IV. Arpías


Primer capítulo de este pequeño maratón, aquí tienes tu regalo yokotakemaru y perdona la tardanza, tantas ideas pero ninguna concordaba con la otra xD

En fin, aquí tienes el capítulo. . .


Capítulo #4.- "La Daga De Hielo"

Después con su conversación con Rigel, estaba un poco confuso. No por que dudará de su decisión, si no por que quizá el podría llegar a desarrollar los mismos poderes, o su pequeño hijo lo haría.

Sin más terminaron de guardar las cosas para con ayuda de la carreta y un poco de impulso mágico para que está avanzará al mismo paso que el grupo. Aunque por ciertos privilegios de tener un hijo y la sirena al estar embarazada, el grupo decidió que ellos irían en la carreta, así que el lobo no tuvo problemas con dejar a su bebé con la de cabellos alborotados mientras se encargaba de calentar la leche de cabra.

- Mmh, creo que ya está - susurró, aunque pronto alzó sus orbes rubí. - ¿Tú qué opinas Calvera?

Sin embargo, esta última no escucho al adolescente, Dégel la tenía como en un trance debido a que desde que subieron no habían echo más que jugar con un par de tarjetas con nombres y posiciones geográficas. Camus esbozo una pequeña sonrisa, al recordar como sus padres. . . O su tíos le enseñaban de la misma manera, sin duda su pequeño al crecer sería alguien muy inteligente, también esperaba estar ahí para ver a sus nietos.

- ¡Papi! ¡Papi! ¡Casha! - exclamó el lobezno para apuntar a una carta en particular

Una aldea protegida por frondosos árboles, y el blanco de la nieve cubriendo el paisaje.

- Si Dégel, ahí estaba nuestra casa - 'hasta que los aldeanos supieron lo que éramos' recordó. - Ven, debes tomar tu leche para crecer fuerte y sano

El menor solo contesto estirando sus pálidas manos hacia su padre, la sirena río un poco, a pesar intriga de la que fue presa por las palabras del adolescente; sin más le dió al cachorro para que esté pudiese alimentarse.

El pelirrojo colocó al bebé entre sus piernas, ofreciéndole el biberón de madera, uno que pronto fue arrebatado de las manos del mayor. El castaño tomaba a momentos, más concentrado en las cartas que la sirena le mostraba, pero poco a poco, el sueño fue venciendo a la cría que comenzó a cabecear.

Camus negó con la cabeza, según palabras de sus tíos maternos, el solía hacer lo mismo. Sin más tomo al pequeño entre sus brazos para comenzar a arrullar lo y ponerlo cerca de su corazón, unos minutos después la respiración del bebé se volvió lenta y pausada; con una sonrisa el adolescente beso las hebras castañas, para susurrar un dulces sueños.

- Dulces sueños, Petit - busco con la mirada la manta que alguna vez perteneció a sus padres, sin embargo

- Aquí tienes Camus - dijo la sirena, al sospechar lo que el joven buscaba

- Gracias Calvera - agradeció, para luego abrigar un poco a su hijo. - Será extraño, pero Dégel no dura mucho tiempo dormido si no siente su manta, supongo que siente el aroma familiar

Ambas brujas y el humano comenzaron a escuchar al lobo, a pesar de ir un poco más adelante. El vampiro por otro lado cuidaba la retaguardia, pero las palabras del lobo llamaron su atención.

- No es tan raro, podrá ser un híbrido, pero sigue siendo un lobo - mencionó la de cabello azabache. - Estoy segura que igual tú solías aferrarte a algo cuando eras más pequeño

- . . . - bajo la mirada, había acertado, incluso en esos momentos seguía conservando aquel abrigo. - Si, solía calmarme cuando lo tenía cerca

- Somos dos, es extraño pero. . . Aún ahora estoy apegada a esta daga - de entre su vestido saco una funda, la cual tenía un emblema. - Mi madre me la dio antes de que la princesa se viera amenazada, me preguntó si las cosas habrían cambiado si ella siguiera con vida.

