encontraba tras la caída.

—Te dije que lo mejor era que aceptases mi oferta. —El susurro conocido a escasos centímetros de mi oído hizo que mi respiración se disparase, temblando de impotencia y luchando por recuperar la orientación. El pánico se abría paso en cada rincón de mi mente—. Ahora lo harás por las malas. —Cuando pude enfocar de nuevo vi al 101 sobre mí, mirándome con una sonrisa cínica. Justo cuando se estaba inclinando hacia mí, cerré los ojos mentalizándome de lo que tendría que soportar ya que no tenía fuerza suficiente para apartarlo. Esperé y esperé, pero no sentí nada. Cuando abrí los ojos pude ver a Sae-byeok golpeando al 101, y no pude evitar sonreír aliviada.

—A ella no te le acerques, gilipollas —escupió mi amiga, separándose de él  para ayudarme a levantarme—. Tenemos que irnos, ¡ya! —Me agarró y empezamos a correr. 

De un momento a otro Sae-byeok me soltó y me giré para ver al 101 ahogándola. Llena de pánico, busqué desesperadamente algo con lo que pudiera ayudarla y, para mi suerte, encontré una barra de metal a pocos metros. La cogí y, sin ningún tipo de compasión,  golpeé la cabeza del 101 con la barra, provocando que soltara a mi amiga.

Sae-byeok me miró sorprendida.

—Llevaba mucho tiempo queriendo hacer eso —sonreí y volvimos a ponernos en marcha para ponernos a salvo de aquel hombre.

En medio del caos, corriendo, me separé de Sae-byeok; sabía que sabría cuidarse sola, así que comencé a buscar a los demás. 

—Mira a quién me encuentro. —Un chico del grupo del 101 apareció, sonriéndome con perversión. Sin embargo, antes de poder hacer el amago de acercarse, alguien lo golpeó por detrás. 

Sonreí emocionada. —¡Gafitas!

A pesar de todo el caos a nuestro alrededor, Sangwoo se rió divertido cuando yo me lancé hacia él para rodear su cuerpo con mis brazos. Sonreí al sentir casi al instante sus brazos rodeándome también.

—No sabía de tu amor por las barras, pero sin duda lo comparto —murmuró divertido. Sonreí separándome y observé la barra que tenía en su mano, casi olvidando toda la situación que nos rodeaba.

Tras una carrera esquivando peleas y cuerpos, conseguimos llegar con los demás. Sentí como Sangwoo me colocaba detrás de él y, junto a Ali y Gi-hun, los tres se agruparon en una especie de círculo de defensa.

—¡Parad, a este paso todos moriremos! —Me giré para ver al anciano suplicando que pararan y, para sorpresa de todos, las luces se encendieron y los hombres de rojo entraron separándonos.

Uno de ellos se quedó mirándome para luego acercarse y agarrarme del brazo.

—Eh, ¿qué haces? Suéltala —Sangwoo trató de acercarse, pero los de rojo le apuntaron, deteniéndole.

Un hombre con una máscara negra y vestido del mismo color entró a el lugar, mirándonos a todos. Tras pasear su mirada por los presentes, su mirada se detuvo en mí. Sentí un escalofrío sintiendo que no iba a pasar nada bueno.

—Llevaos a la chica —dijo el enmascarado, que parecía ser el jefe, y se giró hacia la salida siendo seguido por algunos tipos de rojo. Uno de ellos tiró de mí para llevarme tras ellos y miré hacia atrás intentando tranquilizar a mis amigos de que estaría bien, a pesar de que ni siquiera yo estaba segura de eso; ellos debían continuar, pasase lo que pasase. Cuando la puerta se cerró detrás de mí me sentí bastante incómoda e inquieta. Me llevaron hasta una sala grande donde me sentaron en uno de los sofás. El enmascarado se sentó frente a mí y tragué con nerviosismo. 

—¿Cómo estas? —Preguntó interesado, su voz prácticamente robótica.

Puse una mueca, confusa. —Estoy... bien, supongo. —Mi tono delataba lo incómoda que estaba en aquella situación.

—¿Puedes contarme algo de tu vida, Chicago? Algo que recuerdes. —Se inclinó, mostrándose realmente interesado.

—Yo...  —Vacilé—. Recuerdo mi vida con los mafiosos y... —El hombre me interrumpió.

—No me refería a eso —dijo cortándome.

—Lo siento, pero creo que no le entiendo. —Moví mis manos con nerviosismo sobre mi regazo y traté de descifrar hacia dónde iba dirigida la conversación o, al menos, qué buscaba en mi pasado que le interesase tanto.

