18
Las pálidas manos de Akutagawa dieron dos palmadas, después de arrojar la moneda en el Honden.
— ¿No pedirás tu deseo? — Preguntó. Me quedé parada con una evidente timidez, aún no había entendido del todo como debía realizar aquel ritual.
— ¿Funcionará si no soy sintoista? — respondí con otra interrogante. Juraría que una de sus despigmentadas cejas se levantó con un gesto de incredulidad. Apreté la moneda en mi mano izquierda, sin al menos disimular mis nervios.
— Eso no lo sabrás hasta intentarlo —Explica Ryunosuke —. Adelante, sólo debes pedir un deseo, arrojar la moneda y dar dos palmadas.
— Si...
Aunque fuera algo tal vez simple, lo único que deseé fue el bienestar de las personas que amaba. Sobretodo el de mi familia, donde quiera que estaban en ese momento.
No emití una sola palabra después, solo tomé el hombro de Akutagawa, indicándole que ya quería retirarme.
En Japón era bastante común visitar los templos durante el año nuevo, y era mi primera vez pidiendo un deseo después de los más de dos años de estadía en el país. Debía admitir que era una tradición bastante interesante, sobretodo ver los adornos en el templo y a todas aquellas personas ataviadas de hermosos kimonos y prendas tradicionales.
— Hoy estas más callada de lo usual.
— Estuve pensando en lo guapo que te ves con esa Yukata — Pude ver el rostro sonrojado de Akutagawa y una expresion de enojo ante mi conentario. Me reí un poco —. No te enojes, solo es un comentario inocente.
— Eres demasiado desvergonzada, mujer — Él responde. Doy una pequeña risotada, ese apodo es poco usual.
— Ya, ya, que delicado — sonreí. — Aunque, es cierto que te ves bastante bien en esa ropa. Es muy bonita y, bueno, nunca vi a alguien vestido así en mi país natal. Sobretodo con esas sandalias de madera, ¿Sabes?
— Llevas casi tres años aquí. Es imposible que nunca hayas visto un traje ceremonial. Ni siquiera me explico como es que nunca te has probado un Kimono o una Yukata.
— ¿Kimono? Ni siquiera lo intente — respondí. En realidad, si tenía uno. Odasaku me lo habia comprado para que llevara a los niños a un festival de verano, por lo que solo lo había usado una vez y desde entonces yacía guardado en el fondo de mi armario, era obvio que Akutagawa nunca me hubiera visto con uno — Y bueno, no te halago por que sea la primera vez que veo una Yukata. Te halago porque es la primera vez que te veo usando una.
— Gracias, en ese caso — él habla, antes de guardar un breve silencio y nuevamente tomar la palabra — ¿Porque no te pusiste un Kimono hoy?
— No todo el mundo se pone Kimonos, además, dudo que me siente bien — una pequeña idea vino a mi mente — ¿Porque lo preguntas? ¿Querías verme con uno?
— Debo admitir que siento curiosidad por ver como un traje ceremonial le sentaría a tus facciones extranjeras — esta vez fui yo quien se puso nerviosa por su respuesta, mi cara ardía un poco.
— Bueno, si accedes a llevarme a un festival podría considerarlo — Hablé en un tono juguetón.
Yo no sabía durante que épocas se realizaban festivales, ni siquiera las ubicaciones donde se llevaban a cabo. Y, mi nata pereza de buscar e informarme de temas que no me afectaban, desencadenó un gran desinterés al respecto. Solo iría si alguien más me lo pedía.
— Puedo llevarte al festival de San Valentin, el próximo mes. — No pude evitar ponerme nerviosa. ¿Acaso Akutagawa hablaba en serio? ¿Como es que ni siquiera tenía un poco de reparo en decirme eso, siendo yo lo más cercano que tenía a una pareja potencial?
— Está bien, supongo. Trataré de conseguir un Kimono para entonces.
Ni siquiera tenía idea de porqué acepté sin poner trabas al menos. ¿Estaba siendo demasiado accesible con él? No... tal vez la reciente atracción que comencé a sentir por Akutagawa me hacía sobrepensar demasiado cada mínimo detalle.
Desde aquella noche en la que él significó mi mayor soporte, no pude evitar sentirme así. Para mi, el costo fue alto y la victoria terriblemente amarga. Y en esa habitación vacía, todo lo que me quedaba era la angustia fría como una tumba.
