✠ Epílogo ✠
Un nuevo comienzo, el inicio de una nueva vida.
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❝Nuevamente sucumbió a la tétrica oscuridad pero con la diferencia más crucial que aun sigue sin entender. Exactamente despertó en aquel dorado campo que brilla con el eterno ocaso, tendida sobre sus delicados brotes ya crecidos y listos para la cosecha. Levantándose con pesadez, a la vez sintiendo que su cuerpo deja de tener peso alguno se pone de pie y divaga, sintiendo en la yema de sus delicados dedos la delicadeza de aquellos brotes. Sus pasos la guían inconscientemente a aquel hombre que se posa dándole la espalda debajo de la sombra de un vetusto árbol de olivos como aquellas ocasiones que soñó algo parecido según recuerda. A su alrededor crecían hermosas flores, todas ellas doradas y más de una blancas y rojas.
Cuestionarse el porque esta ahí es una de las primeras cosas que razona, confundida por lo que resulta ser ahora su realidad se acerca a aquel hombre. No hizo falta de que articulara palabra alguna o siquiera depositara su mano sobre su hombro para llamar su atención, fue suficiente tan sola su mera presencia para que quien le daba la espalda volteara a verla de manera imprevista causándole asombro. Parecía extrañado y asombrado como triste, su mirada celestial se cristalizaba por las lágrimas que retiene en sus ojos de felicidad y tristeza, ansiaba verla nuevamente pero no de este modo. No viendo a su única heredera a su lado en el descanso eterno.
—Pulchra filia mea ...—alcanzo a decir en forma de un suspiro que salio de sus labios al momento de abrazarla.
Como había crecido y se había perdido aquel proceso, de ser una tierna e inocente como vulnerable niña a una hermosa y valerosa mujer. Con la inocencia intacta en su ser vestía de un largo vestido blanco con una simple corona de flores sobre su cabeza. Las mariposas vuelan con alegría a su alrededor mientras cierra un instante sus ojos dejando caer sus lágrimas con solemnidad.
Él latín era un idioma que su prole no conocía y por ende se sintió asustada ante su repentino actuar. La calidez de su abrazo mezclados con la dulzura de su voz impresas en sus palabras fueron pautas para darle el beneficio de la duda antes de entrar en pánico.
—Son eternos los ocasos que he esperado para volverte a ver pero no de este modo, no de esta manera...—acaricio su rostro con vehemencia y ternura, deleitándose con tan solo ver en lo hermosa que era su única hija.—Las praderas florecen constantemente pero ante ti van perdiendo la alegría de existir, los que vivimos en la eternidad del pausado tiempo amamos presenciar el ocaso en todo su esplendor...
Quedo muda ante sus palabras, era un mundo surrealista, diferente en el que alguna vez vivió. Mirándolo fijamente y con atención dedujo lo evidente, los rasgos y colores que adornan aquel varonil y jovial rostro masculino se asemejan a los de su padre, el celeste de sus orbes con una mirada tímida y profunda fueron además del dorado de su melena cosas que la hicieron sentirse emocionada. Un frenesí de emociones la acompañan al instante que abraza efusivamente a su padre, al padre que le arrebataron conocer y crecer con él.
—Padre...!.—sentia como su progenitor acariciaba su espalda, intentando con ello calmar sus miedos y aminorar su culpa.
—He deseado por mucho verte una vez más, pero el costo de mi deseo fue demasiado...no lo valía...no lo merecías...—sintio como los brazos de su padre se aferraban a su cuerpo, lamentándose de algo que no entiende...que no comprende.
Se alejo del abrazo y levanto su mirada conectando con la de él, quería respuestas pero no estaba preparada para oírlas, tal vez siquiera de antemano sabia lo que significaba su encuentro después de tan largos años separados.
—¿Por que lo dices?.
—Porque esto ya no es un sueño común y corriente, es una distante realidad, debes ser valiente mi niña...
Lo miro confundida a la vez aterrada, temía que lo que sucede ahora fuera lo que realmente es pero en ese mismo instante el miedo se disipa presentándose la asimilación de algo que no es capaz de cambiar.
—Estoy...estoy muerta...?.
—Asi es mi pequeña; mi deseo fue hórrido para ti, quería que vivieras tu vida como tal, que fueras capaz de elegir quien ser realmente, que escogieras ser feliz a lado de quien fuese capaz de merecerte...que hicieras de tu vida tuya y de nadie más...
—Padre...