—¿Qué recuerdas de tu vida antes de que te compraran?

Otra mueca se hizo presente en mi rostro. —Recuerdo... poco, el cómo me compraron y puede que un orfanato —dije, confusa al darme cuenta de que no recordaba mucho.

—Recuerdos implantados... —Susurró.

—¿Perdón?

—¿Eres española verdad? —Retrocedió levemente en su asiento, dándome más espacio. Algo que definitivamente agradecí.

—Sí, yo... creo que sí. —¿Por qué de repente no estaba segura de nada sobre mi pasado?

—Entiendo... —Miró a uno de sus hombres, que había estado apuntando algo—. Llevárosla —ordenó.

Le miré extrañada y dejé que me agarraran de nuevo. Sin embargo, no me llevaron a la sala con los demás, si no a una habitación amplia y de color blanco donde me dejaron encerrada y sola. Observé a mi alrededor con curiosidad y abrí los cajones buscando algo importante por los muebles de la habitación, pero no encontré nada interesante, excepto... una foto. Agarré la foto y la observé, parecía bastante vieja y desgastada, en ella se podían ver a dos niños con sus padres; la madre parecía estar embarazada. Por detrás, encontré una frase:

"Nunca te transformes en una brisa, cuando naciste para ser una tormenta."

Releí la frase varias veces para luego guardar la foto de nuevo. Me tumbé en la cama y me quedé dormida pensando en esa frase. Y tuve un sueño.

Todo estaba oscuro al principio, noté que no podía respirar así que me levanté. Cuando me incorporé, cogí aire y me di cuenta de que la razón por la que no podía respirar era porque estaba en una especie de lago con agua. No había fondo, ni cielo, ni suelo... solo agua cristalina y oscuridad. Oí un grito y me giré, alerta, pude visualizar una pequeña figura al fondo. Curiosa, decidí acercarme; era una niña morena.

¡Mamá! No quiero, ¡por favor! La niña suplicaba a su madre mientras ella se iba llorando. Un hombre agarró a la niña fuertemente del brazo y se la llevó.

La imagen cambió a una de una adolescente en una especie de sala de lucha. Un señor y una señora hablaban mientras la veían.

Da igual cuánto la entrenes, no puedes protegerla; no de ellos, ya no, Tara.

Lo sé, no estoy protegiéndola, la salvo de su destino. Si yo no puedo protegerla, al menos me aseguraré de que ella si pueda protegerse a sí misma.

Ellos están cada vez más cerca. La encontrarán.

Lo sé, yo misma me aseguraré de que lo hagan; cuando ella esté preparada.

—Ya he terminado interrumpió la adolescente, acercándose. Había dado en el blanco en todos.

Ya lo veo. Muy bien hecho, Sun-hee.

Gracias, maestra.

Y de nuevo, todo se volvió negro.

Me desperté sobresaltada, encontrándome con el enmascarado de negro observándome. —¿Has tenido una pesadilla? —Preguntó neutral.

No me fiaba de él, y no lo haría en ningún momento. —No lo recuerdo —dije tan neutra como él.

—Por si no lo sabías, has dormido dos días. — Abrí mis ojos con sorpresa, sin poder creerme lo que acababa de decir.

—¡¿Dos días?! Pero ¿los juegos...? — De repente me acordé de algo que pasó ayer. Cuando el hombre de rojo me agarró del brazo, sentí una especie de pinchazo. Me habían drogado para que me quedara dormida. 

Le fulminé con la mirada.

—Solo te has perdido un juego. El siguiente quiero que lo veas, pero no jugarás —soltó, indiferente ante mi mirada furiosa—. Si te preguntas por el premio, también aspirarás a él, pero por el momento no creo que estés en... condiciones de jugar. 

Le miré con odio y casi reí irónica; por supuesto que no estaba en condiciones, el imbécil me había drogado.

Unos de rojo entraron, interrumpiendo la conversación, y me arrastraron a la fuerza hasta la sala del día anterior. Me sentaron en un sillón donde ya se oían las explicaciones del juego justo cuando la pantalla se iluminó. Tragué fuerte tras oír las reglas y el funcionamiento del juego. En la pantalla aparecieron los jugadores restantes, todos en parejas. Me horroricé al ver las parejas: Sangwoo y Ali, Sae-byeok y Ji-yeong, Gi-hun y el anciano.