Eso fue lo que pensé hasta encontrarme con sus ojos grises. Nuestro tiempo juntos y el extraño consuelo que me dió, significaban más de lo que Akutagawa jamás podría imaginar.
La calidez en mi pecho y el leve nerviosismo cada vez que él decía mi nombre... ni siquiera podía entrenar con él sin sentir mi estomago resolverse cada vez que él se acercaba para golpearme. En parte, eso me decepcionó. Pensé que mi primer enamoramiento en este país sería al menos minimamente romántico.
Aunque de cualquier manera eramos amigos, nada más que eso.
... Eso, sin agregar la dificultad de Akutagawa para entender las pocas indirectas que traté de darle en un inicio. Ese chico era muy inocente, o directamente no tenía otra cosa en la cabeza que no sea Dazai Osamu.
— (T/n) — Akutagawa llamó mi atención con ese seco tono de voz suyo, antes de toser un par de veces — Ese tipo, Mishima...
— ¿Que te hizo ese imbecil ahora, Akutagawa? — Pregunté un poco aburrida, sabiendo que esto tarde o temprano se convertiría en rutina nuestra.
Desde que el impertinente de Mishima Yukio apareció, Ryunosuke fue el más perjudicado por sus comentarios punzantes y constantes berrinches.
El tipo me resultó simplemente insoportable desde el primer minuto, por lo que Akutagawa tomaba la mayoría de misiones en las que se nos solicitaba a uno de los dos como guardaespaldas de aquel insufrible rubio. Pero, cuando se nos requería a ambos, yo podía ser testigo de las constantes burlas hacia el físico y habilidades de Akutagawa.
Misjima fue una persona irrespetuosa y desdeñosa con todos aquellos que no suponíamos autoridad para él.
— Mató a uno de los hombres que capturamos por un supuesto error. Tuve que hacer dos días de investigación extra por culpa de su ineptitud, ya que ibamos a torturarlo para hacerlo hablar. — Habló con el ceño fruncido, no era la primera vez que algo como esto ocurría.
Irónico, pensar que fue Akutagawa quien alguna vez asesino a la persona que yo debía llevar para ser interrogada. Era interesante pensar en cómo todo en este mundo terminaba dando vueltas, incluso tratándose de algo que ya hacía mucho tiempo que no me importaba.
— ¿Al menos te agradeció por ayudarlo a enmendar su estupidez? — Él silencio de Akutagawa me respondió, dejándome muy en claro — La próxima vez que toque ir con él, iré yo...
Akutagawa también fue testigo de los comentarios de Mishima hacia a mi. No sólo era mi físico y mis habilidades, eran también mofas hacia mi género y nacionalidad. Tantas que incluso podían llegar a mermar mi desempeño por mi mal humor y la pequeña ansiedad que me producía estar en presencia de Mishima.
— Si yo no puedo manejar la situación, ¿Que te hace pensar que tu si podrías?
— No me des respuestas tan ofensivas, Akutagawa. Aunque parezco un ser emocional, también puedo actuar con la cabeza fría.
—... Ajá.
Ambos nos quedamos en un silencio prolongado. Claramente estábamos demasiado incómodos con la presencia de este nuevo agente de la mafia. Ninguno de los dos lo soportaba, pues parecía que su única intención era hacernos el trabajo lo más difícil e insoportable posible.
Pero él y su habilidad eran importantes para la mafia, además de todos los contactos y beneficios que su presencia le brindó a la organización.
Al fin y al cabo, era el heredero de todo un imperio millonario y nos convenía tenerlo entre nuestras filas.
— No tienes que lidiar con esto solo, Akutagawa. — lo mire a los ojos, tratando de inspirarle al menos un poco de confianza y hacerlo ceder. Podría soportar el yugo que se me imponía, si eso significaba impedir que Mishima continuara mermando su autoestima y confianza.
— ¿Que opción tengo? Prefiero soportar a ese incompetente durante algunas horas a tener que soportar como te pones después de trabajar con él. No deseo pelear al lado de una compañera que se muestre debil o patética. Van a devorarte con zapatos si permites que esto te afecte.