—Hija mía, lamento haberte traído hasta aquí con mi deseo egoísta, lamento haberte privado de que forjaras una vida a lado de quien escogiste como tu pareja...lamento mucho que estés aquí cuando lo que más deseas estar allá.
Ambos en silencio tenían las miradas cristalizadas, empañadas por sus lágrimas que más que ser por culpa e impotencia era por tristeza y nostalgia, mezclados con un poco de una felicidad que aminora sus penas. Tan solo un abrazo mientras la brisa sopla con solemnidad, moviendo el rizo de sus cabelleras, envolviéndolos con el perfume del recuerdo, el recuerdo de quien aun los inmortaliza en su mente. Tan solo un deseo que se cumple con una amarga felicidad.
Es simple sonreírse en la eternidad del tiempo mismo, abrazarse y al mismo tiempo querer fundirse para poder al menos pensar en aquellos escenarios que ambos desearon estar en compañía del otro, de algún modo ninguno es capaz de guardar rencor a quienes fueron capaces de romper sus promesas y de lastimarlos aun cuando existían, la vida era tan corta para odiar y ahora les sobra tanto tiempo que pensar en ello llega a ser innecesario puesto que ahora el tiempo perdido puede intentar ser repuesto.
—Israel?
Un llamado de una voz tan familiar, una que jamás olvido y ni siquiera en el día más importante de su vida lo dejo de lado.
—Egipto...
Un reencuentro que a pesar de todo seguía siendo mágico, a pesar de haber hecho parte de su vida con América. Un cruce de miradas que extrañaron con ansias volver a verse con total cercanía y en circunstancias menos complejas a las que alguna vez se vieron sometidos. Siendo ellos mismos, siendo más de lo que les designaron. Viviendo sus vidas como suyas y no como las de alguien más, por fin cumpliendo aquel anhelo que por mucho creyeron imposible de alcanzar, no importa...ahora son libres.❞
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Jerusalén - Israel, 14 de Mayo del 2020, 21:56 pm.:
Tan solo meses han pasado de lo acontecido, meses en los cuales ha pensado más en sus acciones. Motivado por cambiar decidió tomar un rumbo distinto, quien ahora yace sobre su regazo es una nueva oportunidad de redimirse de su más grande error. El haberse convertido en un ser lleno de rencor que fue capaz de negarse a ser participe en el día más importante de su hermana.
Lamentándose el hecho de no haber compartido buenos momentos con quien yace ausente, de no tener alegres recuerdos de quien ahora sólo yace en su mente siendo parte del recuerdo y del pasado que aun hiere esta dispuesto a cambiar las cosas.
—Es hora de dormir...—murmuro divertido a la pequeña bicolor que bosteza con una leve sonrisa pegada en sus labios.
La pequeña asiente pero antes de que pudiese llevarla a su habitación el timbre exige su presencia. Repetidos toques que lo alteran y desesperan exigen ser atendidos antes de que lleguen a ser irritantes.
La sorpresa y la molestia se hacen presentes en su rostro al ver a quien desesperadamente llamaba a su puerta.
—Que demonios haces aquí!?.—cuestionó con clara molestia a su extraña visita.
América, el de franjas y estrellas estaba frente suyo, distinto en demasía a como con anterioridad se mostraba ante él. Más deteriorado y claramente sumido en la tristeza más profunda, deprimido.
—Quiero hablar contigo, no te tomara más de dos o tres minutos...—respondió con neutralidad, su rostro carecía de emoción alguna pero yacía marcado por las ojeras y la tristeza.
Tan solo había venido a charlar con él, quería despejarse de dudas que lo dejaron con insomnio varias noches, quería despejarse de la duda de que él posiblemente fuese quien mando o incluso asesino cobardemente y a sangre fría a su esposa.
—No tengo tiempo, vete.—intento cerrar la puerta pero el pie izquierdo del americano se lo impidió, obligándolo a recibirlo en su hogar.
Entro con rapidez, ni siquiera contempló los detalles de aquella humilde morada, en especial a aquella pequeña niña que dormitaba en el sillón de la gran sala.
—Necesito que seas honesto conmigo, no por mí sino por ella...—hizo una breve pausa poniendo sus manos sobre los hombro ajenos.—Tú fuiste quien la mato o siquiera mandaste a alguien a hacerlo?.
—Pero que injurias estas diciendo!?.—se sintió ofendido y con clara razón alejo con enfado aquellas manos pecadoras, se había atrevido ir hasta su hogar en horas imprudentes a tan solo acusarlo de la muerte de su hermana(?).—Te atreves a culparme de su muerte? Te atreves siquiera venir hasta mi hogar, irrumpir al mismo en horas imprudentes a echarme la culpa!?.