El juego empezó y cada uno jugaba a una cosa, pero las chicas no estaban jugando solo hablando. Los chicos jugaban, y Gi-hun y Sangwoo iban perdiendo; esa realidad me hacía pedazos, y la sola idea de que muchos de mis amigos morirían en aquel juego me destrozaba. Cuando ya quedaba poco tiempo, me fijé en la pantalla de Sangwoo y Ali; Sangwoo había perdido. Por un momento me quedé en shock, sintiendo que volvería a derrumbarme, hasta que vi algo que definitivamente no esperaba. Sangwoo empezó a gritarle a Ali, diciendo que había hecho trampas. Cuando le apuntaron y se calmó, le suplicó que le dejara vivir y le dijo que él le había salvado. Después, a Sangwoo se le ocurrió una "idea". Por un momento, me alegré ante la posibilidad de que esa idea funcionara hasta que... me fijé en algo. 

Me levanté del sofá, mirando la pantalla alterada y horrorizada; Sangwoo había cogido las canicas de Ali y, en un momento en el que había tirado unas piedras, las había metido en su bolsa. Le dio su camiseta, donde ahora estaban las canicas ,y Ali se marchó para ver cuantos jugadores quedaban, como le había dicho el que él creía que era su amigo.

Sangwoo le enseñó las canicas de Ali al hombre de rojo y me tapé la boca con la mano, sin creer lo que estaban viendo mis ojos. Mi corazón se estaba haciendo pedazos ante la escena.

—No... —Susurré, sin apartar la mirada de la pantalla.

—He seguido vuestras reglas, no he usado la violencia. —La voz Sangwoo se oyó, hablándole al tipo de rojo, y comencé a negar con la cabeza.

No lo hagas, Sangwoo, por favor...

Jugador 218, pasa. 

Ahogué un grito de horror esforzándome por seguir mirando. De repente apareció Ali, que al ver a Sangwoo irse revisó las canicas que llevaba; donde solo había piedras. Me acerqué más a la pantalla, casi como si quisiera acercarme a Ali y salvarle de un destino que ya había sido sellado.

—¡Sangwoo! —El grito de Ali me desgarró el alma.

—Por favor, no lo hagas... No lo hagas...—Un sollozo se escapó de mis labios. Si era una pesadilla solo quería despertar. Sin embargo, a pesar del grito aterrado de Ali, Sangwoo ni se giró; ni siquiera cuando se oyó el disparo que acabó con la vida de su amigo. Lágrimas recorrían mi rostro. Era mi amigo... Ali era mi amigo... y ahora estaba muerto.

Cuando pensé que las cosas no podían ser peor, miré la pantalla de las chicas justo para ver como Ji-yeong tiraba mal aposta para que Sae-byeok ganara.

La más alta le suplicó que tirara otra vez, pero ella se negó. Uno de los de rojo se acercó a ella y miré desesperada al hombre de la mascara negra, mis ojos brillando en forma de súplica. —Por favor... sálvala... Por favor, es lo único que tengo — supliqué.

—Esa decisión no está en mi mano. —Apartó la mirada.

Iba a volver a intentarlo cuando la voz de Ji-yeong me hizo volver a mirar la pantalla.

—¡Sae-byeok! Gracias. Gracias por jugar conmigo... —Agradeció llorando—. Si ves a Chicago, dile que gracias también a ella... Que le agradezco por haber sido mi familia, y que salga y viva lo que no pudo vivir. Realmente espero que encuentres a tu hermano; la familia es algo que nunca se pierde... 

Un disparo.

Un disparo y mi mundo al completo se vino abajo. Mi familia... mis amigos... los había perdido.

Caí de rodillas y grité, incapaz de soportar el dolor.

Jade, Ali, Ji-yeong... todos estaban muertos. Sangwoo... había matado a uno de sus amigos, y no había sentido nada.

Me retorcí en el suelo, mientras chillaba y lloraba.  Lo último que sentí fue un pinchazo en el cuello, y el dolor desapareció...

Espero que os haya gustado, este capítulo me pillo sentimental jajjajaj. La verdad es que hasta a mí me han dolido estas dos muertes, se me hizo un nudo en la garganta al escribirlo. Ya que no sabía qué decisión poner, esta vez tendréis que responder a tres preguntas que determinarán los próximos capítulos.

Por favor responded a las tres preguntas ^^

¿Con quién os habéis, o os habíais, encariñado más?

¿Quién queréis que tenga una importancia mayor en los siguientes capítulos?

¿A quién creéis que quiere o quería más la protagonista? (Importante)

-Venus



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