Capitulo 8
Esta vez el beso fue suave y lento... pero me estaba poniendo caliente de todos modos. Demonios, me gustaba besarlo. Puse mis manos alrededor de su cuello y lo atraje más cerca de mí. Harry alejó la mano de mi casa y la movió hasta mi cintura. Sus manos apretaron mi cintura mientras su lengua entraba dentro de mi boca, era demasiado bueno como para detenerlo. Una de sus manos acariciaba mis pechos por encima de la camiseta. Todo mi cuerpo palpitaba. ¿Qué estaba haciendo? Mi subconsciente me devolvió a la realidad. Lo rechacé antes de que no pudiera contenerme más. Sonrió maliciosamente mostrando su dentadura perfecta y labios finos.
- Buenas noches, Harry. - dije mientras abría la puerta. Me agarró del brazo.
- Espera. - dijo, y me ofreció su teléfono. - Guarda tu número. - lo miré por un segundo. Ya le había besado, así que, ¿qué tenía que perder? ' Tu virginidad ' respondió mi mente.
Agarré el teléfono y me sorprendí al ver a una chica rubia en la pantalla. La ira corría por mis venas, pero me contuve, no más celos. Era un desconocido, así que no debía preocuparme. Guardé mi número y le devolví su teléfono. Me bajé del coche sin decir adiós. Estaba caminando hacia la puerta, cuando mi teléfono comenzó a sonar. Revisé la pantalla: Número desconocido.
- ¿En serio? - respondí, y me dí la vuelta para verle dentro de su coche con el teléfono en la oreja.
- Cliché. - dijo, y lo ví sonreír a través de la ventana del coche. - ¿Estás libre mañana al mediodía?
- Sí. - dije con nerviosismo.
- Iré a por ti y te llevaré a comer.
- Pero no estaré en casa. Estaré en la Universidad. Mis clases son hasta las 12:10.
- Entonces, te iré a recoger allí. ¿Dónde está? - no podía dejar de sonreír mientras hablábamos por teléfono. Era realmente estúpido, pero divertido.
- Universidad Thomson. Escuela de leyes. - contesté.
- Vale. Espérame allí. Buenas noches, __. - habló seductoramente.
Colgué y lo miré moviendo su mano hacia mí. Y entonces se marchó. Tomé una respiración profunda y cogí mis llaves, pero la puerta se abrió antes de que pudiera introducirlas dentro de la cerradura. Mi madre estaba de pie justo en frente mío. Estaba vestida con su pijama de arcoiris, y llevaba unas gafas. Eso no era bueno. Mi madre usaba las gafas cuando necesitaba verme en detalle. Necesitaba evaluarme.
- Hola, mamá. - le dije y me metí dentro de la casa dándole un beso en la mejilla. - Estoy cansada, vamos a dormir. - exclamé al pie de las escaleras.
- __. - el tono de su voz me detuvo. - Sé que eres mayor, pero sigues siendo mi hija, y creo que me debes una explicación, porque acabo de ver cómo te besabas con un chico delante de mi casa. - mi aliento quedó atrapado en los pulmones. Mi madre no debería haber visto eso. Me dí la vuelta y la miré. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho. Arqueó una ceja esperando una respuesta.
- Vale, sí. Te debo una explicación. - dije con sinceridad.
- Pensé que éramos amigas, aparte de madre e hija. ¿Desde cuándo empezaste a esconderme cosas? - preguntó, podía ver la tristeza en sus ojos.
- Mamá... - pero ella me interrumpió.
- ¿Es porque estoy enferma? ¿Crees que no puedo manejar el escuchar tus problemas? - su voz se quebró. - Sé que no he estado para tí este tiempo. Sino que has sido tú la que has estado para mí. Y sé que no es justo, porque soy tu madre. Mi trabajo es estar aquí para tí.
- No hagas esto, mamá. - dije caminando hacia ella.
- Lo siento mucho, __. Lo siento. No tienes ni idea de lo mal que me siento cada vez que te veo durmiendo en el sofá. Has hecho mucho por mí.
- Mamá... - ella me abrazó con fuerza y lloró en mi hombro. - No llores, mamá. - se me partió el corazón.
- Lo siento, cariño. - dijo entre sollozos. Lágrimas calientes siguieron rodando por sus mejillas. - Eres demasiado joven para llevar esta carga. - me separé de ella y cogí su cara entre mis manos.
- Mamá. Tú no elegiste esto, ¿vale? Nadie elige tener cáncer. Deja de culparte. Si trabajo duro, no es sólo para tí, también es para mí, porque te necesito, mamá. Eres mi madre, te necesito a mi lado. Te necesito para estar bien. Si tengo que romperme la espalda trabajando, lo haré. No lo dudes. - mi voz se quebró al final de la frase.
- Eres una buena chica. No te merezco. - dijo acariciando mi cabello.
- Te lo mereces. Te quiero. - le dije, limpiando sus lágrimas. Ella me sonrió.
- Ahora, háblame del chico guapo. - declaró.
- No creo que tenga nada que decirte. Lo has visto todo. ¿Me estabas espieando? - me burlé de ella.
- Tenía curiosidad. Oí un motor, y tenía miedo porque sabía que tú no habías cogido el coche. - me sonrojé. Estaba avergonzada. Mi madre lo había visto todo. - ¿Quién es=
- Es un cliente. - dije asustada. Mi madre no se sorprendió. - Lo conocí hace unos días.