Tal vez fue el tono elevado que uso para recriminar al americano, o posiblemente un mal sueño que despertó a aquella pequeña, entre lágrimas y sollozos se acerco al palestino, abrazando su pierna y ocultando su rostro con timidez sorprendió al de las cincuenta estrellas.
—Papi, tengo miedo...—esas palabras calmaron la ira que poseía con anterioridad pero en si también capturó la extrañada mirada de su extraño visitante.
Con una leve sonrisa en el rostro tomo a la pequeña entre sus brazos, limpiando con delicadeza las lágrimas que se deslizaban por sus suaves mejillas y sintiendo como ella se refugiaba en su pecho, aferrando sus manos sobre su cuello y manteniendo fija su mirada en aquellos orbes azules que parecen incrédulos ante algo o alguien.
—Is...Israel...¡Israel!.—exclamo alegre, queriendo tomar en sus brazos a aquella pequeña que se parecía a su difunta esposa.
Se acerco e intento arrebatarsela, las ansias que su ser guarda por reencontrarse con el recuerdo de quien llego a amar mucho le hacen actuar de manera desesperada sin pensar siquiera en que su actuar podría asustar a la presencia infantil.
—Alejate, la asustas.—se alejo del americano, la pequeña se aferraba más a su cuello e incluso sollozo un poco cuando lo vio acercarse.—Ella no es Israel, solo existió una y ya no esta por tu culpa.
—Si, es mi culpa. Es mía porque debí velar por su seguridad y no confiarme en que nadie podría arruinar nuestro día especial, es mi culpa por no haber podido protegerla, de no haberme interpuesto en la bala que cegó su vida. Es una culpa que me mata por dentro cada día, lamentandome el simple hecho de no haber cumplido mi palabra ni de decirle lo que sentía por ella aquel día...
Palestina lo miro fijo, parecía decir la verdad. América también lo vio fijo, divisando que en aquellos orbes verde opaco además del profundo rencor existía el tormento de un alma, lamentándose varias cosas, sufriendo en silencio por la perdida, tal vez eso es lo que su corazón le decía y confió en aquellas palabras.
—A veces pienso que ella sigue conmigo, en cada sueño la veo...—en sus manos sostenía una fotografía, una especial que saco del bolsillo de su chaqueta.—extraño su sonrisa, la forma en que solía mirarme. El como sus cabellos se movían al compás de sus caderas, como de bella lucia cuando nos dimos el sí en el altar. Vestía radiante de blanco que incluso parecía un ángel, debiste verla entrar triunfal al son de la marcha nupcial.
América le entrego aquella fotografía con una quebrada sonrisa mientras su mirada amenazaba con dejar caer un rocío amargo, el palestino la tomo con su mano libre, viendo la felicidad en el rostro de su hermana sonrió de manera nostálgica, viendo lo hermosa que lucia con aquel vestido blanco y con el cual jamas pensó verla en su vida de esa manera, al menos no pensó verla así para estar con el americano después de su tan extraña historia de "amor".
—Aquel día bailamos el típico vals, nuestras almas se conectaron e incluso bailaron un ritmo celestial al momento en que tome su cintura y ella tan solo se dedico a sonreirme como siempre lo hacia.—Se sentó en aquel sillón, con la cabeza baja siguió relatando lo que es ahora parte del recuerdo.—Bailar su tradicional baile al compás de su música fue divertido, ella estaba más alegre de lo habitual.—emitió una vaga risa divertida.—se subió la falda de aquel vestido dejando ver sus zapatillas blancas de tacón alto moviéndose al compás de la música, movió su cuerpo con total naturalidad. Parecía no ser impedimento alguno aquel pomposo vestido. Su velo ondeaba con sus enérgicas vueltas, su sonrisa era contagiosa al igual que su risa...su mirada era de aquellas que deseas ver cada día al despertar.
Palestina derramo algunas lágrimas sobre aquella fotografía y sobre la manera en que se desahogaba y expresaba su "cuñado". Paso un instante recordando en como paso su vida criándola y cuidándola hasta un punto en que ambos se alejaron por los prejuicios de ideales que ambos dejaron de compartir, siendo la chispa que los separo una vaga promesa.
—Se en parte lo que sientes, yo pase mi vida entera cuidándola, la crié, vi como crecía al pasar los años. Se hacia más grande y más bella, dejaba de ser una niña y se convertía en mujer...—formo una sonrisa quebrada en su rostro, su voz sonaba aun más quebrada conforme dejaba de ocultar aquello que jamas pudo mostrarle a ella.—vi como daba sus primeros pasos, oi sus primeras palabras, vi como con cada día dejaba de ser aquella pequeña y frágil criatura que mi padre me encomendó cuidar y proteger...le falle a ella y le falle a mi padre...
