El amor esta en el aire

Por aquellos años solo veiamos la television en blanco y negro.
Y el hombre mas atractivo de la pequeña pantalla, para las chicas de mi edad cantaba ...Hey!

Julio iglesias sonreia y yo me desmayaba.
Ademas, en modo mas primario e internacional, una especie de tarzan australiano, o eso intuia yo, Orzo wey, con su torso esculpido de abdominales y rizos rubios, alocaba a las masas adolescentes.
Un producto basico y muy comercial, copia del verdadero tarzan, que daba resultado.

Uno, con su sofisticacion de corbata y traje de cuello duro, cantando con su sonrisa helada y llena de carisma. Otro, con su lado salvaje y musculoso en su deshilachado taparrabos y a cuestas, el chimpance incluido.

Que gusto mas dispar el mio, serian mis hormonas, pero ambos perfiles me interesaban por igual.

Esa tarde de television, tambien contemple un rato el ventanal pero de pie.
Y alli estaba el.
Un nuevo mecanico entraba en el taller de coches, con su mono atado parcialmente a la cintura.
Dejaba al descubierto su torso musculado y adornado sobre los hombros por su melena de tirabuzones rubios.

Rapidamente me fui debajo de la mesa, yo ya cumplia dieciocho años, pero era muy delgada y flexible, aun podia sentarme alli olgadamente. Busque un personaje comodin adecuado y me dispuse a conocerle con mi block de notas.

Pronto, supongo,  su gracia y su belleza serian legendarias en mi pequeña barriada, pero nada mas.
Me atendio amablamente en su oficina mientras despachaba llaves de vehiculos, a mis preguntas apenas esbozaba palabras y una dicha constante que resultaba cansina. Sin argumento alguno.
Coqueteaba con soltura, eso si, a la vez que emanaba la felicidad del ignorante por cada poro de su piel.
Tan hermoso como simple, intentaba torpemente mantener mi interes, en la entrevista mas insulsa y corta de toda mi existencia.

Afortunadamente un coche de alta gama aparcaba en un espacio disponible del garaje y nos interrumpio.

Un joven trajeado escrupulosamente, se acercaba a dejar su llave.
Lo reconoci de inmediato, joven y con exito, tenia que entrevistarle tambien.
Era el mas precoz y afamado abogado de todo el pais. Ricardo Merlo.
Seguro que penso en ahorrar bastante reparando su vehiculo de lujo, en un esmerado pero humilde taller de barrio.

Entrego sus llaves, me saludo e inmediatamente me presente, con un nombre falso de uno de mis personajes comodin.

El no daba credito a mi descaro y curiosidad, pero pacientemente acepto a responder mis extrañas  preguntas.

Respondia pausadamente, breve y descarnadamente, con mas certezas y conocimiento de las que me habian proporcionado jamas.

El pulso de nuestro lenguaje fue afilado como combate de esgrima, tenso y severo, pero su toque era implacable. Todo sucedio muy deprisa.
Apenas intentaba no reirse con esa mezcla de ternura y verguenza, apurado en dejarse ganar, compasivo, enorme.

Mientras algo en su mirada, desde el alma mas vieja y opaca que habia intuido nunca, me pedia auxilio.Me desconcertaba.

Era el ser mas profundo, vasto y mate, que habia conocido.Tan oscuro como autentico.

Fascinante.

Alli estaba yo, entre dos mundos,
(El retal bonito y el hilo negro) despejando mis incognitas absolutamente.
Supongo yo era algo a medio camino de ambos, capaz de valorar que habia perdido sobradamente mi contienda con Ricardo, o eso creia yo.

Me sentia tres mundos en ese momento, algo si habia ganado.Al conocer a estas dos personas, obtuve una medida mas honesta de mi misma.

Ricardo muy gratamente se despidio de mi, con un hasta pronto bastante intrigante y prometedor.

Los tres, el bello retal, el hilo negro y yo, concretamos que habia sido interesante nuestro encuentro.
De momento, todo estaba en el aire, hasta posiblemente el amor.

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