En medio de mi intento por sobrevivir, otro problema más se sumó.

"¿Qué tal si participas en un concurso?"

Había tomado mi tiempo libre para estudiar, creyendo que si mis notas eran buenas, entonces los profesores dejarían de insistir tanto conmigo.

Fue un solución temporal, pues llegaron chicos molestos de que mis calificaciones subieran tan rápido. Salía de la escuela con el doble de heridas que de las que llegaba.

Era horrible, yo era incapaz de defenderme.

Y los concursos fueron un escape. Podía estar fuera de clase por varias horas haciendo algo "productivo". En realidad me daba igual, pero ganaba premios y no me podía negar a ello.

De ahí llego mi laptop.

Recuerdo que ni sabía bien cómo funcionaba. Muchas tardes tecleando, probando, investigando y conociendo. Hasta que se volvió mi mejor amigo y mi confidente.

Muchas horas frente a la pantalla que me hacían escapar. No existía padre, no existían mis acosadores, no existían los profesores, ni los cuadernos ni el hambre.

Solo los videojuegos y yo.