Bajo la vista, al recordar el incidente con esos piratas.

- Es imposible saber que hubiera pasado, y al menos en mi opinión es inútil lamentarse. . . Eso no traerá de vuelta a los que ya se han partido - se abrazó más a su bebé. - Solo nos queda aferrarnos a la lucha constante que significa vivir.

-Ya, para ti quizá será muy fácil, pero no todos podemos congelar nuestro corazón - El vampiro intervino en la conversación

Todos se sorprendieron al escuchar el reclamo del albino, su esposa le recriminó con su mirada, se supone que había accedido a tratar de llevarse mejor. Pero a diferencia de lo que el grupo pensaba Rigel había sido el único que noto la desolación en los ojos del adolescente, quizá ese era uno de los motivos por el cual perdía la calma con el chico; por qué le recordaba a el mismo durante sus primeros pasos fuera de su territorio, mucho antes de encontrarse con ese enigmático grupo.

- A diferencia de ti, yo tengo un hijo por el cual debo ver - el pelirrojo suspiro, si había algo que le molestaba es que siempre culparán al indiferente, sin notar que a veces, ese era el único modo de protegerse. - No tengo tiempo para lamentarme por las personas que perdí

- ¿Entonces cuando será el momento? - pregunto, desconcertando al de orbes rubí. - Camus, no te estoy pidiendo que hables, o que dejes de cuidar de Dégel, pero todo lo que te atormenta deberá salir en algún momento, para a la mañana siguiente realmente poder liberarte de todas las cadenas.

Sus palabras no solo sorprendieron al lobo, si no que también al grupo. ¿Que era lo que él sabía que ellos no?

Quizá nada realmente o tal vez compartían los mismos demonios. El único que tenía la potestad de responder aquello era el albino, sin embargo no volvió a mencionar palabra alguna, ni el ni los demás integrantes del grupo de artistas.

≈♪≈♪≈♪

Llegaron por el alba al punto acordado con el esposo de la sirena, cerca del prado de los acantilados como era conocido por los humanos. Aunque en realidad sólo era el territorio de los Grifos, también por ahí solían vagar otras criaturas como los Centauros y las Arpías.

Para ese momento, el único en pie, fue Itia el intrépido humano que viajaba con criaturas, que se negó a rendirse ante el sueño debido a su emoción por conocer el terreno. Pero se llevó una gran decepción al no ver los rosales que se supone que solo crecían en ese tipo de tierra, sin más suspiro para mirar dentro de la carreta.

Cómo era de esperarse, el albino estaba aferrado a la líder del grupo, por otro lado la bruja pelirroja se encontraba envuelta en mantas. Negó con la cabeza al verla, y con una bella sonrisa miro como dormían la sirena y el lobo; ambos estaban abrazados, Calvera protegiendo al pelirrojo con sus brazos mientras esté sostenía al bebé que descansaba entre ambos.

'Seria una lastima que alguien los despertara' pensó la humano mientras se preparaba para gritar

- ¡CAZADORES CAZADORES! - alertó a sus compañeros

El primero en reaccionar para sorpresa de este, fue el de ojos rubí que lo impacto al ver como estos desprendían un brillo amarillento, a la par que se preparaba para lanzar una estaca de hielo.

- ¡Itia! ¿Que demonios? - regaño la mayor del grupo al mirar cómo su esposo mantenía sus uñas en crecimiento

Por otro lado, la cría del grupo rompió en llanto al escuchar los gritos. Sus lindos orbes violetas se vieron opacados por el terror y sus mejillas se pintaban de rojo al ser cubiertas por las lágrimas.

Sin más, el adolescente congelo los pies del humano, sin importarle las quejas de este y rápidamente alzó en brazos a su pequeño. Repartía besos por sus brillantes hebras castañas, mientras que hablaba en la mente de su cachorro.

