🌄ⅩⅩⅡ🌄
Incidente
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[ⅠⅠ]
Continuación.:
Todos se miran con terror y miedo, el dolor se siente a medida que el aliento empieza a escasear y se va en un simple suspiro de media noche. Dos vidas estaban entrelazadas con el destino de la otra, una con otra tenian una historia. El pasado las atrapa y con ello la premonición de lo que les espera yace frente a sus ojos. Pavor y horror, miedo y coraje, orgullo y rabia; pueden ser además del amor, la amabilidad, la gentileza y la culpa lo que más se destaca de todos ellos. La oscuridad del miedo es un abismo, aquel que atrapo y cegó el juicio de algunos. Surgido de las entrañas del odio nació el miedo, en medio de una guerra se propagó como plaga sobre ellos cambiandolos por completo. Dejaban de ser lo que alguna vez fueron con la aparición de alguien diferente y única como lo era Israel.
Era su miedo a lo diferente lo que los movía, el miedo.
Israel que había cerrado los ojos cuando había escuchado el retumbante sonido de dos disparos alternados se percató de algo que la dejo helada. Frente a sus ojos, Egipto apuntaba a Siria quien caía al suelo con las manos sosteniendo su abdomen, mientras el acelerado pulso de su corazón se va dilatando y calmando siente un profundo dolor cuando decide moverse. En aquel choque de miradas desafiantes de Egipto y Siria, había recibido un impacto de bala sobre una de sus piernas, en si la bala solo rozo parte de sus piernas mientras que Egipto había recibido por ella el segundo impacto en su pierna derecha.
Egipto volteo su mirada y con ella su atención a la judía quien temblaba de miedo al no reconocerlo en su totalidad, los traumas habían tomado otro rumbo confundiéndose con la realidad, tergiversándola de una manera espeluznante.
—Israel...—suspiro mientras se acercaba con cautela, empuñando aun el arma homicida.
—Alejate...¡Vete!.—retrocedio, el temor era evidente en su mirada de pupilas dilatadas como su estuviera viendo a un fantasma.
Todo empezaba a salirse de control, el encuentro en general se había salido de las manos con dos víctimas en el lugar.
—¿¡Pero que has hecho!?.—recriminaba preocupado el emir quien intentaba mantener consciente a la siria.
La fémina tricolor que se aferraba a la vida y luchaba para no dejarse llevar por las oscuras garras de la muerte al abismo de la perdición, con las escasas fuerzas que le quedaban tomo prestada la pistola que traía el emir y en un efímero instante otro sonido de disparo resonó en el lugar, la gente que caminaba por los alrededores del lugar huían aterrorizados por los constantes disparos en un lugar sagrado, varios habían llamado a la policía y muchos se mantenían estáticos frente a la gran mezquita.
—¡No!.—intento intervenir el emir siendo ya demasiado tarde.
Siria se había desmayado por la pérdida de sangre que estaba sufriendo por culpa del Egipcio mientras que, por otra parte se sentía relajada debido a que había acabado con su cometido. Una misma herida que la lleva a la muerte seria la misma que se llevaría consigo Israel, esperaba que muriera...vaya que lo deseaba.
—Israel!!.—vocifera preocupado mientras la sostiene entre sus brazos.—quedate tranquila, no cierres tus ojos...¡no lo hagas!.
Todo había sido repentino, dos personas heridas de gravedad se hallaban sostenidas de un delgado hilo sobre el abismo del olvido y la oscuridad, un largo peregrinaje en el sendero de la naturaleza celestial iluminado por la penumbra de un eterno ocaso las esperaba con ansias. Ninguna quería irse, ninguna estaba preparada a la resignación de que su tiempo se había agotado.
Una historia trágica que se repetía nuevamente pero siendo esta pintada de distinta manera, no habría muerte aun cuando esta estuviera presente. El destino maniobra para que el desenlace se prologue más allá de lo establecido con anterioridad.
El sonido de las sirenas lo ponen nervioso y lo dejan anonadado, abordado por el miedo deja a Israel tendida en el suelo mientras que escapa por la puerta trasera del lugar. Transjordania lo sigue teniendo entre sus brazos a la desmayada fémina que delira antes de sucumbir a la tentación de quedarse dormida para siempre.
Israel por su parte, tendida en el álgido suelo se arrastra dos pasos hacia la puerta, un intento vago de buscar ayuda cuando la misma había venido por el alboroto que con anterioridad se había dado. Su cuerpo se congelaba, sus manos tenían sobre sus superficie la cálida presencia de la sangre de su ser que escapaba de su cuerpo, sus labios al igual que todo su cuerpo temblaban de miedo al solo tener en cuenta la presencia de la muerte rondandola para llevársela. Eleva su mirada hacia la puerta que se abre dejando ver al personal de la policía intentando socorrerla, después de algunos segundos sucumbe a la oscuridad.
Observando desde una esquina del lugar ve con preocupación como el amor de su vida era llevada en una camilla al hospital, dormida y más pálida de lo habitual es privada de su vista cuando la ambulancia parte con ella para intentarle salvarle la vida. La culpa lo consume en su totalidad, sosteniendo su cabeza con sus manos en un intento de arrancarse los cabellos da una ligera vuelta mientras eleva su mirada al cielo nocturno, rezando en silencio y suplicando por la vida de Israel.
—Perdoname...—murmura. Lágrimas salen de sus ojos y se deslizan por sus mejillas dejándole un sabor salado en los labios.
Consternado por lo sucedido huye del lugar intentando aparentar estar calmado y no nervioso, ocultándose en la ribera nocturna camina con rapidez para alejarse del lugar de los hechos. Haría como si su encuentro nunca hubiese sucedido, haría como si nunca hubiese disparado a Siria, viviría con la culpa de algo que no sucedió.
La muerte no pretendía llevarse la vida de aquellas féminas, no por el momento. La historia de una apenas se tejía en las lides del tiempo, mientras que de la otra todavía faltaba resaltar algunos aspectos para que nunca sea olvidada. Una traería vida a cambio de la suya misma, mientras que la otra desfallecería en el momento más importante de su vida.
El miedo, otro tipo de oscuridad.
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