Tal vez su razón era válida. El efecto que Mishima me producía era demasiado fuerte en mi estado anímico, produciendome episodios de ansiedad que podia enfrentar al momento, pero despues podían durar dias.
Muchas noches duré horas sin lograr dormir solo de pensar en su acusadora mirada y comentarios repelentes.
Pero... no pensé que a Akutagawa realmente le importara mi estado.
— No te debes preocupar por mi, es mi trabajo de cualquier modo. — Respondí con un suspiro. Akutagawa tosió un poco.
— No me preocupo por ti. — Sonreí ante su afirmación. Él definitivamente era muy orgulloso para admitirlo. Se preocupaba, al igual que yo lo hacía por él. Por esa razón, no deseaba continuar viendolo en una posición tan incomoda.
— Está bien, perro rabioso — Akutagawa me miró con el ceño fruncido ante mi comentario. Volví a reír, un poco más tranquila.
Al menos, deseaba pasar una mañana tranquila en compañía de Akutagawa, sin preocuparnos por nada concerniente al trabajo o a la maldita subasta de hace semanas. Era la mañana de año nuevo, no quería empezar con el pie izquierdo.
— ¿Estuviste alimentandote bien? ...
— Algo. ¿Tu estuviste tomando tus vitaminas.
—... Algo.
Y nos quedamos en silencio. Su presencia se tornaba como un té dulce en el frío del invierno. Pero por muy bueno que fuera este consuelo surgido de las cenizas... jamas tendría derecho a reclamarlo. El corazón de Akutagawa jamás estaría en mis manos cubiertas de sangre.
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Taylor Swift - seven
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— ¿Donde esta el señor sin cejas?
— ¡Que no lo llames así! *mocoso grosero...
—... ¿Él señor cejotas?
— ¡Aki, no sigas el ejemplo de tu hermano!
— ¿A donde se fue? ¿Como se atreve a dejarte sola? Ese imbecil...
Suspiré un poco agotada por tener que responder todas aquellas preguntas. No tenia intención de hacerlo, y por mucho que amara a los niños, si continuaban solo iban a ganarse unos gritos malhumorados en español.
Después de la subasta y de que las niñas del barrio mortero fueran devueltas a sus "hogares", sorpresivamente muchas personas pusieron interés en ellas. Y para asegurar su bienestar, el gobierno creó algunos programas de ayuda para darles una mejor calidad de vida a los niños de la zona.
La mayoría de los niños fue puesta a resguardo de familiares lejanos y el gobierno propuso enviar dinero mensualmente para ellos. Pero los niños con casos más graves... serían rescatados por una ONG que les proporcionaría techo, comida y educación hasta la mayoría de edad.
Kazuo y Aki serían trasladados a una de esas instituciones. En parte me alegré por ellos, pero sabía que su nueva vida y adaptación seria difícil. Por suerte, existían voluntariados que me mantendrían cerca a ellos. Y aunque dolía, sabía que esto sería lo mejor.
— ¡Anee-san! ¡El paraguas! — Aki señaló dicho objeto. Mis manos se sintieron débiles al tomarlo, era lógico que ella quisiera llevárselo a pesar de ser un simple paraguas, al fin y al cabo los niños tenían tendencia a desarrollar apego emocional por ciertos objetos.
Y ese paraguas lo recuerdo bien. Era el mismo que les regalé en nuestro primer encuentro. No dudé dos veces en guardarlo en uno de los bolsillos de sus mochilas.
Estábamos en casa de los niños, empacando para que pasarán por ellos en un rato.
— Veamos... sus ahorros... — Ambos me extendieron las latas llenas de dinero: Muchas monedas y algunos billetes. No dudé en cambiar las monedas por billetes para que transportarlas fuera más sencillo. —Aki, el conejo.
Aki me extendió un pequeño y maltratado conejo de peluche. Una de mis sombras hizo una apertura delgada y envolví el dinero en una pequeña bolsa plástica antes de guardarlo adentro.
— Recuerden, esto es solo para que lo utilicen en casos de emergencia y tal vez para algunos materiales o cosas de la escuela. Quiero que se porten bien y no levanten sospechas de nadie, sobretodo en la escuela a la que vayan... — Me mordí un poco la lengua, pero sabía que debía ser honesta — Muchos niños de otras clases sociales serán crueles e imbéciles con ustedes. Recuerden... ustedes nunca van a ser menos que nadie, siempre recuerden que se tienen el uno al otro.