~ Ya paso, ya pasó, no volverán a dañarnos Petit, papá a va protegerte ~ abrazaba al bebé, que al escucharlo en su mente sus sollozos comenzaron a disminuir

- Papá ¿pometelo? - susurró el lobezno, ocultando su pequeña cabeza en el cuello de su padre

- Si. . . - respondió para sobar la espalda de su cría

Detrás de él, Kyoko y Calvera regañaban a susurros al castaño, mientras que el vampiro se encontraba confundido, había escuchado los susurros de los lobos y lo quisiera o no, comenzaba a preocuparse. Mientras que la bruja menor, seguía durmiendo como si nada hubiese pasado.

- Itia, voy a pedirte que si quieres hacer tus idioteces, hazlas cuando Dégel no esté presente - quizá el podía aguantar que el humano le devolviera las bromas, pero no iba a permitir que le trajeran malos recuerdos a su cachorro que aún se aferraba a su blusa, temblando aterrado.

Los tres vieron sorprendidos los ojos del lobo, estos brillaban con fuerza. En sus iris no había rastro alguno del color rubí que había sido reemplazado por un amarillo similar al de la luna.

Itia trago saliva, y comenzó a reprenderse al no haber pensado en que asustaría al más joven del grupo.

- Camus. . . - fue Rigel, quién se aventuró a poner una mano en el hombro del adolescente

Este sin más salió del agarre del mayor, en ese momento, el vampiro se dió cuenta de que eran los instintos los que guiaban las decisiones del adolescente.

- No me toques - habló con una extraña tranquilidad pero con sus cejas partidas fruncidas

Sintió como su niño se alteró un poco, pero gracias a esa acción fue que, por primera vez su lado racional fue más fuerte que su instinto. Conteniendo el aliento, habló.

- Será mejor que continuemos - recordó para adelantar al grupo, lo suficiente para que lo perdieran de vista

El joven se concentro en mantener su respiración calmada y lenta, su estado afectaba su niño, y habia sido un idiota al no haber tomado en cuenta eso antes.
Pero al final, el seguía siendo una cría también.

Solo un niño cuidando de otro, sin la guía de sus padres que hacia casi un año atrás lo habían dejado, de manera física al menos, por que le dieron el mejor regalo que podría tener.

La fuerza para proteger a su hijo.

Una que nacio de la agonía de aquellos que renunciaron a su vida, por el bien de uno de sus hijos. Que si bien realmente era su sobrino, era lo menos que podían hacer para remediar un poco el infierno que se vio obligado a resistir.

Agitó su cabeza, no iba a sacar esos recuerdos de donde estaban. Así que miro a su hombro, notando la mata de cabellos cafés brillantes.

- Dégel. . . - susurro, sonriendo débilmente

El menor se separo un poco de su padre, revelando sus mejillas rojas, igual que su nariz. Sus bellos cristales violetas tenían rastros de lágrimas, unos que Camus no dudo en limpiar con sus dedos.

Después beso la frente del bebe y ambos cachetes, lo que provoco una leve risa en el cachorro.

- Ara ara. . . - una voz alertó al lobo. - A pasado un buen tiempo desde que vi a un lobo por estos lares.

El pelirrojo miró a su alrededor, sin encontrar el origen de la voz. Se giro esperando ver a sus compañeros, pero en su lugar vio como una especie de niebla obstruía su vista.

- Pero. . . yo quiero saber a qué han venido

- Vaya, no me esperaba que los Grifos tuvieran esta clase de bienvenida con los viajeros - menciono a la par que sus orbes cambiaban nuevamente

Logrando observar a través de la niebla, diviso a sus compañeros, que retrocedían al ser atacados por raíces. Y también otra figura, de la cual se podía apreciar una sombra alada con un par de cuernos sobresaliendo de su cabeza.

- Una arpía. . . - susurro sorprendido, había leído sobre las criaturas, pero jamás había visto a un miembro de su especie

- Papi. . . - el adolescente miro como los violetas de su hijo fueron reemplazados por unos ojos celeste brillantes

Y esquivo el ataque, de no haber escuchado el susurro del cachorro seguramente el arma de plata se habria clavado en su piel.

