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Inicio de la Guerra de la Independencia.(Nakba).
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[15 de mayo de 1948]
[Ⅰ]

El mandato de Inglaterra sobre Palestina acababa, todos en completa tensión a tan repentino y sorpresivo ataque a los alrededores de Jerusalén; estaba asustada, por demás decir consternada y aterrorizada. Ella apenas sabia lo que era un arma y mucho menos no sabia el como utilizarlas, sus manos temblaban al sostener el pesado fusil y sus dedos flaqueaban y temblaban al sentir el gatillo álgido dispuesto a proyectar una línea inviable con la pólvora emitida por la cola de la bala.

Era armamento escaso, casi nulo, aviones de combate y tanques que consiguió de parte del inglés, un hombre que parecía tener doble moral.

Ahí, en el pleno nacimiento del alba, a primeras horas de la salida del sol del horizonte; el estruendoso sonido de un cañón la pusieron en alerta, en un estado bastante indescriptible, nerviosa, asustada, aterrada. Hallá en Jericó había logrado establecerse la fuerza dominante de Arabia Saudita, aquel reino de piel verde opaca y brillante con un escrito en árabe de color blanco en medio de su rostro la esperaba con ansias, vestía de traje militar sin quitarse los lujos de la realeza, sin dejar de ser un rey. El de orbes violeta electrizantes miraba el horizonte con pena, meditando y sobre todo planeando, acaso no podía caer más bajo que atacar a una joven mujer indefensa entre varios contingentes.

Palestina se sumaba a la contienda, de forma discreta con un ejercito claramente escaso de armamento y de experiencia en combates bélicos muy deficiente. FDI hace poco había nacido, era una dama de un carácter dominante, facciones delicadas y un cuerpo trabajado por el fervor civil que impulsaba su lucha por la libertad, la libertad de Israel.

Jerusalén había sido tomada por Palestina y ella no podía hacer nada al respecto, su padre humano la resguardaba en Tel Aviv, su pequeño niño estaba sufriendo un cuadro de ansiedad y miedo, los cañonazos que tenían un gran alcance de sonido electrizaron sus cuerpos y los dejaron congelados del pavor, ella abrazaba a su niño con sus enclenques brazos de piel pálida y con cintos azules tatuados, marcas de quemaduras que permanecerían ocultos con el ropaje de vestido de mangas largas y naranja que usaba. Un hermoso listón rojo amarraba sus rizos salvajes bicolores, sus labios delgados y semicarnosos daban reiterados besos a la frente de su joven hijo quien se aferraba a su pecho con hondo temor.

FDI luchaba con fervor en el campo de batalla, comandando escuadrones escasamente armados y claramente inexpertos, los combates de los beligerantes eran tan desesperados como inútiles, ahí fue que vio a la brigada Harel, aquella débil brigada herida y maltrecha, aquella fuerza se desangraba con prepotencia en un combate al cual no se le había invitado e incluso solicitado su presencia; fue aquel por el que lucha con fervor que se desangraba en la tierra de la ciudad vieja, se desangraba por Jerusalén.

Aun los beligerantes esperaban el momento exacto para actuar y no desperdiciar fuerza bélica en una pelea "callejera", Emirato de Transjordania y Reino de Irak esperaban junto con República de Siria, República de Libano y con ellos Reino de Egipto. Este último suspiraba con pesadez, perdiéndose en la mirada fiera de la mujer siria, observando su cabellera verde jugar con el viento en la colina del Sinai, sus orbes color turquesa se cruzaron con los suyos en una conexión indefinida e indescriptible donde las sensaciones más extrañas recorrían su ser.

Aun cuando la dama estaba presente, estaba alejada en sus pensamientos, en su memoria, en la búsqueda de la victoria sobre quien rivalizaba con ella, la así llamada Israel.

Mientras el escenario bélico se prepara de trasfondo en el escenario bélico de dos potencias surgidas a finales de la Segunda Guerra Mundial, el americano ha tenido la mente en sus problemas, obviando la situación por la cual estaría atravesando la hebrea, aquella a la cual debía dar protección.

Pero quien estaba atento a aquel escenario de Medio Oriente era el soviético, teniendo en cuenta las facciones de la dama judía que aparentaba ser una novia, una hermosa dama ingenua e inocente, no podría llegar a ser una amante cuando daba por ser una esposa, no podría tomarla como una mujer esporádica porque ella era más que eso, era una mujer con la cual pasar la eternidad.

Ayudarla tal vez la acercarían más a él y la alejarían del americano, aquel en quien a notado cierto acercamiento más allá de lo que se consideraría amistoso a la hebrea, habría de estar ciego para no darse cuenta de todo lo que hacia por ella, aun en lo mínimo de los detalles había simpatía entre ambos.

Reino de Egipto pensaba y pensaba, sosteniendo un revolver que el Ingles le había otorgado, una bala, una sola bastaría para acabar con la hebrea a la cual tanto amaba, aquella mujer a quien había alejado de su compañía, una mujer excepcional. Aquella a quien tiene en sus sueños más mórbidos y sucios, aquella a quien recuerda como un ángel endemoniado que lo obliga a pecar de aquel modo.

Una bala, una oportunidad. Mancharse los dedos de pólvora y sangre al sostener el cuerpo agonizante de la mujer a quien amo con locura, besar sus inertes labios con ternura y de forma lasciva, acariciar su rostro de piel suave, jovial y tersa con cuidado, como si fuera la superficie de los  pétalos de una rosa, ver sus extraños ojos por última vez con vida antes de que estos se apaguen y se pierdan en la oscuridad. Amarla del mismo modo que lo haría un enfermo amante.

Amarla aun cuando ella no estuviera viva, aun cuando ello no lo haría.

—'iisrayiyl...—murmuró por lo bajo, con un suspiro que denota nostalgia.

Su mirada lo delataría, no estaba preparado para acabar con ella, no lo haría...y si lo hiciera, acabaría con la vida de dos enamorados, la suya y la de Israel.

—'ant jayidat 'aw 'ant tyb?.—preguntó la siria, su suave toque lo saco de sus pensamientos pesimistas y nefastos.

—'ah ... nem , kulu shay' ealaa ma yaram.—respondió aturdido, aun así sintió el suave toque de la mujer sobre su rostro, le sonreía con ternura y correspondió del mismo modo por obligación.

Tomo su mano y la entrelazo con la suya, aun cuando el escenario bélico no ha tornado el suelo de carmín y sus manos de gris como lo es la pólvora se torna romántico, uno que para la siria representaba amor puro y para el egipcio simple obligación para olvidar lo que tendría que hacer cuando encontrara a la hebrea. Siria lo amaba pero él no, su corazón ya tenia dueña.

Era a aquella a quien le había declarado la guerra, aquella que tenia por nombre Israel.



La hermosa, ingenua e indefensa Israel.









¿De dónde sacaría el valor necesario para matarla?.

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