— Si...— ambos parecían un poco dudosos por su respuesta. Estaban asustados, y yo también, pero no dudé en acercarlos a mi en un abrazo. No pude evitar que algunas lagrimas de temor abandonaran mis ojos.
— Los amo... — Susurré.
— (T/n), no llores, me vas a ensuciar... — Murmuró Kazuo, pero en lugar de alejarse, sentí que su agarre se hacía un poco más fuerte.
— No entiendo porque lloras, Anee-san. Si nos vas a visitar... — Habló Aki con la voz temblorosa.
— Por supuesto que si mi niña. — Hablé. Mis manos acariciaron sus cortos cabellos rubios, suaves como los de un bebé. Esos cabellos ya no eran la maraña cubierta de polvo que toqué la primera vez que los ví.
Habían crecido mucho este último año, pero aún eran polluelos cuyas alas estaban aún fracturadas por el mundo cruel que les quería arrebatar la inocencia con tanto afán. Y me dolía pensar que ya no podría estar a su lado con tanta frecuencia como antes. Kazuo estaba a punto de cumplir los 13 años, y yo no estaría a su lado en esa fecha.
— Yo voy a cuidar a Aki, no te preocupes.
— Ya te comportas como todo un hombre, Kazuo... — Mis manos sostuvieron sus mejillas sonrojadas. Sabía que tal vez no era apropiado, pero besé su frente con la ternura con la que una madre contemplaría el partir de su hijo. — Pero prometeme que vas a ser feliz. Protege a Aki, pero también diviértete y actúa como un chico de tu edad.
Kazuo asintió timidamente. Sus ojos marrones me recordaron a los míos propios, asustada y siendo escondida por mi familia en mi país natal. Pero a diferencia mía, esperaba que estos niños no fueran devorados por la oscuridad como yo, esperaba que estuvieran seguros hasta los 21, que sufrieran las penas de los niños de su edad y que no volvieran a preocuparse por cual sería su comida al día siguiente.
Los tres continuamos empacando sus cosas durante tal vez treinta minutos más, jugando y haciendo bromas ocasionales mientras una a una, las pertenecias de los niños eran guardadas en sus mochilas. Guardadas como las risas que juntos estábamos compartiendo a lo largo de este año. Guardadas como pedazos de mi corazón, que inevitablemente se irían con ellos como guardianes.
Y los amaba. Como alguna vez ame a Kōsuke, Katsumi, Yū, Shinji y Sakura. Pero al menos ellos tendrían aún la esperanza de ver el camino que el futuro les depararía.
La despedida no fue tan amarga como lo creímos, ambos refugiándonos en la idea de que pronto nos volveríamos a ver.
Ví partir en silencio al autobús de color blanco con decoraciones de manos infantiles pintadas. Y en él, iban la mejor decisión que pude tomar en mi vida.
Y pensar que todo fue por un niño de cabello revoltoso tratando de asaltarme.
Suspiré con profundidad, en parte aliviada. Y lentamente, emprendí mi pequeño paseo en el barrio mortero para encontrar a Akutagawa. De alguna manera, sabía que él también podría estar pasando por un momento difícil.
— ¿Necesitas compañía o prefieres que te deje solo un rato más? — Pregunté mientras entraba en aquella vieja choza. Los agujeros en las paredes y marcas de sangre desaparecidas con los años fueron un recordatorio de las atrocidades que ocurrieron hace algún tiempo aquí.
— Este lugar aún trae recuerdos oscuros para mí. — Habló el con una expresión inexplicablemente vacía. Akutagawa sufría en silencio por los fantasmas del pasado, y aún así... se atrevía a torturarse a si mismo al venir aquí. — Aún recuerdo sus gritos. Recuerdo la mano de Gin tomándome para huir. Y recuerdo el sentimiento de rabia y odio, fue la primera vez que los conocí.
Este era el mismo lugar donde el creció junto a su hermana y algunos compañeros suyos del barrio mortero. Todo, antes de esa fatídica noche de las que estás paredes fueron testigos.
— Debí haberme quedado y luchar un poco más. Tal vez mi destino era perecer junto a ellos, y es por eso que Dazai-San me consideraba indigno.