- ¿Es un buen chico? - preguntó seria.
- Supongo. - mi madre levantó una ceja.
- Tienes que... - se aclaró la garganta. - Ya sabes... - y entonces me dí cuenta de lo que estaba pensando.
- ¡Mamá! Claro que no. - exclamé, sorprendida de que hubiera pensado que me había acostado con él.
- Era sólo una pregunta. - dijo. - Te vi muy... compenetrada con él en coche.
- Basta mamá.
- Vale, es suficiente. Vamos, te ves cansada. - dijo.
Subimos las escaleras y cada una nos fuimos a nuestras habitaciones. Cerré la puerta detrás de mí, y me lancé a la cama, contenta de estar entre las sábanas suaves. Me sentía como en el cielo, cerré los ojos y me dormí.
Harry había venido a recogerme putualmente, estaba vestido con un traje negro y con una camiseta oscura sin corbata. Hoy se veía extremadamente sexy. Su piel contrastaba con su traje, haciendo que sus ojos azules se volvieran cristalinos, y sus labios rosados se volvieran más irresistibles.
- ¿Por qué nunca te vi por el club? Es decir, sólo te vi la noche en la que nos conocimos. - pregunté, cuando el camarero se acercó para retirar los platos. Él pensó la respuesta.
- No me gusta ir a lugares en donde las putas y los traficantes están por todas partes. - muy buena respuesta. Estaba en lo cierto, la mayoría de los clubes de striptease eran así. - A pesar de que algunas de tus amigas actúan como putas. - no iba a hablar de aquel echo, ya que era verdad. Megan era una de esas. Lo había visto por sí mismo.
- Entonces, ¿por qué volviste al día siguiente? - pregunté curiosa.
- Por ti. - su respuesta me dejó sin aliento. Miré hacia abajo totalmente sonrojada. Per entonces, me acordé de Megan.
- ¿Por mí? - pregunté mirando hacia arriba. - ¿O por Megan? - sabía que no tenía que haber dicho eso. Pero las palabras habían salido de mi boca antes de poder detenerlas. Él sonrió con picardía.
- ¿De verdad crees que estaría interesado en alguien como Megan? - su pregunta me hizo dudar. - Apenas me conoce. Pero las pocas cosas que conoce, te puede llevar a la respuesta de esa pregunta. - suspiró. - Entonces, ¿realmente crees que yo estaría interesado en alguien como ella? - no me gustó el tono que estaba usando. Megan podía ser una puta y la odiaba. Pero ella era una stripper como yo.
- Ella es bailarina de striptease como yo, y tú has dicho que estabas interesado en mí. Así que no sé la respuesta a esa pregunta. Porque si la estás juzgando, me estás juzgando.
- Ella es una puta. - dijo seriamente.
- ¿Cómo sabes que no soy una, también? Apenas me conoces.
- No lo eres. - afirmó seguro.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro? - le pregunté desafiante. Se inclinó un poco hacia mí
- Porque tus ojos son los más legibles que he visto. Puedo ver a través de ellos sin esfuerzo. - su mirada intensa me puso los pelos de punta. - Cuando te toco, no veo las expresiones que una puta haría, veo los gestos de una niña descubriendo sensaciones nuevas. - mi corazón simplemente dejó de latir. Tragué saliva, y me levanté.
- Disculpa. Voy al vaño. - afirmé.
- Por supuesto. - respondió triunfal. Odiaba esa expresión.
Caminé a través del salón hasta que vi la puerta del baño. Entré y me miré en el espejo. Mis mejillas estaban completamente rojas. ¿Cómo podía Harry saber que todas las sensaciones que había experimentado con él eran nuevas? Él era más inteligente de lo que yo pensaba. ¿Sabría que era virgen? Odiaba su arrogancia, su inteligencia, su capacidad de ver a través de mis ojos... ¿a quién estaba engañando? Me gustaba. Me gustaban todas esas cosas sobre él. Era misterioso e interesante. Sabía muchas cosas sobre mía, mientras que yo apenas lograba saber algo de él.
Caminé de regreso a la mesa. Harry estaba hablando por teléfono con una sonrisa maliciosa en su rostro. Tan pronto como llegué, colgó. ¿Lo estaba haciendo a propósito? Me senté lentamente.
- ¿Quieres postre? - preguntó. Pero yo seguía preguntándome acerca de su misteriosa llamada y la forma en que colgó al llegar a la mesa.
- No. - respondí automáticamente. Harry frunció el ceño.
- ¿Por qué no?
- Tengo que irme. - le dije, tratando de forzar una sonrisa.
- ¿Está todo bien? - preguntó, mirándome directamente a los ojos. Miré hacia abajo, porque no quería que él viera nada.
- Sí. Estoy cansada. - sabía que él no me había creído, pero tendría que vivir con mi mentira. Harry pidió la cuenta y pagó.
Nos fuimos del restaurante en silencio. Un chico de uniforme trajo el coche de Harry y le dio las llaves cortésmente. Harry condujo en silencio, y Vivaldi comenzó a sonar. ¿Cómo sabía que las cuatro estaciones de Vivaldi era mi canción favorita? La suave melodía me ayudó a relajarme. Estaba mirando por la ventana cuando sentí la mano de Harry acariciar mi muslo.
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