América levanto su mirada, aun con los trazos que aquellas gruesas y escasas lágrimas formaron en sus mejillas tuvo el valor de dejarse ver "débil" frente a uno de sus tantos enemigos.
—Ella es mi oportunidad para redimirme de aquel error...—abrazo a la pequeña que se había dormido sobre sus pecho.—Ella es un regalo que el cielo me dio, empecé cuidando de ella cuando llego a mi vida hace cinco años, apenas una nena, casi idéntica a Israel...pero siendo diferente.
—El mundo debe saber que esta con vida.
—No comprendes, ella no es Israel, no es ella, es distinta...es otra Israel no la misma.
—Le privas del lugar que debe ocupar en sus tierras, dejando a Tel Aviv en el puesto.
—Israel, mi pequeña niña...—suspiro profundamente antes de proseguir.—No quiero cometer el mismo error, no quiero tratarla mal, siquiera discutir con ella en un futuro no muy lejano. No soportaría tratarla cortante, si quiera soportaría iniciar otra guerra en contra suya o ver que uno de los vecinos lo hiciera y que le hiciesen daño.
—Pero yo la protegería!.
—Tal como lo hiciste con Eretz Israel?.—cuestionó viendo que el contrario bajaba la cabeza con culpa.—Eso creí. Prefiero mil veces a mi sobrino al mando que a mi pequeña, prefiero discutir con él, pelear con él, tratarlo cortante e incluso difamarlo a sus espaldas o de frente en vez que hacer aquello con ella... No soportaría nuevamente tratar a quien más quiero de ese modo tan ruin al que me obligan tratarla.
América quedo en silencio, aceptando aquella alegación, palabras tan verdaderas nunca antes las había oído, venían de quien al igual que él sufría por la perdida de Israel.
—Dejala crecer y hacer su vida, dejala ser ella misma y no ser lo que ambos somos...dejala libre de las cadenas de un gobierno que puede como no ser corrupto...dejala ser ella.—suplico, acercándose por primera vez al americano con amabilidad, ofreciéndole sostener a la pequeña para así darle un presente.—Dejala ser aquello que Eretz no pudo ser por más que siempre quiso creerlo...—le ofreció un pequeño retrato, el retrato de su padre y hermana.—ser libre en todo el sentido de la palabra...algo que solo nos queda soñar sin la posibilidad de concretar.
Ahí, en las manos del americano yacía el ultimo recuerdo de su vida a lado de quien admiro en demasía y respeto hasta el día de su muerte, el ultimo de aquellos que se salvaron de las hambrientas fauces del fuego de su intento fallido de deshacerse de algo que no puede, su pasado...su responsabilidad.
Con resignación lo vio y asintió ante su petición, callaría por el bien de la pequeña que duerme entre sus brazos, para que ella sea libre...para que no sufra el destino que él, el palestino y como los demás. Sumisos ante las peticiones de gente que parece y son de vez en cuando incompetentes y ambiciosos, utilizándolos como marionetas para conseguir sus fines.
—Esta bien...no diré nada, tan solo para que ella no sufra el destino que ambos tenemos.
Él le devolvió a la pequeña y con un fuerte apretón de manos que nunca se darían en público pero que si en privado se despidieron. Tan solo uno y el único que se darían, estaría presente durante el proceso de crecimiento de aquella pequeña dama. Tal vez en un futuro podría hacer su vida con ella tal cual lo hizo con Israel, solo viviendo del recuerdo de quien yace ausente.
Tal vez podría ver a aquella niña como una futura esposa cuando se haga una mujer. Todo era posible.
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—Te vez hermosa, idéntica a tu madre...mirate, eres su vivo retrato.
—Padre, gracias por estar presente en este día tan especial.
—solo hubiese deseado que no estuvieses con este hombre, si te hace feliz no tengo por que oponerme...se feliz mi niña, tal cual tu madre alguna vez lo fue.
—gracias padre.
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El comienzo de una nueva vida pone fin a un capítulo de la misma. Es hora de comenzar de nuevo, dejando que el pasado pase a ser un recuerdo lleno de momentos felices. Viviendo el presente como si fuese el último y ansiando que el futuro sea mucho mejor que el ahora y el ayer.
Una nueva vida, una nueva historia, un diferente final, distinto al vivido y recordado.
The End.
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