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Escritos del Pasado.
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[ⅡⅠ]
Señorío de Sidón, Tiro[25 de noviembre de 1177].
❝Me he sentido debilitado estos días, durante y antes de la guerra he sentido un fuerte dolor en el pecho que me agobia. Durante mi tan escasa existencia he tenido el privilegio de tener un hijo varón aun no siendo de mi sangre.
Es un joven muchacho, con una mirada misteriosa en donde el caos prolifera en una constante lucha con la paz, el perfume de la juventud lo impregna de inocencia al igual que su mirada. Siento que puedo darle algo mejor de lo que esta acostumbrado; pero hoy, a diferencia de los demás días sentí mucho más miedo de lo habitual, he estado en constante alerta los últimos días hasta hoy en donde la gloria de la victoria nos sonrió favorablemente. Dios, Gran señor de los cielos y la tierra he venido a relatar nuestra victoria lograda bajo vuestro nombre.
Se llevo a cabo en Montgisard, en Tel Guézer, cerca del Kibutz Gezer. Los ayubies amenazaban en tomar los estados vasallos de vuestra palabra situados en proximidades a Damasco. El joven rey que vive bajo una hórrida enfermedad que lastima su piel desagarrandola a medida que consume su vida, llenó de valor a nuestros soldados y a mi persona. Usando vendas en el cuerpo que cubren sus llagas abiertas, aun cuando las mismas son dolorosas tuvo la valentía de guiar a vuestro ejercito a la victoria. Un hombre sabio y sereno, dedicando mayor parte de su tiempo a leer los pasajes de tus sagradas escrituras me ha llenado de esperanza y valentía, valor que antes escaseaba en mi. Un joven rey atormentado por una enfermedad hasta el momento incurable. Señor, he visto en sus ojos esperanza y he visto más allá de la misma lo subyugado que se haya a su palabra.
Vasallos vuestros siendo la Orden del Temple llevaba entre sus lides como juramento llevar vuestro nombre para brindarse fuerzas, luchar por usted, establecer el cristianismo en tierras herejes. En aquella batalla el joven rey Balduino Ⅳ se arrodilló ante la Vera Cruz que traía uno te tus tantos vasallos simbolizando con la misma nuestra victoria.
Aprovechamos la oportunidad que nos brindaste, atacamos por la retaguardia de su ejercito y vi a aquel que cautivo a Damasco, jamás olvidaría su mirada ni el color de sus orbes. Lo vi de cerca y el corazón se me lleno de coraje puro, quise acabar con su vida por motivos personales. Quise clavarle mi espada en el pecho y con su muerte reclamar la libertad de Damasco pero, él me lo impidió. Con su mano vendada tomo la mía con solemnidad y con su mirada cuyos orbes celestes idénticos al cielo en verano compadecintes me decía que desistiera de mi ira. Mi espada toco aquel suelo mientras lo veía huir con los pocos hombres que le quedaban. Su compasión lleno mi alma de generosidad y piedad.
Mis manos temblaban al momento en que las de él tomaban las mías con sutileza. Me sentí indigno de su piedad, me sentí indigno de servirle a su ejercito como lo sirvo a usted gran señor que todo lo ve y todo lo oye, escucha mis suplicas que piden con fervor curar de su mal al joven rey. Aquel mismo día de nuestra victoria me arrodille frente a la Vera Cruz donde fue sacrificado vuestro hijo para perdonar nuestros pecados. Señor, imploró misericordia para tu joven vasallo que lidia con la enfermedad que le cedió el demonio como castigo por serle fiel a vuestra palabra. Imploro que escuches sus plegarias. Suplico que lo ayudes a lidiar con su dolor...que lo llenes de esperanza y fe para fortalecerme. Lo necesitó, es como un padre para mí, todo ahora empieza a cobrar sentido en mi mundana existencia.
Aquí, en Tiro en una Catedral tuya he venido de rodillas a suplicar que lo ayudes, a suplicar que lo liberes de aquel mal que lo atormenta. Que me ayudes a lidiar con la ira y el coraje que llevo dentro de mi corazón y que cada día va envenenando mi alma. Empiezo a pecar, empiezo a desviarme del camino de la luz que muestra su mano que guía mis pasos.
Sucumbo a la tentación y eso me aterra, los he visto y he tenido sueños proféticos demasiado apocalípticos, temo morir. Temo dejar de existir, he visto como mi cuerpo empieza a fragmentarse a medida que la vida de mi señor se va apagando para avivar la llama de mi vida. No quiero eso, no quiero que el muera para darme unos años más de vida, no preciso de la muerte de mis vasallos y de vuestros vasallos para sobrevivir. Mis hermanos y hermanas de la cristiandad luchan contra los herejes y paganos que quieren obligarnos a rendirnos y hacernos olvidar de vuestras sagradas palabras. No dejéis que ellos ganen, no dejéis que osen ponernos una mano encima sin pelear por nuestros ideales, aun cuando nos veamos acorralados y sin salida llenanos de fuerza para sobre salir del problema y lidiar con el mismo.
En vuestras manos dejo mi vida, mi servicio y mi lealtad a sus sagradas palabras. Mi corona es una ofensa a la corona que llevo vuestro hijo en la Vera Cruz, me inclino y suspendo mis pensamientos mientras le dedico una oración que la repito mientras sostengo un rosario, un regalo de Bizancio.
"Señor, imploro misericordia, suplico que perdone a este humilde servidor y a su señor, perdone nuestros pecados y absuelvanos de los mismos; con una mano en el pecho y la otra sobre el suelo, arrodillado frente a la santa cruz elevo mi oración hasta vuestro reino, anhelo con todo mi ser que mis suplicas sean escuchadas, que logre perdonar mis errores y me ayude a ser mejor persona, mejor soldado... Un mejor servidor de su palabra y que lucha en honor a su nombre.
Daría mi vida si con ella evito que su nombre sea emancillado por la boca del pagano, mi espada sera guiada por vuestra mano, mi diestra dará movimientos certeros siempre y cuando este a mi lado, aun en la oscuridad usted sera mi guía evitando que caiga en los vacíos de lo abstracto.
Señor, en este día glorioso en donde su nombre se alzo entre alabanzas al cielo y vitoreos de sus vasallos en la gran Jerusalén alzo mi espada sobre mi cabeza para que la santifique, sera un arma con la que luchare para prevalecer sus designios. Ansió que días como estos, días de jubiló y alegría reinen cada día en el reino, llenando de esperanza a sus habitantes que viven humildemente bajo sus designios. Señor, esta victoria se la dedico a usted. Con la gracia que vuestro nombre me brinda me he de marchar.
Ansiando con vehemencia ver nuevamente a aquellos cautivos de tú palabra volviendo a tú servicio. Espero volver a ver a Damasco y que el mismo logre perdonar mi cobardía de aquel día.❞
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