— Ryuu... — Mis labios pronunciaron esas letras casi inconscientemente, pero él no dijo nada al respecto— Eras un niño en medio de una batalla cruel e injusta. No cargues sus muertes como culpas tuyas...
— ¡No sabes en absoluto lo que ocurrió esa noche!
— No lo sé. — Hablé, tratando de tranquilizarlo. Quería que el sintiera también al menos una décima del consuelo que él me brindó la noche de la subasta. — Pero se que no fue tu culpa el intentar asegurar que tu y Gin tuvieran un futuro. Y se que ella también lo sabe, porque te ama.
— He vivido todo este tiempo con este odio y vacío... — Habló él, y por un momento, pude ver los ojos grises de Akutagawa cristalizandose. No, él no lloraría, lo sabía. Pero su expresión era incluso más dolorosa de presenciar que cualquier lágrima. —. Ni siquiera la venganza los trajo de vuelta ni llenó el vacío. Todo lo que trajo es más muerte y dolor.
— Y la muerte y dolor es lo que es la Mafia — Hablé acercándome a él, pero sin tocarlo aún, sabiendo que se comportaría reacio a mi toque. —. Te ofrecería huir de aquí, darle la espalda a la oscuridad... pero esto es lo que somos, y ese vacío que sientes jamás lo llenaras huyendo. Tu eres digno de cargar con el recuerdo de tus viejos compañeros, y eso debe ser una de tus fortalezas.
— Soy Ryunosuke Akutagawa de la port Mafia. Esos recuerdos no significan nada para mí.
— ¿Eso no es acaso irónico decirlo a pesar de que regresaste aquí una vez más? — Hablé con firmeza, observando su expresión. Hablar con Akutagawa se sentía como caminar sobre hielo delgado, y temía que se rompiera. —.
En el fondo, una parte de ti anhela hablar, revelar el dolor y el arrepentimiento que cargas. Pero empujas esos sentimientos hacia abajo. Porque la debilidad no tiene cabida en Port Mafia. Pero... la fortaleza viene del dolor y la experiencia, Akutagawa.
— ¿Y según tu que debería hacer?
— No puedo mentirte y decirte que es lo que deberías hacer — Hablé, ciertamente, me sentía casi tan confundida como él—. Se que no somos iguales y nuestras perdidas son distintas... pero cuando Oda y mis hermanos murieron, quería irme con ellos. Quería huir de todo, pero me aferré a la supervivencia y la idea de que algún día regresaré a mi país natal. Mi punto es que tal vez debes aferrarte a lo que te queda, Ryuu, y lo que te queda es Gin. Además aun tienes objetivos que no has alcanzado.
Objetivos, como Dazai Osamu y su afán de recibir aprobación.
—... No te daré la razón, (T/n). — Me reí al escucharlo. Sabía que de alguna manera, pude aliviar su pena.
— No te pedí que me dieras la razón. Pero debes admitir, soy una Erudita.
— Eres una niñata inmadura.
Tomé suavemente una de sus manos pálidas, sorprendentemente él no la retiró. Me senti bastante satisfecha al darme cuenta de esto.
— De donde vengo... el contacto físico es mucho más común. Tomar la mano de alguien puede ser un gesto romántico, pero también uno de compañerismo... — Traté de hacer contacto visual con Akutagawa, sus ojos grises no se veían tan fríos como era usual— En este momento, significa comprensión y...consuelo.
Él no dijo nada. Sentí su cuerpo tensando mientras lentamente se acercaba a mi. Internamente grité al darme cuenta de la cercanía, no pude evitar temblar. Pero mi cuerpo se congeló cuando Akutagawa apoyó su cabeza en mi hombro, presionando mi mano con un sentimiento de impotencia.
— Esto significa... Gracias.
[ . . . ]
[ . . .]
"Y creo que deberías venir a vivir conmigo
Y podemos ser piratas
Así ya no tendrás que llorar..."
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Capítulo cortito xque si y se chingan♡
•Aku salió guapo en el nuevo trailer.
•También debo decir que quiero darle un rumbo más turbio a la historia, pero tengo miedo de traumatizarlos. Ustedes manden.
• Aún hay alguien que lea esta cosa? Jaja, salu2
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