- ¿A si que quieres jugar? - cuestiono la voz. - Por cierto, que adorable cachorro, quizás sirva de alimento

Le helo la sangre sentir las manos de la fémina por su hombro izquierdo. Rápidamente se aparto para liberar su olor y con su mano libre crear una daga de hielo, que logro interceptar a quien se acerco a su cría.

La arpía chillo, no solo al notar el olor característico de un Alpha, si no por la herida. ¿Que clase de criatura era esa, capaz de crear hielo con sus manos?

- ¡¿Que cosa eres?! - grito alarmando al grupo de artistas

Quienes habían sido privatizados de la vista, y lograron percibir el olor de Camus. Al menos, el vampiro y la sirena, que junto a las brujas procuraban proteger al humano de las raíces que los amenazaban.

- Tu peor pesadilla. . . - susurro, ya había captado el patrón de movimiento de la mujer

Por un pequeño momento solo a su cachorro y este aferro sus pequeñas garras a las ropas de su padre. Camus escucho el crujir del suelo, por lo que salto justo a tiempo para que la raíz solo rozara su pierna.

Una pequeña hilera de sangre comenzó a brotar del corte, de la misma forma que el lobo se acercaba a la mujer alada, que sin mas solo usaba mas raíces para evitar la cercanía.

- ¡Ahhhh! - escucho el grito de Kyoko, alarmando se

- Parece que mis hermanas llegaron primero - mencionó la mujer para comenzar a reírse

El pelirrojo chasqueo la lengua molesto, olía la sangre de su tía. Y escuchaba el aleteo de dos arpías mas acercándose a el.

Ω≈Ω≈Ω

- ¡Papi! ¡papi! - Exclamó un pequeño niño corriendo a casa

Sus gritos alertaron a su progenitor, que salió de la casa al escucharlo.

- ¡Saro! ¿Que pasa cariño? - pregunto un joven de piel pálida y orbes brillantes de color verde

Sin embargo, su nariz capto el olor de un lobo, y pronto también llego un ligero rastro de sangre.

- Saro, entra a casa de inmediato, ¿en donde esta tu hermanó? - pregunto con el miedo latente, su pareja había salido a cazar y el no permitiría que cegarán la vida de sus crías

- Rusk se escondió en el árbol, el lobo tiene un cachorro - dijo soltando un par de lágrimas de sus orbes azules

- Si tu padre llega, dile que siga mí rastro - ordenó para después saltar al árbol corriendo entre las ramas, rogando llegar a tiempo.

♦*♦*♦*

Miro como el Alpha estaba siendo rodeado y como una muchacha de su grupo había sido herida, apretó los dientes, molesto consigo mismo, debía hacer algo para ayudar a esos extraños.

- Perdón padre, papá. . . - Prometió que se protegería siempre que saliera del límite, pero - Tengo que ayudarles, no van a aguantar mucho con esas bestias.

Sin mas el joven azabache salto de la rama, usando sus dos colas para tener un suave aterrizaje. Concentro su poder, aprovechando la distracción de las arpías, inhaló y exhalo, concentrando en sus palmas el fuego que heredo de su papá.

El vampiro sentía como su alma abandonaba su cuerpo, a cada momento que la sangre se escapaba del cuerpo de su amada. Pero era incapaz de ir a su lado, el era el único capaz de evitar que se acercaran a la carreta, en donde su familia se resguardaba.

Una, dos, tres raíces atacando al frente, pero rápidamente el vampiro les dio fin al arrancarlas del suelo. Asustando a las mujeres cuernudas, que al haber apuñalado a la líder se creian las vencedoras.

No podían estar mas equivocadas.

Pronto el sonido de un hueso romperse le heló la sangre a las arpías. Rigel había tomado a una del cabello, rompiendo su cuello en el proceso, para después atravesarla con sus manos, regando el piso con el oscuro liquido que era la sangre de esas criaturas.

- ¡Ahhhh! ¡ba. . .basta! - la mujer sujeto la manga del vampiro, sin embargo este solo la alzo, lanzando la a sus semejantes

La sirena no paraba de llorar, sentía como el liquido carmín escurría por sus manos, mientras que su amiga perdía el color en su rostro, y por su nariz tambien se colaba el aroma del lobo pelirrojo que comenzaba a querer como a un hijo, temía que algo le pasará a el o a su cría. Estaba desesperada y sabia que debía calmarse, de lo contrario podría entrar en un parto prematuro y tener a su hijo fuera del agua significaría la muerte de este.

Se sentía amarrada, tenia el agua a su alcance y podría ayudar con la curación de Kyoko, pero si lo hacia tambien arriesgaría a la cría que llevaba en el vientre.

- Pe. . .per. . .perdóname Kyoko - Susurró para hacer mas presión en su herida

La bruja pelirroja ha a escuchado el susurro, lo que provoco su desesperación crecer. No quería perder a su hermana, ya habían perdido a Tenma quien dejo de ser su hermano mayor para cuidarlas como si fuera su padre.

~ Aguanta Kyoko. . . ~ hablo en la mente de su hermana, incrementado la magia que mantenía el campo que los protegía de las raíces

Sentía como la fuerza de su creación flaqueaba con cada golpe, y miro asustada como las grietas se hicieron presentes.

No. . . no iba a permitirlo, no podía.

La culpabilidad inundaba el cuerpo de Itia, quizá si no hubiera gritado las Arpías no los hubieran ubicado. Ahora sólo podía mirar como Shoko perdía fuerzas y el campo agrietarse; mordió su lengua, si esto continuaba así serían devorados, ¿que podía hacer para salvarlos?

Entonces se levanto de la carreta, era tan obvio, siendo el único que no era capaz de defenderse. Lo único que podía hacer era ganar tiempo para que, aquellos que lo recibieron con los brazos abiertos cuando todos le dieron la espalda escaparan.

Así que salto, permitiendo que las garras de las mujeres aves se clavaran en su piel. Rasgando y atravesando la carne que comenzaba a sangrar.

- ¡NO! - gritó la de orbes naranja

Las lágrimas caían y la impotencia reinaba en ella. Al mirar detrás del campo como su compañero era preso de las arpías, quienes ya habían atravesado sus articulaciones en un horrible crujido.

El humano gimió de dolor, de manera extraña odiaba ver a la bruja menor llorar, se sintió la peor escoria al provocar aquello. Pero si era para salvarla, estaba dispuesto a entregar su vida, por lo que aguanto el dolor al sentir como las arpías giraban sus manos dentro de sus heridas, provocando que la sangre se esparciera rápidamente.

El sonido alcanzo los oídos del lobo, pero sabía qué no podría ir a ayudarlos, un solo descuido y podrían no solo segar su vida, si no tambien la de su cría. Y era algo que no estaba dispuesto a aceptar, nuevamente sintió a las arpías acercarse, pero esta vez por el aire.

Chasqueo la lengua molesto para arrojarse al pisó, y de un movimiento de su mano, movilizó el hielo para cortar la raíz que amenazaba con perforar su piel. Su respiración extrañamente para la situación era calmada, y sus orbes amarillentos se abrían paso por la niebla, helando la sangre de las arpías que siendo seis aun ni siquiera podían hacerle mas que simples rasguños.

Y sin que pudieran esperarlo, una de sus hermanas dio un grito desgarrador.

- ¡¡¡Ahhhh!!!

Agradecía que su tía le hubiera enseñado hechizos para aislar el sonido, no quería provocarle un trauma a su cachorro.

Pues justo en ese momento, había separado la cabeza de los hombros de la mujer alada, y sentía como ese liquido caliente caía sobre su espalda, pues no iba a permitir que su bebe fuera tocado por esa clase de impurezas. Las manos del pelirrojo ya estaban manchadas de sangré, aquello era la marca de su supervivencia.

Aquel joven ya había sido verdugo no solo de una, si no de incontables vidas que fueron grabadas a fuego en su memoria.

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